Zaragoza, territorio poético
Sandra Lario//
La poesía vive en Zaragoza: bares, librerías, salas culturales, jóvenes editoriales, poetas de todas las generaciones, gente con ganas de darle voz… Solo hay que descubrirla, recorrerla y cuidarla para que siga oxigenando la ciudad como un árbol lleno de ramas que se extienden por nuestras calles.
«Hoy es Jueves de Poesía», decía hace aproximadamente un mes. El tiempo parecía querer engañarnos pero el cierzo de Zaragoza ya no podía seguir reteniendo la primavera y aquella tarde la poesía paseaba alegre y libre por la plaza de Las Armas con una cerveza en la mano. La terraza pasó de estar llena de gente a quedarse solo con vasos vacíos sobre las mesas y dio comienzo el recital dentro del Centro Musical y Artístico Las Armas. Recitaban el veterano poeta zaragozano Alfredo Saldaña y la editora y poeta Carmen Beltrán, natural de Logroño.
Me derramo en el papel en blanco,
no encuentro mejor lugar.
No me conoce,
no me condiciona,
no me juzga,
no me ama,
no se si me espera
pero a él me doy,
lo inundo de mi,
lo lleno de sal
(Carmen Beltrán)
Y Zaragoza también está llena de sal. Un día alguien me dijo “en esta ciudad levantas una piedra y sale un poeta”. O siguiendo la vieja fórmula de la ardilla que podría recorrer el mundo de todas aquellas maneras que a la gente se le ocurran: una ardilla podría recorrer el calendario zaragozano de presentación en presentación de libros de poesía, cruzándose al saltar con no pocos actos poéticos en bares, librerías y salas de ocio. En el pasado mes, por ejemplo, la poesía recorrió lugares como la librería Antígona, la sala de la Fnac, el CMA Las Armas, el Candy Warhol, la Campana de los Perdidos o el hall de Filosofía y Letras, de la mano de los más variopintos poetas, locales y de fuera, mayores y jóvenes, hombres y mujeres, de diversos estilos, entre los que se encuentran algunos como Manuel Vilas, Miguel Ángel Yusta, Carmen Beltrán, Alfredo Saldaña, Bruno Montané, Antonio Cordero, Nacho Tajahuerce, Jesús Giménez, Miguel Ángel Ortiz, Sandra Santana, María Salgado, José Luis Rodríguez y rostros anónimos en eventos de alguno de los bares nombrados.
– En muchas ciudades está pasando eso. Yo creo que la poesía atraviesa un boom a nivel nacional, no es un fenómeno privativo de una sola ciudad– opina Manuel Vilas mientras revuelve un café en el Mombasa.
– Nacional e incluso conectado con Latinoamérica- apunto.
– Sí, también. Creo que ahora hay mucha gente joven que ha descubierto en la poesía una forma de comunicación, un formato comunicativo importante, que está vinculado también con la música, con el rap y con formas de la cultura pop, y de ahí que tenga ahora tanta visibilidad entre los jóvenes y que esté tan presente.
– Quizá esto ocurre porque antes se entendía como algo más clásico dentro de unos cánones y ahora es más libre…
– Sí, antes la poesía estaba vinculada a un discurso más solemne, más grave y muy cultural y ahora de alguna manera es como si se hubiera democratizado ¿no?
– Desde luego. Y utiliza un lenguaje muy cotidiano, más cercano…
– Sí, usa un lenguaje cercano y próximo, coloquial, que intenta explorar el mundo que tenemos delante con una mirada realista. Esto lleva unos quince o veinte años apareciendo en España y es una tendencia ya imparable.
– Anteriormente había una distancia entre los versos y el lector, hoy en día ambos están al mismo nivel, el público puede leer poesía en un lenguaje que se usa en el día a día y hablando sobre situaciones que no solo le ocurren al poeta sino también al lector.
– Luego, en general, si por algo se caracteriza la poesía española es por una gran tradición poética, desde Machado y Juan Ramón hasta hoy. La poesía española siempre ha gozado de una excelente salud.
– Entonces, ¿en Zaragoza hay movimiento en torno a la poesía?
– Yo sí que veo que hay un movimiento que se creó ya hace unos años con muchas lecturas en bares, con aparición de editoriales, que fue un fenómeno sociológico y que de alguna manera continúa- afirma Vilas.
Y, en cuanto a esos bares, hay algunos referentes indiscutibles en la ciudad: el Candy Warhol (c/ Bolonia, 28), la Campana de los Perdidos (c/ Prudencio, 7) y la Bóveda del Albergue de Zaragoza (c/ Predicadores, 70).
Bares y otros refugios poéticos
El Candy Warhol lleva abriendo sus puertas desde 2002, con nuevos dueños desde el verano de 2013. Es un bar pequeño en el que cabe toda la vida de la ciudad. Detrás de la puerta del baño de mujeres se lee “La poesía ha vuelto y yo no tengo la culpa (Neorrabioso)”. Las baldosas de las paredes de ambos baños son un museo de frases memorables -“Only Morrissey can judge me!”, “El Fary vive, la lucha sigue”, “Camarón vive entre nosotros”- y versos o fragmentos de canciones escritos de madrugada –“Abres los mares que dividen tus piernas (El gol de Nayim)”, “La costumbre es una sustancia tóxica”, “Hazme el amor hasta siempre”, “Déjate querer por una loca (La costa brava)”.
