Un ejército de brujas por la igualdad

Texto: Elías Achón, Candela Canales, Irene Ibáñez, David Miranda y Pablo Torres. Fotografías: Candela Canales, Irene Ibáñez, Pablo Torres//

El pasado 8 de marzo millones de personas salieron a la calle en todo el mundo para luchar contra el machismo y la violencia de género en el Día Internacional de la Mujer. Oleadas moradas llenaron el centro de Zaragoza al ritmo de batucadas y gritos por la igualdad.

Pensábamos que era imposible repetirlo, pero lo hicimos. De hecho no fue lo mismo, fuimos muchas más, volvimos a demostrarle al sistema que “aquí estamos las feministas”.

Salimos a la calle un viernes soleado. Aquella tarde íbamos a aprender fuera de las aulas. A las 12 del mediodía quedamos en plaza San Francisco, donde ya había miles de mujeres y hombres preparados para vivir un día histórico. Íbamos armadas con pancartas: “Somos las nietas de las brujas que no pudisteis quemar”, “No nací mujer para morir por serlo” o “De camino a casa quiero ser libre, no valiente”. Éramos un ejército de brujas invadiendo la ciudad.

En un ambiente festivo recorrimos las calles del centro de Zaragoza. Como buena manifestación, no era silenciosa. Nos hacíamos oír cantando y bailando: “Todas las mujeres tenemos un deseo, estamos cansadas de tanto chuleo. Mujeres pa’aquí, mujeres pa’allá, feminismo pa’lante, machismo pa’atrás”. Al escucharnos, eran muchos los que se asomaban a sus balcones y ventanas. Cerca de 10.000 voces se alzaban en el corazón de la ciudad.

“Menos Vox, y más educación”

Vox también estuvo presente en nuestros gritos y pancartas. No podían faltar las referencias irónicas sobre un partido cuyo presidente afirma que «el feminismo nos quiere oprimir», que quiere derogar la ley contra la violencia de género y sustituirla por una ley contra la violencia en el ámbito familiar para “no discriminar al hombre”. Retroceder años en la lucha por la igualdad que cada 8 de marzo deja huella en la historia. “Si regresa el medievox, vamos con las brujas”. Lo podíamos gritar más alto pero no más claro.

“Contra el Vaticano, placer clitoriano”, era otra de las rimas que resonaban a nuestro paso, dirigida a un Papa que, unos días antes, el 21 de febrero, afirmaba que “todo feminismo acaba siendo un machismo con falda”. Con pantalón, vestido o lo que fuese, llegamos a Plaza España con las fuerzas intactas para seguir avanzando.

Manifestación 8 de marzo
Manifestación 8 de marzo en Paseo Independencia

Doblamos la esquina, avanzamos, y al echar la vista atrás contemplamos una calle Alfonso abarrotada. No éramos solo estudiantes. Mujeres de todas las edades nos acompañaban en el camino, y no solo nosotras, también ellos quisieron luchar por la igualdad. En las tiendas abiertas, aquellas y aquellos que decidieron no parar dejaban de trabajar unos instantes para vernos pasar. Un albañil nos aplaudía desde su andamio. Con una boina morada nos mostraba su apoyo.

Por fin, tres horas más tarde, llegamos a la Plaza del Pilar. Nos sentamos todas en el suelo y escuchamos el manifiesto sobre un feminismo que nos incluya a todas. Buscamos una igualdad que no discrimine a mujeres con discapacidad, a minorías étnicas, al colectivo LGTBI…, que no tengamos que seguir saliendo a la calle cada 8 de marzo.

La manifestación de la mañana llegaba a su fin pero aún quedaba más lucha por delante. Al entrar en la Plaza del Pilar dos chicas comentaron:

-¡Pero si aquí no vamos a caber todas!

-Pues tendremos que caber porque esta tarde seremos más.

Luego diréis que somos cinco o seis

Y así fue. Decenas de miles de personas decidieron unirse a la marcha morada que recorrió el centro de Zaragoza aquella tarde. Todas y todos sabíamos lo importante que era estar allí y por eso queríamos luchar, para dejar huella, para unirnos por la igualdad, para hacer justicia.

Empezamos tarde porque no queríamos que nadie faltara y el estallido de los tambores indicó el inicio de la marcha desde Gran Vía hasta el Pilar. En ese momento, Zaragoza marchaba unida bajo un mismo propósito y un mismo color: era un día para hacer historia, pero sobre todo, para que la lucha por la igualdad sea el día a día y no un día marcado en el calendario. Por las que estaban, las que estuvieron y estarán, por las que querrían haber estado y se lo negaron, por las que pelean día a día y porque las que vengan no tengan que explicar que todos somos iguales. Por esos motivos, en la tarde del 8 de marzo el morado se apoderó de Zaragoza.

Manifestación 8 de marzo
Manifestación 8 de marzo en la Plaza España

“No somos histéricas, somos históricas”, rezaba un cartel que una joven levantaba con orgullo en paseo Independencia. Durante el recorrido por calle Alfonso, la fuerza de la manifestación seguía presente: hubo unos minutos en los que el bullicio era atronador. Las cartulinas y las pancartas se convertían en las mejores representaciones de esos instantes: “Grito yo por las que ya no pueden”, se podía leer en una de ellas.

Nos encontramos con comercios cerrados. El morado inundaba una de los lugares más emblemáticos de Zaragoza, al igual que varios de los escaparates de aquellas tiendas que habían decidido mantenerse abiertas.  Colectivos de trabajadores mostraban su apoyo, como el caso de una pancarta en la que se leía “periodistas por la igualdad”, o el caso de las camisetas que los bomberos y policías habían elaborado de propio para la ocasión. La marcha no tardó en llegar a la Plaza del Pilar. Aquello era un mar de gente, todos esperando la lectura del discurso principal.

La hora de escuchar el discurso llegó, y todas las almas convencidas rindieron silencio para escuchar a las ponentes. Sus proclamas se alzaron con una fuerza que conmovió a toda la Plaza del Pilar: que se apliquen de forma efectiva las leyes contra las violencias machistas,  que la educación afectivo-sexual esté contemplada en el currículo escolar o que se rompan  las fronteras, el racismo y la xenofobia, entre otras. A pesar de las esporádicas personas que marchaban a contra corriente por los laterales, seguramente porque ya habían pasado más de dos horas de la hora prevista; no cabía un alfiler en casi toda la plaza. Como es habitual, los más atrevidos se subieron a las farolas o los pies de la basílica para otear mejor el panorama.

Manifestación 8 de marzo
Manifestación 8 de marzo Plaza del Pilar

Un panorama social en ebullición, dirigido y guiado para que salieran en la tele quienes debían salir, y promulgar cierto discurso. El caso es que tenían el apoyo popular, el apoyo de todas y cada una de las personas que se habían sumado y se notaba. No había ninguna mirada disonante a las que estamos acostumbrados o de las que escapamos. Tan emocionante, consolidado y explosivo que pasó volando, tanto, que acabó y a los últimos grupos de colectivos políticos de más a la izquierda no les había dado tiempo ni de a llegar a la plaza.

Manifestación 8 de marzo
Galería manifestación 8 de marzo en Zaragoza

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