El falso body positive

Sofía Villanueva//

Una amiga está haciendo un trabajo de investigación sobre la manera en que los estándares de belleza que se crean en las redes sociales afectan a las jóvenes. Me contó que había enviado unas encuestas a adolescentes de 15 años y la mayoría de ellas respondía haciendo referencia a las inseguridades que les genera: “Cuando veo a esas chicas guapas y delgadas, hay veces que me siento mal porque no consigo formar parte de ese grupo de chicas perfectas”. O “me provoca inseguridades, ya que muchas influencers suben fotos de sus cuerpos que en realidad no son así porque están retocados y me hacen sentir inferior y con peor cuerpo”. 

Estas solo fueron algunas de las respuestas, pero la gran mayoría comentaban lo mismo. Debido a esta situación me he parado a reflexionar sobre el papel que tiene Instagram y el poder de las influencers

Nos encontramos en la era del body positive, un movimiento que nació para combatir el body shaming, que busca defender los cuerpos reales de todas las personas y aprender a aceptarnos tal y como somos. Las influencers, como su nombre indica, tienen un gran poder de influencia sobre sus seguidoras. A menudo lanzan mensajes sobre la importancia de querernos a nosotras mismas y amar nuestros físicos porque todos son válidos. Pero ¿hasta qué punto ellas mismas son coherentes con su discurso?

La realidad es que la presión de Instagram de “ser perfecta” y estar dentro de los “cánones de belleza” llega hasta las influencers. El problema es que, al transmitir esos mensajes de amor hacia nuestro cuerpo, lo mínimo que se espera es que ellas mismas cumplan con su discurso. 

Lo cierto es que gran parte de las influencers retocan con Photoshop las fotos que suben a Instagram para parecer más delgadas, tener más glúteos, tener la piel lisa o lucir un rostro sin ninguna imperfección. Rikki Sandhuu es una chica de TikTok que se hizo viral por comparar fotos suyas editadas con la foto real, con el objetivo de mostrar que lo que se sube a Instagram es un engaño

La incoherencia de las influencers del body positive también se hace evidente cuando se realizan retoques estéticos. Andrea Garte defiende que siempre se ha sentido conforme con cómo es y anima a sus seguidores a tener amor propio, sin embargo, se ha inyectado ácido hialurónico en los labios y recientemente se ha aumentado los pechos. Recibió muchas críticas al respecto y ella respondió comparando el operarse los pechos con ir a la peluquería para verse mejor. De esta manera normaliza que la única forma de ser bella es retocándose.

Lola Lolita, una instagramer, admitió que se hizo los labios más gordos porque todo el mundo se lo estaba haciendo, por lo que ella misma fue víctima de las redes. Aun así, dijo que no quería incitar a sus seguidoras a realizarse lo mismo. La influencer ha omitido la pregunta de si se ha operado los pechos cuando es algo que resulta evidente y puede generar un mensaje negativo a sus seguidoras.

Los filtros de Instagram que distorsionan la cara son otra batalla con la que luchan las jóvenes. Muchas admiten que suben historias con los filtros faciales porque así se ven más guapas y que se han enganchado a ellos porque cuando se hacen un selfie sin filtros no se sienten tan a gusto.

Las personas tienen la libertad de hacer lo que consideren necesario para sentirse más seguras y verse bien, por lo tanto, es igual de válido hacerse retoques, como no hacerlos. Del mismo modo que la práctica generalizada de colocarse filtros en Instagram. Sin embargo, si el body positive es uno de los principios de muchas influencers, deberían demostrarlo con hechos y no dejarlo solo en palabras que quedan bien, para no crear inseguridades y problemas de autoestima en las chicas más jóvenes.

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