Analfabetismo emocional
Jorge Domec González//
Humilde recomendación musical para acompañar la lectura
Aczino – “Ya No Puede Volar” y “Respira”
Nach – “Manifiesto”
Daniel Goleman no pudo estar más acertado cuando acuñó el concepto “analfabetismo emocional” como respuesta a la ausencia de inteligencia emocional. Más que una antítesis me atrevo a afirmar que es un reflejo cristalino de nuestra sociedad. Un analfabetismo emocional que nos vuelve infantiles. Que nos deja indefensos ante esta odisea llamada vida. 4 003 suicidios al año en nuestro país… Hemos olvidado cómo disfrutar de este milagroso paréntesis entre dos nadas —o quizá todos—.
Vivimos en la era de la sobremedicación. Las 110 dosis de ansiolíticos por cada 1 000 habitantes consumidas a diario en España —datos de la Junta Internacional de Fiscalización de Estupefacientes (JIFE)— así lo demuestran. Más de una quinta parte de la población trata de maquillar su realidad a fuerza de pastillazos. Queremos hacer desaparecer problemas inherentes a nuestra existencia. Pero están —y estarán—. Por mucho que nos hagamos los longuis.

Los químicos son sólo uno de los tropecientos parches de nuestros tiempos. Redes sociales, fútbol, televisión, tabaco, alcohol, discotecas… podría tirarme horas enumerándolos. Nuestro día a día se ha convertido en un juego de máscaras. En una suerte de carnaval veneciano de las emociones. Enseguida achacamos nuestro malestar a algún cuadro de ansiedad o de depresión, como si fuéramos psicólogos. Las modas, supongo. Pero lo cierto es que hemos enajenado nuestro propio ser. Hemos prostituido nuestra esencia a cambio de reconocimiento social.
En toda película hay un director. La nuestra está dirigida por una élite a la que le viene de perlas tenernos distraídos con vacuidades. No vaya a ser que nos dé por pensar. Y así está el patio. Nos adoctrinan con una moral tan hipócrita como absurda. Que si te tienes que comportar de tal manera, que si tu orientación sexual la determinan tus genitales, que si amarte a ti mismo es egoísta… Que si, que si, que si. Nos tratan como a burdas marionetas. Títeres infames.
Aunque no debemos hacer honor al analfabetismo emocional del que habla Goleman y eludir responsabilidades. Todos tenemos el poder de autoconocernos, de despertar nuestra consciencia. Pero lo estamos desaprovechando. Nos hemos convertido en humanos de mentira. En recipientes de carne y hueso huecos por dentro. Tememos que las inteligencias artificiales suplanten nuestra identidad. Más deberíamos temer suplantar nosotros la suya.