Una quinceañera persistente que cambió la tradición popular

Cómo el dance de Boquiñeni comenzó a tener orgullo femenino

Gema Cocián //

El papel de la mujer como cuidadora y ayudante ha estado presente de forma continua en nuestra sociedad. Pero, en el siglo pasado, y más en concreto en el mundo rural, la discriminación de género se arraigaba como la semilla a la tierra. Este es el caso de Boquiñeni y su tradicional dance, en el que la mujer nunca pudo tener un papel protagonista. Las participaciones femeninas en este despliegue folclórico se igualaban a la mínima expresión hasta que apareció una mujer, con apariencia de “poquica cosa”, que rompió con lo establecido y se atrevió a desafiar a aquellos que le negaban su ilusión.
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Grupo de dance de Boquiñeni. Fuente: propia

Esther Solsona, que hoy tiene 22 años, era en 2013 una quinceañera con una personalidad arrolladora, y como ella misma cuenta, “cabezuda”. Su padre siempre había estado inmerso en el mundo del dance de una manera u otra, pero ella decidió que quería ser parte de esa tradición cuando sus amigos crearon un grupo de danzantes. En un inicio, no hubo hueco para ella. Nadie se planteaba la existencia de una danzanta, aunque años atrás se había recurrido a ellas por la falta de hombres dispuestos a pasar por las duras horas de ensayo.  “Las mujeres que bailaron, que no fueron muchas, lo hicieron porque se necesitaba a alguien para completar los grupos. No quedaba otra. Lo hicieron como un favor para continuar la tradición”, cuenta Esther. Quizá sin saberlo, Esther allanó el camino para crear la figura de “la danzanta” en su querido Boquiñeni.

Un modelo aragonés

Con mujeres o sin ellas, el dance de Boquiñeni forma parte del folclore aragonés y la tradición religiosa. Como explicó Antonio Beltrán en las Jornadas de Etnología Aragonesa de 1989, “el dance es prácticamente exclusivo de Aragón, aunque muchos de sus elementos aislados se hallen en otras zonas próximas o alejadas, fundamentalmente los bailes”. Por tanto, al referirnos a un dance, no solo se habla de un baile o una determinada música, sino que estos se componen de varios elementos que en Boquiñeni se han conservado de forma unificada. En general, se trata de varios bailes o mudanzas con palos que interpretan los danzantes, así como de unos dichos o loas al patrón de la localidad. Esta parte, muy similar al teatro primitivo, es la que implica una tradición religiosa. 

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Ángel y Diablo durante la representación del «hablado». Fuente: propia

La suerte de teatrillo, conocido como “hablado”, y que los boquiñeneros no se pierden ningún 25 de mayo, cuenta con varios personajes: un Mayoral, un Rabadán (hombre gracioso y normalmente a las órdenes del Mayoral), un diablo representando el mal y un ángel representando el bien de los cristianos. Como explica Mercedes Pueyo en su tesis El dance en Aragón, estos “cuatro personajes provienen de las primitivas Pastoradas del Pirineo”. Sin embargo, Boquiñeni, fiel a su peculiaridad entre los pueblos de la Ribera Alta del Ebro, cuenta con un papel único. Este es el del sacristán, que con sus dichos trata de proteger al santo patrón y cae desmayado cuando ve llegar al diablo. Este momento es uno de los más esperados por el público, ya que provoca las risas de grandes y pequeños.

Cuando termina el “hablado”, suenan las dulzainas y el tambor, que marcan el ritmo del palotiau y los pasos de baile. Muchos consideran corto el dance de Boquiñeni, ya que solo cuenta con cuatro piezas: una jota, una procesión y un chotis que se bailan con palos, así como una polca que se utiliza como pasacalles y que se acompaña del ritmo de las castañuelas o pulgaretas. Al comenzar y terminar cada una de estas piezas se realiza la llamada cortesía (“tarirán” para el autor Antonio Beltrán), que marca la división entre bailes; y, además, para recibir y despedir a los patrones a las puertas de la iglesia de Boquiñeni, se toca el Himno de España. 

