Ana Usieto: “Me pregunto si una bloguera tiene ahora más influencia que Anna Wintour”

María Delgado López//

Ana Usieto es periodista en el Heraldo de Aragón. Es aficionada a la Moda y a las modas. Este amor, sin embargo, no es ciego; Ana mira las tendencias con los ojos de una periodista.

Son las 17:36. Pasan seis minutos de la hora a la que Ana Usieto me ha citado en Paseo Independencia 29. La culpa la tiene el transporte público zaragozano, o eso quiero pensar. Con un falso paso decidido, entro en el edificio, en el que se encuentra la sede del Heraldo de Aragón y para mi sorpresa, Ana Usieto todavía no ha llegado. ‘No tardará mucho’, responde el portero. Dicho y hecho. Pocos minutos después, una mujer me mira, simpática, esperando a que me presentara. Ana Usieto podría ser Anita. Sus ropas de color pastel le dan cierto aire dulce e infantil a una mujer adulta. Ana viste un moño mal hecho, atrapado en un lazo azul, que corona su cabeza y calza unos zapatos rojos que parecen, más bien, propios de Dorothy Gale. Nos presentamos con dos besos, y aún sin salir del edificio, Ana pone un cigarro en su boca. De repente, ese aire infantil se esfuma por completo. Caminamos hacia un bar cercano mientras Ana propina unas caladas a su cigarro.

Llegamos tan rápido que el Marlboro se quedó a medias. Tomamos asiento. No resultó complicado, un camarero es nuestra única compañía. Sin rodeos: el bar es feo; algunas paredes son naranjas, otras marrones, las lámparas intentaban en vano dar al café-bar un toque juvenil que no terminaba de cuajar. Y muchas mesas sin recoger, pero eso es otra historia.

En el aire se puede percibir un fuerte olor a la comida del mediodía, casi tan fuerte como el volumen de la música. Posiblemente no es el lugar esperado por ninguna, pero está cerca y Ana tiene prisa. El camarero sirve dos cafés con hielo. Acto seguido, la Moda se convierte en protagonista y el lugar deja de importar.

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La periodista Ana Usieto

Ana Usieto fue la creadora del blog ‘Divino Estás’, y actualmente trabaja como periodista de moda en la misma sección de El Heraldo de Aragón. ‘Divino Estás’ era ‘The Sartorialist’ pero en versión maña, y Ana no tiene ningún problema en reconocerlo. “Es simplemente una copia, se trata de un modelo de blog que ya existía. Scott Schuman lo puso de moda. Investigando, descubrí que había blogs de este tipo en todas las ciudades y a mí se me ocurrió adaptarlo a Zaragoza.” A la gente le gustó la idea y ‘Divino Estás’ siguió su camino hacia delante, con una Ana multitarea que trabajaba como fotógrafa y periodista.

Ella misma considera éste su único papel: “Yo no soy estilista ni entiendo de costuras, yo sólo soy periodista. Mi tarea es poner en un papel lo que puede ser de interés para el lector. Yo no digo lo que se tiene que llevar, sino lo que se está llevando. Es muy diferente” – Entonces, ¿tu labor es comentar las tendencias? -“Bueno, yo me encargo de dar reflejo de lo que se lleva en cada momento. La moda es algo que interesa a la sociedad: en cuanto a la forma de consumir o los tipos de tienda que aparecen. Una parte importante de la vida, con unas conexiones, repercusiones y orígenes que son reflejo de la actualidad. Y la actualidad es periodismo.”

Este cambio de perspectiva puede ser lo que haya propiciado que el periodismo de moda ya no sea un sector cerrado al público femenino, tanto en su realización como en su consumo. Hoy existen revistas de moda masculinas al igual que existen hombres periodistas de moda. ¿Por qué la moda cada vez interesa más y a más gente?

