Yonkis del cariño ajeno

Claudia Pacheco//

La responsabilidad emocional se entiende como la construcción de vínculos afectivos sanos fundamentados en el consenso y el diálogo. Esta idea choca con los patrones consumistas que se siguen en las relaciones contemporáneas: uso y abuso de aplicaciones para ligar o priorizar lo rápido y fácil. 
Una larga lista de ‘ing’

Banksying, fishing, benching, ghostbusting y ghosting son algunos términos de una larga lista de ‘ing’ que cimentan las relaciones contemporáneas. Banksy vendió su obra Niña con globo que, recién subastada, comenzó a destruirse ante la atónita mirada de los asistentes cuando sonó el ‘ding’ que anunciaba que había terminado la puja. La idea de instalar una trituradora oculta bajo un cuadro originó el concepto banksying, que ahora se aplica a las relaciones de pareja: esperar semanas e incluso meses aun con la relación rota para planear la mejor ruptura posible.

Dos jóvenes reciben un mensaje del mismo número de teléfono con un minuto de diferencia y un texto idéntico. Iniciar una conversación con varias personas de forma simultánea usando una fórmula prefijada se conoce como fishing, del verbo inglés “fish” (pescar). Quien utilice esta técnica, por probabilidad, hará que alguien pique en el anzuelo.

Cuando todo parece idílico, la otra persona desaparece. “Te han hecho ghosting”, podríamos escuchar. Si una de las partes insiste en mantener el contacto incluso con la relación rota, se conoce como ghostbusting. En cambio, podríamos hablar de haunting para aquellos que rozan la obsesión comprobando las redes sociales de aquella o aquel con quien se ha mantenido un vínculo afectivo. 

La larga enumeración de conceptos y términos ingleses que se han adaptado al lenguaje de las relaciones afectivas, sobre todo en el idioma de las redes sociales, da cuenta de nuestra realidad hoy en día: falta de responsabilidad afectiva

Zygmunt Bauman introdujo en 2003 la concepción de amor líquido en su libro Amor líquido al hablar sobre la fragilidad de los vínculos humanos. El sociólogo expuso y analizó la falta de responsabilidad afectiva como la carencia de compromiso y solidez en las relaciones contemporáneas. Fenómeno que se produce bajo la falsa concepción de que así se evitan vínculos emocionales profundos para encajar en un entorno volátil y cambiante. 

Para Bauman, el término de responsabilidad afectiva vinculado al concepto de amor líquido también apela a la necesidad de conocer el impacto que cada acto de una de las partes puede tener dentro de una relación. Que no nos hagan daño. Que se haga lo que queremos. No. La educación emocional no trata de eso. Magdalena López, doctora en Ciencias Sociales, expone en un artículo en la revista LATFEM que es imposible adivinar qué piensa una persona sobre otra, pero es responsabilidad de ambas construir vínculos afectivos más sanos. 

En una sociedad basada en el amor líquido, la responsabilidad afectiva es ese tapón de la botella que evita que el líquido se derrame.

Necesitamos un tiempo

“Necesitamos darnos un tiempo”, a esa conclusión llegan Rachel Green y Ross Geller en el capítulo quince de la tercera temporada de Friends. Ross sospecha que afloran ciertos sentimientos en Rachel hacia uno de sus compañeros de trabajo. ¿La solución? Distanciarse. Pensar. Darse un tiempo. En Estados Unidos tiene un nombre y es submarining. Otro término que se debe añadir a la lista.

La responsabilidad afectiva es un tema recurrente, en parte porque hoy ponemos en el punto de mira situaciones reprochables que antes no veíamos así. En este momento entendemos cómo se sintió Rachel cuando Ross le engañó. Ahora nos parecen comunes sus exigencias: el respeto y el compromiso con una relación. 

Una simple consulta en Instagram y Twitter evidencia que el deseo de una mayor responsabilidad emocional ya es una realidad en la forma de concebir las relaciones de pareja. La etiqueta #responsabilidadafectiva se ha utilizado en más de 80.900 ocasiones en Instagram y el tuit más popular cuenta con un impacto de 89.700 usuarios. Se puede leer “el amor no duele, la falta de responsabilidad afectiva sí”. 

Pareja dándose la mano. Fuente Unsplash.

 

El hecho de que sea un tema candente no significa que no existiese antes, sino que ahora sabemos ponerle nombre. La concepción de responsabilidad afectiva surgió en la década de los ochenta en Estados Unidos debido a la necesidad de establecer reglas en las relaciones poliamorosas –comunicación, grado de implicación afectiva con terceros o jerarquía de la relación–. Autoras como Janet Hardy y Dossie Easton comenzaron a teorizar acerca de la idea de la “no monogamia ética”, que se resume en trazar unos valores más claros que rijan los vínculos no monógamos. 

