La teoría Nussbaum
Chaymaa Outnarit y Zhara Palacín//
Los derechos morales de los animales no humanos más allá del enfoque contractualista
El maltrato al que son sometidos los animales ha sido siempre tema de preocupación y denuncia. Sin embargo, en las últimas décadas los movimientos sociales en defensa de los animales se han visto acrecentados por razones socioculturales. El aumento de la sensibilización y concienciación del ser humano ha intensificado el interés por corregir ese daño al que son subyugados. El estatus moral que se les concede a los animales no humanos ya no es solamente asunto de la ética aplicada, se ha convertido en una demanda social que requiere ser solucionada con urgencia. La filósofa norteamericana Martha Nussbaum responde a esta demanda proponiendo una nueva perspectiva- frente a las expuestas por autores como Peter Singer o Tom Regan- para tratar la problemática especista: el enfoque de las capacidades.
Nussbaum ha adoptado las teorías animalistas tradicionales para modificarlas y ahondar en ellas, buscando que los seres humanos acepten la idea de otorgar a los animales unos derechos, no solo a sentir compasión por ellos. Su enfoque es el más prometedor, puesto que resuelve satisfactoriamente algunos de los problemas en los que incurrían planteamientos anteriores sobre los derechos de los animales. Su teoría está presentada en Derechos de los Animales: Debates actuales y nuevas direcciones (2004) y en el capítulo VI “Más allá de `compasión y humanidad´: Justicia para los animales no humanos” de Las fronteras de la justicia. Consideraciones sobre la exclusión (2006).El resto de sus publicaciones se podrían considerar un contexto general de su teoría, ya que la coherencia con esta se mantiene en el conjunto de su obra.
Nussbaum expone en Las fronteras de la justicia su tesis de inspiración contractualista sobre el estatus moral de los animales, a la que llama teoría del “enfoque de las capacidades”, según la cual los animales no humanos también son sujetos de derechos. En esta obra, la escritora argumenta que “se basa en un `esencialismo aristotélico´ no metafísico, que identifica cierto conjunto universal y transcultural de funciones o capacidades humanas esenciales que sería deseable proteger mediante derechos” para, después, aplicar el mismo planteamiento a los animales no humanos.
Según Nussbaum, la tradición contractualista ha dejado en nuestra política “una imagen general de la sociedad como un contrato orientado al beneficio mutuo (las personas obtienen algo de su vida en común que no obtendrían viviendo por separado) entre personas”. Pero esto resulta insuficiente para dar respuesta a un conjunto de problemas de justicia urgentes en el mundo actual, que provocan unas reprobables desigualdades en la sociedad. Nussbaum presenta su enfoque de las capacidades como un pensamiento capaz de afrontar tres motivos concretos de exclusión de la esfera de la justicia o del “contrato”: 1) la cuestión de las personas con discapacidades o deficiencias, 2) el hecho de que el lugar de nacimiento o la nacionalidad de una persona influya sobremanera en las oportunidades que esta tendrá 3) y la necesaria extensión del concepto de justicia a las criaturas no humanas (cuestión de pertenencia de especie).
Estas tres cuestiones de exclusión, a pesar de que aparentemente no tienen ninguna similitud, sí comparten el mismo rasgo que los aparta de la sociedad: las particularidades de nacimiento que ningún individuo (humano o no) puede elegir ni cambiar. Y es que las condiciones naturales o características corporales que la propia vida designa no se pueden escoger. En este sentido, el pertenecer a un grupo de los denominados de exclusión, significa tener unas oportunidades vitales básicas desiguales (menores o mermadas). Esto es claramente una cuestión urgente de justicia que debe atenderse. La propuesta de Nussbaum, a diferencia del contractualismo, no limita arbitrariamente el grupo de seres que merecen derechos a los seres capaces de alcanzar el “contrato”, superando así el argumento de la superposición de especies.
