La serie final. El prestigio

Adrián Luis//

Muchos de los actores y actrices que han marcado una época en Hollywood se sienten seducidos por las recientes apuestas ficcionales de la televisión. Las cadenas y productoras invierten ingentes sumas de dinero en equipamientos, localizaciones, guiones y ahora en el establishment del cine.

Las series de televisión siempre han sido consideradas como un escaparate para las productoras de cine donde los mejores maniquís –los actores y las actrices con mayor proyección– se mudaban de la pequeña a la gran pantalla. Algunos de los ejemplos más ilustres son Will Smith gracias a El Príncipe de Bel Air o Jennifer Aniston gracias a Friends. Este modus operandi de usar las series como incubadora de talentos sigue estando a la orden del día. Basta con ver Juego de tronos: las jóvenes estrellas Emilia Clarke -Daenerys Targaryen-, Kit Harington -Jon Nieve- o Sophie Turner -Sansa Stark- cada vez protagonizan más películas. Sin embargo, los últimos tiempos están dando lugar a un proceso inverso, pero para las estrellas consagradas de Hollywood. Más y más son los intérpretes que encabezaban los créditos de los largometrajes que han cambiado del Lado Oscuro, el del cine, al Lado Luminoso, el del televisor del salón. Hay de todo: hombres y mujeres, veteranos analógicos y digitales, oscarizados y eternos aspirantes y asiduos a papeles principales y de reparto.

Las últimas producciones de HBO vienen como el Anillo Único al dedo a este fenómeno. El canal estadounidense cerró 2016 con Westworld y The Young Pope, dos ficciones que recurren al star system del celuloide. La primera cuenta con la veteranía de Ed Harris y sobre todo de Anthony Hopkins. El actor de Hannibal Lecter es el director de Westworld, un parque temático donde los visitantes pueden hacer lo que les plazca a los androides que son la principal atracción. Y eso es lo que lleva a cabo el personaje de Ed Harris: matar y violar. La segunda de estas series recurre a Jude Law y a Diane Keaton para encarnar al papa Pío XIII, y a Sor María. El protagonista de Cold Mountain y la propia Annie Hall, para personalizar los asuntos más turbios de la Santa Sede.

Tal y como terminó 2016, HBO comenzará 2017. Es decir, apostando por el firmamento hollywoodiense. Un título sobresale –con permiso de The Deuce con Maggie Gyllenhaal y James Franco a la cabeza–. Y ese es Big Little Lies, una comedia en la que mostrarán su talento nada más y nada menos que Reese Witherspoon y Nicole Kidman.

Los movimientos migratorios con destino a la televisión son el común denominador en las cadenas especializadas en series. FX inauguró 2017 estrenando Taboo de Tom Hardy. El malo de El renacido y el nuevo Mad Max hace un paréntesis en el cénit de su carrera cinematográfica -hasta en cinco cintas apareció en 2015- para crear y liderar el reparto de esta historia ambientada en el Londres del siglo XIX. Por otra parte, FX ha acudido a Susan Sarandon y a Jessica Lange para trasladar la histórica enemistad entre dos divas del cine clásico, Bette Davis y Joan Crawford, de cara a la primera temporada de la serie de antología Feud, aún sin fecha de lanzamiento, pero con un casting envidiable -Catherine Zeta-Jones, Kathy Bates, Judy Davis o Stanley Tucci-. Otra serie de antología de dicho canal es American Crime Story -emitida durante 2016-, en cuya primera entrega –The People v. O.J. Simpson– entraron en escena John Travolta y Cuba Gooding Jr, este último encargado de dar vida al exjugador de fútbol americano, declarado culpable por el asesinato de su exmujer y de un amigo de ella.

Por su parte, Netflix, que ya sorprendió a sus usuarios en 2013 con la irrupción de Kevin Spacey en House of Cards y en 2016 con Winona Ryder en Stranger Things, prepara para 2017 la serie Gypsy. Este thriller psicológico tendrá en Naomi Watts un potente aliciente. La actriz australiana también participará en el retorno de Twin Peaks a la pequeña pantalla de la mano de Showtime. Y dentro de la programación de este canal por cable y satélite se encuentra Billions con el intérprete Paul Giamatti como representante de la industria del cine.

Entre todos estos actores y actrices de renombre, que han optado por probar fortuna en las teleseries, suman un total de 38 nominaciones y 12 premios Óscar. Casi nada. Esta tendencia se explica principalmente con la conversión de las series hacia ficciones de calidad y sin comparación con sus precedentes en cuanto a producción, recursos técnicos y sobre todo guion. El crítico Toni de la Torre en su libro Series de culto afirma: “La ficción seriada también ha decidido que quiere que la tengan en cuenta y en muy poco tiempo se ha transformado radicalmente, adaptando el medio en que se desarrolla para hacer posible algo que es una proeza en un mundo tan dependiente de las fórmulas como el televisivo”. Según el crítico, dichas fórmulas ficcionales, a pesar de que se reinventan, siempre son las mismas –sitcom, policiaco, etcétera– aunque en general no aportan ninguna novedad argumental o temática.

Protagonistas de la serie «Stranger things», Netflix.

No obstante, las cadenas norteamericanas de forma paulatina comenzaron a arriesgar en la década de los 70 hasta erigirse en una norma a finales de los años 90. Los shows se convirtieron en verdaderos éxitos de crítica y audiencia, por tanto, éxitos de ingresos. Y los resultados animaron a continuar en la nueva política de contenidos. Tal es la evolución que, según Emilio de Gorgot, “la ficción televisiva mira de tú a tú a la cinematográfica”. En su reportaje ¿Por qué vivimos una Edad de Oro de las series? para la revista Jot Down, de Gorgot añade: “Directores, guionistas y actores buscan en la TV un prestigio que antes solamente podían obtener ‘graduándose’ en la gran pantalla”. Como le sucedió a Bryan Cranston con la aclamada Breaking Bad.

Las series de calidad, así se las conoce, han ido seduciendo a un sector considerable de la flor y nata de la interpretación. Las grandes cadenas compiten por el mejor truco final de entretenimiento en busca del prestigio. Y para ello necesitan a los mejores ilusionistas del séptimo arte.

Escena de la serie «The Young pope», HBO.

Autor:

Maria irun nombrelinea decorativa

Observo a las personas sin cesar, pienso por encima de mis posibilidades y solo hablo cuando tengo algo que aportar irónica o intelectualmente. Ante el documento en blanco, no sé si decantarme por los deportes, por el cine o por las series. Pero la realidad al final me empuja hacia los problemas sociales.

Twitter Blanca Uson

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