Genderless: un camino hacia la moda sin género
Alba Piñeiro Pérez//
Desde hace unos años, la línea que separa lo masculino y lo femenino es muy estrecha. La sociedad pide menos distinciones y las marcas, en un claro indicio de progreso a causa de la demanda de sus consumidores, luchan por eliminar las fronteras de género para intentar satisfacer a la mayoría de su público. A favor de la ambigüedad de forma y estilo, surge la tendencia genderless, con cada vez más presencia tanto en la pasarela como en nuestros armarios. Diseños neutros y minimalistas, con fuerte actitud y personalidad, que rozan la androginia y buscan un giro del concepto tradicional de la industria para acabar con el sexismo.
Cuerpo extraño. Un juego de apariencias, trampantojos y deconstrucción de la sastrería masculina clásica, presentada por modelos de ambos sexos, muy ambiguos. Blanco, negro y gris, sobre lana, punto de algodón, denim y cashmere. Muy andrógina e impactante. Así fue la colección de David Delfín presentada en la pasarela Mercedes-Benz FashionWeek de Madrid en septiembre de 2004. A pesar de los detractores, supuso un paso en el camino hacia lo que ahora comienza a ser tendencia: la moda sin género.
A la moda le gusta la androginia, pero va más allá de los juegos estéticos y de la simple transgresión en la forma. Para muchas personas actúa como canal para expresar el que quizá sea un elemento más trascendente: su identidad. ¿Pero qué ocurre cuando esa identidad no se corresponde con sus características biológicas? ¿Sexo y género van de la mano? El sexo tiene que ver con la biología del individuo. Incluye la composición genética del cuerpo, las hormonas, y los órganos sexuales y reproductivos. Por otro lado, el género se relaciona con los roles y comportamientos que cada sociedad, históricamente, inculca dependiendo de su sexo. Es decir, el género se basa en una construcción social que depende de ideas y expectativas. Pero, todavía hoy, confundimos sexo con género y orientación sexual con identidad de género.
Desde la tradicional división entre femenino y masculino hasta la aparición de novedosas identidades de género agrupadas bajo el término genderqueer. O lo que es lo mismo, aquellas identidades que no se asimilan en la división binaria, y que, por lo tanto, se encuentran fuera de la cisnormatividad. Tanto las grandes firmas como las empresas de ropa lowcost se han hecho eco del emergente cambio de mentalidad en las divisiones de género, y en los últimos años han florecido marcas que proponen líneas unisex o prendas casi idénticas para ambos sexos. La división tradicional entre masculino y femenino es cada vez más difusa, y así se refleja en las colecciones. De esta manera surge el movimiento genderless o agender. ¿Su filosofía? Apostar por una moda que abogue por la identidad. Un claro ejemplo de lo que expuso Balzac en el Tratado de la vida elegante (1830), para quien “el vestido es la expresión de la sociedad”.
Mirada al pasado
Paradójicamente, la moda ha evolucionado en la historia de forma que, a la vez que oculta el sexo, potencia el género. Si eres mujer, una prenda que te favorezca marcará tu figura, resaltando tu pecho y tus curvas. Si eres hombre, te hará parecer más alto o que tus hombros simulen ser más amplios y fuertes. El juego de las apariencias. Con los años, la moda ha dibujado dos siluetas bien diferenciadas –que no reales, ni para todos los gustos–. Esta idea está en pleno cambio y las divisiones estéticas ya no se rigen por los mismos patrones que hace unas décadas.
El inicio del movimiento agender se ve, tímidamente, a principios del siglo XX con la “revolución Chanel”. Coco Chanel supuso un soplo de aire fresco para la moda y el feminismo. De su costumbre por llevar ropa masculina, con camisas y corbatas, impulsó el uso del pantalón para las mujeres en una época en la que enseñar los tobillos se consideraba indecoroso. También mezcló en sus prendas elementos masculinos y femeninos, rescatando los colores oscuros, la inspiración marinera y el tejido de punto. De esta forma, enterró el barroquismo de la ropa femenina de la época e introdujo elementos novedosos que comenzaron a difuminar las barreras estéticas entre hombres y mujeres.
