Piensa en meme y acertarás
Marta Cebrián Marco//
Los memes pertenecen a una realidad que forma parte de la comunicación masiva diaria. Lo que puede parecer un simple chiste conlleva un pensamiento cargado de creatividad que muestra una estructura de reflexión. Como todo objeto cultural, esconden una historia y existen unas características que les preceden y, otras, que se les asignan.
El término meme fue acuñado en 1976 por el biólogo Richard Dawkins en El gen egoísta como “una unidad de información cultural que se transmite entre individuos mediante el habla, la escritura, el comportamiento y cualquier otro fenómeno susceptible de ser imitado”. A pesar de tener su origen en el siglo pasado, fue en 2018 cuando la Real Academia Española incorporó la palabra meme en su nueva actualización: “Imagen, video o texto, por lo general distorsionado con fines caricaturescos, que se difunde principalmente a través de internet”. Esta incorporación viene dada por su reciente popularización en Internet a través de bromas y expresiones cómicas que se repiten hasta la saciedad en cuentas de Twitter e Instagram. Independiente de su faceta burlesca, no sería raro que pronto aparecieran en libros de texto como un recurso educativo más.
Donde pongo el ojo, pongo el meme
El meme podría definirse como un chiste digital que conecta con el mundo a través de información visual y textual tuneada. La magia de los memes reside entre lo popular y lo populista, en una naturaleza contraria -absurda e inteligente al mismo tiempo-. Según expone el filólogo José Manuel Martínez en Una aproximación retórica a los memes de Internet, “son una realidad semiótica y retórica más compleja de lo que podría parecer”. Estos circulan sin cesar por las redes y contienen, en su mayoría, tres características básicas: un elemento cultural con intención comunicativa, un componente humorístico e ingenioso y una difusión masiva. Ejemplos de ellos son los refranes, los chistes y una retahíla de imágenes icónicas que se transforman sucesivamente y revelan los pensamientos de la sociedad. Drake, el famoso rapero canadiense, quizá no se esperaba que el lanzamiento de su videoclip Hotline Bling –que nada tiene que ver con los memes- dejara inmortalizadas dos de las poses que más se han utilizado para recrear escenas en el cibermundo.
En la primera imagen, Drake representa el rechazo mientras que, al describir una situación contraria, aparece con una sonrisa de aprobación. En este escenario se abre un abanico de posibilidades de creación múltiple de memes para plasmar las preferencias de cada uno. Aquí observamos otra de sus cualidades más representativas: la alteración. El filólogo J.M. Martínez apunta que “además de compartirse, los memes se van alterando de forma deliberada en el proceso: los distintos usuarios se reapropian de ellos y los modifican para adaptarlos a sus necesidades comunicativas particulares”. El capricho social se convierte así en un generador de memes potente.
Ser carne de meme
Nos gusta sentirnos identificados con ellos. La expresión “ser carne de meme” es muy habitual hoy en día. Estamos acostumbrados a ser humoristas de nuestras propias vidas y utilizamos un sinfín de memes materializados en gifs (imágenes animadas) y stickers (pegatinas digitales) para trasmitir cómo nos sentimos a través de la pantalla en la que estamos inmersos tantas horas al día. Porque somos una generación que ha crecido con la cultura del meme y se imagina cómo va a ser la parodia antes de que suceda. Enviar a un amigo por WhatsApp un meme de Belén Esteban llorando parece que le quita hierro a la situación que estás describiendo, pero al final estás hablando de cómo te sientes por medio de un lenguaje más revolucionario. El ilustrador Ricardo Cavolo incide en la importancia cultural de los memes y de su utilidad como instrumento de expresión de las emociones: “Hay muchos aspectos de nuestra vida donde no hablamos de ellas. Los memes se meten en ese mundo y las usan todas. Es como que no da vergüenza. Me parece muy sensible y cercano a todo el mundo».
¿Dónde reside el afán por compartir memes?
El psicólogo Matthew Lieberman fundamenta en su estudio sobre la evolución del meme que siempre que vemos o leemos alguna información no solo estamos pensando en cómo nos está afectado a nosotros, sino que ya desde un principio, muy en el interior y casi sin querer, estamos pensando a qué personas de nuestro alrededor le interesará y cómo les afectará. El meme tiene ese punto poético, pero no agrada a todos los públicos. Así como una persona puede encanarse de risa o sentirse identificada, también puede ofenderse.
