Susanna Martín, el cómic para narrar mil vidas

Marta Villarte//

Susanna Martín (1976, Barcelona) narra a través de sus diseños e ilustraciones historias de todo tipo, desde supervivientes del cáncer hasta personajes ilustres que han dejado una huella en la historia, como es el caso de Federico García Lorca y AnneMarie, sus últimas obras publicadas. Ha trabajado para los campos de la publicidad, arquitectura y prensa. Ella prefiere esta última ya que le ofrece una mayor libertad y plantea la cuestión sobre si el ilustrador puede dar su propia opinión en los artículos a través de una ilustración.

Sobre sus obras: siempre parten del feminismo y del tema de la identidad y el cuerpo. En sus ilustraciones podremos encontrar una serie de personajes ambiguos: “Recuerdo un encargo para un ayuntamiento de Vizcaya en el que se tuvieron que pensar bastante si les gustaba o no mi diseño de ‘la idea de belleza’. Yo pensé un universo extraterrestre e hice una especie de bicho con tentáculos. Era súper guapa con su banda de Miss Universo y todo”.

En su casa siempre ha habido comics. Susanna acompañaba a su padre cada domingo a comprar el pan y el periódico y siempre volvía a casa con lo último de Mortadelo o lo que encontrase en el quiosco. A los 16 años descubrió el manga: “primero con Bola de Dragón en la tele, y ya cuando vi Akira se me cayeron las bragas, los pantalones y todo. Fue entonces cuando dije: yo quiero hacer esto”. Siempre quiso ser dibujante. Vivía en un pueblecito en el Pirineo en el que no había acceso a la gran ciudad para estudiar “cosas de arte”, por lo que se tenía que esperar a ir a estudiar una carrera a Barcelona. No fue nunca a ninguna academia y tampoco se preparó, por lo que suspendió la prueba de acceso de Bellas Artes dos veces consecutivas. “Yo iba muy a saco con la ilustración y en esa época estaba muy influenciada por el manga. Entonces les presenté en mi examen de acceso una ilustración manga y me tumbaron”. Y así fue como entró en la carrera de historia, de rebote. Al final pudo conjugar ambas disciplinas y la historia siempre ha estado presente en sus obras gráficas. La ilustradora subraya la importancia de mezclar áreas de conocimiento y cree que el sistema educativo y sus planes de estudio nos están quitando ese conocimiento que había antes más general que era “muy guay”.

Su experiencia en el mundillo del comic y la novela gráfica fue para ella como “un cuento de hadas”. Siguió con sus estudios en ilustración y pintura mientras colgaba sus historias en un blog. Fue ahí cuando se cruzó con la primera protagonista de sus obras publicadas: “una profesora mía de historia del arte tenía una amiga, Isabel Franc, que pasó por un cáncer y quería contar su historia”. Su profesora le mostró a Isabel alguna de sus obras, le gustó, congeniaron desde el primer momento y se pusieron en camino. “La editorial dijo: La historia sí, la dibujante no”, Susanna estaba “muy verde” pero le dieron un plazo para “currárselo” y así lo hizo.

Se dio cuenta de su capacidad empática desde esta primera obra, Alicia en el mundo real. Tenía la capacidad de meterse en la piel del personaje, en este caso Isabel. “Que me diga la persona de la que hago el cómic que se ha emocionado con su propia historia, me hace plantearme que igual sí soy buena empatizando”. Los editores lo vieron y fue cuando le encargaron su segunda obra, Sonrisas de Bombay. Pero lo más importante para un ilustrador, según Susanna, es ser humilde, “porque tú vives del público, de los lectores”.

De pronto se abrió a un público que no tenía “nada que ver con el cómic”. Ella les describiría como “personas que lo mismo te las encuentras en una ONG, que van a una charla Refugiados, o que van la manifestación de los pensionistas en Bilbao. Al final estoy contando temas de interés social, y pienso que igual yo también estoy haciendo periodismo”.

