La pólvora de Leiva sigue encendida
Héctor Pérez//
Leiva está de vuelta. Tras la publicación de Diciembre, su primer trabajo, el madrileño se consolida en solitario con Pólvora, un álbum sorprendente en el que resurge de sus cenizas e invita a detenerse en él a propios y ajenos.
El reloj se paró un 30 de septiembre del año 2011, y todavía muchos lo recuerdan como un día negro para la música y para la misma industria. Pereza, formado por Leiva y Rubén Pozo, anunciaba una separación amistosa, aunque igual de dolorosa para sus incondicionales. Atrás dejaban canciones que han marcado a una generación adolescente y no tan adolescente, las mismas que fueron testigo del primer beso de tantos y tantas. A esto le siguieron páginas y más páginas en revistas musicales sobre todo tipo de especulaciones, pero lo cierto era que el motivo, como todo en la vida, era la necesidad de evolucionar individualmente. Era hora de embarcarse en nuevos proyectos musicales por separado en busca del éxito que tantas veces habían saboreado juntos. ¿Y quién mejor que Leiva para conseguirlo?
Como ocurre ante cualquier cambio, la incertidumbre se alojó no solo en la cabeza del público, sino también en la de los magnates de las compañías discográficas de los que hasta entonces habían sido producto.
Diciembre, el primer disco en solitario del madrileño Leiva tras la separación de Pereza, llegó como ese desconocido que se sienta al lado en el autobús. Próximo en distancia pero lejano en lo personal. Algo curioso para el oído, ya que fue grabado y producido en su totalidad por el propio Leiva, desde las baterías hasta las guitarras, pasando por los bajos, los coros y las voces (de aquí la imagen que se tiene de él como “músico total”). Pero, una vez roto el hielo, todo fluye. La acogida, pasados los primeros días, fue mayor de la esperada, y el miedo pasó como la nube negra que amenaza pero no descarga la lluvia que lleva dentro. A pesar de todo, el proceso de evolución solo acababa de comenzar, los propios temas del CD así lo reflejaban: lo mejor estaba por llegar.
Si el 30 de septiembre de 2011 fue una fecha negra, el 27 de enero de 2014 podría interpretarse como la fecha del resurgir de Leiva. Nacía Pólvora, su segundo y último disco hasta el momento en solitario bajo el sello de Sony Music Entertainment. Y se publicó dando respuesta a muchas preguntas que hasta entonces y tras Diciembre estaban sin resolver. La metamorfosis había encontrado su punto culminante. Tan sorprendente era lo que acababa de conseguir que en el programa Abierto hasta las 2 de RNE, el propio Joaquín Sabina entró en directo por teléfono para felicitarle y confesarle su amor eterno, musicalmente hablando. Detalles así provocaron que incluso el oyente más ajeno a su estilo y persona se interesase por “ese nuevo disco del que todo el mundo habla”, a pesar de no haber contado con una promoción radiofónica todo lo amplia que este tipo de lanzamientos acostumbran a recibir.
Pólvora habla, por fin, de ese chico de barrio sencillo pero pintoresco, flaco, tímido y amante del rock and roll que es Leiva y del que no hablaban sus anteriores discos con Pereza. Esa misma sensación que se tiene cuando descubres todo el potencial que lleva dentro una persona que creías conocer de toda la vida. Toda una revelación para los oídos inquietos en busca de nuevos o viejos talentos. En pocas palabras: estamos ante un trabajo discográfico con una amplia capacidad (muy trabajada) para sorprender a propios y ajenos. Y para extraer estas conclusiones solo hay que acudir a los que participaron en la producción del disco para darse cuenta. Que alguien como Carlos Raya, guitarrista y productor consagrado en el Olimpo gracias a su implicación en los trabajos de artistas como Antonio Vega o Fito, haya estado al mando a lo largo de todo el proceso de grabación, es una carta de presentación difícil de ignorar incluso para los más sesudos del sector.
Trece temas. Trece canciones en las que Leiva cuenta mucho más de sí mismo de lo que nunca antes había hecho. Es un disco completo, incluso podría decirse que es circular, ya que cierra un proceso que empezó con su anterior trabajo. Circular por su estructura y su temática, también muy variada. Terriblemente cruel, el primer sencillo y adelanto del álbum que cayó sobre los inquietos fans como agua de mayo, ya desvelaba sus intenciones: un disco fácil de digerir, completo y comercial, vestido de rock pero con complementos del pop, esa combinación perfecta que todo músico gestado en los garajes durante los 90´s persigue.
