Desayuno del noroeste

Fernando Domínguez Pozos//

En México, el desayuno es considerado la comida más importante, ya sea originario del sur, centro o norte del país, sabes que la tradición en las familias mexicanas es comenzar el día con un nutrido, basto y -visualmente- atractivo desayuno.

En la región centro-sur de México, el ingrediente central de la comida es el maíz y la diversidad de platillos que la masa (maíz nixtamalizado con agua) permite llevar a la mesa como son las enchiladas, flautas, gorditas, empanadas, bocoles, estrujadas, o simplemente unas tortillas hechas a mano, que acompañadas de frijoles de olla y queso fresco, te invitan a cerrar los ojos un momento, suspirar y visualizar lo que será un día fantástico. Muchas veces los mejores lugares para disfrutar esta comida, además del hogar, son pequeños merenderos que están en las carreteras que conectan a las ciudades. 

En el noroeste las carreteras suelen ser distintas, con caminos que atraviesan montañas, resguardadas por piedras monumentales que asemejan gigantes dormidos que en cualquier momento despertarán. El número de sitios para cargar gasolina, comprar alguna bebida, así como para detenerse y disfrutar un sustancial desayuno es reducido, pero con experiencias inigualables.

Desayuno
Desayuno mexicano

No por nada, en un tramo de la carretera que conecta a la localidad de El tigre con Francisco Zarco, en la conocida región del Valle de Guadalupe, se encuentra el Merendero “La Cocina de Doña Esthela”, que ofrece el “Desayuno más rico del mundo”, de acuerdo con la red inglesa de críticos gastronómicos Foodiehub.

Los caminos que conducen a Doña Esthela son diversos, ya que por igual arriban visitantes de las ciudades de Ensenada, Tecate, Tijuana y Mexicali, todas ellas teniendo como punto de encuentro y nodo gastronómico a la región del Valle.

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Entrada al restaurante «La cocina de Doña Esthela»

Sin embargo, este merendero también es visitado cada fin de semana -principalmente-, por nacionales que radican en Estados Unidos y que encuentran en la comida, los muebles, el ambiente y el entorno visual de este lugar la oportunidad de reencontrase con los suyos y con lo suyo (México).

La ruta de los mexicanos que deciden desayunar en su tierra, un fin de semana, implica un promedio de dos horas de viaje hasta la región del Valle de Guadalupe, otros 30 minutos de caminos irregulares y, en ocasiones, interminables que te llevan a un gran letrero que anuncia el arribo al merendero de Doña Esthela. Sin duda, que un sitio, sea catalogado como el mejor del mundo, invita a cualquier escéptico a corroborar si tal afirmación es auténtica. 

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Decoración del restaurante

Es tal vez por eso que las filas para ingresar a este espacio singular, comienzan desde los automóviles, continúan en una interminable lista de espera y finalizan con el placer enorme de escuchar que te han asignado una mesa, una hora o hasta dos horas después de haber arribado.

La espera no es para nada insoportable, ya que la experiencia comienza precisamente en encontrarse con los otros, que también están en ese lugar para vivir un momento único. Para las familias acompañadas de niños y niñas, el entorno es fantástico, con una granja en la parte trasera del lugar y un espacio de juegos, que en una simbiosis con el entorno te permite respirar el ambiente propio de la casa de la abuela en un fin de semana.

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Niños en el parque del restaurante

Para los que asisten en pareja o únicamente en grupos de adultos, la experiencia comienza con fotografías, oportunidad de adquisición de alguna artesanía y analizar una carta que asombra por su sencillez, pero intriga aún más por los platillos que los meseros llevan de un lugar a otro. 

Al ingresar al merendero, pequeñas tazas, platos de barro y estanterías propias de hogares de México, dan la bienvenida; al momento de sentarte, una pequeña canasta de queso fresco, totopos y una salsa martajada ayudan a mitigar el hambre de la espera. Tal vez, toda esta narrativa implica que sea el desayuno más rico del mundo, ya que antes incluso de probar la gordita de borrego tatemado, la machaca con huevo, los hotcakes de elote, el café de olla y, otros platillos preparados en el instante, es realmente cierto que te encuentras disfrutando el desayuno más rico, sobre todo, si en la experiencia del comensal está implícita la nostalgia del hogar y, las mañanas de un domingo en familia. 


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