Maléfica: una lectura feminista de un clásico de Disney
Texto: Lara Martínez, Gema Cocián e Inés Aguerri//
Maléfica es quizá una de las villanas más famosas de la historia. De la bruja de la rueca de La bella durmiente a la malvada desalada de Maléfica hay una evolución radical. Con perspectiva de género y desde la crítica feminista analizamos este giro narrativo y nueva subjetividad de la película de Disney. Desde el amor hasta la ira, desde la violación hasta la sororidad. El filme se tiñe de una perspectiva feminista nunca antes vista en el cine Disney.
Los clásicos de Walt Disney son un ejemplo claro de la existencia del llamado “malo de la película”, que también se muestra en multitud de filmes como “mala de la película”. En 2014, esta compañía decidió darle la vuelta al estereotipo y contar la historia personal de Maléfica, una de las villanas más reconocidas y antagonista de Aurora en La bella durmiente.
Con la película homónima a su protagonista, se da a conocer el pasado del personaje y se muestran sus dos caras. Su yin y su yan. Todo cambia y Maléfica es, en un mismo largometraje, la buena y la mala. Como explica Noel Ceballos en la revista GQ, “la evolución del personaje es singular: ha pasado de ser un arquetipo esencialmente desagradable a icono feminista”.
Pero, ¿qué estereotipos representa ahora Maléfica? ¿Qué papel cumple como mujer ante una sociedad como la nuestra?

Sumisión ante el amor romántico
Al inicio, el filme cuenta la niñez de Maléfica. El arquetipo de niña buena y adorable se une al de líder respetable. Ella es un hada muy querida por los habitantes del reino de las ciénagas, donde todos conocen su poder. La estética de tez redonda y pelo rubio representan la dulzura que se irá difuminando conforme su corazón sufra la traición del amor, lo que ella considerará, en algún momento, amor verdadero.
A pesar de ser un hada, su vestimenta oscura nos adelanta lo que ocurrirá después. Más adelante, siendo ya adulta, se percibe un cambio en la estética general, tanto de la protagonista como de las ciénagas.
Como expone Josebe Iturrioz en Vírgenes catódicas, putas recalcitrantes (Txalaparta, 2015), “la mayoría de las mujeres está programada para amar a su enemigo con herramientas como el amor romántico. El cuerpo socializado como mujer se define en dar todo por amor aunque esta corra peligro”. La sumisión ante el hombre y el amor romántico son algunos de los estereotipos presentes en esta película. Maléfica está dispuesta a confiar en Stefan y a construir con él un amor idílico, ese que se supone que perdona todo y es para toda la vida. El esperado amor romántico desaparece de la película cuando Maléfica, traicionada por Stefan, deja de creer.
Sin alas ni libertad
Una de las escenas más simbólicas de la película ocurre cuando Stefan le corta las alas a Maléfica. Haciéndole creer que continúa enamorado de ella, aprovecha su confianza para drogarla y, cuando está indefensa e inconsciente, la traiciona arrebatándole la parte más preciada de su cuerpo. Esta escena se entiende como metáfora de la violación que muchas mujeres han sufrido a lo largo de la historia, y que sigue tan presente en la actualidad. Esto recuerda a muchos casos reales y conocidos de violación como el de “La Manada” y tantos otros desconocidos. Vivimos en una sociedad impregnada por la cultura de la violación en la que la violencia patriarcal es una constante.
Esta cultura identifica al violador en dos extremos muy distintos: lo vemos como un monstruo trastornado o como una persona corriente con un motivo para hacer daño. La evolución de Stefan como agresor pasa por una persona que actúa movido por la ambición y la ira en un momento concreto, hasta llegar a ser una persona corrompida por el poder y la locura.
“Cortar las alas” es sinónimo de violación y opresión. A lo largo de la historia tantas mujeres han sentido que tenían que esconderse, que no podían expresar sus sentimientos o mostrar su trabajo… Maléfica es el reflejo de todas nosotras. Durante toda la película habla con nostalgia de sus alas, pero lo que realmente representan es su libertad. “Yo tuve alas una vez. Me las robaron. Tan grandes que se arrastraban cuando caminaba. Y eran fuertes. Podían llevarme sobre las nubes y contra el viento. Y nunca fallaron. Ni una sola vez. Podía confiar en ellas”, le explica el hada a la princesa Aurora.

