Los adultos también ven dibujos
La animación para adultos pasa ahora por su mejor y su peor momento. Aunque cada vez hay más historias originales y las audiencias no paran de subir, las series con este formato se encuentran en constante riesgo de desaparecer.
A principios de año, se confirmó lo que muchos ya temían: Inside Job había sido cancelada. Tras una primera temporada que había alcanzado el top 10 de las series más vistas a nivel internacional, Netflix la había renovado para una segunda. Pero un tweet de su creadora, Shion Takeuchi, anunciaba que, finalmente, esta no tendría lugar. La plataforma no se pronunció al respecto. Su única publicación de ese día anunciaba una futura serie dedicada a Elvis Presley. Netflix no hizo caso alguno de los cientos de miles de comentarios que le pedían explicaciones por la cancelación de una de sus series más exitosas del último año. Se fue por la puerta de atrás, sin pena ni gloria. Y pese a que el motivo sigue sin estar claro, hay un detalle imposible de ignorar: Inside Job era una serie de animación.

Estamos viviendo una época de transición en lo referente a nuestro entretenimiento. Durante la pandemia, las plataformas ganaron miles de suscriptores y se consolidaron como un modelo exitoso. Sin embargo, desde entonces, se han producido varios cambios que pueden amenazar su posición: el nuevo dueño de HBO y el cambio de ideología que ha conllevado, la subida general de los precios, el fin de las contraseñas compartidas de Netflix… Hechos que tambalean un negocio que no estaba tan asentado como podía parecer.
Los que más sufren son los creadores de su contenido. Se está viviendo una auténtica purga: series que desaparecen pocos días después de la primera temporada, películas que nunca llegan a ver la luz, producciones que llegan a otros países con dos temporadas menos… Las plataformas no quieren arriesgarse, buscan productos que sean rentables lo antes posible y no les suponga mucha inversión. Y la animación para adultos implica un gran riesgo.
Los adultos también disfrutan de la animación
La animación siempre se ha considerado un producto infantil. El concepto de animación para adultos no apareció hasta los 90, con Beavis and Butthead. Era una serie violenta, muy “macarra” y políticamente incorrecta. Llegó a prohibirse en algunos lugares por padres temerosos de que se repitieran sus comportamientos y actitudes.
El boom vendría durante la década de los 2000, cuando los canales de pago ganaron popularidad. Estos no tenían que someterse a las leyes de horarios infantiles, lo que permitió que los contenidos tradicionalmente nocturnos se emitiesen a todas horas del día. Promovió la animación para adultos.
Era la época de Los Simpson, Padre de Familia, American Dad!… Estas series comparten las mismas características que Beavis and Butthead: lenguaje obsceno, escasa censura, humor negro, violencia explícita y un estilo de dibujo simple y poco destacable. Se diferenciaban así de la animación infantil que, evidentemente, no contenía ninguna de ellas.
No obstante, en estos años, empezaron a surgir series animadas que trataban de aportar una trama más profunda. Rick y Morty, pese a compartir las características anteriormente mencionadas, incluyó cierto dramatismo en su serie a través de los problemas familiares. Y Bojack Horseman -la cual salió un poco después- trató temas como la depresión y la ansiedad, lo que la llevó a ganar varios premios y hacerse muy conocida dentro del mundo de la animación.
Recientemente, son muchas las series de animación que han buscado romper con la típica comedia. Un ejemplo es Arcane -basada en el videojuego League of Legends– que cuenta con una historia sin tintes cómicos, en la que se tratan temas políticos y psicológicos de gran envergadura. Además, su estética es muy diferente a la de las series mencionadas, puesto que se trata de un estilo muy detallado y rompedor. También está La leyenda de Vox Machina, que presenta un mundo fantástico y una aventura que recuerda al juego de rol Dragones y Mazmorras. Su animación es más simple, pero es muy expresiva.

Estos son algunos de los ejemplos que se pueden encontrar en Occidente. Pero hay un continente que le lleva años de experiencia en lo que a animación para adultos se refiere: Asia, sobre todo Japón.
El anime rompe fronteras
La industria de la animación japonesa es una de las más potentes a nivel mundial. No solo triunfa en su país, sino que su influencia se ha extendido por todo el mundo. Y, pese a que muchas de sus series están dirigidas a un público infantil, la gran mayoría están planeadas para los adultos jóvenes.
Muchos de los animes del siglo XX marcaron tendencia y se consideran auténticos clásicos de la animación. Ahí encontramos obras como Evangelion, donde unos niños deben montarse en robots y combatir criaturas místicas para proteger a la humanidad. Una serie cuyo creador empleó para plasmar sus problemas de depresión, lo que dejó un mensaje íntimo e introspectivo que muchos fans siguen sin lograr comprender hoy en día. También está Slam Dunk, una serie de baloncesto universitario en la que se explora la mentalidad que rodea al deporte. O Cowboy Bebop, donde unos cazarrecompensas espaciales viajan por el universo tratando de ganarse la vida y huir de un cruel pasado.
A partir de la década de los 2000, el mercado se expandió todavía más: Death Note, Fullmetal Alchemist, Violet Evergarden, Shingeki no Kyojin, Hunter x Hunter, Your Lie in April, Jojo’s Bizarre Adventure, Haikyuu, Nana, Spy x Family, Parasyte, Monster… Series con mayores o menores similitudes, donde se puede encontrar tanto comedia como drama, misterio, terror…