La volatilidad de un arte mediático
La difusión de obras de arte mediante memes, gifs o vídeos en redes sociales supone un cambio notable en la cultura visual. Desde su dimensión intangible, el arte más callejero de Internet traspasa las fronteras de la pantalla para sumergirse en nuestros pensamientos. Un arte que todavía se debate si es digno de llamarse así. Lo que sí que podemos garantizar es que de este fenómeno mediático ha nacido una cadena de museos virtuales donde ellos son los protagonistas. Sus nombres aluden a instituciones de arte con la intención de consolidar un estatus. El Instituto Nacional de Bellos Memes, el Ministerio de Artes y Memes y la Cámara Nacional de Cultura Memética son ejemplos de galerías online donde se pueden visitar exposiciones de este arte contemporáneo tan orgánico. Un arte desechable que acaba desvaneciéndose a pesar de la viralidad que pueda llegar a alcanzar. Un arte voraz y candente que ha supuesto una revolución en todos los ámbitos, incluso en el político. El escritor Jorge Bustos juzga que España es “una democracia consagrada al meme”. No solo por las ironías y las ocurrencias de los españoles de hacer “memeables” las desgracias, sino por el uso estratégico que le dan los políticos para calar en la población. Podemos se ha convertido en un referente político de los memes en redes sociales y sus rivales se ven continuamente atacados a través de sus chistes. El Community Manager del partido bien se encarga de crear tablas para comparar a Ayuso con una piedra como de subirse al carro de Drake, como si fuera un chaval de dieciséis años, para reivindicar una situación con la que no están de acuerdo. Si analizamos el uso del poder magnetizador del meme para informar, es fácil comprobar que se sitúa en la línea que separa el juego sucio y el marketing. ¿Dónde está el límite del humor en esta democracia?
Un arte comunicador
Orgánico, magnetizador y con una estética antojadiza e imperfecta. Los memes tienen que ser tan gráciles como un pluma y tan ordinarios como el selfi que le mandas a tu mejor amigo. Oculto entre los mensajes de la vida cotidiana, siempre trabajan con el mismo propósito: contagiar. El artista Cavolo los interpreta como una corriente artística más: “Alguien está expresando algo a través de los memes y, de alguna manera, te genera una historia. Normalmente, funciona con el tema de la risa y es por eso que se le suele quitar un poco la capa de arte, porque se supone que el arte no nos puede hacer reír. La gente que hace humor nos toca muchas antenitas de dentro y eso es expresión, es arte”. No hablamos de las típicas imágenes de Piolín con frases trascendentales de fondo que se envían por WhatsApp, sino de un arte que abarca una gran variedad de temas y mensajes que enriquecen la comunicación.
Una comunicación que habla mucho de lo que somos hoy y del consumo inmediato. Es tan difícil identificar la autoría de los memes que consumimos y tan fácil adueñarnos de ellos que acaban convirtiéndose en obras de autoría colectiva. Cavolo considera que la legislatura de esta corriente artística no necesita permanecer vigente durante siglos: “Una cosa muy divertida que no existía antes es que tenemos muy clara la autoría de las Meninas, pero no están tan claras las autorías de los memes. Menos mal, porque muchas veces la gente iría a la cárcel, pero es guay que los memes estén ahí para que los use quien quiera y alterarlos completamente”. Con la intención de fortalecer la presencia del meme y el reconocimiento de sus orígenes, se creó en 2008 “Know Your Meme”, una base de datos web internacional que se dedica a la recopilación, documentación e investigación de memes de Internet.
Política, religión, publicidad, educación, arte, cultura…los memes están presentes en todo ámbito. Si seguimos la teoría de Dawkins, podemos confirmar que son virus contagiosos que llevan ya muchos años infectando nuestras mentes a través de las redes. Esta infección tiene los efectos secundarios de poder recrear en tu cabeza cualquier escena cotidiana y asignarle un meme, de manera que, incluso, pasa a formar parte de tus experiencias. No solo es difícil deshacerse de ellos -ya que, quieras o no, se interponen en tu camino-, sino que avanzamos hacia una “memecracia” cada vez más consolidada incluso fuera de la red online.