Sofuentes revive al otro lado de la barra
Cristina Lázaro, Silvia Rived/ Geógrafo: Xalo Rodríguez//
113 multiservicios aragoneses dan luz en las zonas rurales que parecían apagarse.
Silencio en las calles, tiendas cerradas, abandono de locales, colegios y viviendas. La obligación de las personas que deben marcharse de su hogar, en contra de su voluntad, para poder sobrevivir. La despoblación es un problema evidente en España y más aún en nuestra comunidad. En Aragón 204 pueblos tienen menos de 100 habitantes, 3 de cada 10, y 70 pueblos menos de 50. Otros corren menos suerte. El INE contabilizó en 2012 que 27 pueblos se habían quedado sin habitantes en los últimos 75 años.
Muchas familias deben coger sus maletas y abandonar ese pueblo que les vio nacer y crecer. Familias que buscan nuevas oportunidades que ahí ya no pueden encontrar o una mejora en la calidad de vida. No existen oportunidades laborales, los niños deben hacer largos caminos para acceder a la escuela o ni siquiera están cubiertas las necesidades de suministro básicas.
Es triste ver cómo lugares que hace años estaban llenos de vecinos que salían por las noches a charlar y por la mañana a trabajar, que vivían tranquilos y formaban una gran familia, van desapareciendo poco a poco. Ahora se llenan de silencio y de melancolía. Los últimos supervivientes suelen ser personas de avanzada edad que fallecen en un corto período de tiempo en la tierra en la que pasaron toda su vida. Sin embargo, está vez no hay sucesores, ni relevo, los datos de natalidad están a 0. Por eso hay quienes consideran que muchos pueblos están abocados a la soledad, al abandono.
Para frenar este fenómeno e impedir que las campanadas de las iglesias sean el único ruido en estos lugares, son variadas las acciones llevadas a cabo en nuestro territorio. Las instituciones crean planes estratégicos que invitan a una vida rural sin dificultades.
A los residentes de las ciudades o de grandes núcleos nos costaría mucho esfuerzo imaginar una vida en la que no tuviésemos cubiertas nuestras necesidades básicas. Ya no hablamos de ir al cine, ir de compras o ir al gimnasio. Sino de comida, bebida, materiales del hogar, entre tantas cosas. Así es la rutina de parte de la población. En ocasiones, los vecinos de los pueblos necesitan coger el coche y recorrer kilómetros hasta otro más grande para adquirir bienes y servicios básicos. O bien, entre los más afortunados, esperar que venga, un día a la semana, el frutero o el panadero de localidades cercanas, más pobladas, en las que sí se ofrecen estos productos.
La iniciativa conocida como Red de MultiServicios Rurales tiene el objetivo de subsanar estas carencias. La red agrupa a establecimientos de Zaragoza, Huesca y Teruel que giran en torno a la figura de «tiendas-bares», pero que va mucho más allá. En los pueblos las personas tienen muchas necesidades, lo que conlleva también la búsqueda de servicios de restaurante, centro social, alojamiento, cajero, acceso a Internet, punto de información turística o incluso de peluquería o podología.
Un indicativo de que el proyecto tiene buena acogida es el número de centros desplegados por toda la geografía aragonesa. 85 en la provincia de Teruel, 14 en la provincia de Zaragoza y 14 en la de Huesca. Asimismo, este año posiblemente se añadan nuevos pueblos al plan, pero todavía no se pueden desvelar.
Origen del proyecto
Este proyecto está gestionado por la Cámara de Comercio de cada una de las provincias aragonesas. Para encontrar el germen hay que remontarse 19 años atrás, a la Cámara de Comercio de Teruel, la que cuenta con más despoblación de las tres provincias.
La causa por la que se emprendió esta iniciativa, por desgracia, todos la sabemos. Cada año la despoblación es más cruel, los hábitos de consumo cambian, la población envejece, las oportunidades descienden… Muchos comercios y negocios rurales optan por echar el cierre en la provincia turolense.
Ante esta situación, la Cámara de Teruel no se quedó con los brazos cruzados y diseñó este innovador sistema que dota a los municipios de servicios elementales para que la calidad de vida no fuera en disminución día a día. La localidad de Blancas, un pequeño pueblo en la Comarca del Jiloca, fue “el conejillo de indias”. Tras este, y ya con apoyo de entidades públicas, se repitió en Abejuela, Olba y Lidón. La idea devolvía la luz a unos municipios que se apagaban poco a poco y eso llamó la atención de otros que también se sumaron al plan. Unos años después, en 2007, debido al éxito que supuso, se trasladó a la provincia de Zaragoza.
Bisimbre, Gallocanta, Mainar, Jaulín, Sofuentes o Urriés son algunas de las localidades en las que podemos encontrar un multiservicio. Un negocio diferente y público. En este proyecto, el Ayuntamiento del pueblo debe tender su mano y poner a disposición de alguien un local municipal, a la vez que habilitarlo para que se pueda desarrollar la actividad, según explicaba la Jefa de Servicio de Comercio y Turismo de la Cámara de Comercio de Zaragoza, Natalia García Ortiz.
