África en Madrid
Es sábado por la tarde. En el mismo lugar, nos encontramos reunidas personas de distintas nacionalidades: sirios, españoles, senegaleses, mexicanos. Las guitarras y los tambores suenan rítmicos, armoniosos, con la potencia necesaria para provocar el vaivén de los cuerpos que se rinden frente a lo que escuchan. En medio de todos, destacan tres niños –visiblemente heterogéneos– contoneándose en círculo, mientras otra chica baila imitando los típicos movimientos de las danzas tradicionales africanas.
Es 25 de mayo y, además de la final de la Liga de Campeones de la UEFA, se celebra el Día de África. Una fecha que recuerda la fundación –en 1963– de la Organización para la Unidad Africana (OUA), con el objetivo de fortalecer la solidaridad entre los pueblos de África y la cooperación internacional. En 2002 cambió su nombre por el de Unión Africana (UA) y este año se conmemora bajo el lema “Los Derechos Humanos, con especial énfasis en los Derechos de la Mujer”.
Alguien dijo una vez que «nadie nace odiando a otra persona por el color de su piel, o su origen, o su religión. La gente tiene que aprender a odiar, y si ellos pueden aprender a odiar, también se les puede enseñar a amar, el amor llega más naturalmente al corazón humano que su contrario».
Observo alrededor, dejándome seducir por la música –que también llega más naturalmente al corazón humano– y detengo la vista en esos tres niños. Entonces pienso que tiene razón, que aquel activista y político sudafricano no se equivocó al decir que nadie nace odiando a otra persona y que el amor, más que un sentimiento, es algo que se puede enseñar, que se aprende. Como hoy, aquí, en la plaza que lleva su nombre –Nelson Mandela– en el barrio de Lavapiés, en Madrid.
Autora:
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![]() Periodista mexicana en Madrid, siempre buscando la grieta en el muro. Máster en Gestión de Políticas y Proyectos Culturales (Universidad de Zaragoza). “Saber mirar y saber decir” son los principales retos del periodismo que aspira a no quedarse en el olvido, que intenta contar algo más que una simple historia. Para mí, cultura se escribe en plural, es la fiesta de lo colectivo.
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