El propósito de Martha Nussbaum es exponer con detalle los derechos sociales mínimos necesarios para elaborar una teoría de la justicia global. Esta tiene que ser suficientemente efectiva para, no solo traspasar el ámbito geográfico, e incluso el temporal, sino que ha de extenderse hasta el espacio de los animales no humanos. En su obra, Nussbaum defiende una justicia interespecie, ocupándose del problema ético de la consideración moral que merecen los animales. Plantea una teoría que sostiene que los animales no solamente merecen consideración moral directa, como ha demandado Peter Singer, sino que deben tener derechos, como ha planteado reiteradamente Tom Regan. Desde este enfoque, las relaciones entre los humanos y el resto de los animales son problemas de justicia en lugar de ser exclusivamente morales, como se concluye del planteamiento de autores como Singer, según los cuales los deberes humanos hacia los animales no son deberes de justicia y, por tanto, los animales no son titulares de derechos. (Torres, Capacidades y derechos de los animales: argumentos a favor de la teoría de M.C. Nussbaum).
Nussbaum brinda, como así concluye Charles Larmore de la Universidad de Chicago, una nueva óptica a partir de la cual afrontar la demanda social que supone la problemática especista. Y establece las bases de un modelo de justicia más acorde con la fragilidad humana, con nuestra sociedad global y con el lugar que ocupamos en el mundo natural. Su obra aporta, en palabras de Martha Minow de la Escuela de Derecho de Harvard, una perspectiva valiente y audaz sobre estas cuestiones, sustentada en el respeto y la empatía. Reconociendo su compromiso con teorías anteriores y demarcando con claridad sus nuevas propuestas, Nussbaum plantea con arresto y elegancia el escenario de estos debates teóricos y prácticos imprescindibles en el escenario actual.
La autora invita en su obra a ir más allá de la compasión hacia los animales, a ir en busca de la justicia: “pero una justicia verdaderamente global no requiere que miremos al otro lado del mundo en busca de otros congéneres con derecho a una vida digna. También nos exige mirar – tanto en nuestra propia nación como en todo el mundo – a esos otros seres sensibles con cuyas vidas tan inextricable y complejamente entrelazadas están las nuestras”. (Las fronteras de la justicia. Consideraciones sobre la exclusión, 2007).
Otras teorías y autores
Son numerosos los autores de todo el mundo que han tejido un pensamiento filosófico en torno al comportamiento y derechos de los animales no humanos. Muchos de ellos lo hicieron antes que Martha Nussbaum. Sin embargo, hasta el momento, la Teoría Nussbaum sobre el enfoque de las capacidades, es la más completa ya que resuelve numerosas carencias de pensamientos anteriores. Entre todas las obras publicadas sobre el debate de dichos derechos, destaca principalmente la de dos autores: la “teoría sin derechos” de Peter Singer y la “teoría de los derechos” de Tom Regan. Antes de estas, solo se hablaba del arcaico bienestar de los animales que vulneraba muchos de los avances que se han conseguido en las últimas décadas.
Peter Singer (Australia, 1946) es autor de Democracia y desobediencia (1985), su primera obra más conocida, seguida de Liberación animal: el clásico definitivo del movimiento animalista (1975), donde presenta la “teoría sin derechos”. Mientras se formaba en Oxford, se acercó al utilitarismo ético leyendo a autores como John Stuart Mill y Jeremy Bentham. Singer acuñó el término especismo (o prejuicio de especie), definiéndolo como “un prejuicio o actitud parcial favorable a los intereses de los miembros de nuestra propia especie y en contra de los de otras”. En Liberación animal propone un principio de la igual consideración de intereses (utilitarismo de la preferencia). Añade que la posesión de intereses es el concepto clave, un animal siente placer y sufre: por lo que los tiene. Como consecuencia de ello, Singer contempla la necesidad de que los animales sean considerados moralmente iguales a los seres humanos. Su teoría es un avance notable en comparación con las anteriores, sin embargo, el autor no llegó tan lejos en su defensa como lo hace Martha Nussbaum ya que añade que los humanos poseemos ciertos intereses de los cuales carecen los animales, es decir, los humanos deberían tener más derechos. Singer mide la bondad y maldad de una conducta por las consecuencias. Esto significa que si un acto concreto produce más consecuencias deseables que el hecho de respetar al ser humano o animal, dicho acto está justificado. Piensa que sería admisible vulnerar al ser, tanto humano como animal, para conseguir una consecuencia determinada. Según Singer, la experimentación con animales en busca de la cura de una enfermedad humana es lícita.
