Delitos y Cine: Entrevista a Niclas Larsson

Jorge Marco, Julio Beltrán y Pablo Gracia//

Mother, Couch!, dirigida por Niclas Larsson, es la tercera pieza que publicamos en el marco de la sección New Directors del festival de cine de San Sebastián. Las anteriores fueron Bahadur the Brave, dirigida por Diwa Shah, y Last Shadow at First Light, dirigida por Nicole Midori Woodford. 

En la formación de Larsson destaca su temprana iniciación en la interpretación, desde los seis años hasta el 2008, cuando empezó como asistente de dirección en anuncios comerciales tras dejar inacabados sus estudios de cine en Los Ángeles. Poco después, comenzó una exitosa trayectoria como cortometrajista de ficción, ganando el Gran Premio del Jurado en el festival internacional de Gothenburg en 2013, al que se sumarían otros premios más adelante, como el Premio del Público del New York Short Fest. También durante este periodo dirigió comerciales y videos musicales. 

Heredero de cineastas como Billy Wilder o Buñuel, Larsson echa de menos en el panorama artístico actual esos giros rápidos y naturales entre el tono grave y el ligero, y en este sentido su primer largometraje aporta una mirada fresca contra la simplificación de los géneros en las carteleras actuales del cine. 

El argumento muestra tres hermanos con relaciones afectivas muy distantes pero que se ven obligados a reunirse porque su madre ha ido a una tienda de muebles y no se quiere levantar de un sofá. A raíz de este incidente, de tintes surrealistas, conoceremos la vida privada de David, interpretado por la estrella Ewan McGregor, su fracaso matrimonial y aquellos secretos que no se hablaron y fueron alejando a toda la familia. El film profundiza así en torno a la soledad y los problemas de comunicación en el seno de una familia rodeada de bienes de consumo. 

La decisión de la madre fuerza a David a elegir entre aceptar las insistentes llamadas de su mujer para que regrese a la fiesta de cumpleaños de su hija – que encarnan, junto a los dos hermanos, ese mundo de cómodo silencio en el que se había instalado – o tratar de sanar los rencores del pasado y romper – como se muestra literalmente en pantalla – con ellos, gracias a la madre y la hija del dueño de la tienda. 

Lo interesante en la forma cinematográfica es precisamente esa mezcla de géneros que trata de manejar Larsson y que nos conduce desde la empatía en momentos bastante sentimentales a los chistes de humor negro y las situaciones disparatadas. Esto está logrado sobre todo en la primera hora de metraje, destacando la noche que pasa David en la tienda de muebles con la hija del dueño, y que camina sobre una fina línea entre lo alegórico y lo realista, tanto por la dramática situación, lo ajeno del espacio y la extraña personalidad de la hija, muy sagaz, desenvuelta y chistosa. Interpretada con total entendimiento por Taylor Russell. Más adelante, la trama pierde fuerza expresiva y se vuelve más ilustrativa, especialmente en la relación con la madre, el hermano y la hermana. En cualquier caso, seguro que en sus próximos trabajos volveremos a ver a Larsson tratando de dominar estas fronteras entre géneros. 

La acogida en el festival por el jurado joven fue bastante positiva, aunque quizá demasiado lastrada por un final que no está a la altura de la gran primera mitad del film. 

Sobre el panorama actual del cine y los secretos de la técnica cinematográfica empleada para esta interesante película tuvimos la oportunidad de hablar con el propio director, Niclas Larsson:

Pregunta: En el festival hemos podido ver una falta representativa de comedia frente a otros géneros. Sin embargo, tu película, aunque cuente algo dramático, está poblada de muchos momentos humorísticos. ¿Qué piensas acerca de la escasa presencia de la comedia en este tipo de festivales?

