¡Qué clima más cruel! La sonatina del cambio climático según Martín Caparrós
Elisa Navarro//
El cronista Martín Caparrós se enfrenta en su libro Contra el cambio, —la antesala, sin lugar a dudas, de El hambre (2015)— a un difícil reto: abordar el cambio climático. Con la capacidad de análisis, observación y marca personal que definen al autor, se hace evidente que poco importa si se trata de abordar el hambre o el desajuste climático mundial, su obsesión es siempre una, siempre la misma: La Desigualdad —con mayúsculas —.
Con ese poso que suelen dejar los libros de Caparrós, de repente, tras leer Contra el cambio eres consciente de que la realidad que detalla y mira con lupa, te avasalla y convive en tu universo y que, además, siempre estuvo ahí, esperándote. Descubres, por ejemplo, que incluso Yahoo es amigo —inseparable, claro— de la naturaleza. Se encarga de advertir: “No imprima este correo si no es necesario. Colabore con el medio Ambiente”. Sin saber, siquiera si tenías la intención de hacerlo. Eso sí, el Medio Ambiente siempre, como una entidad, como un animalillo en peligro de extinción que necesita nuestra protección y ayuda —es paradójico que precisamente nos necesite a nosotros—. El Medio Ambiente es, desde hace pocas décadas, el trending topic de nuestra sociedad.
Lo que Caparrós busca con este ensayo, con esta crónica de viajes, es el porqué. Afirma que detrás del sonado cambio climático se esconden operaciones políticas que las sociedades más ricas quieren llevar a cabo, como retrasar la industrialización de las nuevas potencias emergentes. También cambiar el modelo energético global para modificar ciertas relaciones geopolíticas. Es decir, crear de esta manera nuevos actores, más potentes y menos dependientes —del 3º mundo— para garantizar —prorrogar— la actual hegemonía mundial. Es precisamente la denuncia al no-cambio, tal y como, por otra parte, profesa el título del libro, una de las bases principales de esta obra. Así, denunciará el deseo por parte de los nuevos ecologistas —los best friends del medio ambiente, “los ecololós”, los “evangelistas”— de querer “que nada cambie para que las cosas sigan siendo lo que fueron”. “Convencernos de que lo mejor es lo que ya tenemos, lo que estamos siempre a punto de perder si no lo conservamos: que no hay nada tan peligroso como el cambio”.
Y, ahora, con este nuevo enemigo, tan impersonal y arbitrario como lo es el cambio climático, los estados primermundistas tienen una buena excusa para lavarse las manos. Sin embargo, es el hambre una de las amenazas más fuertes para el medio ambiente: “esa gente quiere comer en lo inmediato y carece de la visión de futuro necesaria para pensar en que si arrasan una selva para plantar comida, algún ecosistema se desequilibrará de aquí a 20 años”. Y cómo culparlos, nosotros, que nos aprovechamos de sus reservas, nosotros, que importamos y exportamos, nosotros, que utilizamos el coche hasta para doblar la esquina, nosotros, que ya destrozamos nuestros bosques, nosotros, que tuvimos y —seguimos teniendo— el dinero suficiente para protegernos de las sequías, inundaciones…; cómo culparlos nosotros, que comemos cada día. Pero, un problema: “si la riqueza estuviera más repartida, el mundo se hundiría en su propia basura; no hay nada más necesario para la conservación ecológica que los pobres”. Por eso y siempre desde los países ricos: ¡luchemos contra el cambio! (Climático, claro).
Un Martín Caparrós que, en definitiva, no se dejará influenciar fácilmente por la opinión mayoritaria y que nos regalará, entre viaje y viaje, perlas como esta:
“Vivimos contra la naturaleza, gracias a la naturaleza, en espacios que la deshacen y la niegan. En espacios de un orden antinatural”. “Naturaleza pasada por cultura (…) tantas personas -países ricos, insisto con perdón- que mantienen, en estos días, una relación forzada y culposa con la naturaleza, en un mundo en que la naturaleza ya no es parte natural de nuestras vidas. Solía serlo hace no tanto (…) Ahora, muchos –países ricos, ya se sabe– la visitamos en parques y jardines botánicos y zoológicos o en salidas ad hoc, la leemos, la miramos con lujo de detalles en la tele. Pero ya no está como solía, al costado del camino, enredándose entre las piernas”.
Tras su paso por el Amazonas, Nigeria, Níger, Marruecos, Australia, Filipinas, Estados Unidos, las Islas Marshall y Hawái, al final, siempre una pregunta —la misma idea— que suspendida en el aire, aguijonea nuestras conciencias:
“¿Cuánta más gente va a matar el hambre (…) en los próximos 30, 40 años antes de que el cambio climático empiece a tener -si los tiene- efectos fuertes? Claro, los hombres y mujeres que va a matar el hambre son los que siempre mata el hambre: el hambre sabe dónde, cómo actuar, es un agente fiable. Mientras que el cambio climático es torpe, ciego, algo más democrático”.
Aunque Caparrós no niegue los efectos del cambio climático, una cosa queda clara: mientras suene en la radio la sonatina de un cambio climático todavía por llegar, no se oirán canciones de pobreza e injusticia. Todo sea por una buena causa: mantener nuestras conciencias tranquilas. ¡Qué clima más cruel!
FICHA TÉCNICA:
TÍTULO: CONTRA EL CAMBIO
AUTOR: MARTÍN CAPARRÓS
EDITORIAL: ANAGRAMA
Nº DE PÁGINAS: 288
AÑO DE PUBLICACIÓN: 2010
PRECIO: 19 €