Once días de otoño y unos fabricantes de escaleras

Dani Calavera//

Un rodaje es como una pequeña vida condensada en pocos días. Una vida formada por una gran familia que se reúne para una cena navideña muy larga, una cena que hay que cocinar para luego degustar y sonreír cuando se recuerde. Tened en cuenta que si vais a leer una exaltación de la experiencia de un rodaje o, más concretamente, os da la sensación de que ensalzo a los trabajadores del mismo, es porque he sido testigo de ello y les he acompañado. ¿Qué os pareció el último viaje que hicisteis? ¿Fue bueno? ¿Y qué pasa cuando veis y recordáis las fotos de ese viaje? Exacto, sonreís inevitablemente. Permitid que os hable de nuestras fotografías.
Deberíamos fabricar más escaleras

Grupo 2. Homicidios no es la primera escalera que se ha fabricado en nuestra tierra pero quizá sí sea la más firme hasta la fecha. El público que ha subido por ella ha hecho posible la fabricación de una nueva. 11D. Una mañana de invierno es una producción de Factoría Henneo que verá la luz la noche del próximo 11 de diciembre, día en el que se cumplirán 30 años del brutal atentado de ETA a la casa cuartel de Avenida Cataluña de Zaragoza, en el año 1987. Un hecho triste de nuestra historia que dejó varios fallecidos, entre ellos, 5 niños. Un documental con testimonios de las víctimas, testigos, médicos, bomberos y profesionales de la comunicación que irá precedido de una ficción de casi 80 minutos de duración en la que nos narrarán los hechos acaecidos en el 87 a través de varias historias cruzadas, desde la perspectiva de algunas familias e incluso de los terroristas.

Héroes y villanos que pisan la misma tierra que nosotros pisamos, no la imaginación de un autor. Personas reales y personajes interpretados por actores a través de los diálogos de un guionista capaz como pocos -os lo aseguro-. Un escritor que ha perpetrado una hazaña que no debe quedar en el olvido, como no debe quedar este horrible acto que tanto sacudió las entrañas de nuestra ciudad.

Rodaje 11D (2)

Y a partir de aquí, dejemos los formalismos a un lado. Espero habéroslo vendido –formalmente- bien, porque esta producción, a mi parecer, merece ser vista. Espero que no os dejéis llevar por ese sentimiento que muchas veces mueve al público de nuestro país, esa sensación que nos hace desconfiar de todo aquello que haya sido creado por nosotros mismos, tirándonos piedras a nuestro propio tejado y que se resume en la frase «Si es una película española no voy a verla». ¿Qué dirán muchos ante este proyecto? ¿Se juzgará la realización de una película para televisión que se ha hecho en Aragón?

En España, cuando alguien fabrica una escalera para salir del sótano -porque nosotros mismos nos hemos cerrado la puerta- la mayoría del resto de habitantes del sótano no le ayuda a fabricarla para poder avanzar a más sótanos, pisos y desvanes. Muchos de esos habitantes, cuando el fabricante de escaleras va a empezar a subir, le cogen de las piernas y le impide seguir. Parece que piensan “¿A dónde crees que vas? Si nosotros no subimos, tú tampoco”. Quizás sería bueno responderles que tienen que fabricar su propia escalera.

No se trata de trepar chicos, se trata de subir. No se trata de un sótano, se trata de nuestra ciudad. No se trata de una película que aspira a arrasar conciencias y aplauso crítico, se trata de una historia contada con ojos, manos y corazones de profesionales del medio, técnicos y artistas, en tiempo récord y, cuanto menos, correctamente. ¿Creéis que os estoy sermoneando? Espero que os hayáis dado cuenta de que os estoy desafiando. No os estoy echando de la escalera, tengo una sonrisa ladeada y alzo las cejas, ofreciéndoos que subáis con nosotros.

Rodaje 11D (3)

Aragón ha creado 11D. Una mañana de invierno y no tenemos ninguna obligación de aplaudirlo, ni siquiera de verlo. Pero como el público manda y estoy escribiendo para el público, permitidme seguir desafiando vuestra opinión, dejándoos claras mis razones sobre por qué yo, como tantos otros, lo veremos. No os impido subir la escalera, solo os invito a ver cómo ha quedado.

