El declive Burtoniano: obras relegadas al teatro y a la mala crítica

 Irene Marín Guallar//
Cineasta imposible de clasificar y peculiar, amante de las imperfecciones y los recovecos sombríos de la sociedad. El padre de las criaturas marginadas e incomprendidas parece haber perdido la ilusión en sus últimos filmes, en los que se echa de menos su original estética visual que lo hacía único y diferente.
 El niño que amaba los monstruos

Hoy en día no es difícil reconocer una película de Tim Burton, por muy antigua que resulte. Su peculiar escenografía y extraña estética han marcado al público, e incluso, han conseguido crear una forma de ver la vida: una cultura subgótica entre sus fanáticos.

Figuras alargadas, caras ojerosas, cuerpos paliduchos, paisajes sombríos y colores apagados. Son los aspectos que más caracterizan a las obras de este autor, que desde su infancia se sintió diferente a los demás. Nació en la América de los cincuenta, con el ideal de Eisenhower de que el ciudadano, por sí solo, no significaba nada, solo en conjunto con los demás podría cobrar sentido. Además, la situación en el país, por la crisis de los misiles de Cuba o el sangriento asesinato del presidente John F. Kennedy, entre otros hechos, no era la más propicia para una vida tranquila y feliz. Burton, junto con otros grandes visionarios como Stephen King o Steven Spielberg, crecieron en una época convulsa en la que los padres despedían a sus hijos deseándoles que pasasen un buen día porque desgraciadamente podía ser el último.

Tim Burton rodeado de alguno de sus personajes. Fuente: Eldemocrata.com

 

Por aquel entonces, según el escritor Hilario J. Rodríguez, se comenzó a desarrollar una personalidad supuestamente insana en miembros de las generaciones más jóvenes, a quienes lo monstruoso, lejos de disgustarles o hacerles sentir repulsión, les atraía. Y Burton era uno de ellos: “Me parece que los monstruos tienen un alma más humana que la de quienes están a su alrededor, la parte más oculta y saludable de la sociedad puritana y reprimida. Para mí, las películas de monstruos se convierten en mi universo particular, en mi refugio”, argumentó el director en una entrevista con el periodista Ian Nathan.  Parte del éxito de sus creaciones vienen de este ideal y de su forma de hacer de algo macabro la poesía más bella de todas.

En los años de colegio, Burton, introvertido y con problemas para comunicarse, comenzó a crear su peculiar universo propio desde el interior de su habitación. Hilario J. Rodriguez también explica que  no se trata de una persona difícil, son sus inclinaciones y sus preferencias las que no encajan con las del resto. Se sentía atraído por lo anómalo, lo diferente, lo terrorífico. Experimentaba una fuerte atracción por las obras de Edgar Allan Poe y las películas de Vincent Price. Tanto es así que su primer corto en el mundo de la animación slow-motion se tituló “Vincent” (1982). Para él, este tipo de cine tétrico era realista y le permitía exteriorizar los sentimientos retenidos y adormecidos en su interior. Sus imágenes estaban dotadas de sinceridad, de autenticidad. Incitaban a pensar en lo vetado, lo contrario a la vida real llena de fingimiento y rectitud.

Burton en el set de rodaje Pesadilla antes de Navidad. Fuente: IMDb

Un estilo en reciclaje

Con el paso del tiempo, Burton ha conseguido transformarse en la voz de lo anormal y diferente a través de sus personajes, individuos incomprendidos y marginados por parte de una comunidad que reniega de lo que se sale de los márgenes establecidos. Así es como se ve él, no integrado y alienado frente a una sociedad industrial y materialista opuesta a sus creencias éticas y a su concepción sobre el amor, que vence a la vida y a la muerte, representada maravillosamente en títulos como Pesadilla antes de Navidad (1993) o La Novia Cadáver (2005).

Lo cierto es que este artista es un perfecto representante de la corriente conocida como “autoría posmoderna”, un tipo de cine en primera persona donde el autor refleja sus preocupaciones, intereses y visiones de la cotidianeidad. El escritor Nicolás Sada en su libro El cine americano actual define esta clase de vertiente como la de “creadores que tienen la inteligencia de hacer películas utilizando los géneros conocidos, a la vez que afirman su singularidad”.

