No somos salvadores de nada
Ángel Giménez Nasarre //
Como cada verano, cientos de niños de entre 8 y 12 años procedentes del Sahara Occidental vienen a España a pasar el verano junto a familias españolas que los acogen en sus casas. Se le denomina «Vacaciones en Paz», proyecto que se lleva a cabo en nuestro país desde hace cuatro décadas. Este programa permite dar una mayor visibilidad, en nuestra sociedad, a la realidad de la población saharaui, así como a defender la libertad del Sahara Occidental y los Derechos Humanos.
«Mi Príncipe del Desierto»
«Contando ya los días que quedan para tu vuelta y continuar todo lo que nos ha faltado por hacer. Gracias por todos los momentos vividos y nos vemos pronto, mi Príncipe del Desierto», escribió Carmen en la última página de su diario tras despedirse entre lágrimas y con un abrazo eterno de Sidahmed en el aeropuerto de Zaragoza, antes de que él volviera a los Campamentos de Refugiados del Sahara Occidental. Entre sollozos, pero con alegría, ya que el pequeño saharaui vuelve a su casa, con su familia, tras un inolvidable verano.
Lara y Sidahmed en la despedida del aeropuerto. (Elaboración propia)
Carmen es una mujer de 55 años de San Juan de Mozarrifar. Desde hace cuatro, se decidió a acoger en su casa durante el verano, junto con su marido y sus dos hijos, a un niño Saharaui de 10 años. «23 de junio. Comenzamos un nuevo proyecto con nervios e incertidumbre», primera página de un diario que se decantó a escribir Carmen para poder recordar todos los momentos de estos dos meses. Este niño era Sidahmed, un «torbellino de vitalidad, energía, sonrisas e ilusión», que, como ella sostiene: «no tardó en conquistar a toda la familia».
Este proyecto se llama «Vacaciones en Paz», mediante el cual más de 4000 niños viajan cada año a España para pasar los meses de julio y agosto en nuestro país. Las familias aragonesas abren sus casas y familias a más de 150 niños entre los 8 y los 12 años.
Desde que se produjo la ocupación ilegal de Marruecos en el Sahara Occidental, una gran parte de la población saharaui -sobre todo mujeres, ancianos y niños- tuvieron que huir de su país para refugiarse. Se establecieron en una zona desértica al suroeste de Argelia denominada “La hamada”, el desierto más duro e inhóspito del mundo, alrededor de la población de Tindouf. Ahí permanecen todavía lo que conocemos como los Campamentos de Refugiados Saharauis. Estos están formados por cinco asentamientos denominados «Wilayas», que reciben el nombre de las ciudades más importantes del Sahara Occidental: Smara, Dajla, El Aiun, Auserd y Bojador (antiguo 27 de Febrero). La situación tanto en estos territorios como en la parte ocupada por Marruecos es crítica. La población refugiada vive de la ayuda internacional y solidaria, con unas condiciones geográficas y climáticas que hacen que los aspectos más elementales de la vida cotidiana representen un reto. En el otro lado, la vida de la población que sigue en los territorios ocupados ilegalmente por Marruecos está marcada por la persecución política, la represión, la tortura, las desapariciones forzadas y las continuas violaciones de DDHH.
Cada verano desde 1979 se autoriza la salida, durante los meses de julio y agosto, a un grupo de niños saharauis con el fin de que puedan pasar estos meses en el exilio (todo comenzó dejando salir a los niños que estaban enfermos, se estaban quedando huérfanos debido a la guerra, o como premio para los niños que sacaban buenas notas). De esta manera permite a los pequeños vivir lejos de los campamentos de refugiados, recibir atención médica, mejorar su alimentación y cubrir sus principales carencias, así como poder distanciarse de la realidad que viven en su día a día y de los conflictos armados.
“Vacaciones en Paz”, es un programa de sensibilización política y social, organizado por CEAS-Sáhara y otras Asociaciones y ONGs solidarias con el pueblo saharaui, el Ministerio de Juventud de la República Árabe Saharaui Democrática (RASD), la Delegación Saharaui para España, y las Delegaciones del Frente Polisario en las distintas comunidades autónomas. En Aragón, este proyecto está subvencionado por el Instituto Aragonés de Servicios Sociales (IASS) y al que el Ayuntamiento de Zaragoza aporta 30.000 euros anuales. Pero todo esto no sería posible sin la ayuda fundamental de las distintas asociaciones encargadas de su organización: ARAPAZ, MPDL, ASAPS, Alouda, Lestifta y Um-Draiga.
Cartel «Vacaciones en Paz 2020». (Um Draiga)
Carmen y su familia comenzaron en este proyecto después de que su hija mayor, Lara, leyera un cartel en su facultad que explicaba el proceso de la acogida. Con la colaboración fundamental de todos los miembros de la casa, decidieron adentrarse en esta nueva aventura, y ya son cuatro años -camino del quinto- los que llevan. «Dimos el paso para poder dar ayuda a todas esas personas que lo necesitan. Pero estábamos muy equivocados. Se recibe mucho más de lo que se da».
«Nosotros damos lo que nos sobra, ellos dan lo que tienen»
Desde siempre, nos hemos creído los salvadores de todas esas zonas diferentes en su modo de vida. Campando a nuestro libre albedrío por sus pueblos. Incluso colonizándolos o iniciando guerras que justificamos como buenas para ellos y para sus sistemas políticos, con el único objetivo de acabar imponiendo nuestros ideales. La idiosincrasia de estos pueblos colonizadores hace que nos veamos salvadores, incluso a nivel individual, por aportar o donar algo que simplemente nos sobra de nuestras casas.
