Lucía López, la mujer que construye Mallata

Redactor: David Docón// Geógrafo: Javier Royo Vicente//

Mallata es una plataforma donde Lucía López Marco publica mapas, artículos, podcasts… que giran en torno al mundo rural.  Además, coordina la ONG Justicia Alimentaria en la provincia de Huesca.

A la niña Lucía López le apasionaban los animales. Su madre trabajaba en Arnedo. Cada vez que podía visitaba a su mamá. Allí una de sus diversiones era ir identificando las heces de los animales. Ella nació en Zaragoza, pero adoraba veranear en Biescas. La vida rural que se respiraba le encandiló. Estos intereses desembocaron en una de sus pasiones: la veterinaria. Otra de sus aficiones era grabarse en su casa locutando noticias. Se hacía evidente su interés por el periodismo.

Ahora mismo combina estas dos disciplinas. Esa mezcla fue en parte motivada por un consejo del subdirector de El País. En 1º de bachiller, acudió a la sede de este periódico junto a su clase y le preguntó que cuál de las dos carreras debía estudiar. El subdirector le aconsejó que estudiara Veterinaria, que siempre tendría tiempo para estudiar un máster de Periodismo. Ese consejo lo siguió a rajatabla.

Se graduó en Veterinaria en Zaragoza y después fue realizando distintas prácticas que le sirvieron más tarde para conseguir trabajo. Marchó de Erasmus a Alemania, donde aprovechó para aprender el idioma, que le permitió trabajar años después como veterinaria en una clínica de vacas de leche. También estuvo ayudando durante un verano en una granja de Cantabria que habían heredado dos ingenieros agrícolas maños.

Le llevaron a conocer el Centro de Investigación y Formación Agrarias de Cantabria (CIFA Cantabria) en el que cada dos años sacaban unas becas para investigación y para transferencia de información. Cuando estaba  terminando el máster en Agroecología se acordó de esas becas, miró las bases y todavía estaba en plazo. Aplicó y le escogieron para el área de transferencia y formación y para el de socioeconomía. Allí empezó de verdad a dedicarse a la transferencia de conocimiento, lo que es su principal ocupación hoy.

Durante toda esta trayectoria, ser mujer le ha condicionado. Su promoción de Veterinaria se componía de un 60% de mujeres y un 40% de hombres. Luego en Alemania compartía el trabajo con solo un hombre. Aun así le hacían de menos por ser una mujer bajita trabajando con vacas. Por esa misma razón veía que le rechazaban en empleos, hasta para cuidar gallinas. Solo atendían al cliché de la poca fuerza que puede tener una mujer, en vez de basarse en sus conocimientos.

Las mujeres rurales invisibilizadas desde tiempos inmemoriales

A pesar de esas barreras,  Lucía siguió formándose. Cruzó el charco hasta Bolivia gracias a una beca de cooperación de la Universidad de Zaragoza. En su estancia de tres meses pudo ver la labor de la ONGS desde el terreno. Estas atienden a muchas madres a las que su marido había abandonado estando embarazadas y sustituyen la labor que debería desempeñar el Estado. Además allí se estigmatiza a las mujeres violadas, a las cuales denunciar les resulta un esfuerzo titánico.

Mujer rural
Campesina en Nigrán | Foto: Ruth: M. Anderson

Ellas encarnan el papel de guardianas de los saberes ancestrales sobre el campo, la agricultura, la ganadería, remedios para las enfermedades… Esto se aplica también a España. En los años 20, la fotógrafa estadounidense Ruth M. Anderson realizó un trabajo fotográfico por todo el país. Estas instantáneas exhiben que las mujeres trabajaban fuera de la casa: arrastrando barcos, cultivando, recolectando y sobre todo transportando el agua hasta su casa −recurso fundamental para el mantenimiento de la casa y para el ganado−.

Las habitantes en los pueblos siguen haciendo esa doble labor –ama de casa y trabajadora fuera de ella−, pero continúan invisibilizadas. Actualmente, el 59% de las mujeres que trabajan en el sector agrícola no cotiza por el trabajo que desempeña. Además en 2020 solo el 30% de los titulares de una exportación agrícola eran mujeres.

