Natalia Morlas, la jaula del miedo

Naiare Rodríguez//

El miedo es algo que no te deja avanzar ni seguir para adelante. Te atrapa y aprisiona e incluso, a veces, no te permite ver la luz al final del túnel. Pasamos nuestra vida acompañados por él y ni siquiera somos capaces de reconocerlo y admitirlo en muchas ocasiones. Lo que es cierto es que no tiene nada que ver con el amor porque quien te quiere, no te da miedo. Esto, a veces, no se cumple.

Natalia Morlas (Zaragoza, 1975) empezó sus estudios de auxiliar de enfermería, pero ha acabado como vicepresidenta de la Asociación Somos Más Aragón tras su vivencia e historia como víctima de violencia de género. “En cuanto se implanta el miedo, se ha ido el amor. No pueden cohabitar ambos sentimientos. Es más, si hay niños de por medio se encargan de desterrar el amor y se quedan con el miedo”, recuerda.

La asociación, que sostiene que “la felicidad está en ti y no debes dejar que te la arrebaten”, se forma por un grupo de mujeres pertenecientes a diferentes ámbitos sociales y profesionales, con un denominador común: haber superado situaciones “no dé miedo, si no dé terror” relacionadas con la violencia de género

Una vez que has pasado por eso y que has sido víctima de violencia de género. ¿Nacen nuevos miedos?

Sí, pero son miedos distintos como al fracaso, a que esa persona te pueda salir como el otro… Más que miedo yo lo llamaría recelo. Dar oportunidades no es fácil, pero se acaban dando porque somos humanos y nos gusta sentirnos importantes para otras personas. Necesitas también sentir lo que es el roce, los abrazos, los besos… todo eso de verdad. Entonces, cuando empiezas a dar oportunidades y ves que no ocurre lo mismo, ya no hay temor.

Ante la necesidad de sentirse querido, está el buscar a alguien que te haga sentir como en casa y sin miedo. Esto no ocurre siempre. En el último año han sido 49 mujeres las que han sido asesinadas por violencia de género, entre estas, 35 a manos de su pareja. Muchas de ellas no habían presentado denuncias previas, pero también en eso consiste el miedo. Ante estos datos, Natalia Morlás insiste en que todas aquellas que estén pasando por una situación similar “se quiten los miedos de encima y denuncien. No se puede vivir con miedo. Es imposible. No puedes levantarte, acostarte, comer, desayunar con miedo… ¡No! Es cierto que luego hay otros miedos, pero hay que quitarlos y denunciar”.

Pero el sistema judicial actual condena con 10 o 12 años a los asesinos y maltratadores.

Eso con mucha suerte. Aun así, hay que denunciar. La lucha seguirá por otro lado y más adelante. Si no se denuncia, podría ir todavía a más. Nunca se sabe, pero hay cosas que deben cambiar cuanto antes y por nuestra seguridad con penas mucho más estrictas siendo ejemplares y ejemplarizantes. No entiendo que te salga más barato matar a una mujer que tener droga en casa. Es surrealista. La base está en la educación y en cómo tenemos que educar a los niños desde el feminismo. ¡Hay que cambiar tantas cosas!

No solo hay que cambiar la educación y es que, aunque los asesinos, violadores y maltratadores están “fuera de circulación” durante un tiempo cuando entran en la cárcel, “salen a los cuatro días con todos los beneficios penitenciarios”. Ahí vuelve el miedo para las víctimas y sus familias.

Aunque todo esto suceda, algunos partidos políticos están volviendo a debatir sobre leyes como la ley integral contra la violencia de género, la del aborto o incluso la del matrimonio homosexual y es que para Morlas “están dándole vueltas a algo que teníamos más que claro toda la sociedad y, con esto, lo único que consiguen es no reformar otras cosas como el elevar las penas para que esto no siga sucediendo”.

¿Estamos yendo hacia atrás?

Totalmente. Como no se pongan rígidos…no vamos hacia ninguna parte. En el momento en el que se le pregunta a una víctima si cerró bien las piernas, por qué llevaba minifalda, si su falda era corta o si dijo seguro que no…

En muchas ocasiones, al salir en libertad, los propios maltratadores son los primeros en rehacer su vida, mientras que a la víctima le “cuesta más tiempo volver a confiar en otra persona por las inseguridades que se crean ante el otro y una misma”. Según detalla Natalia Morlas, él le resultó indiferente, pero le “daban pena las que iban pasando por sus manos” al ser unas nuevas víctimas de esto mismo que ahora denuncia desde su asociación.