«Nosotros damos lo que nos sobra, ellos dan lo que tienen. Son capaces de quedarse sin comer para que tú comas», enuncia Rosa. Ella es una mujer zaragozana, que lleva participando más de diez años en «Vacaciones en Paz», acogiendo en su casa a distintas generaciones de niños de la misma familia. Actualmente, ejerce el cargo de coordinadora en este proyecto. «Una vez que acoges a un niño, conoces desde dentro toda esta historia y sientes la obligación de bajar a los campamentos a ver esta realidad. La primera vez, vas con miedo y a lo desconocido, pero es una experiencia muy enriquecedora».
«Cuando dices que vas a ir a los Campamentos de Refugiados mucha gente se extraña, incluso llegan a decir que allí no somos bien recibidos» cuenta Rosa. «Si volvemos año tras año a los campamentos, no es por el sitio, que es como un infierno en vida, sino por la gente. Son tan hospitalarios, luchadores y generosos que te enganchan. Te roban el corazón».
«No somos salvadores de nada» manifiesta Rosa, «recordemos el abandono que hicimos a esta región, la cual aún no está descolonizada. Historia muy olvidada en la actual sociedad».
Un poco de (vergonzosa) historia
El Sahara Occidental formó parte del territorio español durante más de cien años -desde 1884-, siendo la Provincia 53 española desde 1958 hasta que nuestro país la abandona, bajo el dominio de Marruecos, en 1976. Justo antes de este abandono -en 1974- España anuncia sus planes para celebrar un referéndum -por la presión Frente Polisario (movimiento que trabaja por la autodeterminación saharaui y para acabar con la ocupación Marroquí)- en el que se preguntará a la población saharaui si quieren una mayor autonomía e independencia. Marruecos (el cual llevaba reclamando este territorio desde su independencia de Francia (1956), como parte del «Gran Marruecos») se opondría firmemente a la consulta. La obligación de España de realizar este referéndum de autodeterminación quedó vigente tras la decisión del Tribunal Internacional de Justicia de la Haya el 16 de octubre de 1975.
Marruecos, no conforme con esta decisión y con Franco en su lecho de muerte, organizó lo que se denominaría como «La Marcha Verde», en la que participaron más de 350.000 marroquíes y alrededor de 25.000 soldados. De esta manera Marruecos invadió por la fuerza la colonia española. Mientras tanto, la administración de esta última, organizaba la Operación Golondrina, evacuando, de la noche a la mañana, a todos los españoles de los territorios saharauis abandonando a la población autóctona a su suerte.
Unido a esta situación, se produjo la firma de un acuerdo entre España, Marruecos y Mauritania, por el que España se comprometía a poner fin a su presencia en el Sáhara Occidental el 28 de febrero de 1976. Detrás de este acuerdo estaban EEUU y Francia. De esta manera, España abandonó a la población saharaui incumpliendo el referéndum de autodeterminación. Con esto, dejaba la región bajo el dominio de Marruecos, que no dudó en reprimir con gran fuerza y armas al pueblo saharaui. Así se produjo la traición española a la población saharaui.
Parte de esta población huyó a Argelia y creó los Campamentos de Refugiados Saharauis en el desierto. La otra parte, se quedó en los Territorios Ocupados bajo la opresión marroquí. Ambas quedaron divididas por un muro, construido por Marruecos, y con el respaldo de EEUU y Francia, de más de 2500 kilómetros de largo.
Actualmente, la solución al conflicto sigue siendo difícil de alcanzar. Las negociaciones que están siendo dirigidas por la ONU no están dando buenos resultados. Desde que en 1991 se estableciera el alto al fuego (entre el Frente Polisario y Marruecos) como un primer paso para la celebración de un referéndum, no se ha vuelto a mover ficha en favor de los saharauis. El proceso político está en punto muerto y no hay perspectiva de que se vaya a conducir a una solución rápida y sostenible en el futuro próximo, por lo que el alto al fuego corre un gran peligro.
Muchas personas y organizaciones siguen reclamando el papel de España en este conflicto, que sigue sin reconocer su error. España es la principal responsable, a nivel de derecho internacional, de que no se celebre el referéndum de autodeterminación que se lleva esperando desde 1966. Con el nuevo Gobierno, muchas eran las esperanzas de que se produjera un nuevo escenario político sobre este conflicto, pero el actual Gobierno de coalición de nuestro país aún no ha movido ficha sobre este tema. Marruecos ya ha dejado claro en diferentes situación su especial nerviosismo por la presencia de Podemos e IU que, desde la oposición, ya dieron su apoyo al pueblo saharaui.
Los niños saharauis, que pasan sus veranos en España, no han vivido en un Sahara Occidental independiente, ya que este conflicto dura ya más de 40 años. Familias como la de Carmen o Rosa a través de proyectos como “Vacaciones en paz” contribuyen a difundir la verdad silenciada que pesa sobre el pueblo saharaui. Los pequeños son los principales embajadores de una población que en 2020 sigue sometida al dominio de un régimen autoritario, y que lo único que quieren es poder recuperar su territorio independiente y libre.