Respuesta: La echo en falta. Las películas y las historias que cuentan… ¿conocéis las máscaras griegas, que tienen una cara sonriendo por un lado y otra llorando en el otro? Las hacían así para poder saltar entre lo trágico y lo cómico con mucha rapidez. Para mí eso son las películas y eso son las historias. No podemos tener solo una cara alegre o una triste. Necesitamos ambas todo el tiempo, y también poder cambiarlas muy deprisa. En mi película se pasa de momentos muy felices a jodidamente tristes para luego volver a cambiar de nuevo. Me gusta ir probando sin saber muy bien a dónde vamos, hasta que llegas a la conclusión de que estamos en esos dos sentimientos al mismo tiempo. Así que echo de menos la presencia de comedias por su habilidad para poder convertirse en drama. He visto comedias recientemente que solo muestran la cara alegre. Las odio. También he visto muchas que solo son la cara triste. Y también las **** odio. Sólo hay que mirar a los maestros: Buñuel, Almodóvar… se mueven constantemente entre los dos géneros. 

P: Además, se puede hacer un poco agotador ver constantemente películas que solo buscan el mayor drama posible, sobre todo en las películas de directores primerizos.

R: Totalmente. Sí, sí, sí. Y siento que me están haciendo perder el tiempo. Me siento ahí y es como “vale ahora todo el mundo está enfermo, todo el mundo muere, todo el mundo es pobre…”. Fíjate en Billy Wilder, El apartamento es quizás una de las películas más trágicas que se han hecho, pero al mismo tiempo una de las más divertidas. Yo quiero traer de vuelta eso. Ese es el titular, jajajaja.

P: Esta película cuenta con un importante reparto de intérpretes conocidos como Ewan McGregor, que también ejerce de productor… ¿crees que este tipo de propuestas resultan interesantes para actores de esta categoría?

R: Creo que… sí. Al menos, eso espero. Es una locura trabajar con estos actores. Ellos no iban a cobrar y aun así me costó un segundo convencerles. Así que creo que existe un vacío de historias interesantes que puedan resultar atractivas para actores consagrados. Yo tenía una lista con todas las personas a las que quería para la película: Ellen Burstyn, Ewan McGregor… y les envié el guion. En seguida me respondieron que querían trabajar en la película. Por lo que sí, faltan proyectos que puedan resultar raros y desafiantes y además cuenten con buenos personajes que llamen la atención de estos intérpretes. 

P: Además debe de ser muy divertido interpretar al tipo de personajes que aparecen en la película.

R: Oh, sí, es increíble. Taylor Russell se me acercó un día preguntándome que dónde había estado y yo le dije que a qué se refería. Ella me respondió que dónde había estado su personaje antes de la historia de la película, y le contesté que había visto a otras familias, las había atendido. Fue una buena pregunta y la experiencia divertidísima.

P: Para alguien que está dirigiendo su primera película, ¿cómo es trabajar con actores tan experimentados?

R: Terrorífico. Da miedo. Porque imagina, Ellen Burstyn, que ha trabajado con Scorsese, Bogdanovich… y de repente está contigo. La primera semana da pánico, luego te das cuenta que estás jugando en el mismo equipo. Yo sé que eres Ellen Burstyn, sí, pero necesito que digas esto, sólo tienes que escucharme… Me gusta porque se va generando un lenguaje común. En el set teníamos una costumbre que era citarme con los actores dos horas antes de que comenzara el rodaje para leer el guion, reescribirlo, interpretar algunas escenas… Y luego veía al equipo y les enseñábamos lo que habíamos pensado y ensayado para que luego pudieran poner las marcas correspondientes en el suelo. Luego se iban a maquillaje y demás y yo aprovechaba para cambiar todo lo que habíamos preparado para que cuando llegaran no supieran muy bien qué hacer. Esto les daba cierta idea de libertad y de tratar de alcanzar una confianza plena. Por eso con el paso del tiempo dejo de dar miedo, porque ya éramos un nosotros.

P: A fin de cuentas, renombrados o no, son personas normales.

R: Si, exacto. Lo que da miedo es cuando haces más de, digamos, siete tomas. Y puedo ver que el actor necesita ayuda. Él sólo necesita que yo lo dirija. Y no tengo el vocabulario, o no encuentro las palabras para hacerlo. Y siento que necesito decir algo que desencadene una buena actuación. Eso asusta. Porque lo miro y sé que es buen actor. Sé que es muy bueno, de hecho. Sólo necesita que le den una buena indicación y no siempre soy capaz de hacerlo. A veces simplemente me acercaba a él y le decía “está bien, no sé qué decirte. Creo que tenemos que hacer tal cosa, pero no sé cómo guiarte exactamente… ¿podemos hacer 14 tomas más y luego ver que sacamos?” Y él estaba en plan “okey, es su primera película, es la primera vez que hace esto… vamos a ello”.  Yo en esos momentos estaba aterrado. 