En el siglo XXI, estas competencias emocionales se han convertido en un reclamo para parejas monógamas. Este cambio de la concepción del término es un mero ejemplo de la tendencia actual: los que reclamaban mayor libertad y menos control, hoy se pelean por encontrar alguien que posea cierta inteligencia emocional. Te pueden gustar personas rubias, graciosas, con diversas inquietudes, pero siempre con responsabilidad afectiva. 

Tal vez pedí demasiado. Pero tal vez esto fue una obra maestra hasta que lo rompiste todo”, canta Taylor Swift en All too well. La cantante narra la historia de una pareja que se distancia. La letra es un retrato de su relación con el actor Jake Gyllenhaal. Taylor expresó que, durante su relación, hubiese agradecido ciertos gestos por parte de su pareja: evitar las falsas promesas o demostrar una mayor implicación en el ámbito personal y laboral. Las pequeñas acciones son relevantes. La cantante, once años después de la publicación de esta canción, afirma ser más competente en el ámbito emocional. 

Este caso muestra que las carencias afectivas en las relaciones contemporáneas no son un hecho aislado. Las mujeres tienen cierta tendencia a sufrir debido a la concepción de amor romántico. La socióloga Eva Illouz expone en su libro “El fin del amor” una teoría con la que concluye que las mujeres son más competentes desde el punto de vista afectivo, es decir, detectan errores en los modelos de relación y socialización que algunos hombres no son capaces de ver.  

Las diferencias en los modelos también se llevan al plano sexual. El estudio “Relaciones afectivas y sexualidad en la adolescencia” de la Liga Española de la Educación y promovido por el Ministerio de Igualdad amplía la afirmación de Illouz. El 22,6% de los chicos que salen de fiesta buscan relaciones ocasionales, frente al 12,9% de las jóvenes. Entre ellas se aprecia incluso cierto rechazo en otro cuarto de las encuestadas, quienes necesitan una conexión emocional antes de dar paso a un encuentro sexual. 

La percepción de las relaciones de pareja compartida por ambos sexos no llega a un punto común, aunque el feminismo contemporáneo ha propiciado un profundo cambio en poco más de diez años. Desde esta corriente se entiende y explica el amor romántico como una construcción social. Solo así lo podrán deconstruir las nuevas generaciones. En ese sentido, Illouz introduce que el ideal de amor moderno se construye en base a un contexto sociológico.

Sentimientos a golpe de clic

Sí. No. Sí. No. Es la norma buscar entre las fotos de perfil de los usuarios de Tinder, Grindr o Badoo. Escoger personas como si fuesen prendas en una tienda de ropa.  Cuando encuentras el color que buscabas, deslizas hacia la derecha (swipe, como se dice en estas aplicaciones). ¡Match!

La banalidad y superficialidad en la que se ha convertido ligar en estas plataformas –priorizar lo práctico y lo fácil– ha llevado a una impersonalización del proceso. Tinder no ofrece datos del número de usuarios que maneja, pero presume de haber superado los mil millones de matches. Ir a la “tienda”, buscar y comprar hace que sea más complicado crear un vínculo emocional. Nunca sabes si eres un número más. ¿Con cuántos usuarios habrá “hecho match” esta semana? Cinco, diez, ninguno o hasta agotar los emparejamientos diarios de la versión gratuita. 

Persona que hace un match con otro usuario en Tinder. Fuente Unsplash.

 

Imagen de una chica rubia de ojos azules a la izquierda; chica morena a la derecha; chico alto y musculado a la izquierda; chico rubio a la derecha. Es una cuestión de gustos. Las aplicaciones para ligar multiplican las posibilidades de encontrar personas afines y el proceso se acelera. Para Bauman, una de las características del amor líquido es esa necesidad de huir de los vínculos permanentes y buscar relaciones rápidas.  

Algunos usuarios dejan atrás las prisas y chatean durante semanas hasta pasar de la aplicación de ligar a WhatsApp en un proceso conocido como Tindsagramming (cambiar al chat de otra cuenta que aparezca en la biografía sin previo aviso para comprobar si el usuario pretende llevar la conversación más allá de Tinder). La falsa creencia es que, si funciona esa práctica, es posible que la relación desarrolle un vínculo emocional más fuerte. El investigador critica la inconsistencia de esta idea: es difícil crear relaciones sanas con responsabilidad afectiva bajo la sombra de poder romperlas lo más fácil posible. Se crean lazos fuertes, pero que se puedan desatar sin esfuerzo.

El profundo mar de términos no permite ver con claridad uno de los principales problemas de las relaciones contemporáneas: la falta de educación emocional en un modelo de amor cada vez más líquido. La idea de relación próxima a patrones consumistas, la superficialidad en redes sociales y el impacto de las aplicaciones para ligar con su idea de “rápido y fácil” han evidenciado esta carencia. 

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *