Papel y Netflix: el nuevo periodismo de investigación

Sergio H. Valgañón//

Hubo un tiempo en el que las redacciones de periódico olían a tabaco, en el que personas anónimas dejaban informes en papel a modo de filtración en la mesa de los redactores y en el que los periodistas debían salir del edificio para, desde un teléfono fijo, confirmar las informaciones. Un tiempo de maquetación con lápiz y goma y escritura en viejas Olivetti. Un tiempo en el que las portadas de los periódicos hacían temblar gobiernos, dignificaban la libertad de prensa e informaban a la sociedad de secretos tan terribles como los relacionados con la guerra de Vietnam.

En nuestro tiempo, este periodismo sigue vivo como un sueño vintage en películas como The Post (Spielberg, 2017). El buen periodismo de denuncia se presenta ahora, en su mayoría, en formatos documentales. Y la plataforma Netflix es la reina. El tabaco ha desaparecido, el papel se ha digitalizado y las llamadas telefónicas se hacen desde smartphones. El reportaje o documental audiovisual ha sustituido al periódico como la estrella del medio. Y los temblores producidos por el periodismo ya no dan tanto miedo como en aquel tiempo pasado. Examen de conciencia (Solé, 2019), El caso Alcàsser (Siminiani, 2019) o ¿Qué coño está pasando? (Márquez, Jaenes; 2019) son solo algunas pruebas de cómo el periodismo y las costumbres, cambian con el paso del tiempo.

Las plataformas audiovisuales de pago por suscripción han revolucionado la forma de consumo de la actual sociedad. Las películas se estrenan en casa y las series se consumen del tirón, sin esperar una semana a que el siguiente capítulo encabece la parrilla televisiva. El periodismo, mezclado cada vez más con la industria del entretenimiento, no ha escapado de este cambio en las maneras de recibir información. En pleno 2020, plataformas como Netflix, Amazon Prime o Movistar+ lideran las listas de las grandes productoras de grandes reportajes y documentales. Un género periodístico destaca, en cantidad y calidad, entre todas las piezas de no ficción creadas por estos gigantes de la comunicación: el periodismo de sucesos y crímenes.

El caso Asunta: el ejemplo español más cercano

Entre ese mar de asesinos, violadores y víctimas, algunos de estos crímenes sucedieron muy cerca de nosotros. El caso Alcásser (Bambú Producciones) o La desaparición de Madeleine McCann (Netflix) son los dos casos que cambiaron, para siempre, la forma de cubrir los sucesos por parte de los medios. Unos años después, la muerte de Asunta Basterra confirmaría que la cobertura mediática puede ser determinante en un juicio.

Repasemos brevemente este caso. Asunta, una niña de 12 años, aparece muerta el 22 de septiembre en una pista forestal de Teo (Santiago de Compostela). Sus padres son, desde los primeros días de la investigación, los principales sospechosos del asesinato. Tanto que Rosario, la madre, es detenida en el velatorio; y el padre, Alfonso, solo un par de días después.

La popularidad de Rosario (cónsul de Francia en Santiago, abogada reconocida) y Alfonso (periodista) atrae a los medios de comunicación. La noticia corre por la geografía española a una velocidad incontrolable. En Galicia, como muchos testigos afirman, “nunca pasa nada”. Pero, durante todo el año siguiente, la investigación policial y las primeras entrevistas con el juez abren todos los informativos y copan todas las tertulias. Mañana y tarde. Sin descanso.

El desarrollo de las investigaciones no hace más que fijar el foco en la familia Basterra Porto. Los dos sospechosos cambian versiones y muestran coartadas sin sustento. La policía encuentra pruebas en la casa familiar (a la postre, determinada como el lugar donde se asesinó a la niña) mientras que material importante, como el ordenador del padre, no aparece en los primeros registros. Las cámaras de seguridad graban un recorrido mientras Rosario confiesa otro. Y por último: la Guardia Civil, o su equipo científico, o no se sabe -todavía- quién contaminan la ropa de la menor con semen de un hombre que jamás ha pisado Galicia.

Todo esto hace que día tras día, periodistas y “expertos” traten un crimen tal con poco rigor periodístico y aún menos ética. La acusación mediática, desde el primer momento, señala a los padres. Y las risas fuera de contexto, las declaraciones partidarias (célebre es aquel familiar acusando al matrimonio, en plena calle, de haber asesinado también a los abuelos de la niña) y la táctica de acoso y derribo contra los sospechosos convierte en un circo amarillista el suceso más documentado de la década.

