Renovarse o morir: cómo reinventarse en la crisis de la COVID-19

Alba Martín Amaro //

Teletrabajo, clase online, streaming, videollamada, directo, Zoom, Skype, Google Meet… infinidad de términos que, poco a poco, se han ido añadiendo a nuestro vocabulario durante el confinamiento. No es baladí obviar que vivimos en una era digital y parece que, ahora, muchos nos estemos dando cuenta.

La cuarentena nos ha obligado a estar en casa y a sustituir con una pantalla ese abrazo de madre, el beso de tu novio o, incluso, la reunión en la oficina. Porque todo el mundo conoce a alguien que esté trabajando desde casa. Una práctica que parece que ha venido para quedarse. Pero, ¿y aquellos que les ha sido imposible? 

Las cifras están ahí: más de 4 millones de trabajadores en ERTE, otros casi 4 millones de parados (despedidos o, simplemente, que no les han renovado el contrato), más de 1 millón de autónomos que han recibido la prestación por cese de actividad…, la situación no es fácil para nadie. 

En los malos tiempos es cuando, de verdad, la gente se mueve. La creatividad brota cual semilla y solo nos queda cumplir la siguiente sentencia: renovarse o morir. Eso lo saben bien Eva, Marta, Pablo, Sheila, Alicia y Rubén; seis personas que han sufrido en sus carnes las consecuencias del coronavirus y que han hecho de la tecnología y de la imaginación, el remedio a sus problemas laborales.

 

Fachada de la academia Exeter en Ejea de los Caballeros.

 

Clases online para principiantes

«Me dedico a la enseñanza del inglés desde hace 30 años y hace 25 monté mi propia academia en Ejea de los Caballeros». Ella es Eva y su academia Exeter. Una autónoma que, por primera vez, ha tenido que dar clases online y que ha visto como su número de alumnos ha disminuido un 65%. La mala conexión, aprovechar menos las clases o los problemas económicos han sido la causa.

Decidió no hacer un ERTE a su única trabajadora, pensando que la situación no se iba a alargar, pero como ella dice: «no es sostenible a medio o largo plazo». En cuanto al futuro, ella lo califica de «muy incierto», ya que no sabe si sus alumnos volverán: «dependerá de la situación económica de las familias y también del miedo al contagio».

Por su parte, Marta, una soriana afincada en Zaragoza, también ha tenido que pasarse a las clases online, un formato que según explica «le gusta mucho». Sin embargo, desde la otra perspectiva: ella es opositora a escala ejecutiva de la Policía Nacional. 

Una oposición que no solo implica mucho estudio, sino también un riguroso entrenamiento que, entre risas, comenta cómo ha tenido que ingeniárselas: «En cuanto al deporte, me he apañado en casa: subir y bajar escaleras, correr en círculos, en la cochera (es propia no es comunitaria, lo recalcó), en el pasillo… o subir a la barra con una mochila llena de cajas de leche». 

Y en lo que respecta al estudio más de lo mismo. Sus quedadas con compañeros para ir a la biblioteca se han visto truncadas: «Al final te adaptas a todo, son nimiedades, totalmente superables y me sigo considerando súper afortunada de poder contar con toda la tecnología. Creo que no me puedo quejar, la verdad».

El futuro no lo tiene claro, aunque es optimista, dependerá del número de plazas que oferten en las siguientes convocatorias y de cómo se puedan llevar a cabo las pruebas: «Yo intento no perder la motivación y seguir estudiando a pesar de todo y confiando. De momento es pronto para tomar otra decisión».

 

Publicación en la que se ve a Pablo de @turismoconnaval.

 

Turismo rural en línea

Internet es clave para reinventarse, pero ¿qué ocurre con ese mundo rural donde la brecha digital es una realidad bastante latosa? Eso lo sabe bien Pablo, un joven de La Puebla de Roda (Huesca), que está acabando el Grado de Turismo en la Universidad de Zaragoza y que mientras hacía un examen online, durante este confinamiento, «se le fue la conexión». Junto a su familia trabaja en dos negocios turísticos: una casa rural y un restaurante.

Aunque la conexión no es la mejor del mundo, la familia de Pablo se ha puesto al día en la reapertura de su restaurante: «Hemos puesto en cada mesa un cartel con un número de WhatsApp para que nos hablen y nosotros les enviamos la carta. Una alternativa al código QR, que no todos los móviles lo tienen».

Una forma de evitar la propagación del virus, además de las ya marcadas por el Gobierno: desinfección total de los apartamentos y del restaurante, uso de mascarilla obligatorio, distancia de 2 metros, etc. «Creo que, sin Internet, lo que hubiéramos hecho es buscar otro método de avanzar. El turismo es un sector que está siempre reinventándose y cambiando mucho», comenta.

Y de turismo ha creado una cuenta de Instagram durante la cuarentena. @turismoconnaval ha sido una de las ideas que Pablo está llevando a cabo: «Cuento anécdotas de turismo y experiencias, recomendaciones, un poco de todo… para explicar lo que yo sé y que la gente pueda aprender».

 

Sheila junto a algunos de sus cuentos, su foto de perfil en @locacuentos.

 

IG educativo: creatividad, imaginación y cuentos

«Mira si me ha afectado, que no tengo trabajo. Es la primera vez en mi vida que he tenido que coger el paro. Y yo empecé a trabajar con 16 años y nunca he dejado de trabajar». Estas son las palabras de Sheila, una maestra aragonesa de Infantil, que trabaja en la Escuela Pública. 