En los años 30, los roles de género volvieron a estar muy marcados en la sociedad de entreguerras, así como la diferenciación por vestimenta. Fue entonces cuando la actriz alemana Marlene Dietrich revolucionó la moda de la época, con todos sus convencionalismos, y se atrevió a lucir un esmoquin – indumentaria de noche, reservada hasta entonces para los hombres, compuesta por una chaqueta y unos pantalones – en la película Morocco. Todas las mujeres comenzaron a querer vestir como la actriz y las tiendas se llenaron de pantalones. Se acabó – por fin – el imperio de las faldas y se impuso un dresscode mucho más unisex que en años atrás. Un tiempo más tarde, tras el precedente de Dietrich, fue Yves Saint Laurent el encargado de popularizar y sacar a la calle el esmoquin femenino, introduciéndolo en su colección de 1966.
Al contrario que en las revoluciones históricas, en las que las mujeres se vestían como hombres para exigir igualdad, el movimiento “gender-neutral” se basa en la idea de que la ropa en sí no debería ser definida por géneros, sino que el comprador debe guiarse por su identidad y estilo – independientemente de que sea hombre o mujer–. Esta misma idea la defiende Marc Jacobs que, a pesar de no ser un abanderado de la moda neutra, sostiene que“la ropa no significa nada hasta que alguien vive en ella”. Es cada individuo, con su identidad y modo de expresarse, quien otorga género a una prenda.
Pero las mujeres no son las únicas protagonistas en el proceso de cambio. Andróginos, con maquillajes exagerados y prendas que tradicionalmente se acercaban más a la feminidad, artistas como David Bowie y Prince – entre otros – rompieron con los cánones de masculinidad establecidos en la sociedad y ayudaron a dar más visibilidad al movimiento del género neutro. David Bowie ofreció una nueva visión con respecto a los roles de género. En 1972 creó un alter ego, que él mismo interpretó, para su álbum Ziggy Stardust: un extraterrestre bisexual, con rasgos muy femeninos, que se convierte en estrella de rock. Este hecho causó gran impacto en la sociedad de la época y la androginia surgió de una manera mucho más pública y normalizada. Un paso más hacia la moda sin género.
Transgresores de las barreras de género
“Siento que lo que debe hacerse ahora es trasladar la misma idea a ambos sexos, a ambos armarios”, confesó Muccia Prada en 2015 tras presentar su propuesta masculina en la pasarela de Milán. No mostró una colección unisex, pero sí jugó con elementos muy similares para ellos y ellas. Desde entonces, la diseñadora lleva teorizando sobre la línea – cada vez más fina – que separa las prendas masculinas de las femeninas, y el pasado enero de 2018, en la Semana de la Moda de Hombre de Milán, la firma milanesa apostó por la tendencia unisex e introdujo prendas tradicionalmente vinculadas al género femenino en la colección.
Si hay una firma internacional que represente a la perfección el movimiento genderless, es la japonesa Comme Des Garçons. Desde que Rei Kawakubo creó la marca en 1969, su constante ha sido quebrantar los cánones de género, belleza o costura en la industria de la moda. A pesar de ser conocida, sobre todo, por su línea Play, tanto sus colecciones como el resto de sus productos tienen una línea unisex y su estilo vanguardista, abstracto y reconstructivo, ha dinamitado los acomodados clichés de la moda europea. La creadora japonesa desafía constantemente las reglas preestablecidas destruyendo los códigos sexistas y presenta prendas que pueden ser usadas por ambos sexos, sin diferenciación.
