Niña N
Laura Arnedo//
De pequeña era la ‘niña N’. Mis padres y mi tutor de primaria me apodaron así porque mis notas eran de notable. No destacaba en nada concreto. Si algo resaltaba era mi torpeza con las matemáticas. Mi cerebrito en desarrollo no sabía por dónde cogerlas. Tenía un talento innato para desquiciar a mi madre cuando trataba de explicármelas. Mi padre dejó de intentarlo porque la clase particular de divisiones en caja y problemas acabó por convertirse en un campo de batalla.
– ¡Que no lo entiendo! —gritaba desesperada miminiyo.
– ¡Pues yo ya no sé en qué idioma explicártelo! —respondía mi padre harto de que su criatura no hubiera heredado su facilidad para los números.
Miminiyo era especialista en mediocridad. En el buen sentido de la palabra (si es que lo tiene). No era la mejor en Inglés, Lengua o Conocimiento del Medio, pero no bajaba del notable. Me movía como pez en el agua entre el 7 y el 8, y su amplio espectro de decimales me permitía darle el toque diferenciador a cada asignatura. Para bien o para mal, era una más.
A miyodeahora la mediocridad le repele. Me he vuelto muy perfeccionista y exigente conmigo misma. Quizás, después de tanto tiempo, una se cansa de no ser “la mejor” en algo. Aunque ahora tampoco lo soy (y me frustra). Sigo sin sobresalir en nada. Y las matemáticas, por supuesto, son aún mi talón de Aquiles. Pero me gustan e inquietan muchas cosas: fotografía, maquillaje, pintura, periodismo, diseño gráfico, publicidad… La lista es casi interminable.
En clase nos dicen que nos especialicemos en algo y centremos nuestra carrera laboral en eso. Me niego a formarme mucho sólo en un tema. Quiero abarcar todo lo posible y más. Y quiero ser la mejor en todo. Papá, mamá, ahorraos el sermón de que no puedo hacer eso porque me va a faltar tiempo. No es que tenga muchos pajaricos en la cabeza, que también, sino que soy inconformista. ¿Para qué invertir todo mi tiempo en un único asunto cuando puedo aprender muchos más? En lo de ser especialista en todo os doy la razón… Pero a regañadientes. Reconozco que no tengo vidas suficientes para vivir todas mis fantasías.
Aun así, prefiero poder picotear y tener la oportunidad de conocer todas las realidades en las que podría sumergirme ¿Por qué, si no, habría escogido estudiar periodismo? Una carrera en la que tocas muchos palos sin indagar demasiado en ninguno, en la que emanas la satisfacción de ser experto en todo y en nada a la vez. Ya lo dijo el gran Indro Montanelli: “el periodista es un océano de sabiduría con un centímetro de profundidad”.
La especialización en una cosa lleva a la omisión de otras tantas. Si no tienes un talento, ¿por qué desperdiciar el tiempo en tratar de desarrollarlo? ¿Por qué no invertir ese tiempo en ser conocedora de múltiples ámbitos que te atraigan? Soy de esas a las que la rutina les mina la moral. No quiero trabajar siempre de lo mismo. Una cosa tengo clara: la monotonía no es para mí. Quizás es porque soy joven y la sociedad todavía no ha terminado con mi espíritu soñador. Si en unos años leo esto desde el escritorio de la oficina a la que acudo ocho horas al día para desempeñar la misma tarea jornada tras jornada, habré fracasado. Miminiyo y miyodeahora estarán decepcionadas. Y es probable que miyodelfuturo también lo esté.
Por eso no voy a limitarme. Como dice Barbie, tú puedes ser lo que quieras ser. Y yo quiero ser muchas cosas. Y, a pesar de lo que digan, mediocre especialista en todas ellas.