El rodaje de la ficción contó con once días de otoño, once días de durísimo trabajo en el que el frío y el cambio de ubicación fueron más protagonistas que la desilusión o el cansancio. Once días en los que las ganas de las decenas de habitantes moviéndose por el set, cada uno con una misión clara, dibujaban las horas de jornada. Todo trabajador del audiovisual, por muchas quejas que suelte, tiene muy clara una frase que decía James Whale: «Hacer películas es lo más maravilloso del mundo». No os voy a engañar; esta ciudad es pequeña y todos nos conocemos.  Yo era muy escéptico con este proyecto, bien por la falta de medios o por la falta de tiempo, no confiaba en un principio en él, no veía la estructura; estaba seguro de que los escalones se iban a resquebrajar tarde o temprano. Hablemos de esos escalones que están hechos de madera de rodaje, de la más fuertes que hay.

Los escalones

Primer escalón, la idea. Surgió el encargo y los peces gordos se pusieron en marcha formando un equipo. Inmediatamente, ese equipo se puso manos a la obra. Casting, producción, localización, tormenta de ideas, escritura de guion… Planos para la escalera, planos con dibujos de las herramientas que hacían falta para construirla.

Rodaje 11D (4)

Segundo escalón, el documental. Improvisar se nos da muy, pero que muy bien a los trabajadores del medio audiovisual. El documental que se emitirá tras la ficción se produjo, rodó y realizó de forma veloz y capaz, segura y firme, a pesar de las inconveniencias. Que un plano o una pregunta vengan en el mismo momento de la entrevista no es precipitado ni arriesgado: es improvisación de la buena, de la que construye escaleras bien altas y seguras. Periodistas y guerreros de la imagen cuya arma -como el bolígrafo lo es de los periodistas- es el objetivo de su cámara, echaron el resto, compusieron oficio en imagen y sonido, finiquitaron palabras plasmadas en escenarios improvisados.

Y mientras seguía fabricándose la escalera a nuestro alrededor, hablando para sí mismo y saludando de vez en cuando, el guionista no dejaba de sonreír mientras se tocaba el pelo, se colocaba bien las gafas y pensaba sin cesar en letras que formarían las palabras como lo hacen las notas en las partituras. Porque, al fin y al cabo, será la composición que canten los actores en el concierto que tendrá lugar al final de la escalera.

Tercer escalón, el rodaje. Mi escepticismo se disipó el primer día de rodaje. Una escena rodada tras otra, quedando sorprendentemente bien, no dejó lugar a dudas: estos fabricantes de escaleras sabían muy bien lo que hacían. ¿Por qué digo “sorprendentemente”? Porque todo estaba yendo muy bien y quizás sea el primer rodaje en el que he tenido la gran suerte de formar parte en el que todo ha ido como la seda. Tengo la firme creencia de que, cuando en un rodaje se tiene suerte con todos los implicados y con las condiciones meteorológicas -que no son moco de pavo, creedme-, hay señales de que todo irá bien. No cuento el cansancio, todos trabajamos duro.

Rodaje 11D (6)

Desde el fortachón chico de prácticas hasta el director, todas las manos son igual de imprescindibles. Desde los brazos de los sonidistas hasta las preguntas del director de fotografía y el foquista; desde un tramoyista hasta uno de los mandamases de producción; desde el meritorio que se encarga del catering hasta el actor protagonista que entona las notas escritas por el guionista en escena. No os estoy contando nada nuevo, esto lleva más de cien años haciéndose, se llama CINE. Y este CINE se ha hecho en Zaragoza.

Mientras la escalera ya casi tiene forma, hacia arriba, bien inclinada para no caernos; mientras todos seguimos con los escalones, en cada tramo nos acompañan los productores, responsables de los niños traviesos que a veces somos, correteando entre cámaras y escenarios derruidos o perfectamente diseñados por el Director de Arte y su equipo. Estos responsables son como los héroes de una película de espías. Si todo va bien, es porque ellos se encargan de que nada vaya mal, gestionando y derrotando obstáculos. No se les suele dar las gracias porque ningún escalón se ha roto… Y si no se rompe es gracias a ellos y a sus chicos. No falta nada porque ellos cuidan al equipo humano. Están detrás. El público no los ve ni los oye pero eso es porque están haciendo bien su trabajo. Son héroes anónimos, en este y en cualquier rodaje que imaginéis.