P: Tu película nos recuerda mucho a otras comedias negras, como las de los hermanos Cohen. ¿Cuáles han sido tus referencias para rodar esta película?

R: Eh… Vale, esto va a sonar jodidamente estúpido. Yo crecí amando las películas malas de finales de los 90 y principios de los 2000, como Freaky Friday, 13 Going On 30, Princess Diaries... Ya sabes, esas películas baratísimas de Hollywood con Lindsay Lohan y Anne Hathaway. Analiza esas películas. Tomemos como ejemplo Freaky Friday. Hollywood lo convirtió en comedia, pero el hecho es que… ¿habéis visto Freaky Friday?

P: No lo sé. No sé cómo se habrá traducido en España. Porque las traducciones de los títulos de este tipo de películas en este país son un poco aleatorias… (efectivamente, Freaky Friday fue traducida en España como Ponte en mi lugar)

R: Vale… ¿Y esta la habéis visto? – enseña un poster buscado apresuradamente en Google – Es 13 Going on 30. Una peli mala de Holliwood del 2002 o así.

P: ¡Ah, sí! Va de una chica que desea hacerse mayor de golpe o algo así. (Nuevamente el titulo en español, El sueño de mi vida, no ayudaba a identificarla) 

R: ¡Exactamente! Volví a ver esas películas porque… piensa en el concepto de 13 Going on 30. Imagina despertarte mañana y tener una edad completamente distinta a la tuya. Yo tengo 31 años y, viendo esa película, me imagino despertando un día y descubrir que vuelvo a ser un adolescente. No podría imaginar nada peor, ¿sabes? Hollywood la convirtió en una comedia estúpida, pero si analizas el concepto, el concepto surrealista, es casi como una película de Buñuel. Es una premisa absurda y jodidamente aterradora, como sacada de las primeras películas Sydney Pollack. Entonces pensé, ¿qué pasa si 13 Going on 30 hubiera sido dirigida por Buñuel? El horror es básicamente comedia con música aterradora. Incluso una escena muy oscura puede resultar graciosa. En el festival de Toronto, al comienzo de la proyección, la gente comenzó a reírse. Yo pensé “está bien, veamos cuánto dura”. Y algunas personas se rieron durante toda la película, lo cual es increíble, como lograban encontrar la comedia ahí. 

P: Durante buena parte de la película los personajes están encerrados en el interior. Enmarcados entre puertas, paredes y pasillos. Casi se podría decir que parecen atrapados. ¿Cómo planeaste y llevaste a cabo la puesta en escena? ¿Es tal como la imaginaste?

R: Vale, esto aún no lo había contado, vosotros sois los primeros en saberlo. Yo quería construir la tienda de muebles en la que ocurre la película desde cero, para poder controlar todos los aspectos. Mis productores me dijeron en un primer momento que no era posible, que no podíamos permitírnoslo. Empezamos a buscar tiendas de muebles en las que filmar, pero incluso dos semanas antes de que se iniciara el rodaje no habíamos encontrado una adecuada. Entonces dije: “mira, solo hay una forma de hacer esto y es construirlo”. Finalmente accedieron, así que pude diseñar cada aspecto de la tienda tal y como quise. Eso es todo. Así que si, es exactamente como lo imaginé escribiendo el guion. Todo, desde la cocina hasta el piso de arriba… todo es falso. Y realmente hizo todo mucho más sencillo a la hora de preparar las escenas y los cambios en el plató. 

P: En una entrevista tuya dices que esta película es realismo mágico, y nos sorprendió que la forma en la que empieza no tiene nada que ver con el final. ¿Esto estaba en el libro en el que basaste la película?

R: En realidad solo leí las primeras diez páginas del libro, y entonces paré. Pensé que era un concepto genial, y empecé a escribir lo que imaginé que iba a pasar. Escribí unas cuarenta páginas y después leí el libro. Después de terminarlo me dije “vale, aburrido”.  Así que del libro solo tiene las diez primeras páginas, el resto lo escribí a partir de ahí.

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