“Somos un bar indie, underground… con las mejores fiestas, los mejores dj’s y conciertos acústicos”, dice su descripción de Facebook. “Un bar con historia”, como dice Francho, uno de sus actuales dueños. Y también, algunas noches, son poesía. En él tienen lugar dos de los eventos poéticos más atractivos que uno puede encontrar en el ambiente nocturno de la ciudad: Por un lado los Altercados poéticos, organizados por Adrián Flor, que cada mes desde hace ya años reúnen a varios poetas además de dar la posibilidad de participar a todo el que quiera con sus textos a micro abierto. Por otro, las jams –encuentros informales de improvisación- de los chicos de Los Bigotes del Potemkin. Pablo Delgado y José Gabarre están detrás de este proyecto poético, que nace en 2014 y trae al Candy Warhol jams de poesía que van desde homenajes a personajes como Manuel Machado hasta a movimientos como el futurismo o el glam. Además, tienen una colección de plaquettes “con la intención de divulgar, por un precio módico, poesía tanto de autores propios como traducciones de autores poco conocidos o alguna que otra antología que muy pronto llegará”, explican. Por otro lado, editamos el magazine literario La Herradura Oxidada –nombre también de la asociación cultural bajo la que han creado el proyecto Los Bigotes del Potemkin-, “que, con esfuerzo y paciencia, nos encargamos de mantener”, afirman Pablo y José. El magazine se reparte de forma gratuita gracias a sus patrocinadores y en él se da espacio a todos los autores que tengan ganas de darse a conocer.

Si nos adentramos un poco más en el subsuelo de la ciudad damos con otros dos bares imprescindibles en nuestro circuito poético. Pasados todos los bares de copas de la zona del Casco Viejo de Zaragoza, donde una multitud de jóvenes sale cada noche a beber a ritmo de música electrónica, pop, rock o latina, llegamos a la plaza Santa Isabel, junto a la cual hay una pequeña calle que a su derecha deja ver un cartel antiguo: La Campana de los Perdidos. Toda clase de actuación cultural cercana, artística y acogedora tiene cabida en el espacio que encuentras al bajar las escaleras que hay al fondo del bar: música de autor, pequeñas representaciones teatrales, el ciclo de Relatos en la Campana y también el que me ha traído hasta aquí: el ciclo de Poesía para Perdidos, que se hace un sábado al mes a las 22:00. Esta iniciativa está impulsada por la Asociación Aragonesa de Escritores desde 2008 y actualmente tiene como coordinador a Fernando Sarría, apoyado por Fran Picón. “Son autores con libro publicado, y en la medida de lo posible se procura que haya siempre dentro del periodo anual algún autor de fuera de Aragón. Suelen ser dos autores por sesión y además siempre se incorpora un intermedio musical, a cargo normalmente de grupos o solistas aragoneses”, explica Luisa Miñana, miembro de la asociación.
Bastantes calles más allá pero también en el centro de la ciudad un chico con rastas sirve copas detrás de la barra de La Bóveda del Albergue a la que se baja por unas escaleras estrechas rodeadas de paredes empedradas, como un refugio medieval ahora lleno de vida y de arte. Echa tres hielos al vaso y el fénix de su hombro izquierdo vuela de arriba abajo mientras busca una botella de ginebra.
– Una vez al mes hay un encuentro de poesía, a veces dos. Se hacen el sábado de 8 a 9:30- me cuenta dejando la botella en la barra.- Vienen varios poetas, recitan, son felices.- ríe- Hay muy buen rollo, son gente muy maja. También se hacen presentaciones de libros.
– ¿Qué tipo de gente viene, qué poesía se lee?
– Hay de todo, mayores y jóvenes. Yo leo en mayo.

Las librerías son otro circuito imprescindible que la poesía recorre sin pausa. Las zaragozanas Antígona, Cálamo, Portadores de Sueños y también otras pertenecientes a cadenas nacionales como Fnac o La Casa del Libro son paradas obligatorias en dicho circuito.
– Creo que en Zaragoza las librerías suplen lo que en otras ciudades puede estar cubierto por otras instituciones. Aquí hay buenas librerías y eso funciona bien para poder hacer presentaciones de libros, lecturas… Hay bastante asistencia a estos actos, lo que también demuestra que hay un número importante de lectores- opina Sandra Santana, poeta y profesora de Filosofía en la Universidad de Zaragoza. Solo lleva cinco años aquí pero habla del panorama poético de la ciudad de forma esperanzadora aun comparándolo con su antiguo Madrid.
Respecto a ese poco respaldo institucional que nombra Sandra también hay que destacar que el Gobierno de Aragón ha retirado la dotación del Premio Isabel de Portugal y del Miguel Labordeta. “Aragón no está en un buen momento en cuanto a premios. No obstante se sigue publicando y sigue habiendo muchos autores interesantes”, opina Nacho Escuín.
