2017 Promete Vol.2: Twin Peaks. Cafés tan negros como una noche sin luna.
Dani Calavera//
La primavera de 2017 traerá consigo la nueva temporada de Twin Peaks debajo del brazo. Nuestro crítico de cine, Dani Calavera, nos habla de la mítica serie y de lo que podemos esperar de la nueva temporada que llega de la mano de David Lynch y Mark Frost, artífices de la original.
Este año, 25 años después (como Laura le dijo a Cooper en su sueño compartido) volveremos al lugar donde comenzó todo. 25 años después, está volviendo a suceder.
«- Cuando dos sucesos aparentemente inconexos acaecen al unísono debemos prestarles toda nuestra atención»
Aunque fuese el año 1990, los ochenta aún no habían pasado. Los ochenta no terminaron hasta el 1 de julio de 1991, día en el que se estrenó Terminator 2: El juicio final, de James Cameron. Ese día comenzaron los 90. Pero cuando la década empezaba oficialmente, los periódicos de Norteamérica sorprendieron a sus lectores con una extraña noticia que rápidamente se extendió por todo el país, un audaz juego de marketing que sería el preludio de las costosísimas campañas publicitarias de las que hacen gala hoy día los estudios de cine y televisión. Las últimas páginas de algunos periódicos presentaban la fotografía del cadáver de una joven, envuelta en un plástico, y en la parte superior podía leerse la siguiente pregunta, una pregunta que resonaría en las mentes del mundo entero durante el próximo año y medio: «¿Quién ha matado a Laura Palmer?»
» – Está muerta sheriff, está muerta… Envuelta en un plástico»
El eficaz productor, director y guionista televisivo Mark Frost y el genio cinematográfico David Lynch unieron fuerzas para crear algo más que una serie, algo más que un mero entretenimiento. Frost y Lynch cambiaron para siempre la televisión con un producto exquisito y extraño, tan envolvente como desquiciante, tan inteligente como melodramático, pero sobre todo original: Twin Peaks.
En esta magnífica producción el agente especial Dale Cooper viaja hasta una remota población en el norte, rodeada de bosques oscuros coronados por abetos Douglas llenos de secretos. Un pequeño pueblo en el que el semáforo en ámbar sigue significando ir más despacio en lugar de pisar el acelerador y donde sus locos habitantes tienen mucho que esconder, ya sea ligados al entorno o a sus tortuosas historias personales. Cooper pronto se dará cuenta y no habrá temor en él, sino entusiasmo y dedicación, pues como el público, se dejará envolver por la atmósfera de algo más grande que él mismo.
«- ¿Cómo le gusta el café agente Cooper?
– Negro como una noche sin luna»
Como espectador me resulta imposible ser objetivo con esta serie. Por muchos tropiezos que tuviese (la segunda parte de la segunda temporada), los sillones de la logia negra y que de vez en cuando a Laura Palmer se le doblen los brazos hacia atrás me impiden criticarla. Solo puedo intentar analizarla, si eso es posible con cualquier cosa que salga de la mente de David Lynch, y alabarla como lo que es: algo grande. Tan grande y extraño como un laberinto de cortinas rojas. Un laberinto no apto para todos, pues a todo el mundo que se la recomiendo le digo lo mismo, si no te gusta el primer capítulo, no sigas viéndola.
Enseguida nos sentimos atraídos por el personaje del agente especial Cooper, un tipo singular y único, creyente y con fe en su instinto que va más allá del raciocinio dejando paso a la magia en un mundo materialista y occidental que no la permite, salvo en Twin Peaks. Quizá sea esa la razón más poderosa para que Cooper se quede ahí investigando, no sólo un asesinato, sino todo lo que le rodea.
La atracción del público crece en cada capítulo, alcanzando su clímax, quizás, en la escena de la celda con el padre de Laura, o incluso antes, en el bosque donde el agente explica a su fiel Watson, el sheriff Truman y a sus hombres, su técnica tibetana para averiguar si un nombre tiene algo que ver con la investigación lanzando piedras a una botella de cristal.
