Apadrina un olivo, recupera un pueblo
María Lorente y Danna Forigua //
Alberto Alfonso es un olietano que ha visto con sus propios ojos cómo su pueblo y sus olivos sufrían el abandono. Desde el otro lado del mundo, Jaime deja Venezuela para ayudar a recuperar los olivos de Oliete. Su pasión por la vida rural hace que saquen adelante Apadrina un Olivo. Más de 7.000 árboles han recobrado vida gracias a la ayuda de los padrinos.
Oliete, provincia de Teruel, año 2014. Por sus calles se respira el sosiego de un municipio que ha visto huir hacia las ciudades a aquellos que crecieron en el pueblo. Las voces de los niños que quedan en la localidad se mezclan con el sonido de los bastones de los más mayores. La vejez y el olvido se apodera de la naturaleza que rodea Oliete. Olivos que luchan por sobrevivir en un campo donde ya no existen familias que se encarguen de recoger la cosecha de cada temporada.
Alberto Alfonso, olietano cansado de ver el desamparo de su pueblo, deja la ciudad para iniciar un proyecto que da una nueva oportunidad a los olivos centenarios de su localidad. “Pensamos en que fuera de emprendimiento social para que aunara medioambiente, la recuperación y protección del olivar centenario y además generara oportunidades de empleo para personas con discapacidad y en exclusión”, explica uno de los cofundadores de apadrina un olivo. El proyecto se hace eco por Aragón, “han valorado el emprendimiento y los despertadores rurales, eso genera una reputación del territorio”, comenta Luis Antonio Sáez Pérez, Catedrático sobre Despoblación y Creatividad de la Universidad de Zaragoza.
Tres años más tarde, en la otra punta del mundo, en Venezuela, Jaime buscaba un proyecto que le permitiera acabar su doctorado en economía social. Oliete hizo que volvieran a brotar sus raíces españolas y las de los olivos. “Yo estoy enamorado de Oliete y de la provincia de Teruel, no volvería a vivir a una ciudad y si lo hiciera sería en Teruel capital”, dice el trabajador de apadrina un olivo.
Alrededor de 7.000 árboles han sido apadrinados hasta el momento. Los más de 12 trabajadores que viven en Oliete se encargan de las labores de cuidado de los olivos.
Un terreno con una larga historia
Fenicios, Íberos y Romanos llegaron hasta Oliete y vieron en el municipio un campo idóneo para el cultivo de olivos. En la actualidad ocupan una superficie total de 87 km cuadrados, un terreno extenso donde albergan especies desde los 80 hasta los 800 años. Su tierra arcillosa y de pedregal hace que por sus olivos continúe brotando el oro líquido como consecuencia del cuidado del ser humano.
Jaime es uno de los encargados de cultivar los olivos durante todo el año. “Es un método de cultivo tradicional, por lo cual respeta los ecosistemas naturales”, nos explica el trabajador. Su objetivo principal es recuperar los campos de olivos entre los cuales algunos llevan “más de 100 años plantados”.
Los olivos soportan el clima frío en invierno y cálido en verano de Oliete. Jaime dice que las condiciones ideales varían ya que necesitan un clima mediterráneo, pero “aunque el Bajo Aragón no lo tiene, se adaptan”. Las eses de lluvia de la zona no suponen un problema para la plantación ya que “no son de regadío”. Utilizan un método de agricultura llamado “el mando vegetal” y trabajan todo en ecológico.
Nuevas oportunidades
“Hace cinco años, sólo había cinco puestos de trabajo. Ya son más de 12 personas de plantilla fija y 3 o 4, son temporales”. Aunque Apadrina un Olivo ha sido un proyecto para ayudar al medio ambiente, también se ha convertido en una nueva oportunidad para generar empleo tanto para mujeres como para jóvenes. Estas posibilidades logran que el problema de la despoblación, aunque no se resuelva, ayuda a que al menos algunos lugareños no tengan que migrar
Y no solo no emigran en Oliete, sino que mujeres, hombres y jóvenes han llegado a la zona en busca de ofertas laborales. Actualmente hay doce trabajadores que no pertenecen a Oliete, sin embargo han contribuido a la repoblación del municipio.
Aunque la despoblación es diferente en cada parte de la “España vaciada”, hay ciertos elementos en común. Todavía hay gente que migra de los pueblos, pero proyectos como estos logran no solo atraer población y brindarles nuevas posibilidades, sino buscar un beneficio mutuo entre ciudadano y pueblo. “Las mejores estrategias siempre pasarán por la creación de empleo o porque empresas vengan a ubicarse en el propio territorio”, indica Pepe Polo, presidente de la Asociación de Asociaciones Vecinales San Fernando de Teruel.