– ¿Y qué carencias encuentras en el ambiente poético de Zaragoza?
– Me gustaría encontrar más pluralidad de voces pero eso tiene que ver con la formación, con empaparse de lo que se hace en otros lugares y en otras artes. Para mí es más importante preocuparse por formarse que por publicar- afirma Sandra.
– ¿A ti qué te preocupa de tu formación?
– El contacto con el arte es muy importante. Pienso que eso es un privilegio que yo viví en Madrid y que aquí es más difícil porque lo que puede existir en cuanto a arte contemporáneo -el Pablo Serrano, ahora el Caixa Fórum, etc.-, es muy limitado. Hay que acercarse a otras ciudades, mirar en Internet, conocer otros poetas, lo que se hace en Nueva York y lo que se hace en Latinoamérica… Hay un mundo lleno de voces, de cosas interesantes y hay que explorar.

Y también es esencial el lugar del que arranca esta crónica: el CMA Las Armas y sus Jueves de Poesía. Nacho Escuín, poeta, editor y profesor, es el responsable de que algunos jueves de esta ciudad lleven más de diez años siendo de poesía, ahora junto al músico y también poeta Sebas Puente. Hoy en día los recitales de Los Jueves tienen lugar en este centro neurálgico de la cultura y la vida zaragozana en el que se ha convertido Las Armas y con el irónico patrocinio de una marca de agua –Fontecabras- mientras en los recitales se reparte vino gratis. Desde noviembre de 2014 estos encuentros poéticos se celebran un jueves al mes a las 20:00 en este espacio multicultural y multidisciplinar del corazón de la ciudad aunque antes tenían lugar en la Facultad de Filosofía y Letras, con una continuación nocturna en el Candy Warhol.

– ¿Además de poetas locales siempre traéis a gente de fuera?
– Normalmente suele ser un autor local y un autor de fuera. Y está funcionando muy bien, hay sesiones que rondan las 100 personas y los recitales de poesía están fenomenal, estamos llenando el salón de actos. Además también hay una segunda parte que se hace aquí en la cafetería donde todo el mundo comparte lo que quiere.
Así pues, en bares, librerías, salas; en presentaciones, lecturas, recitales, jams, altercados, ciclos; Zaragoza es poesía cada mes, cada semana, incluso a veces cada día.
– Probablemente sea el mejor momento para la poesía en Zaragoza y en Aragón desde los Siglos de Oro. No sé si se puede hablar de una segunda Edad de Oro de la poesía en Aragón pero lo que sí puede decirse es que del año 2000 a estos años hay más de 80 poetas que han publicado libros, algunos de ellos en editoriales nacionales. Aparte de eso, hay un montón de editoriales aragonesas que siguen haciendo cosas- dice Nacho Escuín. Entre estas editoriales sin duda destaca Olifante y su gran labor de edición de poesía aragonesa y también despuntan otros pequeños proyectos que van surgiendo gracias a las ganas y el esfuerzo de algunos nuevos editores. Por ejemplo, antes Nacho estaba al frente de Eclipsados, hasta su desaparición el año pasado, y ahora tiene entre manos el proyecto Los libros del frío, con el objetivo de “descubrir nuevas voces”- Hay un circuito poético porque hay un montón de sitios donde se están haciendo recitales y más cosas. Lo más interesante es la convivencia generacional, desde los supervivientes de la Generación del Niké a nuevas generaciones de poetas que rondan los veinte años y que están empezando a publicar sus primeros libros.
– ¿Crees que hay oportunidades para los jóvenes poetas en cuanto a publicación y a visibilidad?
– Creo que en este momento no es difícil publicar un libro y en Aragón ha habido editoriales que lo han hecho muy bien y que han ayudado mucho. Es verdad que ahora se ha complicado porque el sistema de ayudas a la edición lo ha puesto más difícil y las editoriales independientes no lo han tenido tan fácil a la hora de ayudar a los jóvenes escritores. No obstante, sí que hay un montón de circuitos y de sitios donde pueden leer.
En fin, digamos que la poesía en Zaragoza es como el cierzo. Vas con prisa un día nublado y caminas por la calle sin pisarla, sin sentirla, sin verla. Pero está ahí y es algo tan arraigado a este lugar que de pronto, cualquier día, ese cierzo te da en la cara, te alborota el pelo, te desordena y ya no vuelves a concebir la ciudad sin aquello que acabas de descubrir y que llevaba todo este tiempo aquí, desde antes de que tú llegaras. Entonces te lanzarás a la calle a que la poesía y el cierzo te despeinen y te alteren los sentidos y Zaragoza será un verso que sople muy fuerte en tu pecho.
Autora:
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![]() Llevo 22 años en el mundo. Desde hace unos cuantos lo capturo a través de fotos y palabras para mostrar el alma y el rostro de nosotros mismos. He estudiado periodismo y fotografía y defiendo la poesía como primer y último recurso.
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