Los varones suelen heredar estas propiedades, mientras ellas tienen que emigrar. No encuentran los servicios necesarios para compaginar el trabajo y el cuidado de sus hijos. En su experiencia, mujeres sensibilizadas por la falta de servicios suelen ser las creadoras de muchas iniciativas en el medio rural que facilitan la vida allí.

Mongolia, un lugar único

Esta realidad también existe en Mongolia. Lucía la pudo conocer en su luna de miel. Su pareja y ella siempre habían querido visitar Mongolia. Se casaron por amor, pero también por tener vacaciones para poder viajar hasta allí. Su visado duraba 30 días, pero al retrasarse su viaje se les caducó. Tenían miedo por la multa, pero al final solo tuvieron que pagar 4€ por cuatro días. Un mundo completamente distinto con una legislación muy laxa.

De normal, el prototipo de turista en Mongolia son coreanos que van a montar a caballo. Sin embargo ellos pretendían y consiguieron convivir con los nómadas. Al despertarse, podían ver cómo, con el primer rayo de luz, las mujeres salían a trabajar al campo. Ordeñaban a todo tipo de animales: vacas, yeguas, cabras, ovejas… Luego, volvían a casa para transformar la leche. Todo este ajetreo contrastaba con la imagen de los hombres tumbados y bebiendo.

Dina Bashir - Lucía López
Lucia visitando una explotación de vacuno | Foto: Dina Bashir

No obstante, su sociedad es tan distinta que no se puede comparar con la nuestra.  Veían niños con camisetas del Barcelona, pero al preguntarles por el equipo o por el fútbol no tenían ni idea de lo que hablaban.  Allí, el acceso a la cultura es muy limitado sobre todo para los pobres. Solo los nobles veían la tele, la cual emitía únicamente carreras de caballos, tiro al arco y lucha mongola. Los universitarios sí que podían acceder a un mayor conocimiento.

Pero aun así ni sabían de la existencia del cambio climático ni que este fenómeno causaba más sequías sobre todo en los bosques. Esta afectación en la naturaleza ha provocado que muchos nómadas se muden a barrios marginales de las ciudades mongolas. Todo este movimiento poblacional sucede en una especie de anarquía que se adueñó del territorio desde la caída del sistema comunista.

No hay control de calidad de los alimentos porque los veterinarios se marcharon en ese cambio de sistema de gobierno. No tienen los valores propios de occidente, no tienen un estado, por no tener, no tienen ni propiedad fija. En el mundo rural la gran mayoría son nómadas que se dedican a la ganadería extensiva. Sus animales son su vida: le dan cobijo, le dan alimento, le dan transporte, le dan tejidos para la ropa…

La ganadería extensiva es una forma de vida innata de ellos. Lucía ve necesario aprender de ellos, ya que considera esto como una buena medida para luchar contra el cambio climático. Estas técnicas tradicionales de ganadería y agricultura respetan más el medioambiente que las macrogranjas, las cuales contaminan acuíferos. Estos saberes antiguos deben guardarse en un baúl con candado y llave, puesto que las personas mayores, llegado un momento, no estarán y no podrán transmitir ese conocimiento.

Mallata, refugio del conocimiento del medio rural

Todos estos intereses como la soberanía alimentaria, mujeres en el mundo rural o ganadería extensiva los ha podido transmitir desde Mallata. Esta sirve de plataforma para sus creaciones en distintos formatos que abarcan estos tres temas. El mapa de iniciativas rurales de emprendedoras llama mucha la atención a propios y a extraños. En su propio mapa podría estar su web.

Lucia López - DGA
Lucía López, recibiendo un premio de la DGA | Foto: DGA

Una parte importante de las registradas están situadas en Aragón, pero España está llena de marcadores. Incluso hay constancia en este mapa de iniciativas de Centroamérica, de Sudamérica, de África, del centro de Europa y de Asia. Alguna de ellas las ha podido conocer en sus múltiples viajes. La peculiaridad del mapa radica en que tienen que habitar en pueblos de menos de 20.000 habitantes. En Aragón este baremo abarca a todas sus localidades excepto las capitales de provincia y Calatayud. Mientras en Andalucía, por ejemplo, muchas no entran

En Castilla la Mancha se encontró con una lista similar. Pero nadie había recopilado estas iniciativas y las había puesto en un plano. Por ello, ha tenido muchas entrevistas en medios de comunicación. Ahora quiere añadir más proyectos al mapa y está negociando que el Gobierno de Aragón le ponga una persona para que le ayude. No obstante, Mallata no está compuesta solamente por esta sección.