Además de las loas a San Gregorio de Ostia el 25 de mayo, los danzantes también lo acompañan durante su procesión por las calles de la localidad. Esto sucede de igual manera con el Santo Cristo de la Capilla desde 1969, como relata Mercedes Latorre, vecina de Boquiñeni y apasionada de la historia de su pueblo. La procesión en honor a este patrón llega hasta la Ermita de San Miguel, y se celebra el 24 de mayo, conmemorando que el mismo día de 1864 una romería similar hizo que lloviera, acabando así con una prolongada sequía. 

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Imagen de romería con el Santo Cristo de la Capilla y el dance de Boquiñeni. Fuente: Carlos Castellot

La guerra que recuperó una tradición

Los boquiñeneros más longevos cuentan que su dance se recuperó hace más de 120 años. No se tiene constancia del origen real, pero esta recuperación fue posible gracias a los hombres que volvieron de la guerra de Cuba de 1898. En ese año, según escribía Mercedes Pueyo en su tesis de 1973, se tomó como base el dance del pueblo vecino Bulbuente para crear el de Boquiñeni, y al parecer fue don Joaquín Solsona el encargado de hacerlo.

Debido a que los soldados volvieron de América vestidos de blanco por las altas temperaturas que allí se vivían, todavía hoy el traje de danzante se compone de pantalón y camisa de ese color. Se acompaña con una faja a modo baturro morada o azul, según la posición de cada uno, y en las últimas décadas se ha añadido una banda cruzada sobre el pecho que ha ido cambiando su inscripción, y en la que hoy se lee “Dance Boquiñeni”. 

La posición económica actual permite tener un traje dedicado a los días grandes del dance, pero antiguamente los jóvenes que lo representaban llevaban ropa cotidiana y no iban uniformados. Esta evolución responde también a un fenómeno extendido por todo Aragón, y es que los dances han pasado de ser una fiesta religiosa a convertirse en una especie de ballet. Como expresó Beltrán en 1989, “la actuación de los grupos folklóricos en tablado o escenario provocó la aparición de estandartes, de escudos bordados en el pecho como un emblema deportivo y se puso mayor esfuerzo en conseguir uniformidad”.

Sin embargo, además de la vestimenta más antigua y la más actual, durante algunos periodos los danzantes también han vestido el traje regional aragonés, con calzón negro y cachirulo a la cabeza.

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Evolución del traje de danzante de Boquiñeni. Fuente: Mercedes Latorre y Asun Benedí

La mujer como figura clave

La tradición se ha ido modernizando con los años. En los inicios el “hablado” se realizaba en la plaza del pueblo, todavía sin asfaltar, y se ha transformado hasta llegar a celebrarse en el pabellón municipal con ayuda de recursos técnicos como micrófonos y alumbrado. Asimismo, con la creación de la Asociación Dance de Boquiñeni hace más de diez años, se pudo institucionalizar la tradición, ya que hasta entonces todo se organizaba gracias a voluntarios locales. Como relata José Antonio Barón, actual presidente, “el dance está vivo gracias a los chicos y chicas que quieren bailarlo, pero también hay que recalcar la labor del equipo que hay detrás de la asociación, sin la que no sería posible seguir adelante y conseguir la financiación para todos los actos. Somos conscientes de que tenemos fallos, pero siempre lo intentamos con la mayor ilusión, trabajando por y para el dance”.

Sin embargo, una vez creada la asociación, la mayor transformación que ha experimentado el dance de Boquiñeni es la inclusión de la mujer en todas sus partes. El conflicto de incluir o no grupos de danzantas existía desde hacía décadas, de manera latente, en la localidad. En círculos privados se comentaba que pronto no habría suficientes hombres para bailar (debido a la despoblación) y muchas jóvenes expresaban -con la boca pequeña- que ellas estarían dispuestas a hacerlo. Años más tarde, Esther fue quien se atrevió a alzar la voz.

