Jo March: la mujer que luchó por castillos en el aire
Texto: Rebeca Magallón//
“Soy feliz conmigo misma y mi libertad”, Josephine March, 15 años, Concord, Massachusetts, EE.UU. Jo March tiene muy claro lo que quiere y va a luchar por ello: quiere escribir, escribir novelas sobre aventuras en las que la princesa se salva sin la ayuda de un príncipe, en las que construye castillos en el aire o en las que lucha contra un dragón sin temor alguno.
Alta, esbelta, rubia, con expresión resuelta y nariz un tanto respingona. Ojos claros y pensativos, hombros anchos y piernas atléticas. Pelo grueso, abundante, siempre recogido en un moño con mechones sueltos. Su ropa es sobria, sencilla y con una tendencia a acercarse demasiado a la estufa y chamuscarse los bajos de la falda, aunque su dueña no se entere. Así es Jo March.
De buen corazón, emotiva y sentimental. De ideas claras, fuertes convicciones y un arrojo incomparable. Según su hermana Meg, tiene 3 hermanas, una mayor y dos menores, ya ha pasado la edad de hacer gracias de chico, pero a Jo March no le importa, se lo pasa demasiado bien con su amigo Laurie como para preocuparse por ser la señorita que su familia intenta que sea. Muy soñadora, capaz de imaginar historias increíbles que entretienen a todo el que las oye.
Con 18 años Jo March parte a Nueva York con solo la compañía de unas cuartillas de papel y una pluma con tintero, es lo único que necesita. Si se le pregunta el propósito de la aventura en la gran ciudad, respondería que ha llegado allí para escribir una novela. Pero a lo que en verdad se dedica es a ser la institutriz de dos niñas, pero eso tampoco le importa. Cada pocos días se acerca al periódico con nuevas novelas y la esperanza de publicarlas, con otro nombre, por supuesto. Conoce a un joven profesor, pero no tiene tiempo para él, debe volver a casa, no puede permitir que algo tan insignificante como un posible romance le separe de su familia que tanto le necesita.
Su padre lucha en el frente, enferma, vuelve a casa. Su hermana mayor Meg, su mejor amiga, se compromete, se casa, abandona el hogar familiar. Su hermana menor Beth, contrae la escarlatina, muere a los 17 años. Su otra hermana menor Amy cumple su sueño de conocer Europa como acompañante de Tía March. Su mejor amigo Laurie se le declara, le rechaza, huye a Europa, se casa con Amy.
Jo March saca fuerza de donde no la hay, aprieta los dientes, los puños y sigue adelante. Siempre intenta aparentar que no le importa lo que sucede a su alrededor, pero se siente muy sola. No tener a sus seres queridos, vivir lejos de su hogar y no contar con quien la acompañe, quien vaya con ella de la mano, alguien que le diga que todo saldrá bien le destroza por dentro. Empieza a replantearse buscar un marido y formar una familia, algo que durante años rechazó pero que ahora podría ser la solución para su solitario corazón. Antes de tener tiempo para pensarlo, ocurre, el amor llega a ella y llega bajo un paraguas, el joven profesor no es tan mala idea después de todo.
Jo March y sus hermanas son valientes, luchadoras y tuvieron que dejar de ser niñas antes de lo esperado, pero por mucho que crezcan y se casen, nunca dejaran de ser Mujercitas.