Las 10 almas (ingobernables) de June Fernández
María Irún//
Qué ganas de complicarse la vida. Escribir un libro sobre diez personas venidas de distintos puntos del planeta y de distintos puntos de vista de aquello que llaman realidad. Qué ganas de complicarse la vida de June Fernández, autora de 10 ingobernables. Historias de transgresión y rebeldía, que reunió a la decena de personas libres que prefirieron complicarse la vida que no vivirla. “Qué ganas de complicarse la vida” es la frase que hila el prólogo del libro y es la frase que nos sirve de prólogo para nuestro encuentro con las diez almas de June Fernández.
La primera en llegar es ella, Irina. Viene con Nélida, su esposa. Aunque la invitada es Irina, Nélida aparece como si igualmente ella lo fuera. Quién sabe, quizás si no es por Nélida, Irina nunca existiría. De hecho, Irina antes no existía como tal; era otro hombre, era el marido de Nélida.
June primero presenta a Irina, con su silla de ruedas y su historia de pelea y guerrillas. Condecorada por el Frente Sandinista de Liberación Nacional en Nicaragua, colaboradora del Ejército Zapatista de Liberación Nacional en México, defensora de la Revolución cubana… y entre todo ello, la transexualidad y la esclerosis múltiple.
June Fernández la presenta así, porque su historia es así. No es un personaje, ni es ficción. Es una de las diez almas que encontró y que, en una mezcla de ensayo, reportaje, crónica y perfil, nos va haciendo llegar, introduciéndonos en una especie de encuentro a diez bandas con historias de libertad que ni las buenas ficciones podrían imaginar.
Irina no es la única en venir, aunque quizás sí la más impactante. Las historias suceden aquí –cambie “aquí” por su salón, el autobús, el metro o la cama antes de dormir-, ante nuestros ojos y entre nuestras manos, pero en su momento sucedieron en La Habana, Caracas, Bilbao, Managua y un pueblo gallego, entre otros. Y allí estuvo June Fernández.
Allí, las diez almas viven como se sienten; esquivan los prejuicios de aquellos que los creen diferentes, como si ellos y ellas no lo fueran. Acusados de traidores, infravalorados por elegir ser lo que sintieron cuando nacieron y no lo que les impusieron. O por elegir tener miedo y hacer su vida más fácil.
Es el caso de Juanita, que no es una sino que es una y uno. Cuando June la conoció, cuenta, usaba mucho maquillaje para ocultar su barba incipiente. Lápiz de ojos, pintura para sus uñas, “arreglada y bonita”. Juanita, aquella a la que el temblor de la tierra en Nicaragua, en 2014, dejó la casa en pie pero destruida. Juanita, que rescató a Juan para sobrevivir a la transfobia, que reclama que “reconocernos como vulnerables es un derecho”. Juanita, que para nosotros nace con June y que para June siempre estará viva
La sexta alma no es una, son varias. Y son gordas, y están orgullosas de serlo. Otras almas encogen un poco el cuerpo de quien las escucha, porque son reales, porque da un poco de vergüenza vivir en el mismo mundo que ellas y que para ellas el mundo no sea el mismo que nos contaron, ese en el que hay tolerancia, respeto y otras milongas.
Estas almas gordas escuchan a sus madres decir que qué guapas serían si no fuese porque… están gordas. Estas gordas van a una tienda pensando en comprarse la ropa que se comprarían si no fuese porque… están gordas. Estas gordas se comerían un Donut en la calle, lo comerían más rápido de lo que lo comen, si no fuese porque… están gordas. Y claro, las miradas que sufren por estar gordas serían más incisivas porque están gordas, lo están porque comen, comen rápido, y así en un bucle infinito de gordofobia. Aunque, en este caso, vencida con humor.
Estas gordas que nos presenta June son Ramonak y recuerdan que su cuerpo es suyo, que si es difícil ser gordo más difícil es ser gorda.
Y entonces llega Julio, un abuelo corriente, ajero, con su ropa de abuelo y sus frases de abuelo. Un abuelo “mariquita de los de antes”, sobre todo porque es mariquita ahora pero también lo fue antes, cuando Franco, cuando la ley de vagos y maleantes. Ahora vive en una residencia de monjas, como queriendo seguir retando a las hordas conservadoras.
Igual que retan las mujeres de Santo Estevo de Nóvoa, en Galicia, al olvido. Allí juegan todos los domingos al a bugalliña, un juego tradicional solo para mujeres, mezcla entre petanca y canicas.
Igual que reta Yasmín a los prejuicios del velo, que ella lleva porque le da la gana, y al control cibernético de la Cuba en la que vive.
Igual que reta Antar al verano, que le impide llevar ropa que oculte sus pechos.
Igual que reta Juanita Márkez -o Joan, o Juan- a la corrección en Sant Joan de Mediona (Barcelona), donde el pueblo se rebela a su vez contra la violencia machista.
Igual que reta June Fernández a nuestras expectativas. Ser periodista consiste, sobre todo, en contar las historias que no se oyen y visibilizar las historias que no se ven, y eso es exactamente lo que ella hace. Irina, Nélida, Antar, las Juanitas que son también Juanes, las mujeres gallegas que mantienen vivo su juego de los domingos, las gordas de Ramonak, Yasmín, Nicole, Julio y Doña Sebastiana. June Fernández ha encontrado esas historias que ya existían antes de que nosotros lo supiéramos, pero que nunca habríamos conocido si no fuese por ella y sus 10 ingobernables.
Ficha técnica
Titulo: 10 ingobernables. Historias de transgresión y rebeldía
Autora: June Fernández
Editorial: Libros del K.O.
Madrid, 2016
264 páginas
15,90 euros
Ilustraciones: Susanna Martín
Autora:
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![]() 24 años, joven multiusos. Estudié periodismo, después aprendí a escribir. Hago fotos y busco historias. Sé menos de lo que me gustaría pero me gusta lo que sé: periodismo narrativo, bandas sonoras, guerra de Bosnia y, sobre todo, fútbol y Atleti.
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