Los cuatro pilares de la comedia de animación adulta occidental —violencia, sexo, adicciones y humor negro— aparecerán o no según el tipo de historia que se cuente. Las tramas y los mensajes que transmite la serie distan mucho unos de otros. Además, su estilo de dibujo es más expresivo.
No es de extrañar que tenga tanto tirón entre los millennials y la Generación Z: descubrieron historias acordes a su edad con una animación llamativa justo cuando Disney se les empezaba a quedar pequeño. Por no hablar de que muchos ya estarían acostumbrados a los guiones japoneses, dado que algunos animes populares como Naruto o One Piece se emitieron también en canales infantiles.
Esto genera una pregunta: ¿de verdad tiene que haber tanta diferencia entre animación infantil y adulta? Si animes dirigidos a adultos fueron también disfrutados por niños occidentales, ¿realmente es imposible apuntar a más de un grupo de edad?
Para todos los públicos
En la clasificación por edades, se dice que las series infantiles son “para todos los públicos”. ¿De verdad es la mejor terminología? Este producto está dirigido única y exclusivamente a los más pequeños, no a sus hermanos mayores o a sus padres.
Una decisión lógica de cara al mercado, es más sencillo situar el contenido que tiene un público objetivo que uno con carácter más generalista. Pero, en esta última década, una nueva generación de animadores cree que es posible enganchar a toda la familia. Y los resultados les dan la razón.
La línea entre animación infantil y juvenil es cada vez más difusa. Series como Hora de Aventuras e Historias Corrientes se emitieron en canales y horarios infantiles, pero recibieron mucha audiencia de parte de mayores de 15 años. Basta con una rápida búsqueda en YouTube del último episodio de Hora de Aventuras para ver el éxito que tuvo esta serie en los adultos jóvenes.
Lo mismo ocurrió con la serie Gravity Falls, de Disney. Su continuidad, misterios y humor particular engancharon a grandes y pequeños. Prueba de ello es la Cypherhunt, una búsqueda del tesoro que se llevó a cabo para celebrar el final de la serie. Debido a que los puzles estaban repartidos por el mundo, los fans compartían las pistas que encontraban por redes sociales. Casi todos los hallazgos vinieron de parte de los adultos. Tal fue el éxito de Gravity Falls, que el nombre de su creador —Alex Hirsch— se ha convertido en sinónimo de calidad entre los fans de la animación.
Pero si hay un colectivo que disfruta especialmente este tipo de animación, se trata de las personas LGTB+. Las series infantiles cada vez se abren más a la posibilidad de incluir diversidad y representación de estas minorías. Una actitud muy diferente a la de hace unos pocos años, cuando esta era activamente perseguida y censurada. El colectivo puede verse reflejado en personajes que no existían en su infancia.
De ahí viene parte de la popularidad de She-ra y las Princesas del Poder, Anfibilandia, Casa Búho o Steven Universe. Series que no solo ofrecen una historia interesante para todo tipo de demografías, sino también una representación natural y realista de diferentes sexualidades e identidades.

Es un formato con mucho potencial, pero tiene muchos baches en su camino. La animación para todos los públicos sigue enfrentándose a la censura. Tanto Anfibilandia como Steven Universe tuvieron problemas con sus respectivas productoras por escenas que consideraban inapropiadas para un público infantil. Y Casa Búho fue acortada tras su primera temporada, ya que Disney no pensó que fuera a tener mucho éxito.
Toda serie animada corre el riesgo de desaparecer. Fue el caso de Infinity Train. Tras cuatro temporadas que enamoraron a sus fans, HBO canceló su continuación y borró la serie de su plataforma. Lo mismo ocurrió con Final Space. Su creador, Olan Rogers, se lamentaba por redes sociales de cómo el proyecto de su vida desaparecía progresivamente sin que él pudiera hacer nada. Mientras se persiga el éxito inmediato y se evite el riesgo, la animación no estabilizará su vuelo.