El entusiasmo hace fotos. La actitud hace bromas. La figuración observa y estudia las indicaciones del capitán de barco, decenas de nombres rodean las palabras del guión, encumbrando la experiencia del rodaje como debe ser: trabajo afortunado porque tenemos la gran suerte de trabajar en lo que amamos. Y no creo que pueda existir nada mejor que eso. Y como pasa con las relaciones, no hay que pensar en lo que pasará, sino disfrutar de lo que está pasando y quizás, imaginar lo que el público opinará, sea bueno o malo, lo importante es el camino que se realiza.

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Cuarto escalón, los actores. Un drama basado en un hecho real es una gran responsabilidad para cualquier intérprete. Por supuesto, cualquier género lo es. Pero estos chicos y chicas tienen mérito doble. Gracias al rodaje del documental tuvimos la oportunidad de conocer a las víctimas reales del atentado. Personas que nos abrieron las puertas, metafórica y literalmente. Sus desgarradoras, valientes y veraces declaraciones son la base más sólida en la que los actores y actrices han fabricado cada uno sus propias escaleras. Estas escaleras están apoyadas, firmes, en esa base. Y no se han tambaleado en ningún momento del rodaje. Y el mérito doble llega de la mano de su actitud. Sonreír, asentir, preguntar, aportar a escena… hacer bien su trabajo. Y que sea dicho, en mi opinión, hacer bien tu trabajo no debe ser pasado por alto como algo normal. Hacer bien tu trabajo es una obligación, pero para el que lo asuma como un placer y una responsabilidad, también debe ser recompensado con un reconocimiento porque hay demasiada que no lo hace. Y cuánta de esa gente impide que se fabriquen las escaleras. Estos chicos y chicas no lo impiden. Visten el vestuario y lucen el maquillaje disfrutando de la suerte de amar su profesión. Sabiéndose afortunados. Respetando la base real en la que se basan sus personajes.

Quinto escalón, el público. Sea como fuere, el lunes 11 de diciembre podéis sentaros tranquilamente en vuestros hogares, podéis sintonizar Aragón TV y podéis descubrir esta producción aragonesa tras la que hay mucho, mucho esfuerzo y ganas de contároslo a vosotros, el público. Podéis pensar que se trata de pura propaganda; podéis pensar que se trata de un mero ejercicio televisivo sin sustancia e incluso podéis criticarlo todo lo que queráis. Nadie está libre ni exento de opiniones ajenas, buenas o malas, pero para eso existen las afinidades. Si se trata de encontrar un público afín, dudo que esta producción no lo consiga. Si se trata de encontrar el respeto de aquellos que tuvieron que vivir tan horrible experiencia, estoy seguro de que lo encontrarán. Ha sido un viaje, como todos los rodajes, ni mejor ni peor que el resto. Pero este viaje, al haber sido más grande de lo normal, ha dado fotografías que recordar. Recordar con respeto por las víctimas y la situación que se dio en una guerra que aún duraba, una guerra con algunos soldados que aún escuchan silbar las balas y las bombas.

¿Os digo que subáis la escalera? De nuevo, no. Sólo os digo que las vistas son espléndidas. Arriba, en el último escalón, está Santi, el cámara, preparado para rodar y asegurando que el plano puede quedar muy, muy bien. ¿Lo queréis ver? Pues subid.

Autor:

Sandra Lario foto Sandra lario nombre

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Crítico de cine en ZTV y Heraldo.es. Creador, presentador y realizador del programa más extra-elegante de cine: «Unas cuantas Pelis». ¿Lo único que importa? Cine, música, escribir, mucho café, cine y música. Apasionado de la música y el cine tanto escrito como realizado, rodado y proyectado. Emocional y moralmente incapaz de escoger un género ¡Todos son buenos mientras sea buen cine!

Twitter Blanca Uson


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