La armonía de los contrastes
Laura de Luis//
La cultura asiática se caracteriza por ser un choque armónico entre opuestos. La moda tokiota, como cualquier otro producto cultural de Japón, no está exenta de ser un equilibrio en tensión entre la excentricidad y la sencillez. El éxito de la moda alternativa japonesa ha llegado a todos los rincones del mundo, incluso a Zaragoza.
La globalización nos deja escenas que en el siglo pasado hubiesen sido imposible de imaginar. La libre circulación de personas y capital, fomentado por los avances tecnológicos, la masificación de la comunicación e Internet, hacen que las tradiciones, culturas y modos de vida, -que en un principio deberían permanecer aisladas del mundo por barreras geográficas- se interrelacionen y nutran de otras igual de incomunicadas. Algunas de estas simbiosis rompen nuestra percepción del correcto funcionamiento del día a día, haciendo que nos cuestionemos los límites entre la realidad y la simulación. ¿Qué hace una aragonesa vestida con un kimono en la Ofrenda de Flores del Pilar?

Retrocedamos a 2012 y congelemos la imagen. Ella es Yolanda Villajos, estudió el Grado Superior de Patronaje y Moda tras haber realizado el Bachillerato Artístico en Zaragoza. Empezó a diseñar bajo su marca, Sweet Rebeldy, en 2009. Ponente sobre moda alternativa japonesa, también es modelo, adora bailar, coser a mano y aprender sobre la cultura de países como Japón, al cual se siente muy unida. Su pasión por la moda alternativa le llevó, junto a sus compañeros de aquel entonces, a abrir la Asociación Cultural Giro en Zaragoza. Esta asociación, activa hasta 2012, realizó desfiles, charlas, talleres, conciertos y diversas actividades para acercar la moda nipona a la capital aragonesa. “Vestir de forma alegre te transmite alegría, ilusión, bienestar… Hacer lo que te gusta, sea lo que sea; enfrentarse al mundo con tal de ser tú misma, digan lo que digan, hace que te quieras más y disfrutes de la vida”.
Pero la moda japonesa no son solo kimonos, broches florales y uniformes escolares. Sino que las piezas que diseña Yolanda combinan estilos tan distintos como el punk, gothic&lolita, mori kei, decora y cult party kei. “Lo que me llamó la atención de la moda japonesa fue la libertad; de color, de estampado, de formas… Las mezclas bizarras”. Para entender todas estas tendencias hace falta volar hasta el corazón de Tokio y sumergirse en un barrio inundado por el color y el olor a crepes: Harajuku.
En línea recta, a España y Japón le separan 10.642 km. En el mejor de los casos, 11 horas de vuelo sin escalas. Caminar por las calles de Tokio es estar en estimulación constante. En una de las ciudades visualmente más entretenidas del mundo, la moda se vuelve un elemento vital en esa composición cosmopolita. “Tokio es el caos perfectamente organizado”. Cada barrio de Tokio es un mundo, desde Asakusa o Ueno, que combinan perfectamente modernidad y tradición, pasando por Ginza, el distrito más exclusivo de la ciudad, hasta Ahikabara, el barrio favorito de los amantes del manga, el anime y los videojuegos en general.
Cada barrio tiene sus características y cada tokiota, su estilo. Harajuku es un lugar que se caracteriza por su libertad estética, al punto de que se ha creado una variedad de estilos inigualables productos de la imaginación. Se podría decir que la moda alternativa japonesa no la dictan las empresas, sino que comienza en las calles. Harajuku creció y se desarrolló dentro de la misma cultura japonesa. En este barrio, todo es confuso al principio. Hay muchísima gente y, sobre todo, muchísimos jóvenes vestidos de muy diferentes estilos, colores, proporciones… Un mar de creatividad donde se cuela algún que otro turista curioso.