La ilustradora considera que al comic no se le ha llegado a considerar nunca como un arte propiamente dicho. “Presentando mi libro de Lorca, vi en una librería en Castilla y León que lo habían puesto en infantil…, ¡y hay un trío entre Dalí, Lorca y Buñuel en una página entera!”

Susanna pertenece al colectivo de Autoras del cómic que fue creado en 2013 por unas pocas creadoras: “Dijimos que molaría juntarnos y conocernos. Hicimos un par de asambleas en Barcelona, porque era donde más coincidíamos, y la creamos. Empezamos a premiar a autoras a las que nunca se les ha reconocido, o a chicas más jóvenes que aún no han tenido una gran trayectoria”. Para la artista, ser premiada es un signo de que va a seguir teniendo trabajo. Resalta sobre todo la dificultad que supone ser autónoma, “cada mes te tienes que buscar nuevos trabajos y tienes que prever mucho tu trabajo”. La dibujante nos explica lo difícil que es ser madre y dibujante de cómic, “no es para nada compatible. Tienes entregas a trozos, sobre todo cuando trabajas para la industria americana”.

Siendo escatológicos, para Susanna acabar una obra es algo así “como cuando estás estreñida, cagas, te quitas ese dolor de tripa . Es un poco bruto pero es eso. Una de mis últimas obras, AnneMarie, me ha llevado ocho años hacerla, porque es una obra personal y todos los plazos que he llevado con ella…, al final te quedas muy bien cuando la entregas”. Para la autora “hacer una biografía de alguien que está muerto es curioso porque ese personaje se encuentra estático”, la que evoluciona eres tú. “Yo la conocí con 24 o 25 años y desde el principio me encantó AnneMarie. Su vida me parecía una pasada, yo también quería viajar como ella… Cuando llegué a los 30 le quise dar un rollo más existencialista, filosófico… Al final, llegué al punto donde yo ya pasé la edad en la que ella murió, porque murió a los 34, y empecé a verla ya un poco ‘plasta’. Me parecía un poco cría, o no sabía por qué hizo las cosas que hizo”. Susanna ha podido ver sus carencias, “al fin y al cabo era un personaje humano y también tenía sus defectos”.

Su obra sobre Lorca fue un encargo por el centenario del ingreso de Federico en la residencia de estudiantes. Los editores querían plasmar esa etapa del escritor y al mismo tiempo querían retratar su amistad con Buñuel y Dalí. “Yo intenté darle la vuelta porque era todo sobre hombres e introduje a muchos personajes femeninos, así como dejé caer de un burro a Dalí y a Buñuel. Luego también saqué del armario la pluma que tenía Lorca, de la que nadie habla. Creo que es uno de los personajes famosos más metidos en el armario”.

Le gustaría hablar sobre Aurora Bertrana, una mujer burguesa que vivió en los años veinte/treinta y cuyas reflexiones han impresionado a Susanna. “Claro ella era una señora burguesa y privilegiada para poder vivir todo lo que vivió. Se fue con su marido embajador a la Polinesia. Pero hizo varias reflexiones muy interesantes, por ejemplo, sobre el poliamor o el tema del racismo que ella ve”.

Susanna Martín charla

Al pedirle temas para hablar sobre la actualidad en los cómics, la ilustradora cree que la ley mordaza podría ser una buena elección, ya que considera que estamos retrocediendo un poco en cuanto a la libertad de expresión. También apostaría por el tema de Cataluña: “Yo soy catalana y creo que, ya que el tema está de moda, se podría hablar sobre las diferencias culturales que hay en diferentes áreas, o lo que se habla en cada una de ellas. Creo que esto es otro problema, la falta de comunicación, o la inconexión”.

El arte puede acercarnos a comprender la realidad. Para la artista, el arte como el cómic o el teatro sirven como un canal para comunicar una idea. Susanna Martín se siente muy afortunada, “yo dibujo lo que me da la gana hasta que algún día me digan ‘vamos a quemar todos tus libros’. La verdad es que tengo mucha suerte. A pesar de que por mí me género, mi identidad sexual o lo que sea, pueda tener ciertas restricciones, puedo protestar libremente”.

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