Con derecho a ser mala
La violación desencadena el mundo oscuro y la maldad de Maléfica que ya conocíamos gracias al cuento original. La protagonista adquiere las típicas características de los villanos Disney: traje negro, risa malvada, oscuridad allá por donde pasa, animal fiel de compañía… Además, según explica Vicente Monleón en “El malo de la película – Estudio de las principales figuras malvadas en la colección cinematográfica clásicos Disney” (1937-2016): “en cuanto a su personalidad, el villano debe ser mezquino, despiadado, vengador, egoísta, envidioso… debe reunir las características esenciales del concepto de mal. El villano se siente bien haciendo el mal, por esa razón es un villano”.
La mujer malvada se percibe en la sociedad como una manzana envenenada: un producto que emerge de un impulso, por un sentimiento de despecho o como un estado de ira pasajero. En Maléfica se intenta justificar la maldad de la protagonista dando a entender que su actitud está relacionada con la falta de cariño y la venganza. En realidad, ella actúa con maldad porque le han quitado una parte de sí misma, la han humillado y violado. Quizá en nuestra sociedad Maléfica habría decidido disimular sus sentimientos para cumplir con el papel de mujer tranquila y sufridora. Sin embargo, la película opta por demostrar que las mujeres también tenemos derecho a ser malas, lo que se refleja también en la estética del filme.
En muchas otras películas de los últimos años como El Joker o Escuadrón Suicida han profundizado en la psicología del villano. En el pasado, el villano era un antagonista sin sentimientos del cual no conocíamos la personalidad ni los antecedentes. Hoy en día, está mucho más generalizado el hecho de mostrar la psiquis del villano y la razón de su maldad. Esto nos ayuda en pleno siglo XXI a entender que no hay malos y buenos completos, que se trata de estereotipos y que incluso los malísimos tienen su porqué y su corazón roto.
Sororidad como lucha feminista
La película termina con un tinte feminista. Muestra una relación entre dos mujeres, Aurora y Maléfica, que se apoyan, se respetan y se quieren. La sororidad se hace protagonista cuando Maléfica se enfrenta con Stefan tras muchos años aislada. En esta lucha, Aurora es la encargada de devolverle las alas a Maléfica y juntas consiguen la libertad de las ciénagas.
Cuando Maléfica vuelve a tener sus alas, regresa a ella la libertad que Stefan le había arrebatado. Este final es un ejemplo de que la colaboración entre nosotras puede ayudar a que consigamos ser libres y construirnos a nosotras mismas. El perdón también es parte de esa sororidad que se muestra cuando Maléfica explica a Aurora todo el mal que le ha hecho: “No pediré que me perdones porque lo que te he hecho es imperdonable. Estaba tan perdida entre el odio y la venganza. Dulce Aurora te robaste lo que quedaba de mi corazón. Ahora te perdí para siempre. Juro que nadie te lastimará mientras yo viva. Y no pasará un solo día en el que no extrañe tu sonrisa.”
Más allá de la villana, Maléfica es una figura que representa a las mujeres. A todas las que se han sentido oprimidas, a las que han demostrado su valentía, a las que han luchado por una causa o, a las que se han atrevido a ser ellas mismas sin tener en cuenta lo que la sociedad esperaba de ellas.

Maléfica abrió un camino en la industria cinematográfica al dar una perspectiva novedosa que permite una lectura feminista de esta película de Disney. El amor romántico ya no es el eje central, y una mujer es la protagonista sin depender de otros personajes. La sororidad o el derecho a la maldad son algunas de las pinceladas feministas de la película. La mujer deja en parte de ser un sueño y adquiere algunos tintes reales.