Puedo escribir los muertos más tristes esta noche
Lara Vallés//
“¿Ya se ponía el sol cuando te mataron? ¿Viste la cara del asesino? ¿Llamaste a tu mamá en el último minuto? ¿Ha florecido tu jardín? ¿Era dulce el perfume de tu padre?”. En el cementerio de Puerto Berrío se entierran los cuerpos sin nombre que el río Magdalena arrastra desde hace décadas.
Patricia Nieto narra y denuncia en Los escogidos, las heridas de una Colombia que llora a las víctimas de un conflicto armado largo, penoso y complejo. A lo largo de quince capítulos breves y en poco más de cien páginas, la autora trenza diversas historias para conformar el rompecabezas del “pabellón de los olvidados”, la zona del camposanto de Puerto Berrío destinada a albergar a las víctimas que las familias no reclaman, no encuentran, pierden.
En esta crónica teñida de amarga lírica, oscilamos entre el horror y la belleza, entre el canto esperanzado a la vida y el lamento inconsolable. Los escogidos no es un regodeo estéril en la miseria, sino más bien la plasmación descarnada de una realidad surrealista, la impresión sobre el papel de las voces de la herida y la pesadilla. La sucesión de pequeños relatos permite a Patricia Nieto contar Colombia desde diversas perspectivas que se complementan y se interrelacionan. Se mezclan quienes se encomiendan a las ánimas, quienes han perdido a un ser querido con quienes anhelan, quienes tienen miedo. En torno a los muertos sin nombre de Puerto Berrío se teje una red de devoción y angustia, de ferviente religiosidad y respeto por los difuntos, y personajes diversos buscan en ellos protección, ayuda, compañía.
En las páginas de Nieto conocemos, entre otros, a Javier, un futbolista frustrado que llora sus penas ante las tumbas, devoto de las almas porque está convencido de que una le salvó la vida; también a Carmen, una mujer demasiado rota para tener treinta años, a quien la muerte le ha arrebatado demasiadas personas y ruega a su difunto “escogido” por no volver a sufrir una tragedia; o a Lucina, “la devota”, que fue la primera que pintó una tumba en Puerto Berrío, encomendándose a un muerto sin nombre para lograr su sueño de ser enfermera y no defraudar a su familia.
Resulta paradójico cómo Los escogidos da al lector una de cal y una de arena: nos causa dolor a la par que nos brinda pasajes de gran belleza, hipnóticos, místicos. Uno se siente casi acompañado, como algunos de los protagonistas, por esos espíritus adoptados que ayudan si reciben ayuda. Por momentos desearíamos, como la autora, entender su lenguaje, sus señales; poder verlos y poder llamarlos a nuestro encuentro. Puerto Berrío se nos antoja el lugar donde nos gustaría estar y no estar al mismo tiempo. Sin embargo, el relato huye de una romantización desafortunada de la tragedia. Más bien nos da a conocer una suerte de sublimación de lo inabarcable: la resiliencia de un pueblo que, aunque herido de muerte, es capaz de seguir respirando, de procurarse refugios, si no para el cuerpo, al menos para el alma.
Patricia Nieto tiene la habilidad de acercarnos a los personajes que conforman Los escogidos con cariño, profundidad y una latente empatía. Su forma de contar sacude la conciencia y pone en jaque a esa especie de indiferencia generalizada que, la mayor parte del tiempo, nos mantiene anestesiados ante la tragedia acontecida “lejos”, “allí”, en “otro sitio”. A veces, de hecho, se tiene la impresión de tenerlos a todos delante: a los que perdieron a alguien, a los que se perdieron, a los que siguen buscando, a los que solo pueden resguardarse del mundo en el otro mundo. Hay momentos en que el dolor se sale de las páginas, porque en esta historia se habla sin eufemismos ni tabúes. En ocasiones, nos recuerda a Primo Levi o a Antelme, a esa forma descarnada de escribir que te atraviesa y te despierta. Y con eso se queda el lector: con la incómoda sensación de desasosiego que provoca saber que, al final, nada está tan lejos, y que lo que parece ajeno, solamente lo parece.
Reminiscencias del realismo mágico, superstición y pinceladas de crudo naturalismo se mezclan y conviven en este breve pero inmenso libro. Y es que, a pesar de lo duro del relato, en Los escogidos la autora no evita rendir un homenaje a su Colombia natal, esa que exportó al mundo su universal compatriota García Márquez, periodista comprometido como Nieto. Es evidente la ternura con que se tocan los temas sensibles, el estremecimiento que se adivina bajo la piel de papel que tenemos entre las manos. Lo vemos en el lenguaje empleado a lo largo de la historia, plagado de dialectalismos y particularidades que, para un lector europeo, suena especial, diferente, confiriendo al texto un sabor autóctono que nos sumerge mejor en el ambiente.
Abrir Los escogidos es abrir el alma, dejarse sentir a flor de piel. Es adentrarse en un universo que atrapa, que acoge a pesar de la hostilidad que destila. El relato absorbe, fascina y enciende. Si empiezas a leerlo, no dejará que salgas ileso.
Los escogidos
Patricia Nieto
La Caja Books
Año 2020
Número de páginas: 121
ISBN: 978-84-17496-43-2