-Decir moda es decir nada. Moda puede ser ropa o puede ser otras muchas cosas. Por ejemplo, un fenómeno naciente es la gastronomía como moda. Hoy, en el mundo de la gastronomía, también existen las tendencias, como las hamburguesas. Las hamburguesas se están tratando en revistas de moda porque hay un gusto por su estética, está de moda comerlas y hacerlo de una manera determinada. El salto cualitativo que se ha dado desde el punto de vista periodístico es que la moda no son sólo desfiles; hay muchas otras cosas. Todo lo que se mueve en torno a la forma de vestir, consumir o a las cosas que hacemos en nuestro tiempo libre tiene importancia porque mueve dinero y es industria y consumo.

Un factor determinante en los cambios que ha vivido el periodismo de moda ha sido Internet. Y más concretamente las Redes Sociales. Ana conoce muy bien las bondades de la web. Ella tuvo el blog ‘Divino Estás’ y ahora escribe en prensa digital (también en tradicional). Pero no se moja a la hora de elegir, de hecho, ni siquiera encuentra las siete diferencias entre la web y el papel: “Yo no haría una distinción porque es falsa. Son diferentes maneras de aproximarse. Al final se trata de informar, y la información se puede abordar de diversas maneras. Lo que ocurre es que el periodismo digital tiene unos lenguajes que pueden diferir de los que utiliza la prensa escrita. Y luego existen muchos blogs que sólo tienen sentido en formato online”.

Ana tiene claro que Internet ha sido el botón que ha puesto en marcha el consumo, global e interactivo, de la moda. Y como todo en esta vida, tiene su lado bueno… “Gracias a Internet, puedo ver un desfile de Valentino y a la vez comentarlo con otra gente. Como periodista, esto me puede dar ideas para un reportaje”…y también, su lado malo: “Hoy en día falta muchísima crítica. El periodismo de moda, sobre todo en formato online, es acrítico. Mucha gente que escribe sobre moda hoy es más fan-de que periodista. Y este es el fallo, porque en el periodismo tiene que haber una distancia con las cosas”.

Y es aquí cuando entra en juego la publicidad. Ese arma de doble filo, ese ‘ni contigo ni sin ti’ del periodismo, y sobre todo, del periodismo de moda. “Debes estar lejos de la influencia de la publicidad. Yo, como periodista, estoy en otro plano diferente al del bloguero. No me debo, ni me debería deber, a una marca, y en este punto no sé muy bien dónde se encuentran hoy las revistas de moda”.

Porque, por si acaso éramos pocos, aparecieron los blogueros. Y en masa. Hoy en día, levantas una piedra y de debajo salen tres blogueros de moda y un dj. Con este panorama, el público tiende a confundir blogueros con periodistas. “Sí, y la confusión entre los términos nos perjudica más a nosotros. Es cierto que hay blogueros que aportan cosas interesantes, pero no olvidar que muchos no son periodistas. Por lo que decía, no tienen distancia con las marcas”.

Y como era de esperar, las marcas están encantadas. “Las marcas son libres de elegir a un bloguero antes que a un periodista. Porque ellas lo que buscan es influencia, y nos encontramos en un momento en el que los blogueros tienen una influencia enorme sobre el consumo. Quién sabe, me pregunto, si una bloguera tiene más influencia que Anna Wintour”.

-Si Anna Wintour leyera… ¿qué futuro les espera a los blogueros?

-Es un fenómeno que ha llegado para quedarse. Ahora mismo es una burbuja, pero la burbuja explotará, y quedarán los que queden.

Ana, no Wintour, sino Usieto, insiste una y otra vez en que no hay que confundir al bloguero con un periodista y empiezo a pensar que esto del fenómeno blogger es un problema serio. Si algo está claro es que a los periodistas no les gusta que les invadan su terreno, pero esto es una lucha constante e inútil.

