El arte de coincidir con una persona

Marta Aranda//

No recuerdo cuándo fue mi primera vez. Más allá de convertirse en algo excepcional, se convirtió en un patrón que no dejó de repetirse durante años. Solía pensar que iba por buen camino, que dónde había estado escondida esa persona durante todo este tiempo. Hasta que llegaba el mensaje de: “Lo dejé con mi novia hace 2 semanas”. Una vez tras otra. 

La falsa creencia de que ‘un clavo saca otro clavo’, es conocida como “relaciones liana” en el ámbito psicológico. ¿Recuerdas cómo Tarzán cruzaba la selva soltando una liana y agarrando otra inmediatamente para evitar caerse? Así les ocurre a quienes van de persona en persona para evitar caer en el doloroso duelo. ¿El arte de coincidir o la búsqueda constante de contacto?

No nos gusta sufrir por amor, tampoco es plato de buen gusto alejarse del calor de una persona con quien habías desarrollado cierto apego. Como bien explica en su libro la psiquiatra Marian Rojas Estapé: “el apego es un vínculo emocional desarrollado entre dos personas, cuyo objetivo inmediato es la búsqueda y el mantenimiento de la cercanía”. Pero necesitamos pasar por malos momentos para aprender. Esa ansiedad, tristeza, ira, culpa, o impotencia que sentimos cuando algo acaba, es necesaria. El miedo que tenemos a la soledad, nuestra baja autoestima o el tipo de apego con el que hemos crecido, nos lleva a querer saltar esta etapa. 

El temor de enfrentarnos a una persona que no conocemos -a nosotros mismos- nos impulsa a lanzarnos a la piscina en busca de alguien nuevo, confiando en que esa persona sea el salvavidas que nos salve de nuestros propios miedos. ¿Qué sucede cuando tus zapatos favoritos te hacen daño? ¿Te pones una tirita o dejas que tus pies descansen de ellos? Si has elegido la primera opción, decirte que esos zapatos van a seguir haciéndote daño hasta que la herida no se haya curado. Algo similar pasa en las relaciones: nadie sale entero de una ruptura. Y entregarse roto a otra persona, es el peor acto de amor propio. Como dice la psicóloga Silvia Congost, experta en dependencia emocional: “El amor se da entre seres completos, no entre mitades perdidas en busca de otros que las completen”. Buscamos fuera lo que tenemos en casa, buscamos que otras personas llenen un vacío que nosotros mismos somos capaces de llenar. 

Cuando finaliza una relación, tenemos que volver a construirnos. Y esta tarea, por muchas personas que te acompañen en el proceso del duelo, es un trabajo que sólo puedes hacer tú. La psicóloga Solagne Anuch explica que “no poder estar solo y buscar permanentemente pareja, da cuenta de una escasa capacidad de tomar contacto con la propia vida interna”. Solo hay una persona que nos va a acompañar durante todo este camino de la vida, y somos nosotros. Aprender de una relación que finaliza, reflexionar sobre lo que sí mereces y lo que no estás dispuesto a respetar, anteponerte como prioridad. Descubrir que nuestra propia compañía es igual de válida que la de una pareja sentimental.

“El amor no es una emoción, sino un impulso, una necesidad fisiológica para el ser humano”, afirma Helen Fisher, antropóloga. Todo tiene una explicación científica. Según el estudio realizado por Fisher en 2010, cuando nos enamoramos, liberamos dopamina, una hormona que desencadena la sensación de euforia, satisfacción y placer… el amor activa las mismas áreas cerebrales que el alcohol, el tabaco y otras sustancias adictivas. Y cuando el amor se va, la dopamina se esfuma y aparece el síndrome de abstinencia, como ocurre con las drogas. Como el alcohólico que busca otra botella de vino, como el que no puede tomarse menos de 5 cafés al día. El “adicto” a las relaciones busca un nuevo objetivo con el fin de volver a sentir esas sensaciones.

Quiero acabar con las sabias palabras de Marian Rojas Estapé cuando dice que “nada activa tanto al ser humano como sentirse querido y apreciado por otra persona, y nada lo mueve más que enamorarse”. El amor no es una obligación, es disfrute y alegría. Pero del mismo modo que compartimos nuestro amor con una pareja, debemos darnos todo el amor que podemos ofrecer, a nosotros mismos. 

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