Las dos caras de Luanda

Texto: Paula Orrite. Fotografías: Julio Marín Álvarez//

La exposición Realidades de Angola: Crónicas de la ciudad más cara del mundo fue presentada el pasado 18 de enero de la mano de sus dos autoras, Sandra Lario y Ana Baquerizo, en compañía de la fotodocumentalista María Torres Solanot. Las periodistas zaragozanas recopilan las realidades de la capital angoleña en 45 fotografías y 18 textos que podrán verse en la Casa de las Culturas hasta el 2 de febrero. Una exhibición de retratos humanos a  la que es preciso acercarse con la mente abierta y sin prejuicios.

Kimbita tiene 32 años, reside en Luanda y vende bolsitas de agua en la zona de Los Congoleses desde que tiene 10 años. Practica la denominada “zunga” o venta ambulante, una actividad que permite la subsistencia de muchas familias en Angola y que es realizada casi en exclusiva por mujeres. La labor no está exenta de riesgos: las “zungueiras” se encuentran expuestas a las continuas agresiones de la policía y en ocasiones tienen que huir con sus hijos a cuestas. A algunas, a veces, las matan. Kimbita representa a muchas mujeres angoleñas que sufren las mismas condiciones y comparten el mismo modo de vida. Es el rostro de una exposición que trae a Zaragoza la voz de una ciudad africana desde las historias de su población más silenciada.

Las autoras piden que nos desentendamos de los estereotipos que ligan a África con la idea de un continente pobre. Una petición razonable teniendo en cuenta que Luanda es, por encima de todo, una ciudad de contrastes. La capital angoleña, con calles sin asfaltar y hogares sin agua corriente, es la ciudad más cara del mundo, y la exposición se encarga de presentar esas dos vertientes enfrentadas: el paseo marítimo del Marginal, con sus lujosos rascacielos, muestra la cara más rica de la capital y la primera que sale en los motores de búsqueda. Solo hay que bajar la mirada para encontrarse con la imagen opuesta: asentamientos periféricos, como el municipio de Cazenga, acogen viviendas que ni siquiera disponen de un saneamiento básico.

Fotos Expo Angola _ julio marín (5)

Las portavoces de Angola

Aunque la desigualdad de la capital, la educación o las condiciones laborales son temas explorados en esta exhibición, el verdadero objetivo de las periodistas fue centrarse en las historias de los colectivos vulnerables. Historias como la de Josefa, una taxista que pertenece a un gremio fundamentalmente masculino; o la de Samira, una mujer transexual que cursa Psicología y trabaja para prevenir el VIH. Estrudes llegó a Luanda a los 18 años huyendo de la guerra y al cuidado de sus hermanos pequeños. Era analfabeta y ahora se encarga de enseñar a otras mujeres. A Ana le diagnosticaron tensión ocular a los 20 años, no pudo pagar su tratamiento y quedó ciega. A día de hoy trabaja como profesora en la universidad. Las periodistas ponen nombre y apellido a todas estas mujeres y visibilizan sus historias para convertirlas en las “protagonistas y portavoces de una sociedad que las relega a un segundo plano”.

En su intento por darles realmente la voz, las Sandra Lario y Ana Baquerizo reprodujeron un vídeo de la angoleña Laurinda Gouveia, activista del grupo 15 + 2. Laurinda y Rosa son las únicas mujeres de un colectivo que aboga por los derechos humanos y fue condenado en 2016 por “actos preparatorios de rebeldía”. Pero nada puede frenar su causa y si Rosa no acude a las recientes manifestaciones es solo porque acaba de tener un hijo y no puede “correr delante de la policía”. Las dos mujeres simbolizan las férreas protestas contra un Gobierno que reprime esta clase de movimientos sociales. Un ambiente de incertidumbre que cobró mayor relevancia porque agosto quedó enmarcado por la elección del presidente del país. Las periodistas, que residieron en Luanda durante julio y agosto del año pasado, vivieron de cerca unas elecciones históricas.

Fotos Expo Angola _ julio marín (6)

Las elecciones de un cambio incierto

Después de 38 años en el cargo, José Eduardo Dos Santos no se presentó a una nueva reelección y nombró como sucesor de su partido a João Lourenço, candidato finalmente electo y actual presidente de Angola. La gente acudió a votar con su carné de elector -no hay necesidad del carné de identidad porque mucha gente no está inscrita- y mojaron su índice en una tinta indeleble para evitar que votaran más de dos veces. Una jornada electoral caracterizada por la tensión, las ganas del cambio y el recelo al proceso. El director del centro que otorgaba las acreditaciones a la prensa, António Mascarenhas, advirtió a las periodistas de que no podía garantizar su protección si eran hostiles al sistema electoral. Como las elecciones, la propia exposición refleja esa dicotomía entre las ganas de modificaciones y el miedo a revivir un conflicto similar al de la pasada Guerra civil, la más larga que ha vivido África.

Pero mientras tanto, Luanda sigue haciendo su vida. La cotidianidad está presente en elementos que ya forman parte indeleble de la ciudad, como en los “candogueiros”, las furgonetas privadas que actúan como taxis colectivos y son un medio de transporte habitual en Luanda. Incluso en la conpraventa callejera, que se transforma en un entorno de sororidad cuando las “zungueiras” se defienden y se apoyan unas a otras. También en la tradicional peregrinación al Santuario de Nuestra Señora de Muxima, que reúne durante unos días a un millón de fieles cantando, bailando y rezando. Este trabajo ha quedado definido, en palabras de María Torres, como la representación del “valor del periodismo independiente, el valor y el arrojo que [las periodistas] han tenido”. Un trabajo que configura la realidad de Luanda: un lugar donde el control y el inmovilismo estatal se oponen a la gente corriente que trata de cambiar el mundo.

Fotos Expo Angola _ julio marín (4)

Es la práctica de un oficio que siempre ha tenido por mantra “ir, ver, volver y contar”.  Y para ver lo que nos tratan de contar en esta exposición hay que descartar ideas preconcebidas y pararnos a escuchar: abrir los ojos y el corazón a lo que ven, piensan y sienten las personas del lugar. Una sucesión de historias de superación que descubren una ciudad desconocida en Europa, que intentan romper estereotipos de África como un continente pobre para “valorar las historias humanas y para revisarnos la mirada”, dice Baquerizo. Un ejercicio de periodismo que trata de hacernos llegar historias que se asemejan a otra realidad.

Decía el poeta francés Paul Éluard “hay otros mundos, pero están en este”. Luanda es otro mundo, pero está en este.

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