«- Haz de tu sonrisa un paraguas y deja que llueva»
La música de Angelo Badalamenti, tras un fundido, nos presenta a un pájaro y después imágenes de una serrería, el Gran Hotel del Norte sigue los acordes y acabamos en las aguas hijas de una cascada. Bobby es un gallito, Donna quiere acercarse a Laura, Laura tenía problemas —¿acaso nadie lo vio venir?—, Nadine ha perdido la razón, Shelly quiere ser libre, Leo es un perro rabioso, Andy es como un niño, Audrey intenta moverse etérea por un mundo al que no pertenece, Yoshi esconde un pasado más traumático que ningún otro y Benjamin Horne, citando a Carretera perdida también de Lynch, «es peor que los peores hijos de puta». Estos son sólo unos pocos personajes de toda la fauna, irrepetible, de este pequeño pueblo en el que las lechuzas no son lo que parecen ser.
“¡Sensacional!… No entiendo nada de lo que está pasando” – Homer Simpson, viendo un capítulo de Twin Peaks.
Lynch puede permitirse los diálogos y las situaciones más elegantes e irrazonables (frases, planos, escenas, reacciones… todo).
Su condición de genio torturado le ha dotado de la capacidad de introducirnos en sus pesadillas más claustrofóbicas, porque él es consciente como nadie de que vamos a ver estas pesadillas en un formato cuadrado, ya sea televisión o cine, y nos atrapa dentro de él, sin poder salir. Cuatro márgenes entre los que se representan sus deseos más turbios y oscuros, siempre bien iluminados y también atisbos de su interior en los que se lee un poderoso mensaje todos los monstruos tienen corazón, para bien o para mal.
Su filmografía abarca todos estos elementos: desde Cabeza borradora — nadie se ha acercado tanto a través del arte al mundo de los sueños, aunque este sueño sea una auténtica pesadilla—, pasando por Corazón salvaje, Terciopelo azul, Mulholland drive, Una historia verdadera hasta llegar a Inland Empire, seguramente la obra más cercana al espíritu de su ópera prima.
«- Está pasando otra vez». El gigante advierte a Cooper desde el escenario.
Un chico se va bailando desde su taquilla por el pasillo. Las manos de los habitantes tiemblan como las de Bob, sabiendo lo que se avecina. ¿Quién es Bob? «Quizás el mal que habita en todos los hombres». Hace falta mucho talento para que una apariencia televisiva de comienzos de los 90 nos deje respirar cine bien hecho, y esto es gracias a lo de siempre: historia, guión y personajes.
«Junto a mi había una chica rubia muy guapa… ¡Estaba llena de secretos!»
El tono de voz de Cooper al pronunciar esta frase, de nuevo, denota entusiasmo al recordar su sueño con Laura y el enano bailarín. En Twin Peaks hay magia y él es partícipe de ello. Mención aparte merecen ese enano bailarín que habla dentro de una botella hueca del revés, el villano Windom Earle, las visiones de la madre de Laura y de Ronette Pulaski, el primer y el último capítulo, o la balada de los árboles de sicomoro. Oscuridad elegante, la más elegante de las oscuridades, con unos cuantos atisbos de luz que reconfortan el alma de quien se deja arrastrar por las lechuzas, las tartas de cereza y la doble R.
¿Qué nos espera en la tercera temporada? No lo sabemos, hoy día está todo hecho. Y si está todo hecho, es gracias a esta serie, donde realmente empezó todo. Lynch goza de libertad, ha rodado esta temporada como si fuese una gran película, la más larga de su filmografía, y viene acompañado de un reparto brutal.
«Welcome to Twin Peaks, again».
Cooper volverá a contarle a Diane cada paso que dé y cómo lo dé. La expectación es máxima chicos. Volvamos a repetir la frase que Dale y Truman encontraron en el vagón de tren, esperando volver a ser envueltos por la atmósfera de la música de Badalamenti, los sicomoros, los abetos Douglas y los cafés tan negros como una noche sin luna. ¿Veremos por fin la logia blanca?
«Fuego, camina conmigo»
Autor:
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![]() ![]() Crítico de cine en ZTV y Heraldo.es. Creador, presentador y realizador del programa más extra-elegante de cine: «Unas cuantas Pelis». ¿Lo único que importa? Cine, música, escribir, mucho café, cine y música. Apasionado de la música y el cine tanto escrito como realizado, rodado y proyectado. Emocional y moralmente incapaz de escoger un género ¡Todos son buenos mientras sea buen cine!
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