Su sustitución acabó 2 días antes de que se decretara el Estado de Alarma, pero ante el escaso -por no decir ínfimo- número de sustituciones que está ofertando la DGA para cubrir bajas, se ha visto obligada a pedir la prestación por desempleo: «Conozco amigas que tienen en su cole 3 profesores de baja y los están cubriendo entre equipos directivos y otros compañeros. La Diputación no se ha portado nada bien, se ha ahorrado un dineral. Me parece muy indignante».

Ante esta situación decidió, al igual que Pablo, crear una cuenta de Instagram; pero en este caso sobre educación: «En un principio era un poco reacia a estas cuentas, pero dije, ahora que sí tengo tiempo, voy a crear un Instagram educativo para tanto aprender yo, como para que la gente me lea o se interese por mi trabajo, que aprenda de mí a base de mi experiencia».

Y así fue como nació @locacuentos, «una pasión», confiesa Sheila, que se «abrió delante de sus ojos», durante el primer año de carrera. Contar cuentos para esta maestra no solo es un disfrute, sino que estos relatos infantiles poseen en realidad un trasfondo pedagógico muy importante: «Cuando veo a mis niños con esas caritas y con esos ojos como platos, mirándome…, a mí se me llena el corazón y el alma. Y luego se pueden trabajar de manera involuntaria no específica muchos temas que, de otra forma, sobre todo para los más peques, es difícil de trabajar(una pérdida, una muerte…) o que, a lo mejor, de otra manera costaría bastante».

Cuando le preguntamos sobre implantar clases online en el curso que viene, Sheila explica que es una situación complicada, sobre todo, con la edad de sus alumnos (de 3 a 5 años): «Vamos a priorizar las pantallas, ¿o el contacto o la relación social, que es tan importante en los primeros años? Además, todo el mundo no tiene las mismas posibilidades ni económicas ni familiares ni personales. Si quieren plantear la combinación de unos en casa, otros que vayan al cole y, al revés, ya pueden ampliar plantilla».

 

Imagen tomada por Alicia durante sus clases de yoga online.

 

Yoga online y ayudas a la conciliación familiar

Alicia es autónoma y se encarga del servicio de aula mañanera, así como de la ludoteca del colegio de Mora de Rubielos (Teruel). Asimismo, era trabajadora en el comedor de ese mismo cole (le han despedido por culpa de la COVID-19) y da clases de yoga a niños y adultos.  Toda una emprendedora que con la crisis del coronavirus se ha visto seriamente afectada: «Tengo 0 ingresos, al ser autónoma. Pero, dentro de lo que cabe, sí que nos han tenido en cuenta y he recibido la ayuda (671 euros)».

Durante este confinamiento, ha comenzado a dar clases online de yoga a adultos, ya que con los niños «no funcionó», reconoce. Al principio desde su Instagram y de «una forma desinteresada», pero conforme han pasado los meses sí que ha tenido que cambiar su mentalidad: «A partir de mayo sí que les propuse pasar a la plataforma de Zoom y cobrar por esas clases a un precio inferior y todas accedieron. Estoy súper contenta y el feedback es positivo». 

Y ahora se encuentra preparando el verano. Porque ella es la encargada del programa «Abierto en vacaciones» de la escuela de Mora de Rubielos, aunque este verano no será normal, ya que deberá adoptar las nuevas normas exigidas para frenar el contagio de la COVID-19.

Ratios de 15 niños por aula, distancias de 2 metros, entradas muy controladas al colegio, divisiones en subgrupos, medidas estrictas de limpieza y desinfección… «La primera semana va a ser para que ellos (los niños) entiendan la Nueva Normalidad. En el caso de los monitores, vamos a estar siempre a 2 metros de ellos, pero si un niño se cae… hay cosas que no están contempladas», recalca.

«No es que te veas capaz o no, es que te ves obligada: o te reactivas o te reactivas. Una vez que el Estado de Alarma se vaya, las ayudas se van. Sí o sí, te tienes que reactivar. Al final como empresa me va a tocar empezar con ellos», reflexiona.

 

Captura Instagram de Rubén Isarría.

 

Marketing digital: e-commerce, redes sociales y páginas web

De reinvención y reciclaje también sabe Rubén, un zaragozano que estudió periodismo y que acaba de finalizar un máster en Marketing Digital (una semana antes de decretarse el confinamiento). La COVID-19 ha hecho que perdiera su trabajo (el cual compaginaba con sus estudios), pero él es positivo: «No pasa nada, es reinventarse, aceptar la situación y hacer pequeñas cosas para nuestro bienestar o para seguir progresando tanto profesional como académicamente».

Y así ha hecho Rubén: webinars, cursos online sobre marketing, diseño o liderazgo e inteligencia emocional y luego desempeñar funciones como Social Media Manager al negocio de un familiar o crear páginas web a conocidos. Y es que él tiene claro que las e-commerces o tiendas online son el presente: «Muchos han hecho esto; pero, por otro lado, muchas agencias han perdido clientes. Yo ya no sé si es buena o es mala elección, cada empresa deberá valorar lo que hace para reinventarse o morir». 

Por eso, este joven zaragozano ha decidido potenciar su marca personal con un blog de viajes y con su canal de Youtube: «Ahora no se puede viajar, lo tendré que hacer de alguna forma. También veo una oportunidad para impulsar el turismo por España o por tu comunidad autónoma. No hace falta irse muy lejos para conocer tu propia cultura, que estoy seguro que la gran mayoría de personas no la conocemos».

Cuando a él le preguntan sobre qué le deparará el futuro desarrolla un ‘carpe diem‘ en toda regla: «El futuro es mañana. No me veo en un futuro de aquí a 1 mes, 2 meses o 1 año como hacía antes. El futuro lo veo día a día. Porque no sabemos lo que nos pueden decir…, es vivir el día a día, intentar reinventarse cada día para ser mejores personas». Porque una vez más la Historia se repite y nunca aprendemos de los errores de pasado.

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