Pero no hace falta salir de España para encontrar prendas de diseñadores que apuestan por la tendencia unisex. En Madrid, en las perchas de 44Store, se puede encontrar ropa de la colección de Rad Hourani – primer diseñador en hacer alta costura unisex, que desfila en la semana Haute Couture de París –, el transgresor Rick Owens, o los creadores españoles David Delfín y Jaime Mesa. En una entrevista para la revista Vogue, Xavi García – propietario de 44Store junto a Franx de Cristal – deja muy claro que la finalidad de su tienda es “sentirse libre y romper las reglas entre lo masculino y lo femenino”. En febrero de 2015, ambos propietarios de 44Store debutaron como diseñadores con una pequeña colección cápsula de 8 piezas llamada Nuit, en la que se refleja la misma idea que defienden con su tienda: la difusión de la dualidad femenino – masculino.
Sin salir del panorama nacional, David Delfín era uno de los diseñadores con más relevancia en esta tendencia en auge. Él y su marca eran lo más parecido a un creador contestatario y capaz de atraer la atención de los medios que ha dado España en las últimas décadas. Colecciones como Cuerpo extraño (Primavera/Verano 2005), No One (Otoño/Invierno 2014), El tiempo de los monstruos (P/V 2015) o Inferno (O/I 2015), mostraban su personalidad con prendas en las que apostaba por la ambigüedad y simplicidad de las formas, sin olvidar los detalles extravagantes que tanto lo caracterizaban. Diseños neutros tanto para ellos como para ellas en los que las diferencias radican en cómo se amolden a cada cuerpo. Si bien es cierto que su intento de transgredir las barreras de género fue en detrimento a medida que avanzaban sus colecciones, la intención nunca llegó a desaparecer. Firme defensor de la estética andrógina, hizo de Bimba Bosé su musa y comenzó a trabajar con ella en 2001, con la creación de su marca Davidelfin. Una musa que desfiló con prendas masculinas, femeninas y unisex durante quince años y que, poco a poco, fue abriendo camino para las modelos de estética andrógina que hoy inundan las pasarelas.
La verdadera dualidad: moda y sociedad
En Filosofía de la moda (1923), el filósofo alemán Georg Simmel establece una relación entre la sociedad – con sus cambios, ritmos y características – y la moda, que bien podría ser el reflejo de la evolución paralela de las identidades de género y el movimiento agender que se están sucediendo en nuestros días. “El tempo de la moda es como el de la vida moderna, impaciente, e indica no solo el ansia de un rápido cambio de los contenidos cualitativos de la vida, sino también la potencia que adquiere el atractivo formal de los límites del comienzo y del final”. En cualquier caso, cada vez hay más desfiles mixtos y, a su vez, colecciones que borran las barreras estéticas. El deseo de innovación, unido a la vuelta al minimalismo y la funcionalidad, está equilibrando la balanza y dando a entender que no hace falta apelar al disfraz. Basta con dejar que el mundo decida qué quiere ver colgado de su armario.
La tendencia genderless, agender o no-gender ha traspasado las barreras del mundo de la moda y se presenta como una nueva realidad inclusiva, donde no hay límites de género, donde no es necesario posicionarse, y donde nada es o blanco o negro. Más bien se difumina en una gama de aceptación, normalidad y respeto que parece estar construyendo una sociedad más plural y abierta. Ahora ya no todo es masculino o femenino, pues todos los seres humanos tenemos ambas partes.
“La moda no solo tiene que ver con los vestidos. La moda está en el cielo, en la calle, tiene que ver con las ideas, con la forma en que vivimos y con lo que está sucediendo”, dijo Coco Chanel. Y no se equivocó. Es un universo de continuo cambio en el que prima la creatividad, las ideas extravagantes y, sobre todo, la identidad individual. La verdadera moda es libre, sin género ni etiquetas que nos dicten aquello que nos tiene que gustar por diferencias sexuales. Una vez que esta idea se acepte y expanda, sociedad y moda se liberarán de los corsés y evolucionarán hasta el camino de igualdad que, de alguna manera, comenzó la diseñadora francesa. El reto está en superar prejuicios y dejar a un lado el qué dirán. Libres para mirar, libres para elegir, libres para vestir.