Delitos y cine: entrevista a Katrine Brocks
Texto: Jorge Marco, Julio Beltrán y Pablo Gracia//
Katrine Brocks, nueva directora en el Festival Internacional de Cine de San Sebastián.
A lo largo de los casi diez días en los que tiene lugar el Festival Internacional de Cine de San Sebastián, los donostiarras comparten su ciudad con grandes estrellas y artistas provenientes de los cuatro puntos cardinales. Cineastas cuyos nombres y rostros han viajado por el mundo casi tanto como sus obras. Famosos, en resumidas cuentas. Esta faceta de los grandes festivales de cine es fundamental para que reconocidos artistas del séptimo arte publiciten sus más recientes obras y entablen interesantes sinergias entre ellos. No obstante, haríamos bien en no olvidar otro aspecto clave, tal vez el más importante en este tipo de eventos: los debutantes. Actores, guionistas y directores que se sienten privilegiados, por primera vez, con el inmenso altavoz que supone un festival de esta categoría. Alimentar enérgicamente estas nuevas voces que, irremediablemente, deberán tomar el relevo de las personalidades que hoy conocemos como asentadas, es y debe ser la tarea fundamental de estos cónclaves cinematográficos.
Hoy nos acercamos a una de estas nuevas voces, la de Katrine Brocks, una joven directora y guionista danesa que celebró la premier de su ópera prima, The Great Silence, en el contexto del festival. A partir del pequeño análisis que realizaremos a continuación y de la entrevista que encontraréis inmediatamente después, pretendemos explorar más de cerca el nacimiento de esta prometedora carrera cinematográfica, descubrir cómo empezó, qué supone y, por supuesto, qué traerá consigo en los años venideros.
Al terminar la proyección de la premier, todo fueron aplausos, euforia e incluso llantos. Katrine, con los ojos humedecidos y haciendo un esfuerzo evidente por mantener la compostura, dio las gracias al entusiasmado público. Los aplausos a su película, The Great Silence, consiguieron resonar a lo largo y ancho del festival, y no es para menos.

El silencio, aquello que se escucha cuando no se escucha nada, es, paradójicamente, el pilar sobre el que Katrine Brocks decidió cimentar su historia. Un relato ambicioso en su forma y fondo que pretende tratar, de forma sencilla, temáticas tan serias y complejas como lo son la mentira, la culpa, la fe o el sacrificio. El foco de la cámara nos sitúa en un convento. Ahí, Alma se prepara para consumar su unión con Dios en la ceremonia que la convertirá definitivamente en monja. El silencio reina en la vida de las devotas religiosas. Aparentando rectitud y penitencia, el mutismo religioso oculta la presencia del pecado y el remordimiento, que se retuercen bajo su expresión externa, la mentira. La verdad, por su parte, aparece paradójicamente de la mano de un personaje que irrumpirá desde el exterior de este sacro mundo, Erick, el hermano de Alma, un alcohólico en rehabilitación, irrumpirá en escena para exigir a Alma que enfrente los fantasmas de su pasado.
De este modo, The Great Silence comienza a cocerse a fuego lento. Jugando con los prejuicios que el espectador desarrolla hacía los personajes, se produce una paulatina subversión en los parámetros morales de los protagonistas. Para desgracia de Alma, Dios no perdona aquello que no se afronta, y la fe, por pura que sea, se convierte en un callejón sin salida cuando intenta utilizarse como vía de escape.

Sobre esto último, la angustia de no poder evitar las consecuencias de nuestros actos pasados, se habla largo y tendido durante los 95 minutos de metraje. Para representar este miedo tan primario, Katrine Brocks hace un uso sumamente interesante de los recursos que, clásicamente, encontramos en el cine de terror: la culpa se transforma en apariciones, fantasmas literales y metafóricos que nos darán más de un susto frente a la pantalla. Si a esto le sumamos que la fotografía y el montaje, pese a conservadores, hacen un papel estupendo como elementos narrativos, podemos aseverar que nos encontramos ante una ópera prima que sabe a cineasta consumada.
Nadie mejor para explicar los aspectos cinematográficos y personales que trae consigo esta película que la propia directora y guionista que, agradeciéndoselo mucho, concedió una entrevista a este medio:
Primero de todo, felicitaciones por tu debut, nos gustó mucho la película. La vimos en la premier y fue un momento muy bonito.
Oh, muchas gracias por haber ido, me alegro de que os haya gustado. Fue una gran experiencia y lloré mucho, ¿lo visteis?
