Deberíamos hablar de Fargo

Dani Calavera//

¿Habéis escuchado a Led Zeppelin? Algunos de sus álbums se distinguen por ser conocidos como «1, 2, 3″… Sin embargo, al cuarto lo llamaron «El 4», añadiendo el artículo delante. Deberíais escuchar a Led Zeppelin.

En 2014 se estrenó la primera temporada de la serie inspirada por el film de los Hermanos Coen de 1996.

No me extenderé sobre mi imperecedera reverencia hacia el film de los hermanos, una de las mejores comedias negras que se han realizado. Todo lo que opino de ellos y de su tan descorazonador como genial desprecio por la mayoría de la raza humana en sus films, lo tenéis en este artículo que también escribí para Zero Grados: ‘Los Coen: dos hermanos en un mundo de idiotas’.

Noah Hawley, creador de las cuatro temporadas que hasta ahora componen la serie, dejó claras sus intenciones en la primera temporada, llevando a cabo una inteligentísima jugada que abarcaba un sinfín de posibilidades a explorar, dentro de un universo que invitaba a disfrutar al espectador con los más bajos instintos de los más bajos villanos, enfrentados a los más honestos héroes.

No se trataba esta adaptación televisiva de un remake del film, si no de una obra completamente independiente que homenajeaba con diálogos y escenas clave al cine en general de los Coen con una historia completamente nueva. El tono era FargoEl relato, era algo nuevo. Y eso hizo que todos nos entusiasmáramos cuando decidimos descubrirla… Yo tardé, por cabezón. Amo demasiado a los Coen para fiarme de primeras, entendedlo. Pero menos mal que un buen y viejo amigo me convenció para hacerlo.

Ahora mismo, mientras hablamos, estimado lector, se está emitiendo la cuarta temporada. La más larga hasta ahora, con Chris Rock, Jessie Buckley, Ben Whishaw, Uzo Aduba, Amber Midthunder, Jack Huston o Jason Schwartzman en su reparto, entre muchos otros. A continuación, analicemos de forma convenientemente estructurada los atributos de la obra de Hawley, apadrinada por los mismísimos Hermanos Coen.

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La frase: «Antes, en los mapas antiguos, te avisaban de dónde había monstruos. En los mapas actuales ya no lo hacen… Pero los hay, agente. En el mundo hay monstruos… ¿Qué edad tiene su hija?»

El enclave: Desde la nieve hasta la sangre salpicada en ella. Desde el vestuario de Martin Freeman (El conductor cobarde asesinado en el film) hasta el de Billy Bob Thorton (Steve Buscemi), pasando por la agente de policía de buen corazón, hasta la redención de un hombre bueno atrapado en un país que no está hecho para viejos… El tono y estela del film original es largo. Pero es en sus giros (Ese martillazo en la cabeza en el garaje) y en su significado, donde la primera temporada se hace un hueco en nuestra memoria como la más vil, escalofriante y a la vez esperanzadora personificación de la frase destacada. En el mundo hay monstruos, sí. Pero también gente buena. Y esa gente, DEBE ser valiente. O los monstruos ganarán.

Homenaje «Coeniano»: Claramente, el film original, pero también No es país para viejos y por raro que os resulte, Barton Fink.

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El villano: Que el personaje de Thorton es una suerte del Bardem de No es país para viejos, pasando por el de Peter Stormare en el film del 96, mezclado con los textos del más despiadado barbero de Minnesota, está claro. Pero no es el único monstruo de la función. Y ni siquiera el más detestable y sanguinario tampoco…

El personaje: Ese antaño agente de la ley, convertido en tranquilo y sosegado camarero, abuelo y padre orgulloso. Recordando con pesar todos los cuerpos sin vida que sus compañeros y él tuvieron que amontonar. Y qué maravilloso es que de esta anécdota nazca la base para la segunda temporada en forma de precuela.

La interpretación: Thorton se llevó todos los premios y halagos. Los merecía. Pero lo siento, más los merecía Martin Freeman. Del mismo modo que William H. Macy en el film original perpetró para los restos uno de los personajes más repulsivamente cobardes, repugnantemente falso y manipulador de la historia del cine, Freeman hace lo propio con su «Hombre modelo que prospera a ojos del resto». Y lo odiamos, por muy amable que sea su rostro, por muy encantador que sea su porvenir. Y cuántas sanguijuelas (monstruos) hay como él… Terror del bueno.

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La escena: El espectador asiste, junto al policía y ahora cartero interpretado por Colin Hanks, a la visión de un lobo en mitad de la carretera… Ese lobo es el mal, que anda suelto. Más tarde, tras ser engañado por un ser al que creía inferior, el villano al que ese policía y cartero debe perseguir ve al lobo cerca de su casa…

El villano no es el mal. El mal es ese ser al que creía inferior. Nosotros ya lo sabíamos. Él, aún no se había dado cuenta. Brillante.

Conclusión: ¿Es la mejor? Quizá objetivamente lo sea. Pero para mi, está en segundo puesto... De momento.

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La frase: “¿Qué pasa… Nunca habías visto un platillo volante?”

El enclave: El pasado del padre, abuelo, antaño honesto policía de los cuatro lagos interpretado con elegancia y sobriedad por Patrick Wilson. Conforme avanza la trama de esta segunda temporada, no nos quitamos de la cabeza la anécdota que sabemos de la primera: Todos aquellos cuerpos que amontonaron aquella noche. Y conforme avanzan los capítulos, esperamos expectantes a esa maldita noche... Y la veremos.

Homenaje «Coeniano»: Fargo 96 sigue ahí. Pero también, de repente y sin avisar, Sangre Fácil y el ejercicio de estilo de los Coen: El hombre que nunca estuvo allí.

El villano: Zahn McClarnon. Olvidad al Chigur de No es país para viejos, aquel monstruo maquinaba para matar. Este monstruo, quizá de los mejores que hemos visto en ficción televisiva, al contrario que el Gabriel Byrne de Muerte entre las flores, sí que tiene corazón. Y es un corazón que está tan cansado, tan desquiciado, tan harto, que le da completamente igual todo lo que pase a su alrededor. Incluso si él mismo lo provoca. Y ojo con este intérprete nativo americano. Lo llevamos viendo desde hace muchos años y siempre aciertan al ponerlo en los papeles que interpreta. Está perfecto.

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El personaje: Peggy Blumquist, interpretado por Kirsten Dunst. Por más que nos pesen sus malas decisiones y sus desaciertos… ¿Quién se atreve a decir que la mayoría no seríamos como Peggy?

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La interpretación: A pesar de los nombres propios ya citados, que cualquiera de ellos merecería esta distinción, se trata esta segunda temporada de la más coral de todas. Por tanto, ¿Por qué no otorgarle este honor al más tierno, humilde y, a fin de cuentas, sencillamente enamorado personaje? Ese pobre y sufrido marido interpretado con tanta honestidad por Jesse Plemons.

La escena: El platillo volante. El cuchillo en el costado. El rostro de Hanzee. La noche de la que tanto hemos oído hablar.

Conclusión: Admito que, objetivamente hablando, quizá estemos ante la mejor de todas. Su significado, su viaje, su tensión, su drama que tan bien funciona pero, sobre todo, su acabado, la hacen cercana a la perfección. En serio, pensadlo. Os doy un momento para que le saquéis un fallo...

No podéis, ¿A qué no?. Yo tampoco.

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La frase: “Fíjate cómo vistes… Todo el mundo sabe que estás forrado. Mírame a mí. Compro en grandes almacenes, nadie sabe lo que soy, ni lo que hago. Eres un estúpido y yo soy listo.”

El enclave: A través de dos hermanos, criados entre lagos y el blanco de la fría nieve, vemos al hombre rico y al hombre pobre. El piso de arriba contra el piso de abajo. Que vuelva la extorsión, las estafas, la intimidación, los secuestros y que todo se cueza a fuego lento para acabar en un desparrame sangriento final. Y con una inmejorable “femme fatale” que busca redención enmedio de todo el embrollo.

Homenaje «Coeniano»: Quizá la que menos tiene que ver con el film original, quizá la que más quiere desmarcarse del cine de los hermanos. Salvan los muebles con un tierno homenaje a El Gran Lebowsky, una entusiasta vuelta a la primera temporada rescatando a uno de sus secundarios más brillantes y un notable paralelismo con los giros y las extorsiones clásicas en los guiones de los hermanos.

El villano: ¿De verdad hace falta que lo diga? Está claro. Estamos ante el villano más asqueroso y a la vez más atractivo de la serie, V.M. Varga. Un sociópata anoréxico con sicario incluido. Materialista, marionetista experto, más peligroso que el peor hijo de puta que puedas imaginar. Y con el mejor truco que alguien como él puede lucir: Nadie se atrevería a catalogarlo como lo que es al verlo. Y qué acierto la elección de David Thewlis.

