Soy maricón y no me gusto demasiado

Álvaro Villarroya//

Sobre la (ausencia de) representación en los medios y la cultura Grindr

Qué movida estar soltero en 2022. Por si acaso no era suficiente con una pandemia, un volcán, dos crisis económicas encadenadas y ahora un conato de guerra mundial, van, y me dejan. Y, además, me toca ser soltero y maricón. Qué movida todo esto.

Y sí, es peor siendo maricón. El movimiento LGBT y el feminismo vendían una forma de tener las relaciones entre personas queer que parecía sanísima, pero han sido imposibles de llevar a cabo. Ahora tengo lo malo de ser soltero-a-secas: las interminables horas de espera a las citas y los ojitos de pena de la gente que se entera de tu soltería; y lo malo de ser maricón: la sujeción a las dinámicas de poder que quedan después de luchar contra las dinámicas de poder preestablecidas.

Salir del armario y otros orgasmos

Cuando me lancé a la disidencia de género, reconociéndome como persona que no se siente atraída por quienes la sociedad le dijo, y que no se siente completamente cómodo con el género que la sociedad le impuso, lo primero que hice fue leer. Y me pareció espectacular todo lo que leí: disolvamos las dinámicas heteronormativas, rompamos las normas que marcan cómo ser hombres y establezcamos unas nuevas, más sanas, más seguras, menos violentas.

Me reconocí como maricón, me pinté la cara con los colores del arcoíris y salí en mi primer orgullo. Conocí a gente, hice amigos dentro del colectivo, salí de fiesta y del armario en la mayoría de mis círculos. Comenzaba a sentirme cómodo con algo con lo que nunca había podido, vislumbrando un futuro de relaciones sanas y sexo seguro. 

La ficción pone una presión constante sobre salir del armario como si esa fuera la forma de sobrevivir a la represión. Lo que Love Simon y Love Victor, las dos únicas historias LGBT que la maquinaria de Disney se ha atrevido a hacer, no te cuentan es que decidir vivir fuera del armario es ser Sísifo, más en la línea de Camus que en la griega tradicional. El absurdo es convencerte de que salir del armario es algo que se hace una vez en la vida, y no cada vez que cambias de trabajo, gimnasio, o círculo de amigos. Levantas tu propia piedra cada vez que sales de tus círculos anteriores, y la vida no es más que cambios de círculo.

Cuando esta narrativa me alienó, estaba borracho. De emociones nuevas, de posibilidades a explorar, de fiesta, de calimotxo. El sentimiento de atreverse a hacer cosas nuevas es poderoso. Así que te atreves. Te atreves a instalarte alguna app de citas. Te atreves a quedar con alguno de los chicos que se interesan por ti. Te atreves a hacer cosas que prefiero no dejar por escrito. Y sientes que surge de tu propia capacidad de decisión, que eres libre. Es orgásmico, intelectual y físicamente.

Pero un orgasmo siempre es algo ingenuo. Es la expresión de un deseo, y como todos los deseos dentro del sistema capitalista actual, es consumido y desaparece. No lo digo yo, sino que parafraseo a Lacan. El capitalismo nos lleva a la búsqueda constante del placer. Lo establece como fin moral último: lo que no nos trae placer es malo. Compra, disfruta, desgasta, tira y vuelve a comprar.

Y cuando te introduces en el sistema de la disidencia caes en otro círculo de búsqueda del placer, aún más hedonista si es posible. La dinámica de consumo de personas postmoderna encuentra en la escena gay un espacio idóneo donde anidar. Aprovechó la persecución y los miedos a la discriminación para introducirse en las relaciones. Donde antes se tenía que recurrir a los polvos de una noche y al sexo de urgencia (cruising o cancaneo) para evitar los crímenes de odio, la lógica capitalista los “empodera”, convirtiéndolos en la dinámica de moda.

Esta visión de las relaciones se va infiltrando en la cultura pop. Hasta las ficciones que tienen el objetivo de difundir las realidades de la comunidad acaban dejando claro que podremos encontrar algo cercano a la felicidad, pero nunca será plena. La ficción oscila entre la heteronormatividad en las relaciones y las dinámicas de comodificación de los cuerpos, de someterlos a compraventa y convertirlos en ítems. Mirad a Standford en Sexo en Nueva York, mirad a Kevin en Riverdale. Mirad cualquier mejor amigo gay en cualquier sitcom. Gustamos porque así no hay que hacer tramas románticas con las protagonistas.