El pueblo busca brindarle beneficios a la población que trabaja allí. Que una persona pueda llegar a adquirir una casa a un costo más asequible y no tener que llegar a endeudarse. Las personas jóvenes pueden ver nuevas estrategias y ventajas en su entorno para así poder llegar a cambiar su estilo de vida. “Que los servicios básicos, que la escuela esté abierta, que tu hijo pueda tener el mismo nivel de enseñanza a través de un CRA (Colegio Rural Agrupado) o incluso mejor que otra persona en Zaragoza… Es lo que nosotros llamamos el 30 a 30, que todos los servicios estén a 30 kilómetros”, concluye Luis Antonio Sáez Pérez, catedrático sobre Despoblación y Creatividad de la Universidad de Zaragoza.
Así mismo, la oferta de empleo no solo se abre a las personas normativas, sino que tiene en cuenta la inclusión para las personas con alguna discapacidad intelectual. Apadrina un Olivo está asociado con la Agrupación turolense de Asociaciones de personas con Discapacidad Intelectual, Atadi. Una organización sin ánimo de lucro que busca ofrecer los servicios y apoyos necesarios a las personas en situación de dependencia. Se esfuerza por hacer de la sociedad una más justa, inclusiva y solidaria.
Aunque las personas de Atadi no trabajan exclusivamente con apadrina un olivo, sí realizan algunas actividades muy puntuales cuando se necesita más mano de obra. “Hay que quitar todas esas puntas para que el árbol vaya hacía abajo”, le explica Mariano (empleado de apadrina un olivo) a Laura y Ángel, mientras tanto señala al gran olivo que tienen en frente. Les indica cuáles son las ramas que tienen que cortar.
Estas actividades no solo permiten que los muchachos del centro ocupacional amplíen sus conocimientos del medio rural, sino que también “el de las tareas tradicionales”, según lo que explica Almudena Amador, trabajadora de la asociación Atadi, para Aragón TV.
Talleres y visitas
Cinco años más tarde de su llegada, Jaime se despierta cada mañana con una tarea pendiente que desarrollar según la época del año. Su pasado como docente en Venezuela hace que él se encargue de la parte de talleres y visitas del proyecto. Jaime llega a los colegios de los pueblos de la provincia de Teruel y charla con los jóvenes acerca de la problemática que vive el entorno rural. “Lanzo el mensaje de la problemática que tenemos en el mundo, de la contaminación, del tema de los recursos”.
Los jóvenes del pueblo marchan a las ciudades para estudiar, y muchos de ellos no vuelven a vivir a sus localidades. Jaime transmite apoyos para frenar esta situación, “si un estudiante quiere salir para formarse y luego quiere volver para emprender, es posible”.
Por las calles de Oliete se escuchan conversaciones en todos los idiomas. Entre trago y trago, los visitantes comentan el estado de su olivo. El bar es punto de parada para los padrinos que llegan desde todas las partes del mundo para ver su árbol. En el campo los espera Jaime con una sonrisa que expresa el orgullo de mostrar el desarrollo de los olivos que han apadrinado.
Mejor aceite de Aragón
Ante un carácter social, solidario y sostenible, se produce el aceite de oliva extra virgen. Gota a gota busca convidar una muestra de agradecimiento a los padrinos y madrinas. «Enviamos 2 litros de aceite a cada padrino, los cuales han sido sacados de sus árboles”, comenta Jaime.
El objetivo está en poder crear un vínculo a través del aceite. Que, así como los olivos son árboles que trascienden, este lazo también pueda llevarse a cabo con personas. Lograr que se entienda la importancia del proteger y conservar el medio ambiente. También tienen un objetivo simbólico dentro de la España vaciada: Recuperar algo que se estaba perdiendo. “El valor se lo daba el mercado, y ahora se lo da los sentimientos”, afirma el catedrático Luis Antonio Sáez Pérez.
El esfuerzo y dedicación de Jaime, Alberto Alfonso y sus compañeros ha sido premiado con el «Mejor Aceite del Bajo Aragón 2022».
Detrás de cada olivo apadrinado hay una historia única, a veces simbólica y también emotiva. David, Calara y Jea llegaron desde Madrid para conocer a Jea, su recién olivo apadrinado. Pero además tomaron la decisión de apadrinar a Lolo, un olivo abandonado. Lolo lleva el nombre de otro perro, que, aunque ya no está entre ellos, siempre lo recordarán con mucho cariño. Pero desde ahora tendrá un olivo en Oliete que guardará siempre su memoria.
Este reportaje se incluye en el Proyecto Innovación Docente 2021 PIIDUZ_1 “Comunicar buenas prácticas de desarrollo territorial en la Unión Europea en relación con los Objetivos de Desarrollo Sostenible” de la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad de Zaragoza.