Cuarentena 3.0: encerrados pero hiperactivos

Sara González//

Sábado, 14 de marzo. Acabo de llegar a casa con la maleta llena de ropa sucia y algún que otro túper después de una intensa semana de universidad, como cualquier otra. Sin embargo, algo me dice que la próxima será diferente. Tras unos días de caos en los supermercados y de estrés en las calles se avecinaba algo que, aunque ya era predecible, jamás nadie habría imaginado: una crisis humanitaria que nos obligaría a quedarnos encerrados en casa, en cuarentena, durante casi dos meses. Todos esos planes de fin de semana, las visitas a la familia al pueblo, el viaje de fin de curso o tu boda se truncan en tres palabras: ESTADO DE ALARMA.

Solo han pasado dos días desde que empezó la confinamiento. Abro Instagram como cada mañana al despertarme, medio dormida y me sorprende una avalancha de notificaciones. No entiendo nada. De un día para otro, la gente de mi alrededor, influencers y celebrities habían transformado su resignación e incertidumbre, consecuencia de la situación que nos estaba tocando vivir, por stories motivadoras y llenas de positividad. 

Empezaba la carrera por crear los vlogs más originales en YouTube, por planificar la mejor rutina de entrenamiento o por ver quién se coronaba como rey de los directos de Instagram. Planes que pueden ser muy eficaces para olvidarnos del virus por un momento, pero que también pueden generar ansiedad y frustración. Bien sea por querer, pero no ser capaces de hacerlo todo o, al contrario, por no apetecernos hacer nada.

A mí no me apetecía ni abrirme una cuenta en TikTok, ni cocinar arepas ni tele-cenar pero reconozco que, a veces, lo hice por ser como el resto y sentirme productiva, harta de estar encerrada. Mi cuerpo y mi mente luchaban por aceptar la situación, pero al mismo tiempo, seguir como si nada hubiese pasado. Así que intentaba escucharme y encontrar el equilibrio. Si un día se me pegaban las sábanas (como cualquier sábado del año) o si tenía que pasarme toda una tarde sentada frente al ordenador, lo respetaba, sin juicios. Y, por supuesto, también hubo ratos para el aburrimiento. 

Este estado puede ser nefasto si nos conduce a pasar horas deslizando arriba y abajo, derecha-izquierda la pantalla del teléfono móvil. Vidas apantalladas. Además, es importante ser conscientes de que, como apunta la psicóloga Judith Viudes en internet solo se muestra la parte de realidad que cada quien decide”. Por lo que sería un fallo idealizar la vida de alguien por sus publicaciones o hacer comparaciones. Si caemos en el error, tal y como me explicaba una amiga psicóloga, la rabia, la culpa, la frustración…empezarán a desvariar en nuestro cerebro. Así ocurre en la película de animación Del revés, en la que uno de estos sentimientos se impone sobre la lógica hasta tener la razón, sea o no la mejor opción.

Pero, por otro lado, el aburrimiento también puede ser enriquecedor. Si Sandi Mann, psicóloga y autora de El arte de saber aburrirse, afirma que es saludable aburrirse un poco cada día, será por algo. Puede que sea una oportunidad para dejar fluir la pereza, para escucharse y hacer un ejercicio de autoconocimiento y desconexión del mundo. Y solo después, recoger el fruto de esa búsqueda solitaria: relax. 

Dado que la vida tardará bastante en volver a ser como antes (se habla de “nueva normalidad”) no es viable refugiarse en un “todo pasará”. Habrá que apartarse del bullicio, de las redes sociales si nos aturde y ser fieles a nosotros mismos. 

Porque, aunque existan esfuerzos por encontrar la respuesta, ¿quién sabe cuál es la clave para sobrellevar la cuarentena? Cada persona es un mundo y no todos tienen la capacidad de afrontar esta situación con igual mood. Hay quienes no se sienten con el ánimo de seguir como si nada porque la llegada del virus al país ha traído consecuencias mucho peores de lo que podían imaginar. Y, la verdad, tienen todo el derecho a flaquear porque parecemos protagonistas de una película de ciencia ficción.

Otros han corrido peor suerte. Han sufrido el virus en sus carnes o incluso el bicho ha acabado con la vida de alguno de sus seres queridos. Por esta simple y lógica razón, durante esta cuarentena es tan válido sentirse motivado para poner en marcha proyectos pendientes, sumarse a un challenge o retomar hobbies, como relajarse y no hacer nada.

Habrá un día en el que el Covid-19 y la cuarentena serán recordados con tristeza, pero también con cierta nostalgia, porque nunca habías viajado tanto sin salir de casa, ni habías conseguido hacer deporte tres días seguidos sin desistir, tampoco habías imaginado estar tan cerca de los tuyos, estando tan lejos o aprender a sonreír con los ojos. Y todo, en unos meses en los que estábamos encerrados, pero estuvimos hiperactivos.

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