El ABC del streetstyle tokiota
Aunque las modas cambian en un abrir y cerrar de ojos, hay varios estilos que han perdurado -no sin renovarse- en la estética underground nipona. El más característico es, sin duda alguna, el Gothic&Lolita (popularmente conocido como Lolita); que, aunque seguramente no haga falta decirlo, no tiene que ver en su totalidad con la novela de Nabokov. Vestidos pomposos, apariencia de muñeca y una multitud de accesorios son las características más destacables de este estilo. Pero el gothic&lolita puede considerarse más una subcultura que una moda, pues como comenta Yolanda “El lolita emerge del rechazo de una sociedad donde la mujer realiza el rol «amae» (buena esposa y madre) y defiende su derecho a gastar su dinero en sus cosas, maquillarse y arreglarse sólo para ellas mismas, por el gusto de hacerlo, como revolución contra la aséptica general del japonés medio”. Dentro del Lolita coexisten varios estilos, tanto femeninos como masculinos. Para las mujeres están el gothic, el sweet y el clásico; además de otros temáticos como el country, el hime, shiro (blanco), kuro (negro), el sailor, el punk o el pirate lolita, mientras que para los hombres existen el Kodona, el Dandy, el Ouji y el B-Lolita. Todos ellos cuentan con unas estrictas normas de vestimenta no escritas que la mayoría de los entusiastas siguen con devoción; otros, como Yolanda, prefieren combinar elementos y llevar este estilo a su terreno, “Aún hoy me cuesta ponerme cosas lolita en la cabeza”, comenta mientras se ríe. Al fin y al cabo, la moda es en última instancia únicamente una expresión personal.

Si hablamos de vuelo, volantes y faldas no debemos olvidarnos de otros estilos más recientes en el tiempo, como el Cult Party Kei. Es una combinación de ropa vintage en muchas capas largas, traslúcidas, de organza y en colores suaves o pasteles. La prenda principal de este estilo se asemeja a un camisón de noche y se suele combinar con accesorios como cruces religiosas, pompones, flores de tela, peluches, cuellos de encaje, moños y plataformas estilo Rocking Horse Shoes. Se caracteriza por su maquillaje delicado y femenino, buscando en cierta forma lo natural, pero pecando en ocasiones de la excesiva utilización del rosa. El Cult Party Kei bebe de las bases de su hermano mayor, el Dolly Kei. Este último un estilo que ya no se suele ver en las calles de Harajuku, pues decayó en 2010 dando paso a otras variaciones de este. El Dolly Kei está inspirado en Europa, las muñecas antiguas y la Edad Media. Consiste en utilizar prendas vintage o con aspecto étnico (faldas y vestidos largos) colocadas en varias capas con símbolos religiosos, estampados excesivos, tapicería, bordados, encajes y flores. Los colores oscuros son muy comunes y el calzado puede ser simple, pero con aspecto vintage o de Mary Jane. El estilo no es sutil; es desordenado, extravagante y complejo para que llame la atención. Y si está hecho a mano, mucho mejor.
Pero si hay un estilo que se caracterice por apostar por lo vintage y lo hecho a mano, este es el Mori Kei. Inspirado en la naturaleza del bosque y lo vintage, sus conjuntos se basan en capas con textura, faldas largas de algodón u otros tejidos naturales, blusas vintage y medias de lana. Los colores que predominan en estos conjuntos nos recuerdan a un día otoñal (rojos, verdes, azules, marrones, amarillos). El calzado que se suele utilizar es de tacón bajo y punta redonda, como botas o zapatos abiertos de cuero. Los accesorios artesanales cuya inspiración sea, desde el mantón de lana de tu abuela hasta los cuernos de un pequeño ciervo, son la característica predominante de este look. En comparación con el Lolita, el Mori Kei apuesta más por la filosofía japonesa del Wabi-sabi, un término estético que describe un tipo de visión basada en «la belleza de la imperfección». Dicho punto de vista se encuentra presente en otros aspectos de la sociedad japonesa, combinando la atención a la composición del minimalismo, con la calidez de los objetos provenientes de la naturaleza. “Todo esto emana filosofías japonesas que evidentemente, en occidente no se entienden, o son próximos a pocos”, apunta Yolanda.