Sí, seguro que fue un día muy importante. La primera pregunta que queríamos hacerte está relacionada con la fe y la religión, que en tu película ocupan un papel muy importante. Relacionando esto con el título de la película: The Great Silence —El Gran Silencio—, ¿hace referencia al silencio de Dios?
Muy buena pregunta. En realidad, la idea del título viene de cuando estaba estudiando los conventos de clausura y aparecía el concepto de “el gran silencio” que duraba desde las ocho de la tarde hasta las ocho de la mañana y durante el que tenían que estar completamente callados. Y pensé que era una forma bellísima de expresión. Sentí que ese “gran silencio” me recordaba a cuando alguien se hace monja y tiene que decir que no a muchas cosas que ocupan su espacio. Y cuando dejas todo eso atrás y simplemente te quedas en silencio, ¿qué queda? Por eso El Gran Silencio podría ser también la muerte. Ya sabes, ¿qué pasa en ese gran silencio?… no sé, quiero dejar que cada uno saque sus propias conclusiones. ¿Responde esto a vuestra pregunta?
Sí, sí. De hecho, el título nos recuerda a una película de Bergman, El Silencio, porque también hay dos claros personajes protagonistas que son como opuestos.
Sí, y también son hermanas.
Cierto, y por eso nos ha resultado parecido.
¡Menudo cumplido! Creo que esa película de Bergman es interesantísima. De hecho, la vi junto a mi diseñador de sonido para tenerla como referencia, porque es una película muy silenciosa, pero ese silencio acaba por ser ruidoso debido a la tensión que existe en la relación de esas dos hermanas… pero es cierto que hace mucho tiempo desde que la vi. Igual debería verla de nuevo.
Aunque es cierto que la película de Bergman es mucho más trágica que la tuya.
Pienso que para mí es importante tener algo como un final feliz. Me gusta insistir en la esperanza de vivir. No quiero decir que nunca haría una tragedia, pero creo que necesitamos ayuda. Necesitamos historias que nos den esperanza.
En la película aparecen distintos puntos de vista sobre la religión y la fe, especialmente en los personajes de los dos hermanos. ¿Tu relación personal con la fe es una mezcla de ambas facetas o se decanta más por una de ellas en concreto?
Me considero mucho más cerca de Eric, en el sentido de que para mí se parece más a una discusión interna que emana a través de las peleas entre los personajes. Porque, como dije ayer, fui criada como cristiana y la religión jugó un gran papel en mi niñez. Fui creyente hasta los catorce, cuando empecé a tener grandes dudas y a cuestionarme todo lo que se me había enseñado. Además, había asistido a una escuela católica, donde no se planteaban grandes preguntas. Pero cuando pasé al instituto, donde mucha gente no era creyente, abrí los ojos y me sentí como “espera, ¿qué? Pensaba que todo eso era verdad”. Fue muy confuso para mí. Y creo que he estado en esa especie de crisis espiritual desde entonces. Así que entiendo los motivos por los que la gente cree, porque amo a mis padres y ellos son creyentes. Pero también entiendo a la gente que está enfadada, o que pierde su fe, o que no cree.

Siguiendo este punto, ¿qué papel crees que debe tener la religión?
Es una muy buena pregunta. Pienso que es una cuestión personal. Honestamente, creo que cada individuo debería poder elegir en lo que cree sin ser forzado a nada… Estoy pensando que, en Dinamarca, por lo que sé, es bastante diferente a España. Allí la gente joven prácticamente no acude a la iglesia salvo cuando hay celebraciones como bodas o cosas por el estilo. Es una forma mucho más cultural de ser religioso, no es tan profundo. Y lo que echaba de menos era un lugar en el que poder reflejar grandes preguntas de la vida. Porque cuando realmente te tomas tu tiempo y te sientas a hablar sobre la culpa, o el perdón, o la piedad… todas esas grandes preguntas… creo que hay algunos paralelismos entre el cine y la iglesia. En cierto sentido, en ambos entras en una habitación y te sientas para recibir historias. Y creo que podría decirse que ir al cine es como estar en mi iglesia, si eso tiene algo de sentido.
En la película, por otra parte, se pueden encontrar muchos recursos de películas de terror. ¿Por qué crees que este género suele ir acompañado de una estética religiosa?
Creo que es porque cuando crees en dios, en el cielo… también crees en el infierno y en el diablo. Y se convierte en un mal real en el mundo. Recuerdo cuando era pequeña y escuchaba todas esas historias bíblicas sobre el infierno… era aterrador y realmente brutal. Se trata de una fe bastante dramática.
