Blanca Resano: “Las mujeres todavía no hablamos en voz alta”
Texto: Alicia Sánchez. Imagen: César Serrano//
Yo soy Coco es la nueva obra de Actrices para la Escena, una plataforma que coordina la actriz y directora Blanca Resano y que tiene como objetivo reivindicar la visibilidad de las mujeres en las artes escénicas. En este trabajo que acoge el Teatro Principal de Zaragoza del 8 al 12 de marzo,Blanca Resano utiliza la figura de Coco Chanel como un símbolo de fuerza y de libertad que ayudará a una mujer, en este caso periodista, a compatibilizar su trabajo con su vida personal y a luchar por cumplir sus sueños.
En primer lugar, ¿qué es Actrices para la Escena?
Pues Actrices para la Escena es una plataforma que surge en 2013. Bueno, viene ya un poco de atrás, del año 2000, cuando un grupo de mujeres nos reunimos para ponernos a trabajar. Estábamos ya un poco cansadas de estar en el banquillo porque el teatro, por lo general, aborda producciones en las que los protagonistas son hombres. Estas compañeras y yo empezamos a reivindicar la visibilidad de las mujeres en las artes escénicas, y cuando decimos visibilidad es que se nos conozca por nombres y apellidos.
Entonces, para ti, ¿el papel de la mujer en la sociedad se refleja también en la escena?
Sí, totalmente. En la escena teatral la mujer está todavía relegada a papeles secundarios: es la madre de, la novia de la hija de…su personaje existe porque existe el protagonista. Venimos de una tradición en la que había autores teatrales y los autores lo que hacen es pensar en masculino, inevitablemente.
Una actriz que entra en una gran producción siempre va a cobrar menos porque es que nunca va a ser la protagonista. ¡Ojo! Que no significa que solo haya que hacer obras de mujeres, no, hay que hacer obras de teatro, películas, donde se cuenten historias, pero hay que empezar a reconocer la calidad del género. Las mujeres somos el 50% de la sociedad.
Y hablando de tu última obra, Yo soy Coco, ¿por qué has elegido a Coco Chanel y no a otra mujer?
Coco Chanel es una tía que no teniendo nada, pero absolutamente nada, como otros muchos ejemplos masculinos, al final construye un imperio. Ahora nos hemos quedado con eso, con que fue una de las mujeres más ricas del mundo, que tenía muy mal genio y no sé qué. A mí me interesan los procesos humanos, yo cuento historias, entonces me interesa cómo la gente consigue las cosas o por qué las hace.
¿De dónde surgió la idea?
Se cumplían el año pasado 45 años de su muerte, ahora ya son 46, y coincide con los años que yo tengo, entonces me regalaron un libro, su biografía, y me pareció muy interesante la vida de Gabrielle Chasnel -que realmente se llamaba así- y luego por un fallo en el registro le pusieron Chanel.
¿Te sientes identificada con ella de alguna manera?
Totalmente. Coco lo que hace es desprender metafóricamente a las mujeres del corsé. Les quita el corsé, las libera, y le dicen: “Es que tú creaste moda”. Y dice Coco: “No, yo me corté el pelo y gustó, y entonces la gente se lo cortó”. Yo sí que veo que a veces hago cosas porque las hago, pero de alguna manera van abriendo camino. Esa es la parte positiva, pero la parte más chunga -que es en la que coincido plenamente con Coco- es esa sensación constante de esfuerzo. Yo no siento que nadie me regale nada, lo que voy ganando es porque lo lucho, y yo creo que lo lucho bastante.
¿Cómo definirías la obra?
Yo soy Coco es un texto ligero, simpático, fácil en cuanto a dramaturgia, agradable, que nos cuenta cómo esta mujer llega a ser Coco Chanel. Pero nos valemos de una excusa porque claro ¿cómo hacemos para contar una historia y que enganche?
¿Y cuál es esa excusa?
Pues en este caso, supongo que influida por mi parte periodística, arrancamos de una mujer en pleno siglo XXI, periodista, que quiere trabajar sobre la figura de Coco y es una mujer que, como muchas de nosotras, se encuentra en una edad curiosa en la que dices: “¿Hacia dónde voy? ¿He hecho lo suficiente?”. Y entonces aparecerá el espíritu Coco para decirle: “Venga, claro que sí, yo no tenía nada y lo he hecho todo”. Es muy interesante.
El personaje del fantasma de Coco lo representan 5 actrices, ¿por qué?
Porque a mí me gusta mucho la simbología cocoriana (risas). Hay cosas de Coco que me molan, entonces se juntan dos cosas: somos una plataforma que trata de dar visibilidad a las mujeres, pues cuantas más actrices salgan al escenario, mejor. Ya lo verás, que hay un pequeño guiño en la obra en el que una de las Cocos dice “¿Pero cuántas somos? A ver, numeraos: una, dos, tres, cuatro, cinco”. Y dice: “Madre mía, ¡Ni que estuviéramos haciendo una obra de teatro con mujeres y hubiera que darle un papel a todas!”.
La otra obra de Actrices para la Escena, Reinas, también habla de mujeres que viven en un mundo de hombres y que, de alguna forma, luchan por encontrar su sito, ¿qué crees que tienen en común las dos obras?
Hay una cosa en común muy muy importante y es que son mujeres que piensan por sí mismas y en voz alta. Esto, que parece una cosa sencillísima en la inteligencia masculina, para las mujeres no es tan fácil. Las mujeres todavía no hablamos en voz alta. Como profesora de expresión te digo que el hábito expresivo se aprende de ver. El código expresivo se hereda visualmente, entonces si no tenemos a tantas referentes mujeres que hablan en voz alta, eso no se reproduce.
¿Cómo vives los días antes del estreno?
Ya no duermo, te lo juro. Tengo un miedo atroz a no llenar el Teatro Principal. Lo que tenemos que hacer es llenar teatros, lo decía Federico, además. Esto es como si a un maestro no le preocupase que se llenase el aula de alumnos. A mí, por encima de lo que hago, me preocupa sobremanera llenar teatros. Envidio profundamente lo que consigue el fútbol.
Como directora, ¿qué conclusión esperas que saque el público después de ver la obra?
Pues ojalá salga el público con una idea más humana sobre Gabrielle Chasnel. Ojalá salga con otra idea, porque se han dicho muchas cosas de Coco Chanel, hasta que fue colaboracionista con los nazis. Bueno, eso ahí está, quiero decir. Yo, sinceramente, no sé lo que haría en tiempo de guerra; no sé lo que haría para sobrevivir o por salvar a los míos.