Otra actividad interesante son los podcasts que sube en colaboración con estudiantes de Formación Profesional y con la ONG Justicia Alimentaria. También ella va publicando periódicamente algunos artículos. El mismo día que la conocimos publicó uno del conflicto en torno al Canal Roya. También contiene varios números de su propia  revista que no pudo continuar por falta de tiempo y debido a que le sabía mal pedir artículos gratuitos.

El mundo rural, un espacio lleno de oportunidades

Lucía creó esta red de conocimiento en torno a 2015. Mientras estudiaba el máster iba haciendo entrevistas de trabajo. Ahí le veían como un currículum más con unos títulos y una experiencia muy parecida a los anteriores que el empleador había leído. Entonces, se dio cuenta de la poca sabiduría que había a su alrededor sobre el mundo rural y sobre la ganadería extensiva. Esta web le ha servido como portfolio de lo que ella sabía y de lo que había hecho.

Ha sido siempre un proyecto muy personal. El apoyo desde fuera ha venido de dos premios por los que le han dado dinero: Premio Félix de Azara a Medios de Comunicación Social de la Diputación de Huesca y tercer premio del CREAR Jóvenes Creadores Aragoneses.

Este proyecto le ha dado un caché mayor y gracias a él no le ha faltado trabajo. Uno de los que surgieron fue ser la coordinadora en Huesca de la ONG Justicia Alimentaria, lo cual le permitió poder vivir en un pueblo, uno de sus objetivos en ese momento. Se mudó a Navasa, pueblo de la Jacetania en el que el censo recoge solo unas 48 personas.

El teletrabajo en este sentido le ha dado la vida. Le permite compaginar la vida rural que tanto amaba desde pequeña con su empleo.  Muchos otros jóvenes se han podido asentar en la Jacetania gracias a  poder trabajar desde casa. Otros han heredado las explotaciones agrarias de su familia, tanto hombres como mujeres. Ella aboga por fijar población para cuidar la España vaciada.

Los habitantes preservan la naturaleza de su territorio. Los ganaderos, mientras transhuman con sus vacas u ovejas, sus animales van pastoreando el monte y mantienen los caminos limpios. Ambas acciones previenen los incendios, tan comunes hoy en día. Los agricultores evitan que se matorralice el terreno y, por lo tanto, ya no se pueda cultivar. Entre todos conservan el patrimonio como las iglesias o los monasterios.
La ONG Justicia Alimentaria, en busca de la soberanía alimentaria

Mallata supuso un gran escaparate para ella. Muchas organizaciones se fijaron en esta plataforma y le ofrecieron trabajo. Una de ellas fue la ONG Justicia Alimentaria. Se definen como “una organización ecologista, internacionalista, feminista y políticamente independiente”. Todos estos adjetivos recogen su objetivo: transformar el sistema agroalimentario actual para que todos los colectivos tengan una alimentación saludable y respetuosa con el medio ambiente.

Lucía ya conocía su funcionamiento puesto que ya estuvo de voluntaria recién salida del Grado en Veterinaria cuando aún se llamaban Veterinarios sin Fronteras. Ahora coordina la acción de esta ONG en Huesca. Desde Jaca, organiza muchas actividades en torno a sus valores para todo  Aragón.  Podríamos estar media hora enumerando uno a uno la lista de proyectos en los que ella participa.

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Lucía, impartiendo un taller de los que ofrece Justicia Alimentaria | Foto: Daniel Sancet

‘Sembrando y cuidando Soberanía Alimentaria’ es una propuesta que consiste en impartir conocimientos sobre soberanía alimentaria a estudiantes de FP.  Están presentes en institutos de las tres provincias.  Tienen un club de lectura rural, al cual fuimos invitados mientras la entrevistábamos, en el que un escritor presenta y charla de un libro, que siempre va del mundo rural. Se realizan estas charlas mediante Twitch. A veces también son presenciales.