Es curioso cómo los espacios seguros se transforman y cambian en las películas de terror.
Puede que sea porque hay algo aterrador en esa dualidad, ¿no? Porque el cristianismo se basa mucho en esa relación entre el bien y el mal. Pero a veces las cosas pueden ser buenas y malas al mismo tiempo. Y tiene algo de terrorífico. Por fuera puedes aparentar ser una buena persona, pero debajo de esa capa se esconde alguien malvado. Así que sí, creo que hay algo muy interesante en ese tipo de contrastes.
Otra pregunta que queríamos hacer…
Disculpa, pero, ¿puedo preguntar si habéis visto La Monja, la película de miedo?
Sí, sí. En parte en eso se basaba nuestra pregunta anterior, porque siempre hay una monja o una posesión…
-risas- Vale. Bien, bien.
En tu película, el personaje protagonista tiene un comportamiento bastante más moral fuera que dentro del convento. Porque allí miente y no es honesto. ¿Crees que el convento ejerce un rol positivo? Porque no se comporta de la misma forma cuando está dentro que cuando sale.
Espero que este tema se vea como algo complejo. No quiero destripar el final de la película en la entrevista, pero creo que el convento para Alma no es solo un lugar para escapar o huir del trauma, es algo a lo que acude por sus profundas creencias. Para ella es su hogar, y el resto de hermanas son su familia. Así que no es completamente su sitio, pero está comprometida con él. Y sientes que el convento está lleno de personajes reales, y no sólo la monja gruñona o la que es buena… son personas tridimensionales.
¿Y cuáles son tus referencias como directora? ¿Qué cineastas pueden ser reconocidos en esta película?
Una de mis directoras favoritas es Lynn Ramsay, ¿la conocéis? Es escocesa… hizo Tenemos que hablar de Kevin.
Sí, la conocemos.
Es una directora brillante. Y creo que tiene una forma especial de explorar el interior de sus personajes usando únicamente los medios del cine… Por ejemplo, puede usar un objeto, como una botella de agua, que al colocarlo en el plano se convierte en otra cosa. Otorga una especie de poesía en sus detalles a cosas normales, que en el cine trascienden y se convierten en símbolos o en metáforas. Se me pone la piel de gallina hablando sobre esto. Porque para mí esa es la magia del cine. Y creo que es interesante cómo en el catolicismo tiene esta relación con la transformación como el agua que se convierte en vino… tiene esa especie de elemento mágico.
Una epifanía.
Sí, exacto… Además, obviamente he visto muchas películas sobre monjas, hay muchísimas, muchas sobre represión sexual y castidad, hay algunas muy buenas, una de ellas es Ida, creo que es preciosa, es básicamente una road movie sobre monjas. También leí a Paul Schrader que escribió el libro trascendental film style sobre autores como, Bergman, Tarkovsky, Lars von Trier… que tienen este estilo trascendental que tiene que ver con el ritmo, el encuadre, mucho espacio vacío alrededor, como en Ida. Lo encontré muy inspirador y quise trabajar con eso. Puedes sentir como el tiempo se para en el convento.
¿Crees que otros directores citados en el libro, como Ozu o Bresson, también te han influido?
Desde luego. No podría dejar fuera por ejemplo a Bergman. He visto todas sus películas y estoy haciendo mi camino a través de ello. Me encanta su cinematografía por la forma en la que la utiliza, sus luces y sombras… me ha influido mucho.
A diferencia de Bergman, tu película tiene un cierto sentido del humor, ¿crees que esto tiene que ver con tu relación con la fe?
Ayer me sorprendió la cantidad de veces que la gente se reía. Me encantó. Tenéis mucho humor en España. Sinceramente esta película trata de temas graves, y pensamos que necesitábamos un pequeño respiro. Además, hay algo cómico en el choque entre lo sacro y lo profano. Estos contrastes son divertidos, por ejemplo, cuando se reían con el salvapantallas o cuando el puzle sobre la creación de Adán. Me hizo especial ilusión que el público riera en este momento porque nadie antes lo había hecho. Así que vi al público muy conectado con la película.
Es algo cercano al humor de Woody Allen.
Sí. Además, tengo un hermano mayor que es muy divertido, muy sarcástico. No quiero decir que Eric sea como él para nada, pero hay algunos elementos inspirados en mi hermano. Y pienso que un poco de humor encaja con este universo porque es una buena parte de la vida.
