Lavapiés: la cultura también pasa por el barrio
Gloria Serrano//
Por estos días Lavapiés es una palabra, el nombre de un barrio madrileño del que se comenta mucho —en las calles, en los medios, en las redes sociales— debido a la muerte por un paro cardiaco de Mame Mbaye Ndiaye, un joven de origen senegalés que era vendedor ambulante; es decir, que era migrante, africano y sin papeles, “mantero”, como algunos les llaman. Su historia, el dolor de quienes le conocían, las circunstancias en que perdió la vida y los disturbios que estas derivaron, hicieron que se desentumecieran las protestas por las condiciones de marginación que enfrentan los migrantes desde su llegada a territorio español.
A diestra y siniestra, tuiteros y periodistas se abalanzaron a difundir mensajes sentenciosos para hacer catarsis por el encono que provocan —o deberían provocar— los no lugares, los sitios donde se trata a la gente como no personas. Mensajes que, la mayoría de las veces, lo único que hacen es favorecer la polarización de una sociedad ya de por sí dividida en víctimas y victimarios, en justos y pecadores, en vencedores y vencidos. Se trata de fuegos fatuos, llamitas que ni iluminan ni calientan, pero vaya que fijan tendencias, manipulan a la opinión pública enardecida y, por supuesto, generan clickbaits o ciber anzuelos en una época en la que resulta más vendible señalar con prontitud las brechas que nos separan a investigar con dilación cuáles son los hilos que nos unen.
Pero en Lavapiés también pasan otras cosas, más de lo que se ve a simple vista y más de lo que se filtra mediáticamente. Por ejemplo, el 16 y 17 de marzo, Culturaneas y LANAU Espacio Creativo organizaron las jornadas #Cultura #Igualdad #Diversidad: #DesmontandoLosMitos. Ahí estuvieron presentes diversos profesionales del ámbito cultural para hablar de los compromisos y retos al momento de realizar actividades culturales incluyentes, para todas y todos. Se conversó sobre educación, planes, proyectos, cooperación internacional, desarrollo social, bienes comunes, nuevos emprendimientos y nuevas tecnologías. En distintas mesas de reflexión se visibilizó el trabajo de creadoras en las periferias y de asociaciones de mujeres que acompañan a otras mujeres en su lucha por lograr la equidad.

Encarna Díaz es la gestora cultural que organizó este evento y —con sus propios recursos— convocó a la comunidad para repensar la cultura con enfoque de género. Un asunto que permitió a los asistentes escucharse entre sí, gestionar las diferencias en la aplicación de conceptos, así como conocer los esfuerzos que, más allá del Día Internacional de la Mujer, se llevan a cabo cotidianamente para producir, llevar, traer, permear la cultura en distintos espacios urbanos y rurales. Mujeres en las artes escénicas, en las visuales, en el activismo, en la academia, en las grandes ciudades, en los pequeños poblados del campo, expusieron sus iniciativas y compartieron cómo ha sido el proceso de convertirse en “hacedoras de cultura” desde el feminismo.
A la semana siguiente, en Espacio ECOO se presentó ‘La Lucha’, novela gráfica de no ficción sobre la defensa de los derechos humanos en México. La mexicana Ruth Guerrero, directora actual del Centro de Derechos Humanos de las Mujeres (CEDEHM); María San Martín, miembro de Front Line Defenders; y June Fernández, coordinadora de Píkara Magazine (España), fueron las encargadas de poner en contexto a los asistentes sobre la trayectoria de una defensora en específico, Luz Estela Castro Rodríguez (Chihuahua, 1952), activista y fundadora de este centro que se dedica a brindar apoyo a las familias de mujeres víctimas de feminicidio y a generar entornos libres de violencia. Su hija, Liliana Aragón, también acudió a la cita para compartir algunos aspectos del trabajo que Lucha Castro —como se le conoce— viene realizando desde hace varios años.

“Todo pasa, encadenándose de norte a sur como las parras en primavera: una manifestación de pensionistas masiva, una manifestación feminista masiva, una manifestación de migrantes masiva”, escribió en su columna de opinión la periodista Gabriela Wiener. Y es cierto, tanto las problemáticas como las soluciones son transversales, nos tocan: pasan por lo personal, lo familiar y lo local hasta convertirse en temas de repercusión global. Esta no es la excepción. Escrito e ilustrado por Jon Sack y editado por Adam Shapiro, ‘La lucha’ son historias, testimonios, voces, narrativas no excluyentes en un lenguaje de cómic que pretenden llegar a una audiencia más amplia para reconocer, en una, a otras muchas mujeres que —lejos de los reflectores internacionales— dignifican a las más vulnerables a pesar del hostigamiento que constantemente enfrentan. Reconocimiento y socialización a los que se ha sumado Píkara Magazine, y en particular June Fernández al aventurarse —con humildad, dijo— a la redacción del prólogo en su versión española.
Los anteriores no son esfuerzos aislados. Tanto las jornadas organizadas por Culturaneas – LANAU, como la presentación de este libro, ambas insertas en un contexto (todavía) de machismo y patriarcado, representan oportunidades más que necesarias para el encuentro entre ciudadanos. Si bien las manifestaciones en las calles sirven de termómetro social y con rapidez encienden la chispa del entusiasmo colectivo, es un hecho que cualquier transformación requiere no tanto de trending topics, sino de acciones solidarias permanentes y, como solía decir el escritor Eduardo Galeano, de una ecuación muy sencilla: “Gente pequeña en lugares pequeños haciendo cosas pequeñas”. De “un montón de gente, un mar de fueguitos” de los que sí pueden cambiar el mundo. O, al menos, hacerlo más habitable.
Autora:
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![]() ![]() Periodista mexicana en Madrid, siempre buscando la grieta en el muro. Máster en Gestión de Políticas y Proyectos Culturales (Universidad de Zaragoza). “Saber mirar y saber decir” son los principales retos del periodismo que aspira a no quedarse en el olvido, que intenta contar algo más que una simple historia. Para mí, cultura se escribe en plural, es la fiesta de lo colectivo.
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