El filósofo especializado en la teoría de los derechos de los animales, Tom Regan (EEUU, 1938) ejerce la enseñanza de la filosofía en la Universidad Estatal de Carolina del Norte y destaca por su manifiesto contra el utilitarismo (individuos como simples depósitos de propiedades de valor). Su teoría acerca de los derechos de los animales se recoge en The Case for Animal Rights (1983). Esta obra supone un gran avance con respecto al planteamiento de Singer, Regan defiende que si una persona o animal tiene un derecho, no se puede vulnerar o sacrificar este solo por pensar que las consecuencias de vulnerarlo son más favorables que respetarlo. Regan rechaza la idea de que un acto moral dependa de determinadas consecuencias, planteamiento totalmente opuesto al de Peter Singer.

El etólogo y experto en conducta animal, Marc Bekoff (EEUU, 1945), también profesor de Biología en la Universidad de Colorado y miembro de la Animal Behaviour Society, ha dedicado 40 años de su vida a investigar el comportamiento social de los animales. Es autor de La vida emocional de los animales: un destacado científico explora la alegría, el dolor y la empatía de los animales y el por qué importan (2008) y Los 10 mandamientos para compartir el planeta con los animales que amamos (2003). Bekoff alega que el ser humano ya no tiene justificación para tratar con crueldad al resto de animales. En julio de 2006 La Contra de La Vanguardia publicó una entrevista en la que Bekoff habló sobre la vida de los animales (además de la moral, la conciencia de la muerte y los sentimientos). Su mensaje dirigido al ser humano es claro y rotundo: “los animales tienen una vida sentimental muy profunda. Son mucho más de lo que se piensa, y no deberían estar encerrados en zoos ni se deberían hacer experimentos con ellos. Cuando más te metes en sus mentes, mas compasión sientes hacia ellos y hacia los otros humanos, porque ves los sentimientos en estado puro; los animales no tienen dobleces”.
En España, la filosofía animalista cuenta con las reflexiones del bilbaíno Jesús Mosterín (España, 1941), catedrático de Lógica y Filosofía de la Ciencia en la Universidad de Barcelona, también es miembro del Center for Philosophy of Science de Pittsburgh y de la Academia Europea de Londres. Destaca por ser el introductor de la filosofía analítica en España y se le puede considerar como uno de los pocos filósofos españoles cuya teoría animalista merece ser comparada con la de Martha Nussbaum. A raíz de la polémica por la prohibición de la tauromaquia en Cataluña, Mosterín se manifestó publicando A favor de los toros (2010), obra en la que desmonta científicamente todos los argumentos taurinos. En 2103 publicó El reino de los animales con el objetivo de que los seres humanos comiencen a comprender a sus “hermanos no humanos”. En esta obra vuelca sus conocimientos sobre temas como la caza, la conducta de los animales o el rito funerario de los elefantes. En El reino de los animales queda reflejado el gran interés de este pensador por la ciencia y la filosofía, pero también por el amor y empatía que siente hacia los animales. A ello se debe su larga carrera profesional dedicada a entenderlos. Dicho esto, cabe destacar que su pensamiento no dista demasiado del de Nussbaum: ambos pretenden garantizar el bienestar de los animales no humanos en tanto que sea posible. Quizás el rasgo que diferencia a Mosterín de Nussbaum es que el primero enfoca sus estudios más al comportamiento y características de los animales que al debate acerca de sus derechos.
Varios filósofos, entre ellos el bilbaíno Íñigo Ongay de Felipe, han surgido como voces discordantes a la propuesta de Nussbaum de conceder a los animales sus propios derechos. En una de las ponencias a las que fue invitado en un instituto de Oviedo, aseguró tajantemente que “los animales no tienen derechos ni deben tenerlos, sería insostenible”. Añadió que “todos estamos de acuerdo en que no se les debe maltratar, pero es imposible equipararlos a los hombres”. Ongay determina que no piensa que los seres humanos gocen de derechos por ser racionales, sino por pertenecer a un Estado, institución de la que carecen los animales. Lejos de detenerse en estas declaraciones, Ongay ha escrito una tesis sobre el proyecto “Gran simio”, iniciado en 1993 con el objetivo de obtener igualdad moral entre los seres humanos y los grandes simios. Las conclusiones que se extraen de dicha tesis es que Íñigo Ongay considera este proyecto un auténtico “disparate”, “entre los chimpancés no hay filosofía, ni ética ni política” afirma inflexible.