Sacaron un libro de relatos de desarrollo sostenible, en el que ella se encargó de ir juntando todos. También colaboran con las AMPAs en el proyecto “Alimentar es educar”. Intentan cambiar qué comen los niños a través de la educación y que el comedor del colegio y sus padres apuesten por  una alimentación sostenible y saludable. Además, realizan un podcast junto a estudiantes de formación profesional en el que tratan temas de calado en el mundo de la alimentación sostenible.

Mincha d’aquí o como juntar a productores pequeños

La guinda del pastel es Mincha d’aquí. Lucía junto a sus compañeros en 2018 encuestaron a los productores de alimentos de las comarcas de la Jacetania, el Alto Gállego, el Sobrarbe y el Somontano de Barbastro. Estos debían cumplir una serie de valores como el buen trato a los empleados o el cuidado del medioambiente. Con toda la información recopilada elaboraron una estrategia para la dinamización de iniciativas alimentarias locales y sostenibles.

En marzo de 2020 juntaron a esos mismos emprendedores rurales para conocer sus inquietudes y vieron que su mayor necesidad en ese momento era la dificultad para vender su producto fuera de su radio de acción. De este problema surgió la idea de crear la ruta logística Mincha d’aqui.  Ahora este servicio permite que en un mismo pedido en su web te puedan incluir aceite, queso, carne y embutidos, todos de producción local.

Lo más similar que ella conoce es el supermercado cooperativo de Zaragoza, A Vecinal. Se trata de un centro logístico donde se pueden encontrar productos agroecológicos de Aragón. Cada vez más tiendas locales de alimentación han optado por vender online, pero nadie más en España ha montado una red de productores locales.

Vivir como nuestros abuelos

Este proyecto va en línea con uno de sus ideales más fuertes: la importancia del autoconsumo. Lucía remarca que hay que intentar autogestionar nuestros recursos a nivel energético y alimentario. Por un lado, las macrogranjas generan muchos alimentos, pero a la vez causan un daño importante en el medioambiente en que se asientan. El más común es la contaminación de acuíferos. Vierten los purines, cuyos nitratos se cuelan en nuestras reservas de agua. El consumo de agua contaminada por este químico causa que nuestra sangre no transporte suficiente oxígeno.

Por otro lado, los parques eólicos extensos dañan a las aves de la zona y no generan prácticamente empleo. El dinero que genera solo va para el propietario del terreno. Un tema del que está muy sensibilizada es el proyecto de unión de las estaciones de esquí de Astún y Formigal  a través de un teleférico instalado en el Canal Roya. Lo ve como un plan de muchos millones y mucha parafernalia para solo los meses de nieve, los cuales son cada vez menos. La afección al medioambiente ha sido comprobada por muchos informes, pero la administración los ha obviado totalmente.

Lucia López
Lucía en uno de las rutas de su pueblo, Navasa

En esta situación de emergencia climática Lucía aboga por un giro de 180°: volver a prácticas antiguas pero con el conocimiento actual. Cree que los alimentos se pueden generar en el territorio con gente de allí para sí mismos. Esto implica que empleas a más personas con unas mejores condiciones respecto a un trabajo temporal de una estación de esquí. La ganadería extensiva y una dieta adaptada a los alimentos autóctonos son claves para esta forma de vida más respetuosa con el medio ambiente.

Siempre ha habido intercambios pero tradicionalmente eran productos de “lujo” o no básicos, por ejemplo en la Ruta de la Seda. Ahora, con Mincha d’aquí esta congregación de productores ha demostrado que los productos alimenticios ya sean básicos o no sí se pueden enviar a otras provincias o comunidades. No obstante, esta red sirve también para no depender de terceros países para los alimentos más esenciales. Un día estalla un conflicto y a lo mejor te ves privado de cereales como ha sucedido en otros países debido a la invasión de Ucrania.

Toda esta vastedad de conocimiento nos lo contó en menos de una hora  mientras se tomaba un té en una cafetería de Puerto Venecia. El lugar distaba de lo que se trató en la conversación. En cada frase se percibía la pasión con la que vive estos temas y su interés en transmitir todo este conocimiento. Se despidió de nosotros rumbo a un pueblo de Albacete, en el que se iba a juntar con emprendedores rurales como ella para seguir aprendiendo y difundiendo.


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