Versos para ronronear
Podría hacer pis aquí es un libro que escribiría Garfield. Se trata de una singular obra maestra que, desde su publicación en Estados Unidos, lleva años en la lista de los más vendidos del New York Times. Un éxito de ventas mundial que conjuga poesía y humor con realidad y ficción. Si cae en tus garras, ronronearás.
Hacía meses que no leía un libro que reflejara con tanta precisión la compleja idiosincrasia de nuestra raza. Los estudiosos recurren con frecuencia a tópicos y observaciones superficiales con los que yo no me siento en absoluto identificado. Que somos poco fieles y desconfiados por naturaleza son falacias recurrentes que se resquebrajan ante un análisis sólido. Los escritores rara vez se molestan en buscar las causas de dichos comportamientos. Sin embargo, Francesco Marciuliano sí que lo ha investigado en su simpar obra Podría hacer pis aquí y otros poemas escritos por gatos.
Igual es conveniente para el desarrollo de esta reseña dar algunos datos sobre mí: me llamo Pluto y soy un gato madrileño. Me jacto de ser un felino muy culto: he leído a Oscar Wilde, a Freud, a Poe e incluso a Baudelaire; todo ello contando con que para ti, hypocrite lecteur, “leer” también signifique “pisotear los libros que mi dueña olvida encima de MI sofá”.
Inciso necesario: Es probable que mi nombre y ubicación hayan sido alterados para proteger mi identidad. Como comprenderán, si alguien triangulara mi posición y me localizara, me vería obligado (u obligada) a impartir conferencias y seminarios, lo cual trastocaría mis esmerados planes de comer y dormir.
Tras esta introducción, coincidiremos en que cargo sobre mi lomo con suficiente bagaje literario como para reseñar obras ajenas, así que desenredemos ya el ovillo en cuestión.
Francesco Marciuliano es un afamado escritor afincando en Nueva York y autor de una tira cómica que se publica en más de 700 periódicos. Sin este bagaje, resultaría casi imposible publicar un libro de semejantes características, ya que si bien rezuma ingenio y frescura, en algunas piezas impera el absurdo. Por poner un caso: el poema Qué divertido se compone de cinco versos, cuatro de los cuales dicen únicamente “JAJAJAJA”. Vamos, que se trata de una genialidad que a un escritor poco conocido no le permitirían publicar ni en las preguntas de Yahoo. ¡Alabado sea Marciuliano por despejar el camino!
El escritor afirma en la presentación que él actúa únicamente como transmisor: ha sido “elegido por la comunidad felina para comunicar todo aquello que los gatos quieren decirnos” -confieso que yo también he necesitado un amanuense, ya que existe un colérico conflicto entre mis afiladas uñas y las teclas del portátil de mi ama-. La obra se compone de cuatro poemarios: Familia, Trabajo, Juego y Existencia. Cada capítulo reúne unos quince poemas breves con títulos sugerentes como Te lamo la nariz, ¿Quién es ese que está en tu regazo? o Algunos de mis mejores amigos son perros. Cada uno expresa en primera persona felina los conflictos, tanto interiores como exteriores, que padecemos en silencio −porque cuando destripas un sofá es mejor obrar en silencio− los gatos.
El libro aspira a explicarte, querido y obtuso humano, nuestra imperiosa necesidad de consagrar todo con nuestro pis. También profundiza en el lenguaje de la cola, ínsito a nuestras emociones: nunca la agitamos en vano. E incluso exterioriza la traición que experimentamos cuando nos lleváis al veterinario y salimos con menos atributos que al entrar (Dios mío! ¿Por qué me has abandonado?). Todo ello con un alto nivel de rigor y realismo manifestado en abundantes interjecciones −“miau, miau”, “ras, ras”, “glub, glub”− salpicadas a lo largo de varios poemas.
La ironía, la ternura, la identificación y las carcajadas que provocan los textos contribuyen en gran parte al éxito del libro. Pero también las fotografías que los acompañan asumen un gran peso. He de aclarar que no son “modelos reales”: confieso que yo, como gato que consume pienso para felinos con sobrepeso, no me siento en absoluto identificado -#EresMásQueUnaTalla-. Las coloridas fotografías muestran a elegantes mininos estilizados, de pelajes exóticos y mirada profunda. Aparecen en actitudes diversas: uno juega en una caja de cartón, otro ataviado con papel higiénico e incluso uno aparece lamiéndose el muslo -mostrar esto último me parece deleznable, ¿no os vale ya a los humanos con el porno convencional?-. Obviando ese contenido inapropiado, las imágenes convierten este librito en un tesoro para aquellos que, siguiendo la senda de Wilde −insisto, soy un gato cultivado−, ambicionan la belleza de la obra por encima del contenido. Seguramente sean esas imágenes las que encarecen el ejemplar: se compone de 112 hojas en tamaño de bolsillo y cuesta 13€.
Tras este análisis y sin ánimo de desvelar más contenido, ¿te recomendaría adquirir este libro? Si tienes mascota gatuna, desde luego que sí: lo necesitas tanto como yo un buen rascador. Si por el contrario, no convives con un miau… ¡adopta uno, criatura de Satán! ¡Somos adorables, más baratos que un hijo y encima no corres el riesgo de que acabe dándome a la droga por tu falta de autoridad durante la fase del Edipo! Hazme caso, este poemario confirma que los gatitos somos más listos que los humanos: perteneces a una raza que supedita sus necesidades a la aprobación y adecuación de su entorno. Y sin embargo yo, sin complejos ni miramientos, podría hacer pis aquí.
Autora:
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![]() Estudié periodismo porque quería ser Oriana Fallaci o Carrie Bradshaw. El oxímoron es mi figura favorita y la ironía me parece fundamental para dar vida a cualquier texto. Me encanta narrar el mundo del espectáculo entre bambalinas y escribir sobre cualquier cosa que aporte una pizca de brillo a un mundo demasiado prosaico.
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¡Que perita en dulce de prosa, esta vez con pasos e instintos gatunos, para una, parece, desapacible tarde última de este raro invierno¡
Y que bonito poder seguir viendo tu evolución en el tiempo;un poquito de ánimo para ese olfato que tienes para escribir y para vivir
Gracias por tus ánimos y por tus comentarios cuya calidad acostumbra a ser muy superior a la de mis textos. Un abrazo gatuno en este invierno ya casi primavera.
Is that cat in the photos really a green-eyed Angus?