Vanesa Martín: crónica de su primer baile Real

María Sánchez//

Vanesa no es Cenicienta. Ella es tan real como el teatro que la acogió. Es también sensual, humilde, sincera e hipnótica y una de las cantautoras españolas de más éxito. Además, desde el viernes 1 de mayo de 2015, se ha convertido en la primera artista femenina del pop español que  pisa las tablas de un escenario de ensueño: el  Teatro Real de Madrid.
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Un instante del concierto de Vanesa Martín

“Espero ser la primera de muchas mujeres que pisen este escenario”. Vanesa Martín expresa su deseo y logra arrancar la ovación del Teatro Real. Esta cantautora malagueña ha logrado lo que ninguna otra mujer del pop nacional: subirse al escenario del emblemático teatro madrileño. Lo ha logrado a lo grande: con las entradas agotadas. Este concierto se convierte así en una parada muy especial en la gira de su último disco Crónica de un baile.

Todo tiene un comienzo. Nueve y media de la noche en punto, las luces se apagan, y en el patio de butacas comienza a oírse un murmullo nervioso. Comienza a sonar la batería, y a ella se unen uno a uno el resto de instrumentos, hasta que bajo la luz de un foco y con la ovación enérgica del público aparece ella, Vanesa Martín, de un negro elegante para la ocasión y con su Frenar Enero, su último single, por bandera. Su guitarra, su símbolo y compañera, no podía tardar en aparecer, y lo hizo para cantar Es tan necesario, de Crónica de un baile, y La Piel, de su disco anterior.

“Los sueños se cumplen”, sentencia Vanesa. Cuenta que hace 10 años se preguntaba si alguna vez ella cantaría en este templo. Igual que cuenta historias propias y de otros con sus letras y canciones, también ofrece un pedacito de su propio diario íntimo. Agradecida de estar donde estaba, cercana y humilde, supo ganarse hasta al último de los allí presentes. Invitó al público a que hicieran suyas cada una las de las historias que cuenta con su voz, a que sintieran y vivieran la noche como seguro ella la estaba viviendo. Vanesa disfruta sobre el escenario. Y no lo oculta.

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Vanesa Martín derrochó fuerza en el Real

El concierto arrancó con fuerza, pero ésta iba in crescendo con cada tema. La emoción que se iba acumulando canción tras canción, los sentimientos de los que hablaban los temas se viven, se tocan gracias a la intensa y sentida interpretación de la malagueña. Acompañada de un buen número de músicos: dos guitarras, percusión, batería, piano, bajo e incluso un cuarteto de cuerda en ocasiones, deslumbra. La voz de Vanesa es cálida y suena mucho más profunda y fuerte en directo. Mucho más potente de lo que uno podría imaginar al escuchar sus discos. Ella, igual que su voz, resulta sensual, hipnótica sobre el escenario de un teatro embelesado.

De emociones iba la cosa, y de cosas emocionantes estuvieron plagadas las dos horas que duró el recital. Sin duda, uno de los momentos más emocionantes resultó su duelo contra el Real. Y el Real sucumbió a su voz. Descubrimos a una mujer frente a un gran teatro dominado por la potencia de su canto a capela. Con Durmiendo Sola y un piano únicamente de acompañamiento hizo alarde de su gran manejo vocal y, sobre todo, de su capacidad para transmitir sentimientos. Sin micro y con tan solo unas notas de piano logró llenar el Teatro Real con su voz dejando al público impresionado, y seguro, con uno de los mejores momentos de la noche.

 “Qué barbaridad oye, la que tienen que montar aquí con las óperas y todo”, pronuncia con encantador acento malagueño, admirando las dimensiones de las tablas que la acogen. Divertida en comentarios como “vamos a juntarnos todos, porque el sitio este es grande eh, esto tiene un montón de butacas ¡eh!, que están llenas hoy ¡eh! Cuidado” invitaba a cantar. Agradecida con su gente, hace reír a su público con bromas sobre cómo este concierto había conseguido llenar Madrid en pleno puente del primero de mayo; derrocha simpatía natural en sus intervenciones. Habla con sencillez, conecta con quienes la escuchan dirigiéndose a ellos de tú a tú y ríe y provoca carcajadas con sus comentarios. El público es suyo, y además, quería serlo. Se oían piropos: “guapa”, “eres grande”, palabras de ánimo y aliento, mucho “¡ole!” y “viva la madre que te parió”, que la cantautora recibe con sonrisas.

De pronto, el concierto se hace íntimo, con una garra interior que araña el alma y con pequeños regalos aflamencados que la malagueña no pudo evitar sacar. Para dar paso a sus músicos, que tocando uno por uno, con bastante maestría, todo hay que decirlo, dieron tiempo a que la protagonista se cambiara de ropa. Y con el cambio de vestido vino el cambio de tono. Canciones más desenfadadas, más rítmicas que hicieron que todo el Teatro Real se pusiera en pie para bailar, cantar, aplaudir y silbar al son de Sintiéndonos, Aún no te has ido o Déjame a mí. Todo ello con una Vanesa Martín no solo disfrutando del escenario, sino de su público, que reía con ella y que la seguía allá donde fuese.

Y Sin saber por qué llegó el final… y con el final llegó el bis. Un bis cargado de emoción en el que interpretó algunas de sus historias más sentidas. Casi te rozo acompañada solo con su guitarra, demostrando una vez más cómo esta malagueña es capaz de hacer sentir no solo con sus letras, sino también con la calidez y expresividad con la que interpreta sus temas. Una voz con personalidad, solo con ella consigue que la creas, que te habla casi sin decir, que logra llegar, y más, viéndosela sacar de lo más profundo de su alma.

 Cuenta Vanesa que hay canciones que normalmente no canta: “y es que hay canciones que cuando las escribes te desarman por dentro y no siempre es buen momento para atreverse”. Yo me pido vida fue su atrevimiento en el final de esa noche, fue uno de esos temas que cantó y con el que desarmó del todo a su público.

Como aquel que no quiere que lo bueno termine, volvía al principio cerrando definitivamente el concierto con el mismo tema con el que abría, Frenar enero. Eso sí, esta vez con un público rendido a su pies y sin ganas de que ese baile acabara.

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Esta cantautora es la prueba de que no se necesita una puesta en escena espectacular, ni una producción muy elaborada para pisar un escenario con fuerza. Solo buenos músicos y talento. Con un ambiente íntimo, sencillo, sin florituras y un luminoso al fondo con el título de su último disco, el escenario del Teatro Real se convertía en las tablas que Vanesa Martín pisaba por primera vez, pero de lo que uno puede estar seguro es de que si es por tablas, a ella le sobran.

Con su Crónica consiguió que cada alma de este emblemático teatro bailara al son del sentido y del sentimiento que su fantástica voz, sus hermosas letras y su enorme arte regalaron a los allí presentes. Vanesa Martín crece con cada disco y así lo demostró en el Real. Esperemos, como bien dijo la malagueña, que se abra la veda, y así, las puertas de este teatro a muchas otras mujeres tan grandes como ella.

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