Movamos ficha mientras podamos

Matías Stratta//

El último trimestre de 1985 fue un periodo muy significativo. Garri Kaspárov se convirtió en el campeón mundial de ajedrez más joven de la historia y comenzó su reinado durante 15 años en ese torneo. Sin embargo, en 1997 cayó derrotado por el famoso ordenador de IBM Deep Blue, en un duelo que se dio a conocer al mundo como el triunfo intelectual –el poderío físico ya había quedado de manifiesto tras la Revolución Industrial– de la máquina sobre el humano. En 2017, otro ordenador ha ganado por primera vez en un concepto de lo más humano: la mentira.

La inteligencia artificial ha sido capaz de estudiar la obra de Rembrandt hasta calcar su estilo, y de esas pinceladas ha nacido El Nuevo Rembrandt. La máquina no realizó una copia, es un cuadro nuevo y los críticos de arte no pueden diferenciar si lo pintó el robot o el pintor holandés. Pero ¿cuál es el valor de un Rembrandt creado por una máquina? ¿Cero?¿O quizás millones?

Movamos ficha mientras podamos 2Los robots y la inteligencia artificial han llegado para quedarse. Y nos hacen situarnos ante una nueva realidad: estamos ejerciendo como dioses dando vida y personalidad a objetos inanimados con los que tendremos que interactuar día a día. Existe un gran dilema ético y moral sobre el futuro de la humanidad y de estos nuevos actores. En el Parlamento Europeo, el debate está en los estrados y muchos hablan de otorgarles a las máquinas el estatus de personas electrónicas, con sus derechos y obligaciones. Sí, usted está leyendo bien: personas. Este concepto incluye una responsabilidad civil y una serie de derechos –esos que poco a poco vamos perdiendo las personas de carne y hueso- y obligaciones como pagar a la seguridad social.

Pero más allá del cambio en el sistema de producción, lo que realmente preocupa -sin lugar a dudas, influido por la ciencia ficción- es el código ético que tendrán estas nuevas personas. Un ejemplo de esto es el juego online Moral Machine. En él debemos seleccionar la decisión que debería escoger un coche automático frente a un dilema ético, como qué es mejor, atropellar a un niño o a dos ancianos.

Si se frotó los ojos por segunda vez, prepare sus dedos índices para hacerlo una tercera, porque si sumamos que los robots con forma humana ya son una realidad y hay veces que cuesta diferenciar la máquina de la persona + que vivimos en una sociedad de individuos cada vez más aislados + la posibilidad/negocio de que los robots puedan suplir esa carencia afectiva = empresas que se aprovechan y ya están construyendo robots de compañía. Acomódese las gafas, que esto no es nada.

Elija su cara, elija su cuerpo, elija su personalidad. Pague los gastos de envío y espere al mensajero en su casa. Puede ser  su mejor amigo, su hijo o su amante, un robot a la carta para satisfacer sus necesidades afectivas. Ya no es ciencia a ficción como sucedía en El hombre bicentenario de Robin Williams. La empresa RealDoll está trabajando con robots sexuales inspirados en las estrellas de Hollywood.

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En este nuevo mundo parece claro que no debemos establecer vínculos emocionales con este tipo de robots pero, ¿puede uno tomar distancia con alguien que convive e incluso comparte cama? Muchos expertos aseguran que para 2050, el sexo con inteligencias artificiales e incluso el matrimonio con robots ya no serán un tabú en nuestra sociedad.

Películas de ciencia ficción como Ella o Transcendence se centran en relaciones sentimentales entre humanos y sistemas operativos. En un episodio de la segunda temporada Black Mirror “se presenta” la posibilidad de comprar/reemplazar un robot semejante a una persona fallecida. Al cuerpo idéntico del difunto se le incorporará un sistema operativo basado en sus redes sociales, correos electrónicos y su historial de llamadas, con lo que se asemeja a la perfección a su versión humana. En A.I. Inteligencia Artificial, Spielberg ya había suplantado un hijo fallecido por un robot, una solución al problema de soledad y abandono que sufren muchas personas mayores actualmente que llenan los hospitales en diciembre.

Alan Turing decía que “sólo podemos ver poco del futuro, pero lo suficiente para darnos cuenta de que hay mucho que hacer”. Es hora de que movamos ficha porque si no lo hacemos Deep Blue nos ganará como en el 97.

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