Su principal cometido es poner en duda los cánones de belleza y proporción enraizadas en nuestra cultura popular, cuestionando el buen gusto y la madurez, obligándonos a replantearnos los órdenes establecidos.

Escena del filme El hogar de Miss Peregrine para niños peculiares de 2017. Fuente: RTVE

 

Contrariamente a lo que piensa Burton y lo que quiere conseguir a través de sus historias, a los seres anómalos se les sigue dando multitud de veces la espalda porque mezclarse con ellos significa para muchos que se tambalee el sistema social existente tal y como lo conocemos. Que la gente teme a los cambios no es ninguna novedad. Quizá por ello su estilo queda al margen, porque no estamos acostumbrados a ver unos valores y unas estéticas semejantes. Según afirma Marcos Arza, cronista y estudioso de la obra fílmica de Burton, “hay que ver detrás de la belleza de sus imágenes, explorarlas para conocer el verdadero propósito del director: relatarnos la historia sobre el raro, el peculiar, aquel que etiquetamos como tal a la primera de cambio”.

Aunque este estilo parece que ya está aburriendo al público, que precisa de algo más, de algo sorprendente que reavive el interés y la estima hacia las creaciones burtonianas y sus seres. En estos últimos años no se ha visto el estilo original del director por dedicarse a hacer reciclaje y adaptar películas Disney de toda la vida, pero con su escenografía y encuadres. Trabajos muy superficiales y realizados sin el cariño y dedicación de sus primeras cintas.

Su eterno duelo con la crítica

Desde que su primer largometraje viera la luz hace 20 años, el director ha recibido adjetivos de lo más variopintos. Desde pésimo narrador, artista de segunda clase hasta aceptable diseñador de atmósferas a genio o cineasta de culto.

Los críticos defensores o más comprensivos hacia su trabajo creativo le han comparado con directores como Fritz Lang o Murnau, grandes genios del expresionismo alemán de los años 30. El crítico Sanchez Navarro explica que las proyecciones cinematográficas de esa corriente se caracterizaban por la estilización escenográfica, el maquillaje exagerado, las luces y las sombras, y la mezcla de elementos cotidianos con otros grotescos e inquietantes. Aspectos que se encuentran en los filmes de Burton Batman vuelve (1993) y Bitelchús (1988).

Quizás Burton se ha hecho de rogar a la hora de mostrar las reglas que sigue su juego o nosotros las hemos aprendido o vamos comprendiéndolas tardíamente. El conflicto reside en que se deben aplicar nuevos criterios analíticos y valorativos sobre sus obras, no se pueden evaluar con las mismas reglas que se aplican a filmes de Tarantino o Eastwood. Su esencia reside en las sensaciones y los sentimientos, en la simple intuición antes que en la intelectualidad. De ahí viene que los niños y jóvenes sean los que mejor entiendan y se identifiquen con sus trabajos, porque carecen, en mayor medida que los adultos, de prejuicios y se sumergen en la narración.

Tim Burton en la premiere de “Dumbo” en 2019.  Fuente: shutterstock.com

Pero, hoy en día, su cine no está en su mejor momento. Hace pocos meses, su cinta de Batman cumplía 30 años y poco se ve del Burton de aquel entonces. El problema ya no está en que la crítica no sepa interpretarlo, sino en que él está cayendo en la superficialidad, en el reciclaje rutinario, adaptando historias escuchadas ya por todos. La Crítica Tasha Robinson, en El Confidencial, comenta que el Burton cineasta murió de un ataque de “autoindulgencia, aburrimiento y falta de imaginación”.