Si algo destaca como novedoso respecto a sus anteriores proyectos es la presencia en casi todos los temas de una sección de viento compuesta por trompeta y saxofón que brilla por sí misma y que le diferencia del resto de artistas rock/pop, sencilla y a su vez elegante. Se trata de una muestra más de la búsqueda realizada por Leiva para encontrarse a sí mismo en una colección de temas muy personales con los que ha conseguido lo más difícil: que sea algo novedoso sin perder su toque personal ya conocido por el público. Sutileza, sencillez y letras auténticas son algunos de los rasgos que más lo representan. Todo un amplio abanico de contrastes, colores y sonidos se hace presente en Pólvora.
El paso hacia adelante se hace evidente en temas como Francesita o Vértigo, introduciendo elementos minimalistas, como las pequeñas apariciones de los teclados, que producen un efecto de intimidad inmediato en el que escucha. Atrás queda ya el tipo duro y a su vez adolescente del que hablaban las canciones de Pereza. Pólvora se asemeja en gran medida a un diario de viaje en el que el protagonista va pasando por varias fases y emociones, tal y como se refleja en el orden de reproducción de los propios temas (Cerca, Ciencia Ficción, Palomas o Afuera en la ciudad). Esto saca a relucir la faceta de chico sensible que todo tipo duro guarda dentro. Los cantantes, canción que abre el disco y todos los conciertos de la gira, es un homenaje muy personal a todos aquellos artistas, ya sean callejeros o reputados, que se dedican a la música y al modo de vida que los caracteriza, tal y como se aprecia en algunos versos de este tema:
“Los ídolos del parque,
los dandis y poetas de bar.
Que no mueran nunca los cantantes,
deja que sea”
A pesar de que Leiva siempre sea, probablemente, ese desconocido que conocemos de toda la vida, la esencia nunca muere. Y eso ocurre precisamente gracias a que sus músicos de toda la vida le siguen acompañando en esta nueva aventura, lo que acentúa ese efecto de familia que Leiva siempre intenta crear a su arededor. Como ya hemos dicho antes, uno de los elementos más destacables y novedosos del álbum es la variedad en su producción, a pesar de que la presencia de guitarras eléctricas es un hecho casi constante. Se aprecia una maduración en las formas y los contenidos.
Ha roto muchos moldes de la industria musical, como es el hecho de introducir en el disco un tema interpretado únicamente con una sola guitarra, sin elementos adicionales. Sin trampa ni cartón. Leiva ha arriesgado, y el riesgo bien llevado tiene su premio. No solo se ha destapado gracias a Pólvora como el músico soberbio que siempre fue, sino que ha explotado una faceta de arreglista en la co-producción desconocida hasta el momento.
El guiño a los sonidos clásicos es constante, tal y como se puede apreciar en el uso del hammond a cargo del ya célebre César Pop en casi todo el disco y especialmente en canciones como Cerca.
Se sabe que estamos ante un muy buen trabajo discográfico cuando se llega a la última canción y no importaría volver a escuchar el disco otra vez desde el principio, y eso es exactamente lo que ocurre con este álbum.
DLa respuesta es difícil. Bien es cierto que no se trata de dos polos opuestos, pero en el momento en el que el público objetivo cambia en mayor o menor medida, siempre se esperan modificaciones, sobre todo en las listas de ventas, el mejor reflejo de la realidad discográfica en cualquier esfera. Según éstas, la edad de su público ha aumentado en 2 ó 3 años, dejando de ser el perfil adolescente que se buscaba con Pereza. Pero cuando un artista te toca, siempre habrá una parte de ti que seguirá con él, por lo que Leiva ha arrastrado buena parte del público que ya vibró con los temas de Pereza. Sony Music, consciente del importante cambio que se avecinaba en este aspecto con el inicio de la carrera de Leiva en solitario, ha realizado una serie de movimientos muy hábiles para adaptar el nuevo producto al mercado, con resultados, como vemos, muy positivos.
Pólvora es el último hijo del Leiva que se crió escuchando a los grandes del rock, un equilibro especial entre la lírica de suburbio y el pentagrama perfecto, entre lo desaliñado y lo más formal, del rock y el pop a partes iguales, un buen motivo para seguir llenando estadios mientras continúa, a pesar de que acaba de llegar, haciendo escala en nuestra memoria.