¿Qué pasa si no soy?

Alejandro Alcaraz//

Una historia sobre crecer, ser mujer, estar hasta el coño de la sociedad y otras movidas. 

“SOY” medio inmigrante, medio huérfana medio hija, feminista, consciente e inconsciente, reivindicativa pero cobarde, cinéfila, hermana mayor, mala hermana, amiga y mala amiga, contradictoria. Soy Lola, aunque no tengo ni idea de quién soy. ¿Realmente soy algo? ¿Acaso “soy” o simplemente existo? ¿Existo?

En realidad, soy Florencia: Florencia del Campo. Y exclamo socorro. Ayuda. Por ser, “SOY también es una novela conscientemente incompleta, llena de divagaciones, escrita entre densos pensamientos que se golpean entre sí como las bolas de un billar. De una autora, dicho por sí misma, repleta de imperfecciones, nace una historia que rezuma caos. O algo mucho peor y trágico: caos adolescente.

“Me fui llorando porque fui con culpa. En cualquier caso, nadie lo notó: irse llorando no es estar llorando. No era un hecho puntual ni húmedo, era un estado constante y seco”.

En este caso, también soy Lola: una joven que, al igual que la autora, es contradictoria, argentina (aunque vive en Madrid), insegura y compleja. Lola grita “¡Socorro!”, y atraviesa una crisis personal por la que hacer frente a la familia, el deseo, el cuerpo, la mujer, el duelo, los vínculos y el amor, se convierte en algo mucho más estridente e insoportable de lo que habría imaginado. Insoportable debido a que le falta su persona más preciada (su padre) y su segunda persona más preciada (su novio, ahora ex, Alejandro), aunque un poquito soportable porque tiene a Laura, su mejor amiga.

Entre luchas internas, traumas, anécdotas, sensaciones e imposiciones sociales, la novela nos sumerge en una espiral de confusión e identificación durante la que acompañamos a la protagonista en su catarsis más emocional y hormonal. Un amasijo de ideas, recuerdos y sentimientos inconexos componen “SOY”, en lo que viene a ser un certero recuerdo sobre lo anárquico que es ser adolescente, o “ser” en general.

¿Ser o no ser? Esa no es la cuestión: “¿Soy o soy?”

Realmente la cuestión es por qué ser adolescente es tan agotador. En ello están de acuerdo tanto Lola como Florencia del Campo, creadora de esta caótica historia, y nacida en Buenos Aires en 1982. Finalista del Premio Equis de Novela Corta 2014 por su novela “La Huésped” y ganadora del Premio Internacional de Novela Ciudad de Barbastro en 2019 por “La versión extranjera”, del Campo se sumergió en 2011 en “Soy linda” (rebautizada como “SOY”), que optó a ganadora del premio El Barco de Vapor 2011 de la Editorial SM en Argentina. Premio que a su parecer no ganó, quizá entre otras razones, por tratar abiertamente el tema del aborto.

Su posterior publicación por la editorial Barrett en 2020 (revisada, actualizada y potenciada por los dibujos de la ilustradora María Luque) nos da la oportunidad de leer un texto que antes podía ser tabú, pero que ahora es urgente. “Hay encuentros y desencuentros en una misma”, exclama la protagonista, y razón no le falta. ¿Qué quiere ser Lola? ¿Por qué le ha dejado Alejandro? ¿Puede ser medio española, medio argentina, de aquí y de allí? ¿Qué es ser mujer? ¿Cómo ser una buena hija, una buena amiga? ¿Y este cuerpo, y este deseo? ¿Logrará ser independiente? ¿Quiere más a su padre difunto o a su ex? En la vida de Lola, “ser” se ha convertido en una llamada de socorro. 

“No eres guapa” se dice a sí misma, o “no sos linda”, en su argentino natal. Ella prefiere “sos” a “eres”. “Sos” implica alarma. “SOS: auxilio. Socorro”.