En esta reciente etapa de su cine, películas como El hogar de Miss Peregrine para niños peculiares (2017), Sombras Tenebrosas (2012) o Big Eyes (2014) parecen haber perdido la imaginación característica y la profundidad a la que estábamos acostumbrados. Aunque la estela de la fantasía y la magia nunca ha dejado de acompañarle, sus últimos trabajos se asemejan más a intentos de “remakes” en los que prima su innata extravagancia visual. Su necesidad de rodearse de amigos y gente afín para sus rodajes, como su gran compañero y padrino de sus hijos Johnny Depp; se ha vuelto costumbre y resta originalidad.  El genio musical que ha acompañado al director durante su carrera, Danny Elfman, tampoco ha conseguido avivar sus últimas proyecciones, que parecen producidas en cadena y programadas para estrenarse en un tiempo concreto.

En cualquier caso, guste o no guste, su cine nunca deja indiferente y de ahí nace su curiosa trascendencia, haciendo imposible el negar méritos a su pasada obra creativa y sensorial. Como el mismo Burton declaró en una entrevista al periodista Mark Salisbury: “El público puede aceptar películas que se salen de los convencionalismos de Hollywood”.

Un futuro y un paradero inciertos

Desde la producción y el estreno de su último filme para la gran pantalla, “Dumbo”, en marzo de 2019, no ha dejado pistas sobre otros proyectos ni ha sido visto en eventos cinematográficos celebrados recientemente. De hecho, nunca ha sido gran amigo de las ceremonias de premios. Ni si quiera de la gala del cine hollywoodiense por excelencia, los premios Oscars, a los cuales estuvo nominado por Frankenweenie (2012) y La novia Cadáver (2005), donde acudió con su ya expareja Helena Bonham- Carter.

En sus redes sociales es difícil seguirle la pista aunque hablar abiertamente para un gran público no es uno de sus puntos fuertes. Por ello, un pequeño equipo de comunicación le ayuda a coordinar los mensajes que difunde en los diferentes medios y plataformas digitales. En Instagram cuenta con 12 publicaciones en su perfil. no se aprecia ningún atisbo de que esté trabajando en nuevos proyectos para la gran pantalla. Sus posts son bastante superficiales y ajenos a su trabajo cinematográfico.

Escena del musical Bitelchús en 2020 . Fuente Fotogramas

En lo que respecta a otras redes sociales, Burton no posee cuenta en Facebook, pero sí en Twitter. Consultando en ella ninguno de sus tweets arrojan luz hacia dónde va a encaminar su carrera artística.  Una de sus últimas ideas fue pedir a sus seguidores por Twitter que le ayudaran en un proyecto llamado Tim Burton`s Cadavre Exquis. Este consiste en un juego, el exquisite corpse, en el que un grupo de personas van adjuntando frases o imágenes a una hoja de papel para elaborar una historia. Así, Burton comenzó el juego con una oración contando las aventuras de Stainboy mientras el resto de usuarios añadían su línea a la narración con el tag #BurtonStory. Aunque fue una gran iniciativa para conectar con sus fans, no llegó a convertirse en una publicación editorial seria.

¿Dónde estás Burton? Queremos la creatividad y la magia de tu peculiar mundo interior. Puede que se haya explotado demasiado a sí mismo y deba autoregenerarse para volver a atraer masivamente a su público a las salas de cine. Con algunas de sus últimas producciones como Alicia en el País de las Maravillas (2010), Alicia a través del Espejo (2016) o Dumbo (2019) remontó gracias al apoyo por parte de los fans de la factoria Disney.

La única brizna que podemos ver de su obra cinematográfica anterior, y con la cual colabora en la actualidad, es la cesión de su filme Bitelchús para ser adaptado por Warner Bros en una versión musical para los teatros de Broadway. Lo que parece seguro que no podremos ver es la segunda parte de esta cinta a pesar de los rumores que corrieron durante años y que los propios protagonistas, como Winona Ryder en una entrevista para The Variety, no supieron si desmentir o afirmar.

Quizá cuando llegue la vuelta a la gran pantalla del retraído, inadaptado y solitario Burton, consiga seguir defendiendo su individualidad y su universo íntimo e infantil como lo hacía antes. Tal vez recupere esa esencia que han conquistado las mentes y los corazones de muchos cinéfilos alrededor del mundo. Hasta entonces siempre podemos desempolvar las viejas cintas de Eduardo Manostijeras (1990), Pesadilla Antes de Navidad (1993) o Ed Wood (1994).

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