Los animales y las emociones
Nussbaum desarrolla en su obra Paisajes del pensamiento, la inteligencia de las emociones (2008) “una perfecta argumentación que invita a considerar las emociones no como fuerzas extrañas, sino como respuestas que nos ayudan a diferenciar lo que es realmente valioso e importante. A partir de la intensa experiencia personal que le provocó la muerte de su madre, la autora explora e ilustra la estructura de una amplia gama de emociones, dedicando especial atención a la compasión y al amor”. Nussbaum aborda las investigaciones recientes en psicología y antropología, y examina las aportaciones de Platón, San Agustín, Spinoza y otros filósofos. A través de anécdotas y referencias tan variadas, como pueden ser las del cónsul romano Pompeyo o las de la primatóloga Jane Goodall, la autora habla en primera instancia de las emociones de los animales, para pasar luego a la aflicción de estos.
Nussbaum dice que los científicos experimentales nos ofrecen razones para concluir que los animales tienen emociones y que sus emociones, como las nuestras, son evaluaciones del mundo en relación con su bienestar. A través de historias detalladas de interacción con animales, escritas con sensibilización e imaginación, se puede llegar a esta máxima. Un ejemplo clásico en la biografía animal de este tipo es el testimonio que ofrece el filósofo George Pitcher sobre sus perros Lupa y Remus en The Dogs Who Came to Stay (1996). Un relato sumamente cercano en el cual una persona pone nombre a emociones de una perra en un lenguaje humano. Lupa, a la que se encontró vagando por la vecindad de Priston, fue presumiblemente maltratada. El temor a los seres humanos que la perra mostraba, supone el pensamiento de que probablemente esta era fuente de dolor, irritación, ira…, respuestas emocionales que se nos ocurren como las lógicas ante esa situación de vejación vivida, pero nada más lejos de la realidad. Pitcher ofrece numerosas evidencias de que los perros eran plenamente capaces de valorar a dos personas de una forma que dejaba muy atrás su interés por obtener alimento y refugio, demostraba que el vínculo entre ellos no era meramente instrumental.
La psicóloga estadounidense aborda algunas diferencias entre la emoción humana y la emoción animal originadas por la peculiaridad del lenguaje y la vida social. Hay una diferencia, que es el punto principal también del relato de Pitcher y el motivo más importante que alega para pensar que podemos aprender mucho de las emociones de los animales. Se trata, expresado en los términos de la autora, de que los seres humanos parecen ser los únicos seres finitos y mortales que desean no ser emocionales, que desean ocultar el reconocimiento de sus necesidades y crear para sí mismos una vida en la que no haya que admitir vicisitudes de este tipo. Esto significa que con frecuencia aprenden a rechazar su propia vulnerabilidad y a suprimir la conciencia de los apegos que esta supone. Podríamos decir también que son los únicos animales para los que sus necesidades son una fuente de vergüenza y que se sienten orgullosos de sí mismos en la medida que mantienen a raya su vulnerabilidad. Un animal no puede desarrollarse plenamente a menos que crea hasta cierto punto en su propia capacidad de control y dominio. “Estos no llegan a creer, al contrario que los animales humanos, que la autoestima, o quizás el “orgullo viril”, supone no necesitar ni esperar nada importante que provenga de fuera de uno mismo. En los animales no humanos, la capacidad de pensamiento temporal — de memoria, de expectativas, de concebir una vida como un proceso temporal con comienzo, desarrollo y fin— es obviamente limitada.”(Nussbaum, Paisajes del pensamiento).
En este sentido, Marc Bekoff explica en su libro La vida emocional de los animales conprólogo de Jane Goodall, que los humanos y otros animales comparten el aparato neural y neuroquímicos que fundamentan la expresión y la experiencia de una gran variedad de emociones: “los animales sienten una amplia gama de emociones. Incluyendo todas las indicadas por Darwin como las seis básicas: ira, felicidad, tristeza, asco, miedo y sorpresa. Si detectamos unas mejor que otras seguramente será más por la sutilidad de algunos sentimientos, que por la expresividad de los animales”. Bekoff defiende en Justicia Salvaje. La vida moral de los animales (2010), al igual que otros autores, que los animales no humanos tienen moral: “Sienten empatía unos por otros, se tratan con equidad, cooperan para conseguir objetivos comunes y se ayudan entre sí cuando tienen problemas”.