Tras más de un año observando a sus amigos en los ensayos y aprendiendo los movimientos en su cabeza, por fin pudo vestir el traje blanco y bailar como una más. “Después de tanto tiempo mirando, terminé aprendiéndome los ocho puestos del dance. En el momento en el que falló uno de mis compañeros en un ensayo me dejaron probar, y poco a poco fui participando más”, cuenta. Y es que, una vez más, la mujer tuvo que demostrar mucho más que el hombre para poder ser libre. Mientras que los chicos aprendían su puesto de danzante, o en ocasiones uno similar al habitual, Esther tuvo que abrirse camino aprendiendo todos al mismo tiempo. Fue la carta del comodín para poder después convertirse en un As. 

La figura de la mujer en el dance de Boquiñeni había sido marginal hasta entonces. La participación femenina más relevante y duradera se había desarrollado con el personaje del ángel (que continúa hoy). Este querubín, que se enfrenta al diablo durante el “hablado”, es realmente un ser asexual, pero desde los inicios ha sido representado por niñas, normalmente menores de 12 años. Por otro lado, como explica Barón, “en los años ochenta o noventa, los personajes de Mayoral y Rabadán los hacían mujeres. Puede que esto no siguiese siendo así porque en aquella época muchos jóvenes querían formar parte del dance e iban entrando quintas nuevas”, y tampoco se conoce el motivo de que ellas representaran esos papeles durante algunas fiestas.

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Vecina de Boquiñeni durante las réplicas del dance. Fuente: Mercedes Latorre

Una de las figuras más llamativas y también más olvidadas del dance de Boquiñeni es la de la mujer que relataba unas réplicas a los hombres durante los “dichos. Este personaje se incluyó hace varias décadas y formaba parte de una suerte de pelea jocosa (similar a una jota de picadillo) contra los personajes masculinos. La mujer aparecía con el traje regional de baturra y protagonizaba parte del “hablado”. Sin embargo, este personaje se eliminó del dance por motivos desconocidos, y no se ha vuelto a incluir en él.

Como recuerda Esther Solsona, no fueron muchas las mujeres que formaron parte del grupo de ocho danzantes antes de que ella comenzase su andadura. Todas lo recuerdan con cariño, pero recalcan que fue algo excepcional por la falta de hombres para formar un cuadro, y que una vez se solucionó esta situación, no se planteó volver a contar con ellas. Tuvieron que pasar décadas hasta que Esther, con su valentía, acudiese a un ensayo y dijese: “yo quiero bailar”. Tras toda su lucha, consiguió cambiar la norma.

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Grupo mixto de dance de Boquiñeni junto con las Reinas de fiestas en los años 70. Fuente: Mercedes Latorre

Diez danzantas en el corazón de una plaza

Los vecinos de Boquiñeni cuentan que poco a poco se extendió la noticia de que Esther estaba ensayando con los danzantes. Algunos lo tomaron como una alegría y otros con cierto enfado, ya que era una norma no escrita que el dance era cosa de hombres. Gracias al rumor, varias jóvenes decidieron formar un grupo completo (ocho danzantas, Mayorala y Rabadana) y hablar con los que eran los directivos de la asociación en ese momento porque querían aprender a bailar. La respuesta fue positiva, pero se decidió mantener en secreto la creación del grupo femenino para que los locales lo recibiesen como sorpresa en la fecha especial que se acercaba.