Totalmente opuesto al minimalismo es el estilo Decora. Otra moda que, como el Lolita, debido a su extensa permanencia en el tiempo podría hablarse más de una subcultura que de una simple forma de vestir. Nace en los años 90 y se populariza al comienzo de la década de los 2000 de la mano de Tomoe Shinohara, una cantante que utilizaba en sus conjuntos excesivos accesorios y ropa de colores muy llamativos. Como el nombre indica, las personas que visten Decora usan muchos accesorios, en la cabeza, cuello y muñecas. Preferiblemente elementos de plástico, coloridos, y que suenan cuando caminas. En cuanto a la ropa, aparentemente lo único que podría considerarse como “regla” es usar cosas coloridas, pero siempre con un sentido estético. Mezclar estampados de lunares con ropa a cuadros seguramente no sea Decora, sino un atentado contra el sentido del gusto; la clave reside en utilizar un color primario y encontrar miles de accesorios que se adapten a él.
Haruka Kurebayashi y Junnyan han sido dos figuras muy importantes a la hora de mantener el Decora en las calles de Harajuku. Desde 2010 hasta la actualidad, un domingo de cada mes los tokiotas y turistas enamorados de los diferentes estilos característicos del barrio de Harajuku se reúnen y dan un paseo por sus calles ante la atónita mirada de los transeúntes. Entusiastas de todos los rincones del mundo han participado en este peculiar desfile que desde hace años comienza en la salida de la Estación de Harajuku que da a la calle Takeshita. Tanta ha sido su popularidad entre los adeptos internacionales, que el Harajuku Fashion Walk ha salido de Harajuku y se ha celebrado en las calles de Buenos Aires, Chile, París, Perú, Barcelona e incluso Zaragoza.
Harajuku/ZGZ Fashion Walk
En 2014 un grupo de jóvenes zaragozanos quiso trasladar la subcultura de la moda de Harajuku al centro de Zaragoza, en un desfile que recorrió el centro de la ciudad en pleno verano. La participación y las reglas seguían el espíritu del desfile original: Ven vestido con tus mejores galas y siéntete libre de acompañarnos en este colorido paseo. La idea de este evento fue que tanto la gente como los grupos disfrutasen. ¡Para que luego no se diga que en Zaragoza no hay cosas! Estoy harta de que la gente piense que Barcelona es la monda y Zaragoza la peste, añadía Yolanda, quien participó y organizó este peculiar desfile.
Así, una veintena de jóvenes y no tan jóvenes, vestidos de Steampunk, Lolita, Gyaru-kei e incluso haciendo cosplay de sus personajes favoritos, recorrieron la Plaza del Pilar, el Paseo Independencia, Gran Vía y el Parque Grande, para acabar celebrando un picnic a última hora de la tarde. Tal fue la acogida que se volvió a celebrar una segunda y tercera “marcha” en la capital aragonesa, así como desfiles y ponencias que acercaban a todos los curiosos el origen de estas tribus suburbanas.

Pero las modas y su intensidad fluctúan de igual manera que los valores de los mercados. Actualmente, los jóvenes japoneses interesados en la confección, el patronaje y la costura en general están intentando desvincularse de lo que se ve en las calles de Harajuku. Lo que el mundo ve de la cultura alrededor de Takeshita Street es un estereotipo, ya que los que crecen dentro de este lugar se desenvuelven en una tendencia fashionista casi estática. El espíritu aniñado, colorido y recargado del popular barrio de Tokio no es la imagen que pretenden dar los jóvenes tokiotas que beben del mundo de la moda; ellos apuestan por confluir con las tendencias del streetstyle de Londres, Nueva York o Seúl con el culto al detalle y la simplicidad japonesa. Pantalones de pierna ancha, plataformas, abrigos de tres cuartos y riñoneras son algunos de los must have de esta temporada.
En Japón, el estilo no es una competencia sino una forma de redescubrirse. En Tokio se aprende sobre la trascendencia de la vida. Es mejor luchar por lo que nos hace felices que tratar de ser algo que refleja solo una moda pasajera. Tal vez esa es la raíz de la creatividad y el peculiar estilo de los japoneses. Para mí no existen estilos ni reglas, apunta Yolanda, solo existe la fantasía. La idea de que existe un mundo mejor, en el que la gente se ayude, no piensen cosas malas de los demás, vistan como quieran, experimenten, sientan, vivan y expresen su arte y su forma de ser como quieran. Al final, la performatividad de la moda gana la batalla a la lógica y la estética; la búsqueda del yo y la distinción del sujeto en un mundo individualista marca las tendencias globales de las pasarelas para este fall/winter 2019.