Mujer, ciencia y mundo rural
Elena Álvarez y Andrea Aragón//
Con motivo del Día Internacional de la Mujer y la Niña en la Ciencia, la organización 11F ha realizado varios actos durante el mes de febrero para reivindicar el papel de la mujer en el mundo rural. Bajo el título ¿Investigar en el mundo rural es posible?, cuatro científicas han contado su experiencia en este campo.
Miriam Ferrer, desde el Departamento de Agricultura, Ganadería y Medio Ambiente del Gobierno de Aragón, ha sido la encargada de moderar la charla. En su introducción ha resaltado dos ideas clave: la masculinización que sufre el entorno rural –mayor que en otros sectores laborales– y la falsa percepción que las mujeres tienen de sí mismas al pensar que “no trabajan, sino que ayudan”.
La primera ponente, Patricia Eugenia Almaguer (socióloga), amante del diálogo, apuesta por una investigación social intergeneracional e interdisciplinar. También destaca el rol de la mujer como cuidadora, tanto de personas como del entorno, para abordar las distintas problemáticas desde una perspectiva de género.
A través de sus viajes a países como México o Marruecos ha podido crear una visión panorámica de la situación de la mujer rural. Desde aquí, reivindica el papel de la familia productora y la transmisión de sus valores. Entre risas, ha comentado su vivencia del parto de una cabra en manos de una niña de siete años.
Mª Luz Hernández dice que su superpoder es ser geógrafa, además de ocupar el puesto de profesora titular del Departamento de Geografía y Ordenación del Territorio. Aunque lo que le lanzó al ámbito de las ciencias fue la población, una vez en la carrera se enamoró de la climatología agrícola, lo que aumentó su interés por este mundo. Así, dejó de ser “una chica de ciudad” para convertirse en la mujer rural que es ahora. En 2018 formó parte del proyecto Estudio de la situación del mundo rural aragonés desde una perspectiva de género, que se ha extendido hasta este año.
Esta mochila es lo que le hace reclamar la importancia de la “mujer científica de letras”, desmintiendo el estereotipo de la clásica Marie Curie rodeada de números y probetas. Además, hace hincapié en la necesidad del emprendimiento femenino a cualquier edad. La trayectoria rural de múltiples mujeres le ha ayudado no solo en sus investigaciones sino también a nivel personal. “Son un revulsivo de nuestras propias vidas”.
Isabel Casasús (veterinaria CITA) irradia sororidad a través de las cifras. Aunque nos muestra las dos caras de la moneda: el lado positivo es que el 74% de estudiantes de veterinaria son mujeres; sin embargo, este cambio en los números no se ve reflejado en los salarios, que son un 37% más bajos que en el caso de sus compañeros hombres.
Con la interacción y la sostenibilidad como valores, defiende el dar oportunidades a las mujeres rurales porque están organizadas y formadas pero no visibilizadas. Uniéndose a las ideas de sus compañeras de mesa, apuesta por la sinergia y la colaboración entre los distintos campos de trabajo.
La última intervención ha sido la de Elena Górriz (economista ambiental), cuyas raíces montañeras la llevaron a adentrarse en la senda forestal. Sus primeros pasos como joven, urbanita y mujer estuvieron marcados por una presión continua que la obligaba a tener que demostrar su valía.
Otras dificultades que atraviesa la mujer en el mundo rural son el papel de “superwoman”, encargada de todo (trabajo, maternidad, hogar), y el acoso puntual. Vivido en sus propias carnes, le obliga a buscar una seguridad personal extra por su género. A pesar de esto, también detecta cambios positivos: mayor visibilidad, mayor presencia (como en la economía de incendios) y mayor ocupación de puestos de responsabilidad.
Tras una hora de escucha activa, Miriam Ferrer ha concluido la charla con los puntos comunes de las ponentes. Así, luchan por dar protagonismo a la mujer rural, por una investigación y acción multidisciplinar, a la par que pretenden erradicar la inseguridad y sobrepresión que sufren en este terreno.