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Esther Solsona en sus primeras fiestas participando en el hablado como danzanta. Fuente: Centro de Estudios Borjanos

Mientras el resto de las chicas ensayaba para su aparición, Esther por fin pudo cruzarse la banda en el pecho y hacer su primera aparición oficial como danzante con su grupo de amigos. “La primera vez que bailé fue en una concentración de dances en Buñuel. La gente que nos acompañó desde Boquiñeni decía: ‘¡Mira! ¡Que baila Esther! ¡Con todos los chicos!’. Me sentí muy orgullosa pero muy nerviosa porque, aunque no fuera mi pueblo, quería hacerlo bien. Desde el primer minuto he recibido el apoyo de mis amigos, ya que bailábamos los chicos de la cuadrilla y yo, y eso es un punto a favor”.

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Danzantes y danzantas de Boquiñeni en mayo de 2014. Fuente: propia

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Primer grupo de dance de Boquiñeni completamente femenino. Fuente: propia

Tras esto, el verdadero impacto llegó en mayo de 2014. En ese año se cumplía el 150 aniversario del milagro del Santo Cristo de la Capilla en Boquiñeni y las fiestas iban a ser especiales. Se preparaba una gran misa para el día 24 que, por la grandeza de la ocasión, se decidió trasladar de la iglesia a la plaza del Ayuntamiento. También el dance preparaba algo único, y es que se reunieron varias generaciones de danzantes para preparar una entrada triunfal a esa plaza tras la misa. Fue en el ensayo de esa entrada donde más de cincuenta ex danzantes descubrieron a diez chicas de 14 años con muchas ganas de demostrar lo que valían y miedo a no ser suficiente ante toda esa veteranía. Pero la sorpresa para ellos no quedó ahí, y es que, tras quedar demostrado que las mujeres son igual de válidas que los hombres para bailar el dance, los organizadores del acto decidieron colocarlas en el centro de la plaza para que pudiesen mostrar todo lo aprendido. El actual presidente de la asociación, J.A. Barón, lo vivió muy de cerca: “fue un orgullo y un lujo ver eso, porque yo llevo muchos años en el dance y no había conocido nada igual. Fue todo un éxito, y significó dar a entender que el dance, como muchas otras cosas, no tiene género, y simplemente es del pueblo. Cualquier persona que se sienta de Boquiñeni debe tener la oportunidad de bailarlo”. 

El resto del pueblo recibió esta novedad con alegría e incluso lágrimas de emoción. Se podían ver felicitaciones constantes a las chicas, a la par que mujeres con los ojos vidriosos viendo su sueño frustrado realizándose en las nuevas generaciones. Ese 2014 marcó un antes y un después, pero también decidió el futuro del dance de Boquiñeni. Desde entonces, por razones lógicas de estudios o trabajo de los jóvenes del pueblo, cada vez ha sido más complicado crear grupos completos. Por esto, hoy en día los cuadros de dance son mixtos y ya no se plantea otra opción, como comenta Barón: “es muy importante que los grupos sean mixtos. Las quintas cada vez son más pequeñas, y seguramente en la actualidad no se podría completar un cuadro de danzantes solamente con chicos. Pero, además de necesario, la inclusión de las mujeres en el dance es un valor añadido para nosotros”. 

Como en muchas otras zonas de la España rural, las mujeres han tenido que tomar partido, por pura necesidad, en las actividades que antaño eran masculinas. El decreciente número de habitantes en Boquiñeni hubiera provocado la creación de grupos mixtos en su dance antes o después. Pero aquí destaca la cabezonería aragonesa de las danzantas que, como Esther, decidieron anticiparse a la necesidad y cambiar las normas de la tradición más arraigada en su pueblo. Pudieron así vivir su pasión sin atender a favores y comenzaron a ser un referente para todas las niñas -que no son pocas- que querían llevar el dance de Boquiñeni por bandera.

 

 

Este reportaje pertenece al Proyecto de investigación: 2020/0480, ESTUDIO DE LA SITUACIÓN DEL MUNDO RURAL ARAGONÉS DESDE UNA PERSPECTIVA DE GÉNERO, AÑO 2020, financiado por la Diputación General de Aragón (DGA) subvencionado por el Pacto de Estado contra la Violencia de Género.

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