Así que me lancé a tener sexo casual. Me descargué Grindr y cualquier otra aplicación de “citas”, siempre con las notificaciones desactivadas para que no lo viera nadie. Las parejas saludables son cosas ideales, pero mientras esperas a que llegue, tiratelos a todos. 

Acabé rompiendo mi mente en dos —según los psicoanalistas, un clivaje. Claro que sabía lo problemático de mi realidad sexual: lo reconocía y confiaba en llegar a tener algo sano. Y aun así seguía participando en el ciclo, porque una parte de mi ser lo reconocía como la única forma viable de no estar solo. Combinaba citas en las que no tenía demasiadas esperanzas con polvos asépticos. Dejé de lado toda aspiración de tener una vida romántica sana y me creí toda la propaganda. 

Notificación Grindr (maricón)
Notificación Grindr
Si eres maricón mueres pronto (y hasta varias veces)

Ceder a las dinámicas tóxicas es algo que se ha hecho toda la vida. No es distinto a tu abuela decidiendo quedarse en casa para criar a tu padre cuando su sueño siempre fue estudiar medicina y trabajar en el hospital; o de tu tatarabuela resignada a casarse para tener qué comer. La subsistencia dentro del sistema es la única opción cuando romperlo no es posible. Y al final, se te mete en la cabeza como un gusano que destruye tu fondo revolucionario.

La cultura en la que creces acaba creando los marcos en los que vives tu personalidad. Existe un discurso que dice que ser gay tiene una tragedia implícita. Y como no eres feliz, acabas tragando con lo que te dicen: caerás en las enfermedades —herencia de las narrativas del SIDA de los 90—, te harás mayor y no le gustarás a nadie —porque tu objetivo en la vida es buscar la aprobación de otros—, y seguramente acabes muerto.

Porque sí, así es. El tropo bury your gays dice que los maricas morimos antes, y por lo general de forma no placentera. Hay innumerables ejemplos. Los únicos cuatro personajes homosexuales de The vampire diaries murieron. La segunda parte de It, inspirada por el libro de Stephen King, comienza con el asesinato de un hombre a manos del payaso después de sufrir una agresión homófoba por parte de un grupo de personas del pueblo.

Los fans de Supernatural llevaban pidiendo que sacaran del armario a Castiel, uno de los protagonistas, durante años. Al final de la última temporada, se declara a su compañero Dean y muere. Punto. Es literalmente teletransportado al infierno. ¿Qué dice eso, sino que ser gay te mata?

Todas estas narrativas hacen que busques escapar. Buscar otra persona que te haga sentir parecido, buscar otro sexo que pueda ser divertido, encontrar esto y volver a sentirte bien. Y luego volver a sentirte mal, darte cuenta de que hay algo en el ciclo que no funciona. 

La cuadratura del círculo
Aplicación Grindr (maricón)
Aplicación Grindr

Por suerte, tenemos algunos ejemplos en los últimos años en los que podemos ver formas de salir de estas dinámicas. Eastsiders nos enseña cómo crecer desde dentro de una relación tóxica mediante la salida de las fórmulas patriarcales; nos enseña que es posible ir más allá. Más allá de todo lo que pensabas correcto: de los celos, de la monogamia, de la identidad de género. 

También lo hace Looking, al mostrar las distintas formas en las que ser gay puede llevarnos a desviarnos de la ruta establecida, el camino hacia la masculinidad sana y las relaciones disidentes. No hay una sola forma de vivir tu sexualidad de manera sana: lo importante es analizar tu realidad y seguir construyendo las relaciones que se sientan adecuadas.

Las realidades LGBT son diversas, y no pretendo con este artículo hacer un manifiesto político ni exigir a la gente nada —bueno, un poco sí. Cada persona tiene el derecho de encontrarse cómoda en su sexualidad y tener ficciones que se adecúen a su forma de vivir. Y claro que hay personas LGBT a las que les gustan las historias de salir del armario, o el bury your gays, o que se sienten cómodas en relaciones de dominancia o refugiados en el sexo en círculos. Lo que busco es sacar a relucir que todos estos tropos pueden perpetuar conductas tóxicas. Crear discursos en los medios es crear realidades. Muchos tenemos problemas en comenzar caminos de los que no tenemos referentes. Si los medios han sido nuestra única forma de reconocernos, ¿qué significa que esos medios te digan que solo puedes ser algo que no te gusta?


Si quieres leer más sobre el colectivo LGBT en la industria del entretenimiento te dejamos este artículo: «El queerbaiting y la importancia de representación de la comunidad LGTB+»

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