Crimen de Asunta
El crimen de Asunta, libro de Cruz Morcillo

Pero no toda la cobertura del caso se limitó a esta espectacularización y a estos ejercicios de mala praxis. El interés, la tensión y la información veraz se mantuvieron en las obras de Cruz Morcillo y de Bambú Producciones. En El cirmen de Asunta (La esfera de los libros, 2014), Morcillo optó por una extensa cobertura judicial, al más puro estilo de los reporteros de pluma y libreta. León Siminiani y su equipo eligieron, en Operación Nenúfar (2017), explotar la técnica audiovisual y, a través de Netflix, transportarnos hasta las calles de Santiago de Compostela.

Cruz Morcillo y la crónica criminalística

Que la crítica a los medios del anterior párrafo no sirva para meter a todos los profesionales en el mismo saco. Ni mucho menos. Mientras las webs volaban y los flashes de cámaras se sucedían en Santiago de Compostela, Cruz Morcillo, periodista especializada en sucesos, comenzaba una aventura. Casi una odisea.

La periodista aplicaba paciencia a un caso que sumaba indicios cada amanecer. Sustituía los juicios de tertulianos por repasar, de principio a fin, los avances del sumario del caso. El crimen de Asunta es un reportaje de investigación que cuenta con todo el rigor y la pausa que un caso como este necesita. Y, pese a contar con los medios necesarios para dar una opinión o dictar sentencia, Morcillo se limita exclusivamente a radiografiar el crimen. Porque, aunque cada vez cueste más encontrar ejemplos, los periodistas no debemos olvidar que nuestra labor es la información.

Crimen de Asunta
Cruz Morcillo Fuente Confilegal

En poco más de trescientas páginas, con anexo documental incluido, Cruz Morcillo desgrana todos los apartados, pruebas y fallos que llevaron a la muerte de Asunta Basterra a convertirse en conversación nacional. Una presentación de argumentos continua que concluye justo antes del inicio del juicio, para que el lector, si lo desea, “asista” al juzgado con toda la información existente. Y entonces sí poder hablar con pleno conocimiento de causa. Los medios generalistas apostaron por la velocidad y la opinión. Cruz Morcillo, por la paciencia y el rigor.

Operación Nenúfar: reconstrucción de un crimen

Bambú Producciones, directamente, viajó en el tiempo y quiso reconstruir todo lo ocurrido desde septiembre de 2013 hasta finales de 2015, tras la sentencia.

El espectador de Operación Nenúfar recuerda todo el archivo televisivo en el que se apoya este gran reportaje. Vuelven todas esas valoraciones y ácidas críticas a los sospechosos. Pero después, en lugar de otro tertuliano más enfadado, llega la reconstrucción real del caso. Una gozada para todo aquel que disfrute con el método periodístico.

Tráiler El Caso Asunta (Operación Nenúfar) from Bambú Producciones on Vimeo.

 

Observar como el equipo de Bambú entra en la casa familiar o en el piso de Rosario Porto; como reconstruye el levantamiento del cadáver o el último paseo de Asunta; como recrea las condiciones lumínicas de la noche de la muerte o como busca la cuerda con la que se ató a la niña deja abierta la boca de todo aquel que se interese por el reportaje. Y, cuando parece que el cenit está en el in situ, Alfonso Basterra (por carta) y Rosario Porto (por teléfono) dan su testimonio personal desde la cárcel. Un trabajo de producción mastodóntico que culmina con un documental de tres horas que se devora como si fueran unos pocos minutos.

Crimen de Asunta
Carátula Operación Nenúfar Filmaffinity

 

Trabajo de campo, tiempo e inversión

El nuevo periodismo necesita volver a ser como era antes. Un reportero necesita tiempo (como Cruz Morcillo) para entregar un reportaje completo, de calidad y con información veraz, verídica y útil. Un reportero necesita volver a la calle (como Bambú Producciones) para saber lo que ocurre, dónde ocurre y cómo ocurre. Y, sobre todo, para estar en contacto con la gente: son las personas las que hacen las cosas, no las pantallas.

Y dinero. Todos los trabajos, en cualquier campo, necesitan de una inversión económica que favorezca la correcta realización y garantice sueldos dignos para sus trabajadores. Aunque sea más barato recorrer Twitter y filtrar sin contrastar, el buen periodismo se hace invirtiendo tiempo y dinero en busca de la mejor manera de contar las historias.

Que sirva este artículo para recordar a Asunta Basterra. Que sirva para recordar que otro periodismo es posible.

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