Pronto volvemos al tema del periodismo de moda, el de los periodistas verdaderos, y Ana desvela dónde está el secreto: “Hay que contextualizar e ir más allá. Así se consigue que un tema le interese a alguien que en principio no tiene por qué estar interesado en la moda. Y esto creo que es un gran reto, del periodismo de moda y el periodismo en general. Un periodista no puede hablar sólo para gente a la que le interese la moda, sino para el público amplio, para que interese a todo el mundo.” ¿De verdad un hombre interesado por la caza puede cambiar Jara y Sedal por Elle? Ana se lo piensa unos segundos, sonríe y reconoce que aún queda mucho por hacer para que eso ocurra. Acto seguido, lanza un dardo contra los suyos: “El periodismo de moda a veces parece como un club supuestamente selecto, y eso se nota mucho en el lenguaje. Utilizar un anglicismo de vez cuando, vale. Pero cuando ya no usas otra cosa, se nota que esas palabras se utilizan para situarse en un plano superior al lector y nosotros estamos aquí para que nos entiendan”.

Parece que este tema le crispa aún más que el de los blogueros. Ana se define como una gran luchadora contra el uso de las palabras que se comen al castellano, y yo la creo. “Imagínate. Pongo ‘Consejo Beauty’ en lugar de Consejo de Belleza, ¿qué pretendes poniendo ‘Consejo Beauty’? Lo que pretendes es hacerte el interesante, no que te entienda la gente. Mira: sé inglés y soy muy moderna…” Nos reímos porque es verdad. Pero el Consejo Beauty le sabe a poco, a ella lo que realmente le indigna es que desaparezcan colores. “El granate… Antes era granate y ahora se llama burgundy. Ya nos hemos quedado sin el granate de un día para otro. O también, blondiePero ¿¡por qué!? Toda la vida has sido rubia y ahora eres blondie… No sé qué tenemos contra la palabra rubio…”. Yo tampoco lo sé.

Ana y yo apuramos nuestros cafés, ya sin hielo. Hablamos ahora del prototipo de mujer ideal que nos venden las revistas de moda. A veces flacas, a veces con curvas. No hay quién se aclare. Es una lucha un poco contradictoria, ¿no?

-A mí me parece, con un poco de mala conciencia, que la batalla contra estas medidas imposibles se libra en las revistas de moda, pero también en los probadores de las tiendas. Qué más me da que pongas a una modelo con photoshop, si luego voy a un probador con mi talla 42 y no me entra. Yo ya ni sé qué talla llevo.

Lo que no se entiende es esa afición por las modelos de tallas grandes en portada, a la vez que te ofrecen la versión 2.0 de la Dieta de la Alcachofa para perder kilos en tres semanas… “Es cierto que existen campañas que utilizan a modelos que no son delgadas, pero que son perfectamente proporcionadas. Igual pesan 20 kilos más que yo pero me cambiaría por ellas mañana. Tienen un aspecto absolutamente proporcionado: son bellas. Da igual lo que pesen en la báscula, porque son bellezas y eso es lo que te venden”.

Ana se disculpa por ser políticamente incorrecta y explica que las chicas feas nunca han tenido un lugar en las revistas de moda. “En una publicación de moda las chicas han de ser guapas y tener buen tipo. Las revistas tienen que vender un glamour, la belleza, tal y como la entendemos. Los pintores por ejemplo, cuando pintaban a mujeres, utilizaban a las chicas más guapas de cada época. Las mujeres feas en la pintura sólo tenían lugar en los retratos”. Concluye, clara y directa.

Las dos nos quedamos pensando lo que acababa de decir. Lleva razón. Ante mi silencio taciturno, Ana trata de matizar sus palabras: “Luego, hay algo muy importante: la responsabilidad del lector. Tiene que entender y poner los pies en el suelo. Los lectores también tienen que tomar una distancia con las cosas que leen.”

Bueno, así todos contentos. Ana acaba su café de un sorbo y casi de mutuo acuerdo damos por terminada nuestra larga conversación. Ana paga las dos consumiciones: “Cuando yo fui novata en esto, me pagaban los veteranos que eran los que cobraban. Ahora me toca a mí”.

Las dos salimos de aquel bar, que desde luego, no estaría en ninguna revista de tendencias. Ana enciende otro Marlboro y se despide rápido. Sus zapatos rojos se pierden por las baldosas grisáceas de Independencia.

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