Papicha, sueños de libertad

Dirigida por: Mounia Meddour.
Elenco: Marwan Zeghbib, Lyna Khoudri, Shirine Boutella, Amira Hilda Douaouda.
Sinopsis: Argelia, años 90. Nedjma, de 18 años, estudiante alojada en la ciudad universitaria de Argel, sueña con convertirse en estilista y se niega a que los trágicos sucesos de la guerra civil argelina le impidan llevar una vida normal y salir por la noche con su amiga Wassila.

Daniel Calavera//

Hay una clase de cine que se mueve más por lo que sus intérpretes son capaces de crear desde su fondo en cada escena, dando sentido a la forma, que a una estudiada estructura de planificación por parte de su director. Sin infravalorar la labor, más que obvia e imprescindible del autor en la escena, se nota que la cámara, en ocasiones, deja espacio a los actores para sentir texto, y transmitir así al corazón del espectador, con más fuerza, la imagen y su poder. Un ejemplo de este efecto, que bien podría llamarse un seguimiento más férreo técnica y narrativamente de línea a la Nouvelle Vague, ocupa la crítica a 40 grados de hoy. Pues este multi-premiado film que nos llega desde Argelia, tiene más de la vertiente europea a la francesa de lo que cabría esperar. Y se agradece, inevitablemente.

Si este film hubiese tenido una coproducción americana, y si esta hubiese participado en el guion para, precisamente, «americanizarla», publicitándola como una «feel good movie» más, estaríamos hablando ahora mismo de una de las películas del año. Afortunadamente, no es el caso. Habría funcionado como reclamo publicitario, convirtiéndola en una camiseta que se vendería como la mascarilla de colores chillones de moda esta temporada, y no habría funcionado como lo que realmente es: Una de las películas del año por derecho propio, valiente y radical en fondo, un fondo con más miga de lo que aparenta, pues va más allá el relato que el fuerte alegato de libertad que lleva consigo.

Con el pretexto de la frágil y preocupante situación de la mujer en los países árabes, ofrece la directora Mounia Meddour algo mucho más potente que un simple y gratuito film que busca el aplauso fácil o la empatía progresista, haciendo que desde el comienzo acompañemos a sus personajes de una forma sincera en una historia, si, de clásica estructura e, incluso podríamos decir sencilla solución que desmejora la veracidad del conjunto, pero que consigue que nuestro aplauso sea tan sincero como la mayor mueca de satisfacción al terminar el film, al igual que sus cotidianos y necesarios golpes de comedia dentro de todo el sobrecogedor drama, o las pinceladas de tensión en su thriller religioso.

A través de ese desfile de moda con el que su protagonista pretende mover montañas, a través de sus colores, tejidos y estilismo, el arte de su heroína, encuentra en su propuesta más visual su principal aliado para con el espectador, pues la metáfora no sólo llega, si no que conmueve y se queda donde debe, en la opinión directa de estar ante una de las mejores películas, posiblemente, de este accidentado 2020.

Un inteligente uso de la cámara y unas más que dignas interpretaciones cierran un vestido de libre elección premiado justamente en Cannes, Valladolid y en los César del cine francés, haciendo que la fe por un cine dramático sin artificios sea posible más allá de la escondida, casi avergonzada en ocasiones, firma de autor. Autora en este caso, una autora que dará mucho más de si, como siempre e independientemente de su género, si el mundo, y su mundo sobre todo, se lo permite.

  • Conclusión: Uno de los mejores títulos que podéis descubrir en el cine este año.
  • A destacar: El poso de proeza y justicia que la acompaña.
  • No destaca: Su quizá, arrollado por los cánones a seguir para la venta de entradas, algo
    accidentado tercer acto. Sin embargo, aunque sí puede citarse, no es remarcable a la hora
    de recordarla, ni mucho menos.

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