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El personaje: Nikki Swango, la ya citada “femme fatale”. Una guerrera capaz de todo para sobrevivir pero que, tras un encuentro con un onírico vaquero en forma de consejero espiritual, estará dispuesta a todo para impartir justicia. El mejor arco de personaje de todas las temporadas. Justicieras de las que se te quedan en la retina.

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La interpretación: Sí, de acuerdo, Ewan McGregor está genial como los dos hermanos gemelos (Globo de Oro por su interpretación incluido) y el escocés, además, queda bien haga lo que haga, tiene ese don. Pero no sé vosotros… Yo me quedo con Mary Elizabeth Winstead y David Thewlis.

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La escena: La presentación de todos los personajes principales a través de una obertura clásica, asignando a cada uno de ellos un animal representado por un instrumento… No hay más preguntas, señoría.

Conclusión: La más diferente. Quizá la peor… O la mejor precisamente por eso. Yo no puedo evitar que me encante y decir siempre que es mi favorita, recordando su banda sonora, su ambientación y su final. Qué brutalidad de escena final, señoras y señores. Ya la hemos visto, muchas veces y de muchas formas en otros films y series. Pero creo poder afirmar que jamás la habíamos visto tan bien. Y es muy acertado que no veamos su solución, ¿Para qué? El mundo funciona así, a veces va bien y otras, como en Un tipo Serio… Absolutamente peor que mal.

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La frase: Por ahora, quizá esa reflexión de “Yo soy el león y tú… Tú eres la serpiente”. Fiel ejemplo de la peor fuerza que puede llegar a tener una tormenta de mierda, la que se nos viene encima por parte de dos hermanos de familia italiana, a cada cual peor.

salvatore-with-jason-e1601937437946El enclave: Mafia, gabardinas, sombreros… Bienvenidos a un gran ejemplo de cine negro con un desencadenante espectacular: El hijo pequeño de cada familia debe intercambiarse con el de la contrincante, quedando bajo tutela del jefe de cada una de ellas. Un pistoletazo de salida inmejorable.

Homenaje «Coeniano»: Dos presas que se fugan a lo Arizona Baby, bandos que se enfrentan en el marco de Muerte entre las flores o una enfermera que recuerda a los más despiadados monstruos propios de los hermanos.

El villano: Sin duda y por más que haya, que los hay, Oraetta Mayflower, interpretada con pasmosa naturalidad por Jessie Buckley. Una enfermera que pasará a la historia de este Fargo Universo como uno de los más serios rivales de la bondad que los textos de cada historia (Temporada) se esfuerza por mantener tan escondidos.

El personaje: El matón irlandés fiel únicamente a su código interpretado por Ben Whishaw tiene todos los números para convertirse en el anti-héroe perfecto de la antología nevada.

La interpretación: Normalmente suele ser la estrella el que acapara méritos y premios. En este caso, sería Chris Rock, ¿No? Lamentablemente, Jason Schwartzman está demasiado bien como esa serpiente de la frase inicial.

1_FYLxXRhKP7tTCrbg-e2TJQ La escena: Dudo mucho, muchísimo, que esa redada en mitad de la estación de Chicago antes de la salida del tren a Philadelphia pueda ser superada. Las escaleras de Los Intocables de De Palma, la sobriedad de Thimoty Olyphant, el beso de las dos amantes… Todo ello aderezado con decenas de cadáveres alrededor. Muertos que no vemos, pero que sin duda, sentimos. Muy difícil lo tienen para superar una de las mejores escenas de cualquiera de las temporadas.

Conclusión: Aún quedan, es precipitado otorgarle un puesto. Lo que sí se puede ir diciendo es que si dejan de abusar de la metáfora a modo de historia como introducción de situación o escena (En algunos capítulos han abusado demasiado de este efecto, quemándolo) y se decantan más por el tono que han adquirido en los últimos capítulos, podemos estar ante una dignidad a la altura de la tercera, aunque sin el misticismo de la primera pero quizá sí con resquicios de brillantez de la segunda. Veremos cómo acaba esta, como siempre, olla de presión a punto de explotar.

¿Habéis escuchado ya a Led Zeppelin? Deberíais escuchar a Led Zeppelin, como deberíais ver Fargo, película y serie.

De momento y porque es obligatorio terminar así, empapad vuestras intrigas palaciegas personales, que quizá en vuestras más descarnadas fantasías se transformen en venganzas de sangre, con el tema compuesto por Carter Burwell para el film del 96. La melancolía transformada en música, como muchas de las piezas de este habitual compositor de los Hermanos Coen, que la serie de Noah Hawley tan bien usa, una única vez en cada temporada y en cada clímax de la misma.

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