¿Cómo ha sido tu trayectoria académica hasta este punto?
Primero pensé que iba a ser música. Me encanta tocar y cantar. Solía tocar en una banda de estilo drum and bass. Intenté entrar al conservatorio, pero no lo conseguí. Sentí entonces una pequeña desilusión y no sabía a dónde ir. Por otra parte, siempre he amado las películas, he visto muchas con mi hermano e hicimos algunas cuando era pequeña con una cámara pesada, editando en la misma cámara, etc. Yo solía actuar en ellas y hacer de superhéroe. Hicimos también algo de stop motion. O sea que en ese sentido siempre he amado el cine, pero nunca consideré que fuera algo en lo que de veras pudiera trabajar. Entonces me di cuenta de que podías estudiar cine en la universidad. Luego hice un pequeño curso básico y pensé que eso era muy divertido y me vi de pronto invirtiendo mucho tiempo en ello solo por diversión. Así me enamoré de hacer películas. Pero estos primeros intentos eran horribles. Así que empecé a practicar más en serio. Durante un intercambio fui a Berkeley, California, a una universidad cerca de San Francisco e hice una asignatura llamada La narrativa cinematográfica o algo así, e hice varios cortometrajes. De vuelta en Dinamarca hice varios videos musicales y un cortometraje un poco más largo que los demás. Entonces decidí inscribirme a la escuela nacional de cinematografía en Copenhague. No pensé que fuera a entrar porque creía que tenías que haber hecho algo realmente bueno para conseguirlo. Pero al menos lo intenté con la idea de seguir practicando e intentar entrar con más posibilidades otro año. Y resulta que entré ese mismo año y me quedé en shock. Luego el profesor que me aceptó me dijo que puedes ser aceptado sin haber dirigido nada. Lo más importante es que tengas historias que quieras compartir con el mundo, porque estás ahí para aprender a contarlas. Así que esos años en la escuela han sido los más importantes de mi vida. Desde que me gradué en 2019 he estado trabajando en esta película, así que ahora recuerdo cuando comencé en la universidad hace diez años y no sabía qué estaba haciendo.

Acabas de comentar que es importante tener algo que compartir con el mundo. ¿Sobre qué quieres hablar en tu futuro como directora?
He tenido momentos en mi vida de depresión y ansiedad y pienso que esto es un tema actual muy importante. También pienso que sigue siendo un tabú. Mucha gente se avergüenza si le pasa esto, incluso si le ocurre a una de cada cinco personas y todos conocemos a alguien con este tipo de problemas. He tratado esta problemática en mis cortometrajes, pero ahora me encantaría hacer un largometraje sobre esto porque creo que es triste que esto siga siendo algo de lo que parece que uno debería avergonzarse. Así que esta es un área en concreto que me gustaría tratar. En cualquier caso, pienso que estoy tremendamente fascinada por los seres humanos en general. Somos los animales más extraños, y quiero acercarme a las relaciones humanas y al mundo interior de mis personajes. Así que solo quiero seguir intentando encontrar caminos para hacer visible y tangible en la pantalla lo que es invisible dentro de nosotros.
Seguro que será de gran interés para nuestra sociedad. Una última pregunta. Como nueva directora, ¿cómo ves la industria cinematográfica para los nuevos directores?
En Dinamarca, de donde vengo, tenemos mucha suerte porque puedes inscribirte como debutante en la escuela cuando no has hecho ninguna película, y luego cuando te gradúas puedes aplicar a una beca de bajo presupuesto del gobierno y hacer relativamente pronto tu primera película. Esta película está completamente financiada por el estado. Me siento muy privilegiada. Estoy haciendo películas con dinero que viene de los impuestos, aunque, obviamente, es un proceso muy largo y tienes que estar muy cualificada para ello. El proceso tiene muchos pasos. No llegas y te dan cinco millones. Pero sí, hay un buen sistema. Pienso que muchos nuevos directores están recibiendo oportunidades para rodar. También hay muchas oportunidades para dirigir series de televisión, que no es algo que yo haya hecho hasta ahora, pero estoy trabajando en un proyecto en una productora donde dirigiré algunos episodios en una serie de televisión, y eso será divertido. Pero mi foco principal es mi próxima película de ficción.
Este año nuestros compañeros de Delitos y cine han estado cubriendo el Festival Internacional de Cine de San Sebastián y nos traen una serie de entrevistas. Para abrir boca, os dejamos por aquí con su TOP de las películas que se presentaron en dicho festival.