Creo que yo también soy Lola

En su último verano antes de empezar la universidad, Lola (enmascarada como un superhéroe de Marvel bajo la sombra de la adolescencia de la autora) aborda esas cuestiones existenciales que la han azuzado durante los últimos meses. 

O quizás, la cuestión más importante: ¿Quién es? 

Narradora de su propia historia, la protagonista trata de hallar respuestas mediante un juego literario basado en la pregunta y la repetición que nos sumerge en espiral hasta el centro de su inquietud. Florencia del Campo se descubre con esta primera incursión en la literatura juvenil como una voz tremendamente prometedora: su estilo es original, su narradora resulta sincera, cercana y ofrece reflexiones ocurrentes e inteligentes, que conforman un texto lírico, urgente y necesario. En vez de jugar a ¿quién es quién?, Lola juega a ¿quién soy quién? 

A partir de la identidad se alzan algunos de los pilares de la novela: el primer acercamiento a la sexualidad y el deseo, el sentimiento de no pertenencia, la orfandad a medias, el desengaño amoroso, la necesidad de independencia o la formación de una primera consciencia feminista. Lola es muchas cosas en teoría, pero deja de ser todas esas cosas en cuanto las lleva a la práctica: por ejemplo, trata de ser vegetariana pero falla estrepitosamente debido a la irrevocable existencia del jamón serrano. 

Para ella, “hay una sola cosa que en el fondo debe tener sentido en esta vida: ¿cuál será?”. No tiene ni idea. Pero yo tampoco.

¿Quiénes somos? Puede que nadie lo sepa a ciencia cierta. ¿Soy?, ¿o parezco serlo? Todos hemos tenido diecisiete años. Todos hemos estado perdidos. “¿Hemos estado o estamos?” me preguntaría Lola.

Un casi coming-of-age sobre lo (poco) que mola ser adolescente

Esta historia da voz a la duda como epicentro de la existencia humana. Un estado del que no siempre se tienen las herramientas necesarias para salir, y que conlleva un aprendizaje que bien podría resultar el nexo en común de todos los capítulos del libro. Sin trama ni evolución argumental, “SOY” podría ser considerada como un capítulo aislado de una novela coming-of-age. La protagonista no narra una consecución de hechos, si no que levita en una enmarañada telaraña de absoluta duda, sumida en el desamor, la tristeza y la procrastinación, que parece vislumbrar una luz hacia el final de la historia. Un final que la lleva a mudarse a la playa con su mejor amiga Laura, la que parece ser su salvavidas, para poder trabajar durante el verano y poder llevar dinero a casa. 

“La distancia entre decir y hacer puede ser inmensa”, se repite en numerosas ocasiones. 

Este abanico de temas queda reflejado con aparente sencillez en un texto ingenioso y divertido que desprende calidez e ingenio, además de enfatizar la cotidianeidad y el realismo de sus diálogos. Las reflexiones de Lola se convierten en pequeñas píldoras de sabiduría diaria para afrontar una ruptura amorosa, la búsqueda de un primer trabajo o una conversación en una cena familiar. Un imaginario personal marcado por las películas que ve en Filmin, por sus inquietudes y dudas y por ese estado de inseguridad y duda, lo que supone existir y ser, la vida, contado en primera persona. 

En conclusión, Lola es caótica, como cualquier persona de su edad. También es directa y sin preámbulos. Divaga, reflexiona, pero sobre todo se cuestiona, y reivindica. No quiere tener que ser guapa o linda para ser mujer. Es mujer. Y es linda. O no. ¡Qué más da! A “SOY” le encanta reivindicar. ¿El qué? Pues que… “Somos o somos. No importa el qué. Chinchín”.

FICHA TÉCNICA 

  • Título: SOY
  • Autora: Florencia del Campo
  • Ilustradora: María Luque
  • Editorial: Barrett
  • Año: 2020
  • Impresión: Estugraf
  • Número de páginas: 111
  • ISBN: 978-84-121353-2-9

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