“No se perdona. Al menos yo no puedo ni podré hacerlo. Tampoco se olvida. De hecho, se tienen pesadillas y, a pesar de que pasen los años, hay a veces que intentan tocarte la cara y levantas la mano como acto reflejo. Ni se perdona ni se olvida. Te han arruinado la vida”, confiesa.

El miedo sigue ahí por mucho que se intente luchar contra él. No desaparece fácilmente y, en estos casos, hay una mayor dificultad para extinguirlo. “Las que no tengan hijos se sentirán aliviadas una vez que denuncien, pero las que tenemos seguimos estando atadas a ellos”, denuncia al hablar sobre las visitas y pernoctas que les permiten a los maltratadores respecto al cuidado de los hijos que tienen en común. “Cuando se llevan a tu hija los fines de semana, cuando se queda a dormir… vives esos días asustada por lo que le pueda pasar a ella. La familia también lo pasa mal. Si te retrasas un poco o no respondes al teléfono, tu madre ya piensa que te lo has encontrado”.

En las noticias, cuando hay casos de violencia de género se habla de si había denuncia previa o no… ¿Depende del grado de miedo que se tenga?

También depende. Hay mujeres que si tienen miedo no se atreven a denunciar por el temor a lo desconocido y a lo que puede venir después porque la justicia nos deja muy desamparadas. Es normal. En cambio, otras mujeres tienen miedo después de denunciar e incluso antes. A veces el miedo empieza cuando denuncias porque, en la mayoría de las veces, cuando el maltratador sale de la cárcel nadie avisa a la mujer. Las que tienen suerte llevan un GPS, pero a veces no sirve de nada.

En la actualidad se repiten frases como “no vuelvas sola” o “avisa cuando llegues a casa” que hacen que las mujeres dejen de hacer lo que quieren en cada momento. Las madres tienen miedo de que sus hijas no lleguen a casa, las hijas tienen miedo a que a sus amigas no les hagan caso al decir “no” y las amigas tienen miedo a sentirse perseguidas e intimidadas. Volver a casa sola a las cinco de la mañana podría ser un riesgo para todas esas mujeres, ante lo que Natalia Morlás revela que “siempre” le dice a su hija que coja un taxi por “miedo a que no llegue, a que la violen y a que le hagan cualquier perrería”.

Ellos, en cambio, tienen respuesta y actuación para todo. “Lo hacen simplemente para asentar su poder físico y utilizarlo para causarte miedo a ti. Son personas egocéntricas, que se quieren poco y que tienen que imponer su voluntad a los demás. Como no pueden hacerlo desde el diálogo y cordialidad, deciden actuar con violencia, sostiene.

Se quieren poco pero tampoco las dejan quererse y amarse a ellas mismas. El amor por una misma disminuye al estar sometida a continuas críticas y maltratos psicológicos que, según Morlas, se resumen en “hacerte sentir que no vales nada, que no sirves y que no funcionas bien en tu día a día”.

La canción dice que amores que matan nunca mueren. Pero sí mueren.

A la vista está que estamos cayendo como moscas. No solo nosotras, sino también nuestros hijos.

Quien te quiere no te hace daño ni te hace sufrir: El primer empujón, desplante, intento de coacción o de que hagas todo lo que él quiera, no lo permitas. No lo tienes que aguantar y debes cortar por lo sano. Denuncia y frénalo antes de que vaya a más porque después de la primera hay segunda, tercera y muchas más. No permitas que llegue a la segunda, páralo en la primera. Y no tengas miedo”.

Natalia, que mantiene su lucha desde la asociación bajo un no estáis solas”, ha vuelto a rehacer su vida. Tiene pareja y, este noviazgo, le ha hecho acercarse y sentir lo que es el “amor verdadero” que, hasta ahora, no había podido sentir. Su hija y ella ya no están solas. Ahora comparten su día a día con dos personas que las cuidan y tratan como seres humanos.

Miedo

“A los niños se les obliga a ir a los puntos de encuentro, por lo tanto, se les obliga a ir con los maltratadores”, afirma. En muchas ocasiones, prosigue, han visto cómo pegaban a sus madres y han sido objetos de maltrato. Ante esta situación, me pregunta si tendría miedo a irme con alguien que hubiera pegado a mi madre. Digo sí y ella continúa hablando de una de sus obligaciones: “Tenemos que convencer a nuestros hijos para que se vayan con ellos bajo la amenaza de que, si no, se revisará la custodia”. Desde la asociación quieren cambiar estos puntos de encuentro, pero admite que “las cosas de palacio van despacio”.

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