Distópica pandemia

Víctor Ibáñez//

Nostradamus, famoso por sus más que interpretables predicciones, no nos avisó de la situación en la que nos encontramos y mucho menos que veríamos perros robot que hablan. Los ciudadanos de Singapur que salen a pasear por el parque Bishan-Ang Mo Kio se han visto sorprendidos por un autómata cuadrúpedo de color amarillo y negro que emite diversos mensajes: “Mantengamos a Singapur saludable. Por vuestra propia seguridad y la de los que os rodean, por favor, permanecer al menos a un metro de distancia. Gracias”. El susto, que no te lo quita nadie, hace recordar al episodio Cabeza de metal de la serie Black Mirror, en el que, en un futuro postapocalíptico, los perros robot han conquistado el planeta y cazan a los humanos supervivientes. La relación entre ambas máquinas, que ha dado mucho que hablar, no es algo casual, ya que la idea del capítulo surgió de los robots de la compañía Boston Dynamics, empresa que ha desarrollado a “Spot”, el robot en cuestión.

Por suerte, estos cuadrúpedos manejados por control remoto solo avisan de la distancia social y no podrán reconocer a los individuos ni registrar información personal. El control de la población a través de la recopilación y el uso de datos de los ciudadanos ha sido uno de los grandes temas tratados a raíz del Coronavirus. Muchos de los defensores de esta medida ponen como ejemplo en la lucha contra el virus a Corea del Sur, que parecía el modelo democrático a seguir y que  recientemente ha tenido un rebrote, pero olvidan a China, país que lleva utilizando durante mucho tiempo los datos móviles de sus ciudadanos y que fue el origen de la pandemia. La efectividad o no de las medidas de control ha pasado a un segundo plano de nuevo por las comparaciones y argumentos distópicos, esta vez con la mítica y muy recurrida 1984. El reconocimiento facial, que en China clasifica las expresiones de sus estudiantes en hasta siete emociones, se ha presentado como otra posible medida de control de la pandemia y recuerda a las telepantallas de la distopía de Orwell, que ha visto reducida su obra al “Gran Hermano” y al ojo que todo lo ve. Más allá de que la gente que haga referencia al libro se lo haya leído o no, el parecido con la realidad asusta.

Cabe preguntarse qué fue antes: ficción o realidad. Si bien las telepantallas o las cámaras de reconocimiento facial no existían entre 1947 y 1948, cuando Orwell escribió esta obra, sí que existían los regímenes cuya supervivencia residía en el control de la población. Respecto al ya nombrado capítulo Cabeza de metal hemos visto que está basado en los modelos robots de Boston Dynamics. Sin embargo, la pandemia que nos acecha no es una creación humana, pese a las múltiples teorías de la conspiración, y eso es quizás lo que más incertidumbre genera. Tanto es así que Charlie Booker, cocreador de Black Mirror, ha dicho que no sabe si el mundo está preparado para más historias de sociedades desmoronándose, refiriéndose a una sexta temporada de la serie, postergada de forma indefinida. Parece que nos hemos acostumbrado a que todas las distopías tengan lugar en la ficción, escondidos en la protección del papel o la pantalla, que no son ya más que otro medio de contagio. Hasta que no hemos sentido el aliento del Covid 19 en nuestra cara no hemos sido conscientes de su realidad. Ahora solo nos queda acudir al cine con mascarilla y ver cómo acaba la película.

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *