Michael Nyman Band, cruzando las fronteras de la música
Texto en castellano e inglés||
Texto: Gloria Serrano. Edición de la versión en inglés: Patrick Maloney//
Es la tarde del domingo y están por comenzar, así que algunos de ellos aprovechan los minutos restantes para tomarse una caña en el bar de la esquina. Se muestran agradables, sencillos, bromistas. Parecen estar habituados al escenario, a ese “mecanismo” —como él lo llama— que no deja de asombrarlo, de estremecerlo. Al interior de la Sala Sinfónica del Auditorio Nacional sus instrumentos sonarán olímpicos, a una gesta muy al estilo de la Gran Guerra, en ocasiones como el humor negro de Peter Greenaway. Son cuatro cuerdas, seis metales, un bajo eléctrico y, por supuesto, un piano. Son tres mujeres, nueve hombres, doce músicos en total.
La gente: concentrada, dispuesta, en modo de escucha. Por ahora, totalmente “analógica”. Entonces los violines llevan el dramatismo al límite: duelen, lastiman y perseveran en cada nota. Cada pieza es una oda a la acción que remite a una hazaña épica, a un acontecimiento en curso, en progreso, “in motion”, algo que está sucediendo: Miguel Ángel pintando la Capilla Sixtina, Norman Foster dibujando Trafalgar Square, la Masa Crítica ciclista avanzando. Aquí, en España, bien podría ser la música perfecta para acompañar la lucha de las plataformas de afectados por la hipoteca (PAH), o el referéndum catalán con sus derivas actuales, o la marejada de tweets fervientes a favor o en contra de lo que sea; en fin, esta búsqueda de sentido en un mundo digitalizado que parece no tenerlo.

Resistencia, avance, retroceso. Una batalla ganada, otra perdida. El ánimo de seguir, la adrenalina, el afán de no rendirse. Aquí seguimos y vamos hacia adelante, a por más, a por todo. Se trata de pulsaciones constantes, variaciones ínfimas y graduales. Una reiteración, minimalismo musical. Emoción pura que retrasa el silencio. En contraste, él al piano es otra cosa: comprensión, templanza, aislamiento. Los momentos de calma que todos necesitamos para respirar y sopesar la vida. El lado más humano y conmovedor del músico inglés que compuso la banda sonora de The Piano (1993), el amigo de Rossy de Palma, el hombre de traje negro y calcetines rojos. El director: Michael Nyman.
Vino a Madrid a celebrar el cuarenta aniversario de una banda cuyos sonidos transmiten la creatividad de un alquimista contemporáneo que no cesa sus búsquedas y en el camino hace ciencia; un corazón y una mente receptivos, capaces de concebir una estética tan particular como seductora que solo podría relatarse con una palabra: belleza. Escritor, musicólogo, documentalista y fotógrafo, Nyman dirige a su tripulación cual capitán de barco, con la serenidad que brinda la experiencia de haber cruzado muchos mares, con la mirada profunda de quien no solo entiende el arte, sino la cultura, la sociedad, su propio tiempo. Nuestra travesía.
A propósito de trayectos, Hypólito Taine —el filósofo francés— solía decir que “se viaja para cambiar, no de lugar sino de ideas”. Quizás por la misma razón es que Nyman sigue componiendo y nos convida sus exploraciones. Quizás por la misma razón es que uno asiste a un concierto como este: para superar nuestras barreras, las más personales e internas.

Versión en inglés
It’s Sunday evening and as they are soon to start, some of them are spending a few minutes to drink a beer in a local bar. Friendly, uncomplicated, and good humored they seem used to the stage. Used to “the mechanism” —as he calls it— which still surprises and touches him. Inside the Symphony Hall at the National Auditorium the instruments will sound Olympic, martial as the Great War, sometimes as the black humor of Peter Greenaway. They are four strings, six brasses, one electronic bass and of course, the piano.
They are just three women and nine men, twelve musicians in all. The audience focused, willing and ready to listen is —by now— completely “analogical”. Then, the violins carry drama to the extreme as their crying hurts and perseveres with every note. Each piece is an ode to an action which takes us to an epic battle, an under-construction event, something in progress, in motion just happening: Michelangelo painting the Sistine Chapel or Norman Foster drawing Trafalgar Square, or the Critical Mass moving forward.
Here in Spain it might well be the perfect music for the pairing of the platform for people affected by mortgages (PAH), the Catalonian’s bid for independence, the search for meaning in the digital world which seems to have no sense with its constant swirl of passionate tweets for and against.
A combat won, another lost. Resistance, advance, retreat and the constant desire to get on with the effort, the arduous task and the quest for the never ending.
Here we are pulling forward, going for more, for everything. A style that includes a steady pulse with a gradual transformation. It is a reiteration, minimal music, pure emotion that slows silence. At the piano he is another matter. Understanding, temperance and solitude; the moments of calm, that privileged intimacy when we take some air to renew our thinking. This is the most human and moving side of the English musician who composed the soundtrack for The Piano (1993), Rossy de Palma’s friend, the man in the dark suit with red socks: Michael Nyman, the director.
He came to Madrid to celebrate the 40th anniversary of the band whose sound transmits his creative contemporary alchemy which never stops searching as he makes science on the way. His receptive heart and mind conceive an aesthetic so particular and seductive as can only be described in one word, beauty. As a librettist, composer, documentary film maker and photographer, Nyman leads his crew with the serenity of an experienced sea captain. He guides with the in depth look for those who do not only understand art, but culture and the society of their own time. The journey of humankind.
The French philosopher, Hippolyte Taine wrote: “We travel to change, not of place but ideas”. Maybe this is the reason Nyman keeps composing and sharing his scans. It is the same reason some people attend a concert like this, to go beyond their most inner and personal limits.
Michael Nyman Band
Gaby Lester violin
Ian Humphries violin
Kate Musker viola
Tony Hinniganviolonchelo / cello
Dave Roachsaxos / saxophone
Simon Haramsaxos / saxophone
Andy Findonsaxobarítono y piccolo / baritone saxophone and piccolo
Toby Colestrompeta / trumpet
Paul Gardhamtrompa / horn
Nigel Barrtrombón / trombone
Martín Elliot bajo eléctrico / electric bass
Michael Nyman piano y dirección / piano and direction
Presentación el 18 de febrero como parte del ciclo Fronteras del Centro Nacional de Difusión Musical (CNDM), Madrid, España.
Presentation on February 18 as part of the Frontiers cycle of the National Center for Musical Diffusion (CNDM), Madrid, Spain.
Autora:
![]() |
![]() ![]() Periodista mexicana en Madrid, siempre buscando la grieta en el muro. Máster en Gestión de Políticas y Proyectos Culturales (Universidad de Zaragoza). “Saber mirar y saber decir” son los principales retos del periodismo que aspira a no quedarse en el olvido, que intenta contar algo más que una simple historia. Para mí, cultura se escribe en plural, es la fiesta de lo colectivo.
|
Excelente texto felicidades! Me transportaste cómo si estuviera ahí, me encantó! Un abrazo con mucho cariño!