El conocimiento aportado por Martha Nussbaum y otros autores, ayuda al lector a construir un pensamiento más ecuánime y comprometido con los derechos de los animales y la justicia interespecie. La responsabilidad personal es determinante. La combinación perfecta debería ser aumentar la compasión y reducir la crueldad. En la práctica, esto supone tratar a cada ser vivo como un igual –como un ser con idéntico derecho a la vida-. No es fácil estar a la altura de este compromiso, pero el enemigo del cambio social es el silencio. “Las emociones son un don de nuestros antepasados. Nosotros las tenemos y otros animales las tienen. Jamás debemos olvidarlo” (Bekoff, La vida emocional de los animales).
Sobre Nussbaum

Martha C. Nussbaum (mayo de 1947, Nueva York, EEUU) se licenció en teatro y lenguas clásicas en la Universidad de Nueva York. Posteriormente comenzó a mostrar interés por la filosofía. Se graduó en Harvard en 1972 y, en la actualidad, es profesora de Derecho y Ética en la Universidad de Chicago. Ha escrito obras relacionadas con el estudio de las emociones, la filosofía política, la filosofía antigua, el derecho y la ética. Nussbaum es autora de grandes obras como La fragilidad del bien: fortuna y ética en la tragedia y la filosofía griega (1995), Sex and Social Justice (1999), Las mujeres y el desarrollo humano (2000), y La terapia del deseo. Teoría y práctica en la ética helenística (2003). Destaca también por su colaboración con una agencia internacional para el desarrollo de las Naciones Unidas.
Es una de los filósofos más leídos de nuestro tiempo. En septiembre de 2005 las revistas Prospect y Foreign Policy decidieron que Nussbaum formara parte de la lista de los cien intelectuales más influyentes del mundo. En mayo de 2012, fue galardonada en Oviedo con el premio Príncipe de Asturias de las Ciencias Sociales, situándose en las votaciones por encima del demógrafo italiano Massimo Livi-Bacci y del sociólogo español Manuel Castells. El jurado de dicho premio reconoció que esta autora polifacética, favorece “una concepción universal de la dignidad humana y de los derechos de la mujer para superar los límites del relativismo cultural”. En el discurso posterior, reconoció su sorpresa al recibir un premio de ciencias sociales, ya que proviene de humanidades, “no obstante, no creo que sea erróneo clasificar mis contribuciones dentro de las ciencias sociales” añadió.
BIBLIOGRAFÍA
- BEKOFF, Marc (2010): Justicia Salvaje. La vida moral de los animales.
- BEKOFF, Marc (2008): La vida emocional de los animales: un destacado científico explora la alegría, el dolor y la empatía de los animales y el por qué importan.
- DI TULLIO ARIAS, Anabella (2013):¿Hacia una justicia sin fronteras? El enfoque de las capacidades de Martha Nussbaum y los límites de la justicia.
- FRANCIONE, Gary (2013): “Lluvia sin truenos: la ideología del movimiento por los derechos animales”.
- MARTÍN BLANCO, Sara (2012): Reflexiones morales sobre los animales en la filosofía de Martha Nussbaum.
- NUSSBAUM, Martha (2007): Las fronteras de la justicia: consideraciones sobre la exclusión.
- NUSSBAUM, Martha (2008): Paisajes del pensamiento, la inteligencia de las emociones.
- TORRES ALDAVE, Mikel (2009): Capacidades y derechos de los animales: argumentos a favor de la teoría de M.C. Nussbaum.
- TORRES ALDAVE, Mikel (2010): La aportación de Martha Nussbaum al debate sobre la consideración moral de los animales.
- VERDÚ, Ana, GARCÍA, José Tomás (2012): “La ética animalista y su contribución al desarrollo social” (Papeles de relaciones ecosociales y cambio global nº112).