El papel del Ayuntamiento
Algunos ayuntamientos luchan por mantener la vida en sus pueblos, y de su dinamismo depende el futuro del pueblo.
El proceso empieza con una solicitud por parte del alcalde de que se le denomine como multiservicio. Este contacta con la Cámara de Comercio y pide las ayudas que el Gobierno de Aragón saca para renovar máquinas u otros materiales. Asimismo, la alcaldía debe ceder el local a la persona y no le cobra el alquiler. Incluso, en algunos casos, le pagan la luz o el agua.
Los lugares más necesitados son en los que no existen servicios o van a desaparecer. Por tanto, si hay una tienda de alimentación en un municipio, ya no se puede montar un multiservicio, o por lo menos no tendrá el nombre o subvenciones del mismo, pues ya no se trataría de una necesidad básica sin cubrir.
Además de luchar contra el desabastecimiento, si el proyecto funciona correctamente conseguirá evitar desplazamientos, pérdida de empleo y generar nuevos, mejorar la atención hacia los turistas o facilitar la inserción de mujeres en el mercado de trabajo. Así pues, se consigue impulsar la economía, evitar el despoblamiento y trabajar la innovación.
La Posada de Sofuentes, una nueva vida
En las Cinco Villas están en funcionamiento dos multiservicios. José, un amable hombre de mediana edad, es el encargado de mantener la vida en uno de los pueblos de esta comarca, Sofuentes. La localidad pertenece al término municipal de Sos del Rey Católico y es uno de esos lugares donde acecha el miedo a la despoblación. Las cifras del año pasado hablan de 81 habitantes, dos menos que el anterior. La zona y el propio pueblo, cuentan con un rico patrimonio cultural que hace de Sofuentes un lugar mágico. Pero la mayor fortuna no es esa naturaleza, sino la presencia de vecinos que se entusiasman cuando llega el domingo y se juntan en el bar para tomar el vermú.
Desde hace cinco años la vida en el pueblo es mucho más fácil gracias al multiservicio abierto. Aprovechando dos antiguas casas de estilo tradicional totalmente restauradas, se abre el comercio aragonés en la categoría de multiservicios rurales. La Posada de Sofuentes, ubicada cerca de la Plaza de España y del frontón municipal, recibió el año pasado el primer premio en la categoría de multiservicio rural. Entre sus instalaciones, además del bar y su terraza, hay una tienda de alimentación, un restaurante con asador y hasta quince habitaciones que permiten reavivar el turismo para los que busquen una zona tranquila en el Prepirineo zaragozano en dirección al embalse de Yesa.
Tal y como confirma José, su dueño: “No cualquiera quiere venir a un sitio sin apenas habitantes a abrir un negocio”, sin embargo, es un servicio esencial para mantener la vida rural, algo que le agradecen a diario los vecinos. Aunque solo lleva al frente de La Posada desde estas navidades, cuando sustituyó a la anterior gestora, Pilar, asegura que desde el principio ha recibido ese reconocimiento y ese cariño. El sentimiento de estar ayudando es especial y es lo que a José le llena realmente.
Además, el propio gerente del establecimiento ha querido recalcar la relevancia de multiservicios como este: “La tienda es esencial para que la gente mayor tenga la facilidad de ir a comprar sin tener que ir a grandes poblaciones. Además, el bar es el lugar donde empatizan y se ven, si no, no se verían, es un sitio de reunión. Para ellos es muy importante”.
Desde el multiservicio agradecen también la colaboración del Ayuntamiento local que, como mencionaba la Jefa de Servicio de Comercio y Turismo, cede las instalaciones para su empleo. No obstante, confiesan que otros cargos de primera necesidad como la luz o el gas los asumen ellos mismos. Por el momento, para José, estos gastos son asequibles, pero con la llegada de la pandemia multitud de pueblos han tenido que cerrar temporalmente o de forma definitiva sus multiservicios. El vacío que se crea dificulta la estancia en el pueblo y favorece los casos de éxodo rural hacía zonas mejor abastecidas. Una situación que se debe evitar a toda cosa, ya que cualquier cierre, o cualquier mínimo paso atrás, supone un enorme retroceso en estos lugares, donde cuesta mucho emprender y poco bajar la persiana.
Un café por la mañana, un pincho de tortilla al mediodía, la partida al guiñote que se alarga toda la tarde, la caña de entre tanto, las pipas en la terraza, las largas horas de charla “a la fresca”, el “¿qué tal los nietos?”, la visita de los curiosos un domingo por la mañana. Estas son solo algunas de las pequeñas cosas que hacen grande y valiosa la vida de quienes aún aman alejarse del bullicio. Dice el anuncio de una famosa marca aragonesa que todo lo bueno termina en “bar” y es cierto que si no fuera por él, la vida se extinguiría poco a poco en el interior de cada casa en las zonas rurales. No hay duda, mimar a los pueblos es una inversión que crea riqueza y da años de vida.
Este reportaje se incluye en el Proyecto Innovación Docente 2021 PIIDUZ_1 “Comunicar buenas prácticas de desarrollo territorial en la Unión Europea en relación con los Objetivos de Desarrollo Sostenible” de la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad de Zaragoza.